jueves, junio 07, 2012

Los Vengadores: la subversiva simplicidad del héroe fantástico



Los Vengadores
 la subversiva simplicidad del héroe fantástico

 “Bueno, he coleccionado y, leído y estudiado, y me he fascinado por los cuentos de hadas; me fascinan desde niño.  Y creo que algunas de las maneras en que se los clasifica desde un punto de vista mitológico o psicológico o sociológico son un tanto simplistas. Siempre he sentido que el auténtico poder de los cuentos de hadas reside en el hecho que son al mismo tiempo muy simples y brutales. Hoy en día, la simplicidad nos asusta mucho. Nos asusta exponer personajes que por su tipología puedan funcionar en el cuento de hadas, como el Lobo Feroz y la Caperucita roja. Nos asusta mucho, huimos de eso, huimos de la magia inexplicable. Existe una influencia en la forma de contar historias en Hollywood donde hay que explicar cada fragmento de magia y al hacerlo la castras y destruyes. Creo que los personajes pueden ser tipificados y aún así tener realidad emocional…”Guillermo Del Toro. Documental “El poder del mito” en la edición especial del DVD “El Laberinto del Fauno”. 

“…esta es siempre la función del superhéroe, los superhéroes tiene que entrar precisamente  cuando la sociedad normal no puede hacerlo (funcionar)”Slavoj Žižek. Entrevista en youtube.com con el nombre “Slavoj Žižek on The Avengers (2012)”

El héroe vengador como suplemento de la falla del sistema

Los Vengadores (The Avengers, 2012) del director Joss Whedon ha resultado un éxito de taquilla lo cual no es de sorprender para muchos, que reconocen en esta obra, el regalo soñado de cualquier geek aficionado a los comics, ya que presenta en pantalla grande y con grandes valores de producción, una historia fiel a sus personajes de Marvel Comics. Cuando un amigo me preguntaba mi opinión sobre esta película le decía: “Me gustó, es como una caricatura con personas”. En esto radica la importancia del filme, lo caricaturesco de los súper-héroes de los “comic-books”. Resaltamos esta característica ya que como menciona Del Toro en nuestro epígrafe “hoy en día, la simplicidad nos asusta mucho”. La pregunta obvia es ¿por qué nos asusta? Lo que es claro con ese susto es que a la par nos fascina, prueba de ello el gusto infantil por estos personajes. Sin embargo, como también plantea Del Toro, en esa simplicidad tipológica los personajes pueden servir de metáforas en especial con relación a su comunidad y el sistema dominante. Así, la función del héroe en las leyendas y mitos será, tanto de servir de ejemplo moral (como en las fábulas con bellas moralejas) o como mártir rebelde cuyos actos cuestionan y transforman la realidad en la que vive.

De tal forma,  en los superhéroes, aún siendo versiones más comerciales de los héroes mitológicos de antaño, pero no por ello menos representantes de la ideología dominante, solo son justificables en una falla del sistema como bien es anunciado en el prólogo de la historia de los Vengadores donde la agencia SHIELD, fiel representante de la ley del sistema atinadamente nombrada por sus siglas como ESCUDO (en nuestro país podría ser CHAROLA haciendo alusión a la placa de los policías), es atacada destruyendo su base de operaciones, acto que demanda la agrupación de los superhéroes. Lo interesante es que el mismo sistema verá en sus héroes una crítica a su propia esencia, ya que la trasformación siempre es desde dentro. En los Vengadores lo vemos en dos momentos climáticos; la pelea entre los héroes donde el patriótico Captain America cuestiona el hecho de la red de mentiras y manipulación con intensiones armamentistas (como descubrir que los miembros de Al Quaeda fueron entrenados por la CIA), y el segundo momento verdaderamente climático, la orden gubernamental de lanzar la bomba nuclear, hecho que los Vengadores tiene que detener desde fuera del sistema.

