La Aldea
Slavoj Žižek
Aquellos que inmediatamente devalúan los films de M. Night Shyamalan como lo más bajo de las vulgaridades New Age se pueden sorprender. La Aldea se ubica en una aldea de Penssylvania apartada del resto del mundo y rodeada por bosques llenos de peligrosos monstruos que son conocidos por los aldeanos como “aquellos de los que no hablamos”. Muchos de los aldeanos están contentos de vivir con este acuerdo que han hecho con las criaturas: ellos no entran al bosque, las criaturas no entran a su pueblo. Aparece el conflicto cuando el joven Lucius Hunt desea dejar la aldea en busca de medicinas nuevas, y el pacto se rompe. Lucius e Ivy Walker, la hija ciega del líder de a aldea, deciden casarse, lo que encela al idiota del pueblo; apuñala a Lucius y casi lo mata, dejando a merced de una infección que requiere medicinas del mundo exterior. El padre de Ivy le dice a ella sobre el secreto del pueblo: no hay monstruos, y el año no es realmente 1897. Los mayores del pueblo fueron parte de un grupo de ayuda de víctimas del crimen del siglo 20 que decidieron cortar con ese mundo completamente; el padre de Walter había sido un empresario millonario, entonces compraron una gran extensión de tierra, la llamaron “preservación de la vida salvaje”, la rodearon por una inmensa barda y muchos guardias, convencieron al gobierno de redirigir sus aviones lejos de la comunidad, y se instalaron dentro, inevitaron la historia de “esos de los que no hablamos” para mantener a todos dentro y que no se fueran. Con la bendición de su padre, Ivy sale al exterior, conoce a un amigable guardia de seguridad que le da las medicinas, y vuelve para salvar la vida de su prometido. Así, al final de la película, los mayores del pueblo deciden continuar a sus vidas en el secreto: la muerte del diota del pueblo puede ser presentada a los no-iniciados como una prueba de que las criaturas existen, confirmando el mito fundante de la comunidad.
La lógica del sacrificio es además reinsertada como la condición de una comunidad, así como su lazo secreto – de ahí que la mayoría de los críticos rechazan la película como el peor de los casos de un encapsulamiento ideológico: “es fácil entender de porqué le atraiga el ubicar una película en un período donde la gente proclamaba sus emociones en oraciones exageradas, o el porque disfruta construir una aldea que es impenetrable al mundo externo. El no esta haciendo películas. Esta haciendo refugios”[1]. El deseo subyacente de la película es además el deseo de recrear un universo cerrado de la autenticidad en el cual la inocencia es protegida de la corrosiva fuerza de la modernidad: “Todo es sobre cómo proteger tu inocencia de ser lastimado por las “criaturas” de tu vida; el deseo de proteger a tus hijos de que vayan a lo desconocido. Si estas “criaturas” ya te han lastimado, no quieres que lastimen a tus hijos y la generación más joven puede querer correr ese riesgo.”[2]
Desde una mirada más cercana la película se revela como más ambigua. Cuando los críticos notaron que “la película se encuentra en el territorio de H. P. Lovecraft: severa, atmósfera de Nueva Inglaterra; un guiño de endogamia; veladas menciones de “Los Antiguos”, “esos de los que no hablamos”.[3]” Ellos como es costumbre olvidaron mencionar el contexto político: No olvidemos que la comunidad del siglo 19 de tipo auto-subsistente tambien se refiere a las muchas comunidades utópicas-socialistas que prosperaron a los finales del siglo 19 en USA. Esto no significa que la referencia de Lovecraft para el horror sobrenatural es solo una máscara, un falso atractivo. Tenemos dos universos: la moderna y abierta “sociedad de riesgo” contra el viejo y restringido universo seguro del Sentido – pero el precio del Sentido es un espacio cerrado custodiado por monstruos innombrables. El Mal no esta simplemente excluido en este espacio utópico – es transformado en una amenaza mítica que establece la comunidad a través de una temporal tregua y contra el cual tiene que mantener un estado permanente de emergencia.
