viernes, enero 25, 2008


El Gran truco de Escher
La Magia del Real

Esta función de lo imposible hay que abordarla con prudencia, como toda función que se presenta bajo una forma negativa. Querría simplemente sugerirles que la mejor forma de abordar estas nociones no es tomándolas por su negación. Este método nos llevaría aquí a la cuestión de lo posible, y lo imposible no es forzosamente lo contrario de lo posible, o bien entonces, ya que lo opuesto de lo posible es lo real, tendremos que definir lo real como lo imposible.
Jacques Lacan. 6 de mayo de 1964.

Las imágenes de M. C. Escher nos enseñan las condiciones de una superficie en continuidad. Sus ilustraciones sobre la banda de Moebius entre otras, son verdaderos clásicos de portadas en textos psicoanalíticos, en especial los lacanianos. En honor a esa tradición queremos resaltar su obra de 1958 “Belvédère”. En dicha litografía, Escher vuelve a jugar con los planos al crear la imagen imposible (lo que nos arroja de inmediato en el anudamiento de imaginarizar el real) de un mirador (del título) de tres pisos con detalles sorprendentes. A simple vista puede no ser tan impresionante como otras imágenes de Escher, lo genial aparece en los detalles. El propio Escher describió su obra de la siguiente manera:

“Aquí se muestra un mirador de tres pisos, a lo lejos un fondo montañoso. En el suelo de la planta baja esta un pedazo de papel donde están dibujadas las orillas de un cubo. Pequeños círculos indican los puntos de intersección de dos orillas. El saber cuál de estas dos líneas se encuentre frente o de tras de la otra depende de cómo se esta viendo el cubo. El muchacho sentado en la banca sostiene en sus manos un rompecabezas cuboide que es la mezcla de estas dos posibilidades: Su parte superior y la inferior son contradicciones mutuas. Le da vueltas y, con justa razón, no puede creer lo que ven sus ojos. Probablemente no se da cuenta de que el edificio detrás de él, demuestra la misma imposibilidad. Por ejemplo: la escalera del centro, aunque esta dibujada de acuerdo con las reglas de la perspectiva y bastante aceptable como objeto, esta parada con su base dentro de la casa, pero la parte superior fuera. Así que las dos personas subiendo por la escalera se encuentran en una relación imposible entre ellos.” M.C.E.[1]

Esta relación imposible, esta torsión que altera la imagen y la vuelve una ilusión, que requiere del observador, lleva a Escher a mostrar una lección para el psicoanálisis con relación a la idea de dentro y fuera. En lugar de la propuesta psicológica-médica de existir un dentro y fuera, Escher presenta las condiciones para que esas dimensiones se encuentren en continuidad. Las columnas, las cúpulas, las escaleras, etcétera, son detalles que nos llevan una y otra vez a estas revelaciones.

El buen Escher, no solo nos da detalles sino también pistas. En el extremo inferior izquierdo (como lo menciona en la cita) un pedazo de papel, cual “carta robada”, nos indica las condiciones para la continuidad.

Los dos pisos del mirador se encuentran relacionados por una torsión al estilo de la Banda de Moebius. En la página oficial de M C Escher (http://www.mcescher.com/) intentaron reproducir en tres dimensiones la siguiente imagen logrando un resultado sorprendente, se descubre la torsión moebiana.


La tesis del presente escrito es, junto con la cita lacaniana que lo abre, que en el "edificio imposible" "Belvédère" se aborda el Real lacaniano. Sabemos que el amable lector se preguntará como se logra este truco, por lo que le pedimos no pierda de vista los detalles.