El final es consistente, no se pueden tener a los superhéroes como reserva sino deben mantener su estado de marginados. Claro que alguien puede aducir a la obvia estrategia de hacer una franquicia de películas sin embargo es consistente con la figura del héroe. Si este pertenece a alguna casta debe ser un outcast, un freak sin nombre, atadura social, que en el menos peor de los casos busca la construcción de una sociedad alternativa. También celebramos, en palabras ochenteras del programa mexicano “¡No empujen!”, el final final final, la broma después de los créditos donde los superhéroes, exhaustos por la batalla están comiendo en el restaurant de Shawarma, una atinada burla que los aleja de la tragedia mítica. Estructuralmente hablando este chiste es similar a la escena que es delicia del respetable público en las salas, cuando Loki enfrenta a Hulk tratando de humillarlo resaltando la diferencia entre la monstruosidad y el linaje divino solo parece recibir la respuesta de Hulk en un brutal zarandeo que termina con una aún más certeza y dolorosa “punch line”: “Puny God!” –“¡Dios enclenque!” Estos chistes nos muestran una de las formas como el héroes clásico vence a la Fatalidad del Sistema, haciendo la gala del triunfo del chiste, aquel lugar donde Freud ubicaba como la mejor forma de que el yo venza el látigo maldito del superyó, cumpliendo su mandato y descargando la pulsión. El extremo rebelde del héroe en este tipo de chistes es una versión en caricatura que circula en Facebook donde Hulk a quien enfrenta es a Jehová. Dicho chiste falla en el tono porque es un Dios demasiado familiar, de ahí que lo mejor es la segunda forma del héroe, el rebelde que destruye al sistema identificándose completamente con él haciendo que la forma de vencerlo es venciéndose a sí mismo como en el caso de Cristo o el Club de la Pelea. Las dos formas son entonces el chiste y/o el acto ético.



Cuando el sistema social imperante no opera es el momento del héroe como aquel que anuncia su declinación. De ahí lo aberrante de la nueva publicidad de Coca Cola donde el héroe que se necesita es aquel infantil que soñaba con superpoderes y en su versión adulta es el que, con Coca Cola en mano, planta un árbol o da clases. Ese superhéroe es el héroe descafeinado que tanto les gusta a los que están el poder diciendo “Si, expresen su descontento pero con propuestas (dentro del mismo sistema)” “Si protesten pero no obstruyan la vialidad, no dirijan consignas políticas, no acusen a corruptos sino solo ejerzan su sacrosanto derecho a la libertad de expresión (solo que sin consecuencias políticas o económicas)”. Ahí reside el carácter netamente blasfemo y revolucionario de todo héroe, siendo el máximo exponente, como mencionamos antes, la figura del Cristo cuando duda de sí mismo (como Dios) y substituye la religión del padre (Los 10 mandamientos) por la religión de la comunidad (el espíritu santo). (Freud, "Psicología de las masas y análisis del Yo" y "Moisés y la religión monoteísta")

La sobre-identificación con el sistema hace que entre los Vengadores, uno de ellos sea el más subversivo de todos al cumplir esta cualidad, el que su correspondiente en el Universo DC sería Superman, nos referimos al Captain América. Con respecto al Capi, es sobrada la inclinación inmediata de repudiar su tufo propagandístico, recordando que la traducción correcta del nombre “Captain America” es “Capitán Estados Unidos”, hecho que se escapa en castellano pero es claro para el resto del mundo, de tal forma que fue conocida en Europa y Asia como “The first Avenger”. Sin embargo, éste hecho es incorporado en el tratamiento de este personaje haciendo que en la película al justificar el exagerado disfraz, la sobre identificación con la propaganda gringa es tal, que la única forma de ser héroe es criticando abiertamente esta propaganda. Esto ha llevado a que el Captain America en los comics tenga que ser asesinado en la serie llamada “Civil War” donde el sistema gubernamental, a través de su brazo armado SHIELD persiga a los superhéroes que rechacen registrarse y trabajar para el gobierno renunciando a su identidad secreta, encontrando en Iron Man el principal promotor de esta Ley y al Captain America como su principal detractor llegando a ser considerado “el enemigo público # 1”. El sorprendente  final de la guerra es el artero asesinato de Steve Rogers.
 

El poderoso suplemento de la simplicidad fantástica

La simplicidad del héroe es tan importante por lo subversivo de la creencia, motivo por el cual solo puede ser vista de lado, al sesgo (Žižek) o justificada con el suplemento de la relación, con su correspondiente torsión, con el mundo cotidiano. Desde el propio “Laberinto del Fauno” de Del Toro donde la fábula clásica de elección y desobediencia pone en relación el mundo de Reyes mágicos y el momento coyuntural de la guerra civil; el acto ético que organiza ambos mundos es la de la princesa-mártir. Sin embargo también podemos ver esto en el terreno de las novelas románticas. Pensamos en dos ejemplos actuales, por un lado la historia de amor adolescente entre Bella y Edward de la saga “Crepúsculo” y por el otro la teleserie “Once upon a time…” Ambas historias tiene una semejante estructura donde el sueño del amor requiere el suplemento de las historias clásicas de los cuentos de hadas. En la historia de “Crepúsculo” tenemos la clásica historia de la chica apartada medio nerd, ya sea en sus gustos, en su belleza, habilidades o simplemente el hecho de ser la nueva en el pueblo, que vive el divorcio de sus padres. Así, Bella llega a un pueblo cuya niebla brinda el mejor marco de un sueño. Allí encuentra el amor en dos jóvenes apuestos un vampiro y un hombre lobo. A primera vista, ésta tendría que ser una historia de terror o, de perdido, acción como “Underworld”, sin embargo al no ser así, esto le ha valido el odio de la comunidad de amantes del terror a tal grado que dichos detractores fueron los que han llevado a niveles de fenómeno de masas esa historia que simplemente “no pueden dejar de amar odiarla”. El error de cálculo amoroso de los detractores es que el foco de la historia son los clichés románticos, el Vampiro como nueva encarnación del chico que es un caballero (elegante, recatado, melancólico, distante, chapado a la antigua, enigmático, etc.) y el Hombre lobo como ardiente buen amigo (rudo, pasional, alegre, confiable, salvaje, familiar, etc.). Encontramos ahí, en el suplemento fantástico, los clichés románticos que tratan de un amor peligroso bajo el disfraz de que el peligro es el supuesto terror de los monstruos cuando la verdad está en la misma superficie, el peligro es el amor en sí mismo. Lo que queda para sus detractores es que posiblemente sospechan que las figuras icónicas del amor son de ya románticas y patéticamente trágicas.