En el apartado de características especiales con respecto a “Escenas borradas” del DVD casi siempre se le permite al espectador ver que el director estuvo en lo correcto cuando borró dichas escenas – sin embargo, en la edición del DVD de la Aldea, hay una excepción a la regla. Una de las escenas borradas es sobre un “simulacro”: Walter hace sonar la campana, dando la señal a la comunidad para practicar la apresurada retirada hacia los refugios subterráneos en caso de un ataque de las criaturas – como si una comunidad auténtica solo es posible en las condiciones de una amenaza permanente, en un continuo estado de emergencia.[4]
Esta amenaza es, como lo aprendemos, de la manera más “totalitaria” orquestada por el círculo interno (“los mayores”) de la misma comunidad, para prevenir que los jóvenes no-iniciados abandonen la aldea y corran el riesgo de atravesar el bosque y lleguen a los “pueblos” decadentes. La “Maldad” misma debe ser redoblada: la maldad “real” de la desintegración social del capitalismo tiene que ser transpuesta en la maldad arcaica mágico-mítica de las “criaturas”. La “Maldad” ES una parte del “círculo interno” mismo. IMAGINADO por sus miembros. ¿Acaso no estamos regresando al Jueves de Chesterton, donde la máxima autoridad policial ES la misma persona que el súper-criminal, montando una batalla contra el mismo? De una manera proto-Hegeliana, la amenaza externa que la comunidad esta combatiendo es su propia esencia inherente…[5]
¿Y que tal si es más verdadero de una manera mucho más radical que si apareciera? ¿Qué tal si la verdadera Maldad de nuestras sociedades no son los movimientos del capitalismo como tales, sino los intentos de liberarnos de ellos (mientras nos aprovechamos de ellos), el crear espacios comunales de auto-enclaustramiento, desde “comunidades cerradas” hasta grupos religiosos raciales exclusivos? Así, ¿el punto de la aldea no es precisamente demostrar que, actualmente, un retorno a una comunidad autentica en la que el discurso todavía demuestra emociones verdaderas, etc; - la aldea de la utopía-socialista – es falsa cuando solo puede ser montada como un espectáculo para los muy ricos? La figura ejemplar de la Maldad no son los consumidores ordinarios que contaminan el medio ambiente y viven en un mundo violento de desintegración de los lazos sociales, sino aquellos (jefes y empresarios) quienes, mientras se comprometen completamente en crear condiciones para la devastación universal y la contaminación, se excluyen de los resultados de su propia actividad, viviendo en comunidades cerradas, comiendo comida orgánica, tomando vacaciones en áreas salvajes protegidas, etc.
[1] "Idiot. The case against M. Night Shyamalan," por Michael Agger, http://slate.msn.com/id/2104567
[2] Citado desde http://www.glidemagazine.com/articles120.html
[3] David Edelstein, en http://slate.msn.com/id/2104512
[4] Uno de los más estúpidos reclamos al la película (no muy distinto del mismo reclamo a Vértigo de Hitchcock) es que se estropea el suspenso al revelar el secreto a al final de segundo tercio de la película – solo este conocimiento hace que el útlimo tercio se vuelva más interesante. Es decir, el último tercio de la película – más preciso, el lento y doloroso avance de Ivy por el bosque – nos confronta con un enigma puro (o, como alguien lo ha expuesto, inconsistencia narrativa): ¿porqué tiene miedo Ivy de las criaturas, porqué son presentadas las criaturas todavía como amenaza mítica, aún y cuando ya sabe ella que las criaturas no existen, que son solo un montaje? En otra escena borrada, Ivy, después de escuchar el siniestro (y, como sabemos, artificial) sonido que anuncia la proximidad de las Criaturas, llora con intensidad de desesperación: “¡Es por amor que estoy aquí. Así que te ruego que me dejes pasar!” - ¿porqué lo hace si sabe que no hay criaturas? Lo sabe muy bien, pero… hay más realidad en la persecución de espectros irreales que en la realidad misma.
[5] Aquí, Nicholas Meyer también está en lo correcto en su pastiche de Sherlock Holmes en “The Seven-Per-Cent Solution: dentro del espacio dialéctico de las historias de Sherlock Colmes, Moriarty, el archi-criminal – “El Napoleón del crimen” – y máximo oponente de Colmes, es claramente una fantasía del propio Colmes, su doble, su Mitad Siniestra: en la páginas iniciales de la novela de Meyer, Watson es visitado por Moriarty, un humilde profesor de matemáticas, que se queja con Watson de que Colmes esta obsesionado con la idée fixe de que el es un maestro del crimen; para curar a Colmes, Watson lo lleva hacia Viena, a la casa de Freud.