En Mirador hace el truco cuestionando la relación entre el interior y el exterior, pero en realidad la imagen es una pregunta y una respuesta. La pregunta la vemos en el hombre con el cubo (¿El propio Escher?). Ese no-posible, eso que aparece fuera de toda posibilidad es el campo de lo real si recordamos la clásica definición de aquello que no es simbólico ni imaginario. Ni lo uno, ni lo otro (sino todo lo contrario), es decir, la contradicción misma. Juguemos con que un piso es el simbólico, otro el imaginario; al más puro estilo aristotélico de cuerpo y alma existiendo ese lugar límite como la suela de los zapatos. Después que alguien ejecuta un truco como el Escher ante nuestros ojos, algo del orden de lo imposible, debemos detenernos en el cómo y en el dónde. ¿Cómo esta lo que tengo ante mis ojos? ¿Dónde esta el gran truco?

Utilizamos esta figura del truco porque lo que Escher se trae entre manos lo convierte en un buen prestidigitador, y el título de distribución en nuestro país de la película “The Prestige” (2006) de Christopher Nolan “El gran truco” nos alumbra aún más el camino.

La película comienza con el legendario actor Michael Cane en su personaje del “Ingénier” Cutter que en la jerga de los ilusionistas es aquel que diseña y construye los aparatos de magia. Alguien podría decir, “¡Ah! ¡El verdadero mago!” lo cual es un error. No es el mago, la historia deja clara la distancia entre el que diseña el aparato mágico y el le da alma a esa máquina, el que crea la ilusión. La máquina de magia es una parte del acto. El Ingénier nos dice:

“Todos los trucos de magia consisten en tres partes o actos. La primera parte se llama “the pledge” (La promesa). El mago nos presenta algo común. Un mazo de cartas, un pájaro o un hombre. Nos muestra un objeto. Quizá nos pida que lo examinemos para que veamos si es real, inalterado y normal. Por supuesto, lo más probable es que no lo sea. (Visualmente nos muestran un pájaro y una jaula). El segundo acto se llama “the turn” (el giro, o más a la Escher, la torsión), El mago toma el objeto ordinario y lo convierte en algo extraordinario (se cubre con un velo la jaula y la aplasta). Ahora bien, uno busca el secreto, pero no lo encuentra porque, claro está, en realidad no está mirando. Uno realmente no quiere saber. Uno quiere ser… engañado (se descubre el velo y no hay jaula ni pájaro). Pero aún no aplaude, porque hacer desaparecer algo no es suficiente. Uno debe hacerlo aparecer de nuevo. Es por eso que los trucos de magia tienen un tercer acto. Es la parte más difícil. La parte que llamamos “the prestige” (el prestigio[2])”

Podemos decir que cuando estamos ante los dibujos de Escher y los reconocemos como imposibles también cabe la expresión de fascinación y magia. Sus edificios y espacios son ilusiones. ¿Dónde está el truco? Siguiendo la lógica del truco de magia en “The Prestige” la película aporta más en su desarrollo. Las películas de Nolan tienen la particularidad de ser un continuo cambio de vía. Desde su magnifica “Following” (1998), pasando por su más conocida “Memento”(2000) hasta en “Batman Begins” (2005), el centro de la película es un franco cambio, giro, sorpresa que nos devuelve a un cierto lugar común. Lo más notable de “Memento” donde la ultima escena es la primera y la última simultáneamente.

En “The prestige” nos son narradas dos historias alternadas. Es una historia de rivalidad entre dos jóvenes magos (interpretados por Hugh Jackman y Christian Bale). La historia a la vez esta narrada con una estructura de flasback mientras continúan los eventos en la historia. Uno de los magos (Alfred Borden) es acusado de asesinar al otro (Robert Angier) y en la cárcel comienza a leer el diario de su rival que a su vez emprende un viaje siguiendo las pistas del diario del primero. Así, el protagonista, Angier, es el héroe trágico que tiene un rival especular, Borden. Como toda buena historia de héroe y villano, el héroe tiene que descubrirse en su villano, tiene que asumir que lo que el villano le devuelve es su imagen invertida. Proponemos la interpretación de localizar el registro Simbólico en Angier (el muerto que brilla por su ausencia) y el Imaginario en Borden (excesivamente especular). Tenemos dos planos puestos en relación en la historia. Ahora viene el truco a la Escher, ¿cómo los ponemos en continuidad? ¿Cómo descubrimos que héroe y villano son más parecidos? ¿Cómo se descubre cada posición de ellos mismos? Sigamos los detalles del acto de magia.