Por su parte, “Once upon a time…” trata la historia de un pueblo del mundo de la fantasía que cae  bajo un hechizo de la bruja de Blancanieves convirtiendo a ese reino mágico en un pueblo llamado Storybrooke. A dicho pueblo arriba  Emma por insistencia de su hijo de 10 años al que dio en adopción pero quien asegura que  todos los habitantes son en realidad personajes de cuento exiliados por una maldición y sin recuerdos de sus verdaderas identidades. La teleserie trata los temas clásicos de las telenovelas, la madre en busca de su hijo, el padre perdido, el amor verdadero, los celos y la rivalidad materna, el valor del acto ético. Ahora bien, ¿por qué no hacerlo como telenovela? ¿Dónde radica la particularidad de este melodrama? En cierto sentido, a través del recurso del cuento de hadas, la serie toca verdades que se han gastado en la telenovelas clásicas. Si bien podemos encontrarnos hasta el cansancio en las telenovelas la clásica historia de Blancanieves, la Cenicienta o la Bella durmiente, el problema es que su manufactura de intentar ser más “audaces” hace que su forma de novela haya perdido su encanto. Lo interesante de “Once upon a time…” es la verdad oculta del pueblo con todos sus “temas reales” (el amor, la familia, la paternidad, la rivalidad, la ley)  son honestamente reconocidos como fundados en ideales de fantasía. Por ahora solo resaltaremos otro rasgo, en ambas historias (Crepúsculo, Once upon a time…) el romance es desde la perspectiva femenina por lo que conservan su carácter de melodrama, ¿qué hay de las historias románticas masculinas? Esas también requieren del suplemento  en la textura fantástica, en otro momento esperamos abordar este aspecto a través de historias como “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos”, “(500) días con Ella”, “Más extraño que la ficción” y “Scott Pilgrim vs the world”. Por lo pronto volvamos a los superhéroes.

Las distintas posibilidades del ensamble

Otro aspecto que nos resulta interesante en el saber de la simplicidad de los clichés es cuando, como en el caso de “Los Vengadores” se trata de una historia de ensamble, es decir, donde no es uno solo el protagonista sino un grupo. Para continuar queremos retomar lo mencionado en otro escrito donde abordamos este aspecto de los superhérores desde una sus facetas más amables y divertidas, la serie de televisión “the Big bang theory” donde sosteníamos la idea de que en ese conjunto de geeks cada uno de ellos encarna una variación de la misma fantasía con la que se identifica el público. En “the Big Bang Theory” cada uno de ellos es un niño genio, fanático de los videojuegos, gadgets, comics, películas de ciencia ficción y fantasía. Las diferencias, o mejor dicho, las especialidades, las ubicamos en un cuadrante del cruce de dos líneas donde en el extremo bajo de una primera vertical se encuentra Leonard como el romántico y en el extremo superior tenemos a su amigo Sheldon como el cínico y egocéntrico; en el extremo derecho de la línea horizontal tenemos a Howard como el vulgar “Don Juan” que acosa a las mujeres y en su opuesto izquierdo está Rajnesh que, tanto le gustan que le asustan, ya que su característica principal es el no poder hablarle a las mujeres.