Slavoj Žižek
Aquellos que inmediatamente devalúan los films de M. Night Shyamalan como lo más bajo de las vulgaridades New Age se pueden sorprender. La Aldea se ubica en una aldea de Penssylvania apartada del resto del mundo y rodeada por bosques llenos de peligrosos monstruos que son conocidos por los aldeanos como “aquellos de los que no hablamos”. Muchos de los aldeanos están contentos de vivir con este acuerdo que han hecho con las criaturas: ellos no entran al bosque, las criaturas no entran a su pueblo. Aparece el conflicto cuando el joven Lucius Hunt desea dejar la aldea en busca de medicinas nuevas, y el pacto se rompe. Lucius e Ivy Walker, la hija ciega del líder de a aldea, deciden casarse, lo que encela al idiota del pueblo; apuñala a Lucius y casi lo mata, dejando a merced de una infección que requiere medicinas del mundo exterior. El padre de Ivy le dice a ella sobre el secreto del pueblo: no hay monstruos, y el año no es realmente 1897. Los mayores del pueblo fueron parte de un grupo de ayuda de víctimas del crimen del siglo 20 que decidieron cortar con ese mundo completamente; el padre de Walter había sido un empresario millonario, entonces compraron una gran extensión de tierra, la llamaron “preservación de la vida salvaje”, la rodearon por una inmensa barda y muchos guardias, convencieron al gobierno de redirigir sus aviones lejos de la comunidad, y se instalaron dentro, inevitaron la historia de “esos de los que no hablamos” para mantener a todos dentro y que no se fueran. Con la bendición de su padre, Ivy sale al exterior, conoce a un amigable guardia de seguridad que le da las medicinas, y vuelve para salvar la vida de su prometido. Así, al final de la película, los mayores del pueblo deciden continuar a sus vidas en el secreto: la muerte del diota del pueblo puede ser presentada a los no-iniciados como una prueba de que las criaturas existen, confirmando el mito fundante de la comunidad.
La lógica del sacrificio es además reinsertada como la condición de una comunidad, así como su lazo secreto – de ahí que la mayoría de los críticos rechazan la película como el peor de los casos de un encapsulamiento ideológico: “es fácil entender de porqué le atraiga el ubicar una película en un período donde la gente proclamaba sus emociones en oraciones exageradas, o el porque disfruta construir una aldea que es impenetrable al mundo externo. El no esta haciendo películas. Esta haciendo refugios”[1]. El deseo subyacente de la película es además el deseo de recrear un universo cerrado de la autenticidad en el cual la inocencia es protegida de la corrosiva fuerza de la modernidad: “Todo es sobre cómo proteger tu inocencia de ser lastimado por las “criaturas” de tu vida; el deseo de proteger a tus hijos de que vayan a lo desconocido. Si estas “criaturas” ya te han lastimado, no quieres que lastimen a tus hijos y la generación más joven puede querer correr ese riesgo.”[2]
Desde una mirada más cercana la película se revela como más ambigua. Cuando los críticos notaron que “la película se encuentra en el territorio de H. P. Lovecraft: severa, atmósfera de Nueva Inglaterra; un guiño de endogamia; veladas menciones de “Los Antiguos”, “esos de los que no hablamos”.[3]” Ellos como es costumbre olvidaron mencionar el contexto político: No olvidemos que la comunidad del siglo 19 de tipo auto-subsistente tambien se refiere a las muchas comunidades utópicas-socialistas que prosperaron a los finales del siglo 19 en USA. Esto no significa que la referencia de Lovecraft para el horror sobrenatural es solo una máscara, un falso atractivo. Tenemos dos universos: la moderna y abierta “sociedad de riesgo” contra el viejo y restringido universo seguro del Sentido – pero el precio del Sentido es un espacio cerrado custodiado por monstruos innombrables. El Mal no esta simplemente excluido en este espacio utópico – es transformado en una amenaza mítica que establece la comunidad a través de una temporal tregua y contra el cual tiene que mantener un estado permanente de emergencia.