Primer movimiento, La promesa, tenemos la historia clásica de dos amigos que quieren ser magos reconocidos cada uno con un carácter diferente. El tercer movimiento es el prestigio, ese final donde los ahora convertidos en rivales descubre sendos trucos: uno, el villano, tiene a su vez su imagen especular, vive en sacrificio, es mártir de su propio arte y el héroe, para ganar tuvo que convertirse en un asesino, en el villano que había en él, se descubre porqué estaban desde un inicio puestos en continuidad. ¿El giro? Escher nos muestra que esto se da en las orillas, la torsión, the turn, en este caso es, lo Real, La Mujer. La mujer de Dalton muere en un acto de magia, el villano sufre en su acto por la relación con su mujer, intercambian una mujer entre héroe y villano (ella es quien hace el juego de los diarios) y al final se trata de quién se queda con la hija de una de ellos. Antes de pensar que estamos hablando como Otto Wenninger aludiendo a la mujer como la causa de todos los males, debemos reconocer lo obvio que los pone en continuidad, su condición de magos. Así, La Mujer, esa que no existe, es La Magia. Dalton se convierte en el gran Mago que ella le auguró y el villano pone su acto de magia por encima de su mujer. Si jugamos con lo enigmático de la mujer, la Magia es El Enigma en acto.

Ya que hablamos de una de las formas de lo Real, La Mujer, vayamos a otra más clara, el Padre. Lo real es un registro que no puede ser pensado como una tercera dimensión, es solo accesible en fórmula, es el acto mismo de tener que poner algo en formula. Pensemos en las categorías con respecto al Padre. El padre simbólico es relativamente sencillo de asir, es el agente de la Ley, es su nombre, la prohibición al incesto, etc. El padre imaginario es esta determinada presentación de padre, estos atributos de la forma en la que se re-conoce a un padre. Ahora viene el más complicado porque parece el más simple, el padre Real. Muchos lo explican así: “el padre real es el de la realidad, el señor de carne y hueso que no es la ley ni la idealización de él mismo”. Si decimos que el padre real es el de la realidad estamos en el terreno de lo imaginario y simbólico. El problema es el pensarlo como otro cordón solo que de otro color, otra dimensión, como el intento desesperado de entender la imagen de Escher construyéndolo en tres dimensiones, “¿cómo sería en realidad?”. ¡Quitemos la red de protección! El campo del Real es un vacío, ¿cómo puede ser esto en el padre? No es una efigie, el padre imaginario, y no es una ausencia[3], el padre simbólico, sino un vacío que se distingue de la ausencia así como la diferencia entre un hoyo y un agujero; mientras que el hoyo pertenece al registro simbólico de las ausencias (“en ausencia de fulano, sutano”) el agujero es algo que de entrada sabemos que no le sobra ni le falta nada, simplemente nunca hubo nada. El Padre Real no es el señor en su indiferente existencia física sino el vacío entre esa existencia física y la imagen-imago idealizada[4] de padre (imaginario), así como también el vacío entre la existencia física y la función de agente de la ley (padre simbólico). El Padre Real no es (¿Por qué solo se puede definir por lo que no es?) lo que sobra del padre (efigie) como tampoco lo que le falta (ausencia) sino el vacío que se crea con la sola nominación Padre; de esta manera lo más real del Padre Real es la siguiente consistencia física, cual formula química: P-A-D-R-E.