Lo interesante de este cuadrante es que podemos usarlo también en los Vengadores donde en la línea vertical –que podemos llamar de “relación con el otro”- en el extremo de abajo tenemos al Capitan America como el humilde e inocente líder, el soldado de gustos –y chistes- sencillos que sigue ordenes y vive para los demás; y en las alturas está Iron Man como el egocéntrico multimillonario, el playboy de gustos modernos metaleros que es sarcástico y rebelde frente a las masas. En la línea horizontal –que llamaremos de “relación con el Otro”- tenemos en el extremo derecho a Thor como el dios príncipe, orgulloso de su estirpe y su poder, cuyo poderoso martillo, junto con su armadura y exagerada capa, son signos de su alcurnia y orgullo de realeza; mientras que en la siniestra izquierda está Hulk como el monstruo/maldición del sumiso y temeroso doctor Banner, el único el cual su don de poder mágico/fálico (el escudo, la armadura, el martillo) explota en su propio cuerpo siendo poderoso como incontrolable y salvaje. Este cuadrante nos presenta los tipos y formas del mismo cliché, son respuestas diversas y oscilantes de una construcción de identidad. Sin embargo, como el psicoanálisis nos lo recuerda, la identidad o la persona, es decir, la máscara con la que estamos en el teatro de la vida, es una respuesta cambiante, así como Levi-Strauss menciona con respecto a la prohibición al incesto en las culturas, lo importante de esas respuestas es preguntarnos: ¿Cuál es la pregunta? La identidad como intento de responder a la pregunta del sujeto del deseo que de forma clásica Lacan mantiene en el italiano “Che vuoi?

Lo divertido es que dichos pares son los que se pelean y se oponen hasta en sus disfraces (preferimos el término disfraz –costume- o incluso mejor Hábito, donde habita el héroe, por encima del sencillo traje, el pretencioso manto o el totalitario uniforme): por un lado la sofisticada armadura de Iron Man frente al caricaturesco e infantil uniforme del Captain America; en el otro eje por un lado la elegante y pomposa armadura de Thor frente a la monstruosidad y harapos de Hulk, de ahí que vestuario es personaje y el hábito ama al monje, la profundidad del ser está en la superficie de la apariencia. Volvamos a la pregunta, ¿qué encontramos al centro? ¿Frente a qué ojo es esto que se luce? Decíamos que la línea vertical de Iron Man y Captain America es de la relación con el otro, la relación con el semejante, el prójimo. Ese otro con el que se hace comunidad, ese otro especular que soy yo y mi otro-yo (el necesario alter-ego y sidekick de todo superhéroe como dos formaciones de amigo imaginario, recordando que todos los amigos lo son en cierta medida). Así el héroe, como síntoma de la comunidad (aquí es donde la escritura lacaniana que juega con saint-homme es válida) se presenta como la excepcional generalidad, Ecce homo, que en su nombre común se establece la comunidad (¡Yo Soy Espartaco!), ese líder que es uno más de los muchachos pero simultáneamente se aparta de ellos, simultáneamente es un chico de Brooklyn y el Súper-soldado (esto nos recuerda una escena de la película de Steven Soderbergh “Che: El argentino (2008)”, estando en la guerrilla de la sierra maestra, el Che Guevara y su columna de combatientes, descansan después de días de caminar. Todos están cerca de la fogata platicando, comiendo, jugando mientras el Che está apartado leyendo y fumando su pipa, incluso seguramente, escribiendo de lo que ha sido la convivencia junto a sus hermanos guerrilleros).

Pero, ¿cuál es la pregunta? ¿Cuál es el núcleo traumático del héroe? El mejor lugar es en aquello que no puede faltar en una historia de superhéroes, ¿qué hizo que se juntaran los Vengadores? El Supervillano. En este caso es Loki, versión de comic basada, como en el caso de Thor, en la mitología nórdica donde afortunadamente conserva su esencia de Dios de las Mentiras, los Engaños y el Caos. Hablar del supervillano nos permite ahondar un poco en la “naturaleza del mal”, siendo Loki un bello ejemplo ya que conserva en su figura elementos paganos que después fueron incorporados en la mitología cristiana en la figura del Chamuco cornudo. Partamos de una primera hipótesis donde lo que vemos es la “clásica y milenaria lucha del bien contra el mal”. Así estaríamos como la primera teoría freudiana ya que el mal se ve como algo primitivo, en sus dos acepciones de salvaje y original, que tiene que ser contenido y civilizado. Sin embargo, el poder del mito, como el poder de la clínica para Freud, muestra algo diferente. Como todo buen conocedor de comics sabe, el supervillano es invocado y provocado por el superhéroe, lo que nos muestra que hay un “más allá del principio de placer”. Loki es la Todestrieb, la pulsión de muerte efecto de la vida en comunidad. En la mitología nórdica Loki constantemente es maldito como también invocado ya que ayuda, como buen hermano incómodo (Unbehagen diría Freud) y relaciona a la comunidad de la familia divina del Valhalla. Loki en la forma como lo abordó en esta ocasión Marvel, recuerda el tratamiento que Christopher Nolan le da al Guasón en su “Batman: El caballero de la noche”, ese ente del mal y el caos pero que está íntimamente ligado a la figura del Héroe. La escena en la que relacionamos el eje del Captain y Iron Man con Loki es justamente cuando estos tres se enfrentan. Loki somete a un grupo personas con un discurso con rasgos totalitarios ordenándoles que se hinquen (como el chiste del gangoso: “Hijo, hinca a tu madre”) recordándoles que la búsqueda de la libertad es una enfermedad de la cual quiere curarlos ya que están destinados a servir. En eso llega triunfante el Captain America mencionando que ese discurso ya lo había escuchado antes. Lo interesante es que aunque el Capi se refiera a la época Nazi ese mismo discurso ¿no es el de la “liberación” de Irak por parte de los E.U. que los “protege” de su incipiente libertad? De esta forma, mientras que el villano es el exceso del sistema, el héroe es el síntoma subversivo de su falla. Por más extraño que parezca, el villano es extremadamente conservador y el héroe de izquierda, como la relación entre el perverso y el histérico (Žižek en “(Des)apegos apasionados”). [1]

