domingo, agosto 09, 2009

Rudo y Cursi
Psicoanálisis de la mexicanidad

En una entrevista realizada por el presentador estadounidense Charlie Rose a los cineastas Alfonso Cuarón, Alejandro González Iñárritu y Guillermo del Toro se les preguntó sobre sus semejanzas, “aquello que comparten”, en la forma de hacer cine. La respuesta de Del Toro fue la siguiente:
Del Toro: Creo que hay un punto de vista que es inevitablemente mexicano en ciertas cosas que tenemos. Lo he dicho antes, una cosa que todos compartimos es una desconfianza en las instituciones, intrínsecamente…
Rose: Y la autoridad
Del Toro: Y la autoridad… y el estar dispuestos a divertirnos con los que hacemos.
Las palabras de Del Toro nos invitan a reflexionar en eso que resulta invariablemente “medio de hueva”, lo mexicano. Hablar de una generalización sobre “Lo mexicano” hace que inmediatamente la voz del Superyó de tiempos de la globalización y multiculturismo se alcen, se quiera evitar los absolutos y renunciar al reduccionismo de algo que “tiene muchas variables y condiciones complejas”. A la manera de Darian Leader en su “Why do women write more letters than they post”, proponemos presentar generalizaciones esperando “la refutación y la crítica” al tiempo de la denuncia de eso simple y angustiante que se disfraza de una ecuménica complejidad transformándose en un prejuicio “de closet”.
Sin embargo, para seguir las pistas de Del Toro y sus compadres, necesitamos un caso, un Sinthome. A los tres alegres compadres los unió un bautizo importante en el cine mexicano, la opera prima del guionista y novel director Carlos Cuarón en la película “Rudo y Cursi”. La historia de dos hermanos que terminan siendo jugadores de futbol profesional rivales brinda el pretexto perfecto para entrar en el verdadero protagonista, el contexto, el campo de juego, el lugar donde se desarrolla la historia.
Siguiendo la tendencia de su guión de “Y tu mamá también”, Carlos Cuarón presenta en la historia la narración de un viaje donde los personajes son transformados y redefinidos encontrándose con eso que es más en sí mismos que ellos mismos. La forma de estar narrada la película permite que podamos comentarla siguiendo cada detalle que nos presentan. Primero tenemos al Futbol, como juego y como negocio, pero aún más como fenómeno. Otra línea de lectura en la historia es el camino del pueblo, el ámbito rural, a la gran ciudad con todos sus contrastes (En los pequeños detalles como el paso del campo y los guisos caseros a los departamentos y la sopa instantánea). Otro lugar (que muchas películas han explotado) puede leerse como “morir por un sueño”, la caída por la celebridad tanto por el deporte como la música grupera. El tema más obvio es el de la familia, tanto la madre como la relación de pareja y el amor entre los hermanos.
Los anteriores temas podemos considerarlos clásicos, lo verdaderamente interesante es la forma como están entrelazados produciendo un ambiente particular al mismo tiempo de permitir que aparezcan nuevos elementos. Uno de ellos es el tema del narco. La película permite reflexionar sobre el papel del Narco pero a la mexicana, es decir, la forma que adquiere de síntoma el Narco en nuestra sociedad. Un estilo de anudado de Naco-Marco. Por decirlo en otras palabras, el Narco mismo es Rudo y Cursi. Por un lado es la trasgresión de la ley, el asesinato y la violencia y por el otro es el que en muchos lugares de nuestro país mantiene al campo, construye carreteras, da trabajo y “mantiene unida a la Familia”. La lucha contra el Narco en nuestro país no puede entenderse desde la ingenuidad de “los buenos contra los malos”, “erradicar el cáncer social” sino desde fenómenos como las Narco-limosnas y el tráfico de personas que hace que finalmente muchos mexicanos se vayan “al otro lado” y manden remesas (provocando envidia) al pueblo.
Volvamos al primer punto de Del Toro, la desconfianza en las instituciones. Esta característica no hay que confundirla en la falta de creencia en las instituciones. Como decíamos en otro lado, incluso en la denominada “desconfianza en” existe una creencia, una ideología imperante. Muchos son los extranjeros que lo primero que notan como extraño en nuestras tierras es la relación con “los Altos”. No solo me refiero a los altos mandos sino las señales de “ALTO”. Recuerdo un amigo francés que me preguntaba “¿Por qué los mexicanos no hacen alto total?” Recuerdo haberle respondido que “¿Qué a qué se refería?” ya que creía que si se hace Alto. De alguna manera, si se hace alto pero mi amigo resaltaba que no era total sino que la gente se va deteniendo y voltea a ver si viene algún auto. ¿Estamos ante la ausencia de la ley o una ley corrupta? Más bien es una ley Ruda y Cursi.
Dentro de la frases familiares esta la clásica “por eso está México como está”. La historia (otro síntoma) que escuchaba hace poco era la del tipo que tenía dos recipientes con alacranes, solo que mientras una estaba cubierta, la otra está sin tapa y con los alacranes al descubierto. Le preguntan al tipo “¿Por qué una la tiene descubierta y la otra cerrada?” A lo que contesta, “lo que pasa es que la primera tiene alacranes gringos (o europeos, o a donde la envidia los lleve) y rápidamente cuando uno de ellos quiere escapar (salir adelante), los demás le ayudan, trabajan en equipo, entonces para que no escapen los tengo encerrados. Estos otros son mexicanos y ni los tapo porque no se pueden escapar ya que cuando uno de ellos lo intenta, los demás no lo dejan y lo jalan para abajo.” La reflexión digna de muchos mails con “interesantes parábolas de maestros zen” es una crítica a la nuestra reconocidas formas de la envidia. Sin embargo, lo que Rudo y Cursi nos enseña, es que la envidia es algo que no se da entre las personas sino entre los hermanos.