Lo anterior es lo Real de la transferencia[5]. Cuando el analizante le habla-reclama-demanda al analista algo que se reconoce como similar a lo que ha reclamado al padre de la infancia antes de lanzar las interpretaciones al vuelo (“¡Lo sospeché desde un principio!”) tendríamos que hacernos la pregunta de la imagen de Escher ¿Cómo puede la escalera tener su base en el interior del edificio y su parte superior fuera? De ahí que no sirve de nada señalamientos como “Debería de reclamarle eso en realidad a su padre” o, peor aún “¿A quién va ese reclamo realmente?” La respuesta freudiana admite varias respuestas por parte del analizante o “¡A usted! (no le saque)” o “¡A usted no, pero tampoco a mi padre!”. Cuando se reclama algo paterno en el analista, ya no se tiene que hacer nada más que eso mismo como la interpretación ya incluida en un lapsus.

Esta necesidad de algunos postfreudianos de pensar en términos de “remitirnos al original” (“realmente usted a quien se dirige es a fulano”) Es parecido al intento comentado con anterioridad de mostrar una imagen como “Mirado” en tres dimensiones. En el video que lo muestra se escucha lo siguiente:

“Aquí esta “El mirador” de 1958, desde esta posición el edificio parece tener sentido. Parece, decimos, porque Escher puede diseñar edificios que solo pueden existir en dos dimensiones, ya que nos muestra el edificio de una determinada posición, es decir, nuestra posición. Veamos si podemos volar alrededor. Nada con respecto a los pilares del centro tiene sentido, ya que conectan el frente del edificio con la parte trasera. Parece un espagueti. El piso de arriba esta rotado 90 grado con relación al piso de abajo. Es la manera como esta construido. Incluso las personas son falsas…”

Este intento de encontrar la verdad vía la tecnología (Analizar la Biblia por la computadora, buscar el gen de la violencia, etc.) nos lleva a imágenes de lo Real, lo cual no deja de ser monstruoso como lo saben los artistas de la ciencia ficción. “¡Oh! ¡Si tan solo Escher/Da Vinci/Einstein hubiera tenido internet!” nos impide ver lo que ya está ahí. No desdeñamos la nueva tecnología, después de todo en el caso del video de “Mirador”, la torsión, el giro, la curva de lo Real al mostrarse vulgarmente tienen el efecto interpretativo de haberlo sabido todo el tiempo cuando volvemos a ver la imagen original en dos dimensiones. Ahí esta la magia del acto analítico.

La magia es del registro de lo Real, y ya que estamos entre magos, vayamos con otros esotéricos que relacionaron con Freud, los interpretadores de sueños. “Sueño” de 1937 es una extraña paradoja visual como los anteriormente comentados. Sin embargo, a simple vista es más conservadora que otras de sus obras. En un espacio rodeado de columnas y puertas vemos la imagen de alguien que por sus ropas suponemos que es un obispo. Acostado en un estilo de diván tiene sobre su pecho un enorme insecto, más específicamente, una Mantis religiosa. El título de la imagen nos dice que es un sueño (¿o que no lo es?). Ahora bien, la pregunta clásica es ¿Quién sueña con quien? Pregunta que nos avienta ya al campo freudiano al cuestionarnos quién es el que habla-sueña en el sueño. Aceptemos la lectura básica de que el obispo esta soñando con una Mantis religiosa. De nuevo, Escher pone dos registros en continuidad, vemos la relación imposible entre el sueño y el soñante.


Más que sueño parece chiste (la segunda vía regia[6] al inconsciente), como si preguntáramos “¿Con qué insecto sueña un obispo?” o “¿Qué mosca pica a un Obispo?” Tenemos el anudamiento de los tres registros. Por un lado el soñante que sabemos quién es por su ausencia, es decir, vemos en él más su atuendo que “quien es en verdad”. Ponemos lo anterior en comillas advirtiendo que “quien es en realidad” es simbólico; como lo indica la frase de Lacan “El hábito ama al monje”. El Obispo (función paterna clásica, agente de la ley en ropaje fálico, etc.) es asaltado en su sueño por una imagen de un insecto conocido como Mantis Religiosa (Praying Mantis dirán los gringos) una cosa natural a la cual se le monta, se le coloca la efigie de Religiosa sabiendo de ante mano que eso esta de más, que el nombre que tiene no tienen que ver con las “creencias de fe” que pudiera tener el bicho. Lo Real es el llamado por Freud “ombligo del sueño”, es la escalera que mantiene su base dentro (¿Por qué un obispo…) y su parte superior fuera (… sueña con una Mantis religiosa?, o viceversa). De nueva cuenta, lo Real lo encontramos en los bordes, más claramente, entre las patas de insecto de la Mantis Religiosa y la tela del traje del Obispo.