Sigamos con el segundo eje de nuestro cuadrante correspondiente a la pareja formada por Thor y Hulk. En esta ocasión la pregunta es con relación a otra forma del otro. Ahora no es con su semejanza sino con su radical diferencia y absurda inconsistencia, lo insondable del gran Otro. El primer ejemplo lo pensamos con lo evidente del cuerpo, el Otro del Cuerpo. En Thor podemos ver representado el orgullo del cuerpo, el hombre como hijo de los dioses, el carácter mitológico del cuerpo como expresión divina, que tiene el lado oscuro de pensarse inmortal y en ese sentido ajeno y pulsional. Por el otro lado tenemos al cuerpo como The Hulk, la maquina armatoste, burda y torpe pero poderosa en su monstruosidad, los titanes de la mitología helénica, fuerza y músculo original de la belleza del Olimpo. Pero existe otro más radical aún, ese Otro cuerpo: La Mujer. A este respecto es interesante, al ser ésta una típica película de monitos para niños/hombres, como el encanto principal para muchas mujeres ante este festín de galanes es liderado por otro eje que cruza diagonalmente solo que, y este el saber femenino, en sus alter-egos: el encanto del crecido Tony Stark y la ternura del desamparado Dr. Banner. Como lo decíamos en nuestros comentarios con respecto a The Big Bang Theory (la cual ha ido creciendo ya que en un principio era solo Penny el motivo de desbalance geek, mientras que ahora las mujeres están apareciendo cada vez más) la multiplicidad de teorías, cuyos héroes son intentos de respuestas, están también relacionadas con el enigma de La Mujer (recordando lo sabido por el psicoanálisis donde el enigma por la Mujer es incluso enigma para las mismas mujeres – nótese como en las historias fantásticas femeninas estilo “Crepúsculo”, el enigma para Bella es ella misma).

De nueva cuenta este enigma es encarnado como amenaza en el villano Loki. Lo anterior es congruente con la mitología nórdica donde las aventuras de Loki lo han llevado en diversas ocasiones a convertirse en personajes femeninos de tal forma que llega a dar a luz a Sleipner, el famoso caballo de Odín. Aquí vemos de nuevo un paralelismo con el Batman de Nolan, o de forma más precisa, con su Guasón el cual se viste de enfermera y dirige frases seductoras –lo cual se trasforman en grotescas- a Batman. Sin embargo ese paralelismo solo evidencia el verdadero problema desconocido por Batman, a saber, el enigma del amor de Rachel. En Los Vengadores, el dios de las Mentiras, los engaños y el caos no puede contra “the real deal” que es La Viuda Negra, personaje femenino cuyo superpoder no es burdamente fálico, sino el falo puro, el falo cedido.[2] Así la Viuda Negra, cuyo nombre hace relación a esa araña hembra que, cual Mantis Religiosa, generalmente se come al macho después del apareamiento, encarna la fantasía básica de la seducción femenina en la histeria masculina, como en la Hechicera/Bruja o Femme Fatale/devora hombres. El superpoder de la Viuda Negra es hacer caer en su trampa durante sus “interrogatorios”.

Terminemos haciendo una aclaración en virtud que el amable lector ha llegado a este punto de confianza con estas letras. La aclaración es la siguiente, por más rollo que nos lleven a temas aparentemente profundos recordemos que el poder del mito, el cuento, el chiste y el comic reside en su simplicidad y sobretodo en el placer que produce si nos prestamos a su divertido juego, a no tomárnoslo demasiado en serio. Lo anterior parece contradictorio después de las líneas vertidas en este escrito, sin embargo cuando nos referimos a no tomarlo demasiado en serio, implica que mantengamos la importancia del juego del chiste, aunque ese juego dure mucho. Así, a mis hermanos geeks que pueden clavarse, es necesario, como el mismo acierto de la película, mantener el juego de la diversión y no caer en la dignidad de la víctima o la pontificación del filósofo; error en el que el Batman de Nolan ha caído y confiamos será atravesado en su tercera entrega donde el héroe enfrente su caída.