Hace unos días escuchaba una entrevista que realizaba la periodista Fernanda Familiar a unas personas de Polonia. Cuando los entrevistados hablaban de la relación de su idioma con el Ruso y el Alemán, la entrevistadora preguntó “¿Cómo es su relación con Rusia?”. Una de las entrevistadas inmediatamente respondió “Como hermanos”. La respuesta encendió las risas de los otros entrevistados que comentaban que era también de discordia y problemáticas en momentos. Finalmente uno de ellos aclara “Es como la relación de ustedes con los Estados Unidos”. Fernanda Familiar terminó recapitular “Es decir, como todos los vecinos que te puede molestar la basura que echan en tu patio”, y termina completando uno de los entrevistados “… y que no impide que también puedas invitarlo a cenar”. En esa respuesta más elaborada solo se distingue lo que inicialmente se dijo: “como hermanos”. Lo verdaderamente extraño para mí fue el pensar en los Gringos como Hermanos. Tradicionalmente, para los mexicanos, nuestros hermanos son el resto de países latinos y el gringo (“green go!”), es el invasor ajeno, el otro que solo nos quiere hacer mal, al que amamos odiar y viceversa cuando despierta nuestra envidia. Finalmente, en nuestra relación con los Estados Unidos como “el resto” de países latinos, lo que nos encontramos es a nosotros mismos como nación.
Podemos vernos como país, nuestra ideología, ese “desconocido conocido”, en el momento que jugamos con las ideas con respecto a los extranjeros. En un artículo llamado “México: en psicoanálisis…” Néstor Braustein resalta el doble discurso en términos de ideales en México. Por un lado está ese trato especial por “tener el color de piel más claro en su familia” y el desprecio por los “prietitos”, y por el otro lado está “un discurso oficial glorificador de la raza, raza de bronce, raza mía por la que hablará el espíritu”. Si algo es lo verdaderamente mexicano tiene que ver con esa identificación renegada. Como lo menciona Braunsitein, los mexicas, lo precolombino somos nosotros y “ellos”, los españoles, “nos saquearon”. Nuestra raza milenaria, la que construyó las pirámides para cargarse de energía es muestra de una raza gloriosa víctima de los vulgares extranjeros. Simultáneamente, toda relación con las imágenes indígenas son rechazadas al punto de ser “naco” lo vulgar y son los indios los ladinos, embusteros y flojos (“Por eso estamos como estamos, por eso nunca progresamos”).
Para muchos Rudo y Cursi se puede resumir en la frase “historias de triunfo y decaimiento del sueño mexicano”. La historia de dos hermanos que salen de un extracto humilde siguiendo el sueño de convertirse en famosos Futbolistas y Cantantes gruperos, “para comprarle su casa a su madrecita”, dice más en nuestros días post virus de la gripe porcina que cuando fue estrenada.
De Rudo y Cursi se hizo popular la canción “Quiero que me quieras” interpretada por Gael García Bernal. Lo interesante es que la propia canción con su respectivo videoclip funciona como formación de compromiso, como síntoma, donde se presenta esta ideología. Por un lado tenemos su manufacturara especialmente chafa, lo que en la globalización también se llama “kitsch”. Resaltamos el carácter de haber sido realizado así, dándose un fenómeno común en nuestros días, “es bueno y gracioso de tan malo” como muchos videos que se han hecho famosos por Internet. Se condensa el que sea Gael García el que mal canta con la misma denuncia que hace la película que cuestiona el hecho de que un futbolista con nulas aptitudes para el canto se empeñe en grabar un disco y ser famoso.
Esa desconfianza en las instituciones que antes menciona Del Toro puede encontrar su más hermosa manifestación en la corrupción. Cuando nos encontramos con las reglas, el orden dictado por una autoridad, abrimos un espacio de duda “¿Es una de esas reglas que de verdad es necesario seguir al pie de la letra o es de las otras?”. El ejemplo que me han mostrado en repetidas ocasiones amigos extranjeros es la relación con la hora. Cuando se cita a cierta hora cabe la pregunta “¿es de esas ocasiones que realmente hay que ser puntual o no?”. Una extensión de esa filosofía son las expresiones tales como “Es una mexicanada” o “a la mexicana” que refieren algo que está hecho de forma no oficial o desobedeciendo lo que dictan los cánones. En lugar de arreglarlo llamado al especialista o la autoridad mejor lo arreglamos provisionalmente, al “ahí se va”, llegando a estatutos cínicos como “el que no tranza no avanza”.
Hasta aquí nos hemos concentrado en la primera parte de lo dicho por Guillermo del Toro, la desconfianza con las instituciones que bien retrata Rudo y Cursi. Sin embargo queda otra parte, la de la diversión. Más que ser una película de denuncia, tenemos frente a nosotros una comedia incluso en el final que contiene tintes trágicos. Ese buen humor a la mexicana, como la frase di(n)vertida del Fisgón “me río cuando me duele”, es lo que conviene reconocer para en la forma que cada quien hacemos del síntoma a lo mexicano no “nos salga más caro el caldo que las albóndigas”. Como la misma película lo muestra, la tragedia apareció en los hermanos cuando el juego se tomó muy en serio, cuando perdió lo divertido.
Para terminar estos breves comentarios tomemos algo de la película que no está en la película. Nos referimos a un avance promocional de la película producido por la cadena de cine Cinépolis. (http://www.youtube.com/watch?v=8jVgNr5hT8Y) En él vemos a los hermanos Rudo y Cursi en el cine. En ese momento, Cursi recibe una llamada de su madre mientras el resto del público “amablemente” comienza a “recordársela”. Rudo se enoja y les exige respeto porque está hablando con su madre. Finalmente termina la llamada. De repente, se escucha un celular en la sala a lo que el Rudo comenta “¡Shhh!, ¡Nacos estos!” y a parece la leyenda “Por favor apaguen su celular, calladitos se ven más bonitos”. La moraleja que le inventamos a este clip es como la página de Internet Lawaloca “Lo naco es chido”. Es decir, es necesario aprovechar nuestra mayor fortaleza, el humor, si queremos abordar los síntomas de nuestra mexicanidad que nos causan conflicto. En el humor existen máximas importantes como la de “el que se ríe se lleva” y recordando lo que todo cómico sabe, en el humor, en el triunfo del Yo contra el Superyó como lo decía Freud, solo se gana perdiendo y empezar a burlarnos de nosotros mismos. Saber que el que ironiza y es sarcástico, empieza reconociendo la ridiculez de las pretensiones del uno mismo, o lo que es lo mismo “¡Pos tu no vendes piñas!”