[1] M. C. Escher. 29 master prints. Harry N. Abrams, Inc., Publishers.
[2] Prestigio. Realce, estimación, renombre, buen crédito. 2. Ascendiente, influencia, autoridad. 3. Fascinación que se atribuye a la magia o es causada por medio de un sortilegio. Diccionario de la Lengua Española. Real academia Española. Vigésima primera edición.
[3] “Es innegable que domeñar los fenómenos de la transferencia depara al psicoanalista las mayores dificultades, pero no se debe olvidar que justamente ellos nos brindan el inapreciable servicio de volver actuales y manifiestas las mociones de amor escondidas y olvidadas de los pacientes; pues, en definitiva, nadie puede ser ajusticiado in absentia o in effigie.” S. Freud. Sobre la dinámica de la transferencia (1912).
[4] Perdón por volver a redundar de nuevo sobre lo mismo
[5] Lacan. J. Seminario Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Clase del 12 de Febrero de 1964
[6] ¿Cómo Constitución y Morones Prieto?

martes, enero 01, 2008


“You are the music in me”
Musicales e ideología: una historia de amor


Uno de los géneros cinematográficos célebre en otros tiempos y en resurgimiento actualmente es el de los musicales. Así como en los musicales teatrales, el cine brinda al desarrollo de una historia a través de la música una serie de elementos que el entarimado no puede. Como cinémano o cinerasta, los musicales son especiales de apreciar ya que más francamente explotan la manufactura del cine. Es bien conocido que muchas personas simplemente no soportan los musicales y es justamente ahí, en la producción de un síntoma, donde recomendamos dirigir nuestro análisis. En cierta ocasión estando en el cine, una persona a unas cuantas butacas atrás de mí, soltaba expresiones de incredulidad y risa en algunos momentos clave de un musical. Los momentos que lo incomodaban era cuando la narrativa cambiaba. Por ejemplo, en una escena los protagonistas están platicando en la calle frente a un edificio. Mientras platican, al fondo se ven distintos transeúntes (mujeres y hombres dirigiéndose al trabajo). De repente, empieza la canción en el diálogo de los protagonistas y el aparente tránsito azaroso de personas se reorganiza en una coreografía donde las antes “personas comunes que pasan por la calle” forman parte de un cuerpo de baile y coros que siguen la canción. Lo interesante de este momento de cambio de narrativa (que incluso algunas personas se molestan diciendo “¡Ah! ¡Ya viene otra canción!”) es que dicho cambio en la manufactura cinematográfica esta solo a nivel del espectador. Más que alterar la historia, se adentró en la misma. Tal pareciera que los personajes solo “dicen la verdad” en las canciones. Vayamos más lejos, para el propio cineasta esos momentos es cuando más queda clara su relación con la función del coreógrafo y el personaje que constituye la música. Volviendo al ejemplo de la persona que le producía risa el ver como “todos cantan y bailan como si lo tuvieran ensayado” lo no advertido es que en el cine siempre está coreografiado. La imagen que recordamos es la de la película de Peter Weir “The Truman Show”, donde los extras que forman parte del pueblo ficticio en cierto momento se quedan extáticos a la orden del director de escena.

Así llegamos a uno de los errores más comunes en el género de los musicales, pensarlo no como un género sino como una “película con canciones”. Como si la película se viera interrumpida por los diversos números musicales. Su opuesto exacto es igual de erróneo, que lo importante fueran las canciones y se tiene que inventar una historia ridícula que sostenga la serie de canciones pegajosas.