[1] “El inconsciente es precisamente lo que el acting out perverso queda oculto por los guiones fantasmáticos: el perverso, con su certidumbre acerca de los que procura goce, esconde la brecha, la “cuestión quemante”, la piedra en el camino que es el núcleo del inconsciente… la histeria… articula la duda torturante acerca de su los deseos secretos contienen realmente lo que prometen: la duda acerca de si nuestra incapacidad para gozar se debe solo a las prohibiciones simbólicas.” Slavoj Žižek.  El espinoso sujeto. (Des)apegos apasionados. Pág. 264.  Paidós.
[2] “La mujer no existe. Hay mujeres, pero La Mujer es un sueño del hombre… no dije que la mujer es un objeto para el hombre. Muy por el contrario, dije que era algo con lo que nunca sabe arreglárselas. Jamás deja de meter la pata al abordar a cualquiera de ellas –o bien porque se engañó o bien porque era justamente esa la que le hacía falta. Pero jamás se percata de ello sino après-coup, retroactivamente.” Jacques Lacan. “Intervenciones y Textos 2” “Conferencia en Ginebra sobre el síntoma.” Pág. 131. Manantial.

martes, febrero 14, 2012

Los Laberintos del Amor (Jacques-Alain Miller)





LOS LABERINTOS DEL AMOR
Por Jacques-Alain Miller

El amor en psicoanálisis se llama transferencia.

El mismo concepto de amor, lo que lo hace problemático en el psicoanálisis, está dominado por el concepto y lo problemático de la transferencia, y lo hace de tal manera que el amor parece ser nada más que un desplazamiento, un error. Yo amo a alguien porque amo a alguien más. Es por eso que el amor en el análisis carga con la marca de una cierta falta de autenticidad. Incluso puede parecer que el psicoanálisis devalúa al amor, que afecta a una degradación de la vida amorosa. Estar enamorado es perderse en un laberinto. El amor es laberíntico. En los caminos del amor uno no encuentra su camino, no se encuentra ni a uno mismo.

Sin embargo, el psicoanálisis toma el camino, sigue el sendero del amor. No hay análisis sin transferencia. Basta tomar el consejo técnico ofrecido por los analistas post-freudianos sobre que el analista retenga la interpretación hasta el establecimiento de la transferencia.

La práctica misma del analista legitima y explota el carácter automático de amor. El amor de transferencia regularmente surge en la situación psicoanalítica. El nuevo elemento que el psicoanálisis aporta a la problemática del amor es precisamente esta noción del carácter automático de amor. Para ser amado es suficiente ser un analista.

En el amor existe un elemento de contingencia. El amor depende de los encuentros fortuitos. Hay untyche en el amor, para usar el término de Aristóteles, un "encuentro azaroso". Pero el psicoanálisis legitima un elemento necesario en el amor que es lo opuesto a la suerte, a la fortuna: el automaton del amor[1]. Los grandes descubrimientos del psicoanálisis en lo que respecta al amor son de este orden. El análisis permite a un sujeto circunscribir  lo que le hizo enamorarse o lo que lo hizo desear. Freud lo llamó la "condición del amor". (Liebes Bedingung)[2].

Los estudios de Freud sobre “la psicología de la vida amorosa” se centran en la determinación particular, similar a una fórmula matemática, de la condición del amor en ciertos sujetos. Por ejemplo, un hombre, sólo podría ser capaz de desear la mujer de otro. Este requisito puede adoptar diferentes formas: como solo ser capaz de desear a una fiel mujer casada o, también, sólo una mujer infiel con una tendencia a tener relaciones con 'todo x' que sea hombre. De ahí los efectos de los celos de los que el sujeto sufre pero que el análisis revela como siendo parte del encanto de la mujer, según lo determinado por el valor inconsciente de su encanto.

Liebe es un término que abarca tanto el amor y el deseo, aunque se ve en ocasiones como separadas las condiciones del amor y del deseo. Así, Freud aísla un tipo de hombre que no puede amar donde desea y que no puede desear donde él ama. En la misma rúbrica de las condiciones para el amor hay espacio para el análisis del amor a primera vista en un instante en que un sujeto se encuentra con su condición para el amor como si de repente a la contingencia se unió la necesidad. Si Werther[3] se enamoró perdidamente de Charlotte, fue porque la vio en el momento en que ella estaba dando de comer una gran cantidad de niños pequeños y cumpliendo así el papel de la madre nutricia. Aquí, un encuentro contingente realiza las condiciones necesarias para el enamoramiento del sujeto.