En el apartado de características especiales con respecto a “Escenas borradas” del DVD casi siempre se le permite al espectador ver que el director estuvo en lo correcto cuando borró dichas escenas – sin embargo, en la edición del DVD de la Aldea, hay una excepción a la regla. Una de las escenas borradas es sobre un “simulacro”: Walter hace sonar la campana, dando la señal a la comunidad para practicar la apresurada retirada hacia los refugios subterráneos en caso de un ataque de las criaturas – como si una comunidad auténtica solo es posible en las condiciones de una amenaza permanente, en un continuo estado de emergencia.[4]
Esta amenaza es, como lo aprendemos, de la manera más “totalitaria” orquestada por el círculo interno (“los mayores”) de la misma comunidad, para prevenir que los jóvenes no-iniciados abandonen la aldea y corran el riesgo de atravesar el bosque y lleguen a los “pueblos” decadentes. La “Maldad” misma debe ser redoblada: la maldad “real” de la desintegración social del capitalismo tiene que ser transpuesta en la maldad arcaica mágico-mítica de las “criaturas”. La “Maldad” ES una parte del “círculo interno” mismo. IMAGINADO por sus miembros. ¿Acaso no estamos regresando al Jueves de Chesterton, donde la máxima autoridad policial ES la misma persona que el súper-criminal, montando una batalla contra el mismo? De una manera proto-Hegeliana, la amenaza externa que la comunidad esta combatiendo es su propia esencia inherente…[5]
¿Y que tal si es más verdadero de una manera mucho más radical que si apareciera? ¿Qué tal si la verdadera Maldad de nuestras sociedades no son los movimientos del capitalismo como tales, sino los intentos de liberarnos de ellos (mientras nos aprovechamos de ellos), el crear espacios comunales de auto-enclaustramiento, desde “comunidades cerradas” hasta grupos religiosos raciales exclusivos? Así, ¿el punto de la aldea no es precisamente demostrar que, actualmente, un retorno a una comunidad autentica en la que el discurso todavía demuestra emociones verdaderas, etc; - la aldea de la utopía-socialista – es falsa cuando solo puede ser montada como un espectáculo para los muy ricos? La figura ejemplar de la Maldad no son los consumidores ordinarios que contaminan el medio ambiente y viven en un mundo violento de desintegración de los lazos sociales, sino aquellos (jefes y empresarios) quienes, mientras se comprometen completamente en crear condiciones para la devastación universal y la contaminación, se excluyen de los resultados de su propia actividad, viviendo en comunidades cerradas, comiendo comida orgánica, tomando vacaciones en áreas salvajes protegidas, etc.
[1] "Idiot. The case against M. Night Shyamalan," por Michael Agger, http://slate.msn.com/id/2104567
[2] Citado desde http://www.glidemagazine.com/articles120.html
[3] David Edelstein, en http://slate.msn.com/id/2104512
[4] Uno de los más estúpidos reclamos al la película (no muy distinto del mismo reclamo a Vértigo de Hitchcock) es que se estropea el suspenso al revelar el secreto a al final de segundo tercio de la película – solo este conocimiento hace que el útlimo tercio se vuelva más interesante. Es decir, el último tercio de la película – más preciso, el lento y doloroso avance de Ivy por el bosque – nos confronta con un enigma puro (o, como alguien lo ha expuesto, inconsistencia narrativa): ¿porqué tiene miedo Ivy de las criaturas, porqué son presentadas las criaturas todavía como amenaza mítica, aún y cuando ya sabe ella que las criaturas no existen, que son solo un montaje? En otra escena borrada, Ivy, después de escuchar el siniestro (y, como sabemos, artificial) sonido que anuncia la proximidad de las Criaturas, llora con intensidad de desesperación: “¡Es por amor que estoy aquí. Así que te ruego que me dejes pasar!” - ¿porqué lo hace si sabe que no hay criaturas? Lo sabe muy bien, pero… hay más realidad en la persecución de espectros irreales que en la realidad misma.
[5] Aquí, Nicholas Meyer también está en lo correcto en su pastiche de Sherlock Holmes en “The Seven-Per-Cent Solution: dentro del espacio dialéctico de las historias de Sherlock Colmes, Moriarty, el archi-criminal – “El Napoleón del crimen” – y máximo oponente de Colmes, es claramente una fantasía del propio Colmes, su doble, su Mitad Siniestra: en la páginas iniciales de la novela de Meyer, Watson es visitado por Moriarty, un humilde profesor de matemáticas, que se queja con Watson de que Colmes esta obsesionado con la idée fixe de que el es un maestro del crimen; para curar a Colmes, Watson lo lleva hacia Viena, a la casa de Freud.
Articulo Original: http://www.thepervertsguide.com/extras_zizek_thevillage.html
Traducción por Héctor Mendoza
2 comentarios:
Hola Profesor:
Queria preguntarle si ha observado el video que està en Youtube "Obedece a la morsa", queria saber si usted podrìa hacer un anàlisis de cual es el objetivo de su divulgaciòn, dada la popularidad del video me llama la atenciòn saberlo. Muchas gracias
Rocìo
Vi esa película y creo que maneja con destreza el suspenso. Concuerdo que al revelar el secreto en el segundo tercio,simplemente enriquece el final. Buena.
Héctor Mendoza A.
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