“Is there anybody going to listen to my story…?”

Al ver en cine la película de Julie Taymor “A través del Universo” (Across the universe, EUA, 2007) este error de pensar un musical como “película con canciones” es más palpable, desgraciadamente por parte de los distribuidores. Para entrar a detalle requerimos de contexto por lo que citamos una sinopsis de la película:

“Fantasía musical basada en canciones de Beatles, situada a finales de los años sesenta entre Inglaterra y los Estados Unidos. La historia de amor entre Jude y Lucy ocurre en la era antibélica y protestas sociales de la época. Además de las nuevas versiones de las canciones del cuarteto de Liverpool, el filme esta lleno de homenajes y referencias a anteriores filmes del grupo, con el añadido de varios cameos interesantes.”[1]

Mi queja de la forma de distribuir “A través del Universo” no se reduce al hecho de clasificarla como “cine de arte” sino a la manera de subtitularla. No me refiero a la traducción sino a lo que consideraron subtitulable de la película los distribuidores en nuestro país. Por ejemplo, uno de los personajes comienza a cantar “Hey Jude, don´t take it bad, take a sad song and make it better…”, mientras, los subtítulos nos dicen “Hey Jude, no lo tomes mal, has de una canción triste algo mejor…” La canción continúa pero ya no aparecen los subtítulos. Muchos correligionarios beatleros me dirán “¡Esta bien! ¿Para qué la traducen si así esta mejor? Nos sabemos la canción y los que no son fans pues que no la vean o simplemente disfruten la canción”. Pero este razonamiento nos aleja de la propuesta cinematográfica de mayor homenaje a The Beatles, al no considerarlos algo más que una serie de canciones. El problema de la suspensión del subtitulaje a la segunda estrofa de la canción es justamente tratarla solo como canción y no como narración, como diálogo; justamente siendo esto la aportación de la visión de Julie Taymor. Utilicemos frases de publicistas: La propuesta de Taymor hace que los que no conozcan la música de The Beatles la descubran y los que la conocen demasiado bien la redescubran.

¿Cuál es la propuesta del filme? La misma Julie Taymor lo menciona así en una entrevista:

“Todo está inspirado en la música; obviamente la letra, los personajes y las melodías fueron la base para encontrar los distintos escenarios que utilizamos… cuando lo estudié (el primer tratamiento del guión), decidí agregarle todo ese tumulto social de los sesenta, que es algo que para mi está implícito en los Beatles; de hecho es en gran medida, una de las fuentes de inspiración que ellos utilizaron para escribir muchas de sus canciones.”[2]

Taymor nos lleva a una hipótesis interesante: no habrá un mejor género cinematográfico para hablar de política, y cosas peores, que los musicales. Cualquier artista de teatro lo sabe, el género más desgastante son los musicales, solo que nuestra hipótesis nos permite decir que parte de ese desgastes es que en cuerpo y alma son parte de un todo que funciona como una sociedad utópica con un dictador de fondo, es decir, es un género totalitario. El mismo Zizek hace esta relación entre ideología política y musicales al recordar que éstos eran el tipo de películas preferidas por José Stalin[3]. El ejemplo más ridículo que se nos ocurre de primera instancia es “Los productores” de Mel Brooks, donde al producir el peor de todos los musicales eligen “Primavera para Hitler”, paradójicamente resultando un éxito. Cuando hablamos de política nos referimos a la ideología que sostiene una determinada sociedad, con sus reglas escritas pero sobre todo con las no escritas.