El Silogismo del Amor

Les propongo una fórmula general para el autómaton del amor en la forma de un silogismo. Será el silogismo del amor en psicoanálisis.

Partamos de la hipótesis freudiana de que para un sujeto existe un objeto amoroso (amable) fundamental, ese amor es la transferencia, y que cada objeto ulterior de amor es un desplazamiento de ese objeto fundamental. Escribimos a para el objeto fundamental del amor. Su cualidad de ser amable es designado por el predicado A. aA significa que el objeto a tiene la propiedad de ser amable. Si el sujeto se encuentra con un objeto x que se asemeja a a, es decir (x = a), entonces este objeto x es considerado como amable, xA.

¿En qué se sostiene la elaboración psicoanalítica? En la semejanza entre el objeto a y cualquier objetox, o en los rasgos significativos de la semejanza. Lo anterior no se limita en la idea de que un caballero puede enamorarse de una mujer cuyo rostro se parecía al de su madre. Sin embargo, un primer nivel de elaboración destaca los rasgos imaginarios de la semejanza. Estos rasgos sensibles pueden ir de un parecido general a uno extremadamente localizado, de rasgos objetivos a aquellos que son sólo visibles para el sujeto mismo.

Hay otros tipos de rasgos que pertenecen al orden simbólico de las semejanzas basado directamente en el lenguaje. Por ejemplo, existe un registro completo de lo psicoanalítico onomástico donde se valida para la elección del objeto el valor del nombre. Hay un orden más complejo de referencia que Freud plantea en su artículo "El fetichismo" en donde un error en la traducción entre el alemán y el inglés, entre glanz (brillo) y glance (mirada), activa en el sujeto un juego de significaciones a partir de un rasgo esencial que está tratando de reencontrar en sus objetos de amor, el “brillo en la nariz". Sin duda, hace del amor algo un tanto ridículo.

Voy a plantear un tercer orden de semejanza que es, si se quiere, más abstracto: se refiere a la relación del objeto de amor con algo más. Puede suceder que el sujeto se enamore de un objeto x con la condición de que tiene la misma relación que él tiene con el objeto fundamental, o bien, otra posibilidad, si el objeto x tiene la misma relación con él.

Freud descubrió que a es o bien el propio yo o que pertenece al conjunto que podemos llamar la familia: padre, madre, hermanos, hermanas, extendiéndose a los antepasados, colaterales, y a todos aquellos que entren en el ámbito de la familia. Una gran parte de la interpretación analítica con respecto al amor consiste en revelar diferentes identidades de a. Revela, por ejemplo, un sujeto enamorado de un objeto x a condición de que se parezca a él: elección narcisista de objeto. O bien, el sujeto se enamora de una x que tiene con él la misma relación que su madre o su padre o que tenía algún miembro de la familia para con él. En la teoría de la elección de objeto masculino homosexual, por ejemplo, se valida en el objeto una semejanza con la imagen propia del sujeto, además que el hecho de que el objeto tiene con el sujeto la misma relación que el sujeto tenía con su madre.

Fórmulas diferentes están en juego en la literatura psicoanalítica. Se informará que en la práctica diaria se descifra imágenes subyacentes, articulaciones simbólicas, relaciones lógicas, que dominan el amor del sujeto. Esto tiene una serie de consecuencias que afectan a la misma definición del amor.

En primer lugar, el amor es metonímico. Existe una conexión entre el objeto fundamental y el objeto x, el objeto x toma prestado ciertos rasgos del objeto fundamental.

En segundo lugar, el amor es una repetición, de ahí el lugar esencial del período de latencia, un corte que separa el amor primordial del amor de repetición.

En tercer lugar, el amor se traduce una inercia psíquica: En nuevas formas, en la “sorpresa del amor ", como Marivaux dijo, el amor atestigua el hecho de que el sujeto se ha quedado atascado en una elección que es siempre la misma, traduciendo una constante en la forma en que el sujeto constituye al sujeto que ha investido.

Hasta este punto, nada nos impide remitir a las dimensiones del amor  la fórmula imaginaria a-a’ que es una abreviatura del estadio del espejo lacaniano. Existe la simetría, equivalencia y la metonimia de los dos términos.

Disimetría

Otro capítulo en la teoría del amor valida la disimetría en los asuntos del amor.

Para abordar la cuestión por medio de un atajo, vamos a distinguir entre amar y ser amado. Estudiemos que decir “te amo” significa, a saber, la relación xRy, una relación disimétrica que es la traducción de x ama a y. El primer valor que podemos dar a “te amo” es “me falta(s)”. Marcamos a la persona amada con el signo (+), y al amante con el signo (-). De esta forma, se introduce la castración en la teoría del amor.

La teoría psicoanalítica del amor es, por un lado, sobre el automatón del amor, y en segundo lugar, implica la castración en el amor. La castración está del lado del amante y correlativamente el falo está del lado del amado.

Vamos a escribir al amante con una A y la significación del falo como -j. Aquel que ama, es castrado. Motivo por el que la sabiduría nativa reserva el amor por las mujeres.

Una relación en la que ninguno de la pareja haría falta no es en absoluto impensable. Esto acontece en la homosexualidad masculina. La homosexualidad se constituye en una manera muy diferente en el caso de las mujeres que en el caso de los hombres. En el caso de la mujer, se constituye en el registro del amor, en el caso del hombre en el registro del deseo, y está completamente separado del amor.

¿Por qué hacer distinción entre el amor y el deseo aquí ya que se confunden en la palabra Liebe? Debido a que existe la siguiente paradoja: amar al otro lo constituye como falo, pero querer ser amado por el otro, es decir, querer que el amado sea el amante, castra al otro.

Lacan analiza la vida amorosa de la mujer de la siguiente manera: ella constituye un hombre como falo, mientras que en secreto desea castrarlo. Creía que podía ubicar que en el caso del hombre estas dos funciones están separadas o tienen una tendencia a separarlas: por un lado, la mujer que se ama, por el otro, la mujer que se desea en quien crea un efecto de significación fálica.

Freud aporta un elemento adicional, cuando, en su libro “Psicología de las masas y el análisis del yo”[4], describió el estado puro del amor colocando el acento en la sumisión del sujeto que ama con respecto a la persona amada. El plus no es el falo, sino lo que él llama el Ideal del yo que se encuentra de nuevo en las formas del S1, el significante amo de Lacan.

En la relación del amante hacia el amado la cuestión esencial es conseguir que la falta de la persona amada emerja. Esta es la fórmula de la histeria. ¿Qué es lo que sostiene esta operación? En pocas palabras, la demanda de amor. La demanda de amor en tanto que demanda de ser amado es la exigencia de que el Otro revele su falta.

Implicar a la castración en la teoría del amor lleva a diversas construcciones de disimetría como la distinción freudiana entre el amor narcisista y al amor anaclítico. El amor narcisista es sobre el amor de lo semejante, mientras que el anaclítico trata sobre el amor de lo Otro. Si el amor narcisista se coloca en el eje imaginario, el amor anaclítico se coloca en el eje simbólico donde se juega completamente el asunto de la castración.

De esta forma, la diferencia entre el amor y la pulsión se aclara. ¿Por qué Freud inventa el término pulsión? Debido a que existe en el sujeto un tipo de demanda que nada tiene en relación con la demanda de amor. Se trata de una demanda que no habla, la cual no es menos persistente, una demanda que no se dirige al Otro, que no la orienta la falta en el Otro, que por el contrario, tiene la exigencia de una presencia como una condición absoluta.

Tenemos un ejemplo en la perversión del fetichismo. No es una cuestión de saber ya sea si la mujer le falte algo, o consienta en la falta, con un zapato de tacón alto. No hay razón para pensar que se crea una falta en ella. La presencia del objeto es un requisito para que el sujeto para que pueda jouir (gozar). A este sujeto no le podría importar menos la reticencia de su objeto.

Lo que hace al laberinto es la implicación de tres niveles. El objeto debe tener la significación del falo en la medida en que amar sea desear. También debe tener el valor de A en la medida en que amar es una demanda de ser amado. También debe tener el valor a en la medida en que amar es querer jouir (gozar). El objeto tiene que estar situado al mismo tiempo en el deseo, en la demanda y en la pulsión. Los laberintos de la vida amorosa son asuntos acerca de la articulación de estos tres niveles, a veces unidos, a veces separados, aquí de forma permanente, haya transitoria, a veces de forma pura, a veces mezclados. Así es como obtenemos la infinita variedad que se encuentran en la vida amorosa.

Traducido por Héctor Mendoza
Fuente: Journal of The Centre for Freudian Analysis and Research
http://www.jcfar.org/past_papers/The%20Labyrinths%20of%20Love%20-%20Jacques-Alain%20Miller.pdf

Referencias Bibliográficas

[1] Jaques Lacan. El Seminario de Jacques Lacan, Libro 11. Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Clase del 12 de Febrero de 1964. H.M.

[2] Sigmund Freud. Sobre un tipo particular de elección de objeto en el hombre. (Contribuciones a la psicología del amor I )(1910).En Vol. XI de Obras Completas de Sigmund Freud, Amorrortu Editores. H.M.

[3] Goethe , J. W;  Las desventuras del joven Werther (Die Leiden des jungen Werthers. 1774). H.M.

[4] Sigmund Freud. Psicología de las masas y análisis del yo (1921).En Vol. XVIII de Obras Completas de Sigmund Freud, Amorrortu Editores. H.M.