El acierto de Taymor es más palpable, a juicio personal, en tres momentos. En el primero, Max, el amigo desobligado de Jude, es reclutado por el ejército de los Estados Unidos para ir a luchar en Vietnam. Max llega a centro de reclutamiento y se detiene ante la imagen del Tío Sam que comienza a decirle/cantarle “I want you, I want you so bad. I want you, it’s driving me mad, it’s driving me mad”. Vemos como Max esta siendo inspeccionado y adiestrado para el ejercito, finalmente le ponen su uniforme y sus botas y lo mandan a Vietnam, en ese momento la letra cambia a “She is so heavy” cuando a cuadro vemos a Max y otros jóvenes como él cargando la estatua de la Libertad entre la jungla Vietnamita. Taymor hace de la canción del último álbum de la de The Beatles Abbey Road un manifiesto antibélico que permite diversas lecturas. Hagamos la pregunta estúpida, ¿Pensaban The Beatles en el Tío Sam cuando la compusieron? Esperemos que no. “A través del Universo” nos revela lo irrelevante de la pregunta ya que como el cineasta Einsenstein mencionó, en el cine 1 + 1 es igual a 3; ésta es la lección al psicoanálisis. “A través del Universo” hace un manifiesto antibélico ahora, no de los sesentas. Los otros dos momentos son los que se refieren a “Strawberry fields forever” y “Happiness is a Warm Gun” que dejaremos por el momento para que el amable lector pueda verlas. Los anteriores ejemplos nos llevan a cercar el análisis no solo en dos elementos en relación, musicales e ideología, sino que además podemos agregarle el subtitulo que hable de la misma relación: una historia de amor.

“You are the music in me”

Un nuevo impulso tienen los musicales con el triunfo mundial de la película para la televisión Disney’s “High School Musical”. Sigamos con nuestra hipótesis de la relación entre los musicales y la ideología. High School Musical es la historia de Troy y Gabriela; él líder del equipo de básquetbol y ella la chica nueva en la escuela que es prodigio en ciencias. Son de mundo desiguales por lo que en un musical solo puede significar que se enamorarán. Pero justamente lo que los une, los unió desde un principio (y para siempre) es la música. Juntos desafían las convenciones de la sociedad (en este caso la High School) para ser pareja en el musical que se esta montando, claro, sin descuidar el básquetbol y las ciencias.

Reconozco que por su excesiva popularidad entre los adolescentes y preadolescentes no estaba enterado de este fenómeno musical. Agradezco a mis sobrinas que tuvieron a bien hacerme una pregunta “¿qué es el status quo?” Mi sorpresa fue que el contexto de ese concepto que para ellas fue una canción que reconozco como el centro ideológico en que gira la historia de los Wildcats de la East High School de Albuquerque. El mensaje de la cinta pretende ser de tolerancia, en contra de la discriminación lo que se desnuda como la principal preocupación en la ideología neoliberal norteamericana. ¿Cómo se llega a esa preocupación? Es decir, ¿cómo se llega a este nuevo status quo? Lo que el musical dice-canta a todo pulmón es un nuevo status quo, ser tolerante. El único problema es que para lograra semejante mensaje tiene que irse a los estereotipos. Para presentar la coreografía tiene que vestirse exageradamente a los personajes. Los deportistas, los nerds, los patinemos, los drama-queens (y en la segunda parte, todavía más capitalista, los ricos y los pobres) son enfrentados entre si. Aún y cuando se rescata las figuras paternas encarnadas en el padre-entrenador de básquetbol y la maestra teatral y dramática, los adultos no son quienes realmente se interponen en la relación que altera el orden de la sociedad.

Así como la ideología esta implícita en las canciones de amor de “A través del universo”, el amor es el implícito en las canciones ideológicas de “High School Musical”. Cuando Troy y Gabriela habla de lo que “quieren hacer juntos” una bella disimulación se enuncia en el “ser ellos mismo al cantar en el musical”. Tal vez eso es lo que falta por explorar en los tiempos de la tolerancia, ¿cómo se las arregla el amor con esta ideología?







[1] Revista CINEMANIA “El cine hecho revista” Año doce # 134. Noviembre 2007.
[2] Revista CINEMANIA “El cine hecho revista” “Julie Taymor: Her majesty” Año doce # 134. Noviembre 2007. Pag. 50.
[3] The Pervert’s guide to cinema: part 3. (2006) Dir Sophie Fiennes.