lunes, agosto 03, 2009

Enemigos Públicos

Lecciones de Michael Mann sobre la “Guerra al crimen”


“El que lucha con monstruos ha de tener cuidado de no convertirse también en un monstruo. Cuando estás mucho tiempo mirando hacia un abismo, éste termina mirando también en tu interior.”
Máxima e Interludios No. 146 de Friedrich Nietzche en “Más allá de bien y del Mal” (1885).

“Queremos respeto, que nos busquen, que nos persigan, pero con honor, como debe de ser”
Un sujeto que dijo ser Servando Gómez, La Tuta, se comunicó a una televisora michoacana para expresar su respeto al Ejército y al Presidente y decir por qué declararon la guerra a PF y SIEDO. El Universal. Miércoles 15 de julio de 2009



La repetición es la marca que invita a la interpretación. En el mundo del cine, el mejor director de todos los tiempos, Alfred Hitchcock, decía “De alguna manera solo estoy haciendo la misma película una y otra vez”. Los temas, las obsesiones, las ideas que se repiten en cada obra, eso que se vuelve la firma de los autores, permiten lecturas e interpretaciones donde un saber se construye, al igual del paso por diferentes sesiones que un analizante realiza junto con su psicoanalista. Algo se construye no solo en cada obra (o sesión) como elemento aislado sino en la secuencia, en la relación con las otras obras.

Este es el caso del cineasta Michael Mann, cuyo título de su película más reciente “Enemigos Públicos” (protagonizada por Johnny Deep) brinda los significantes básicos para releer lo sobresaliente (ya que solo se lee en sobre-saliente ya sea en fondo o en borde) de su carrera como cineasta, desde su primer documental “Hombre libre”, donde retrata la vida en prisión y los diversos grupos que se forjan dentro. De ahí nuestro interés por el cine de Mann ya que, en las condiciones actuales de nuestro país donde se ha declarado una “guerra contra el crimen organizado”, nuestra hipótesis es que en su “tratamiento” (nos gusta su cercanía con el tratamiento psicoanalítico) del tema de la criminalidad, existen lecciones importantes que aprender.

Empezamos con una película de 1986 llamada “Manhunter” (“Cacería humana” o “El sabueso”) que ha sido más conocida solo por la fama posterior de “El silencio de los inocentes”, ya que la película de Mann es la primer adaptación del libro de Thomas Harris “Dragón Rojo”, primera aparición del personaje Aníbal Lecter. Manhunter centra su atención en el agente del FBI Will Graham y Lecter es, como en la novela, un personaje secundario. Lo que resalta del tratamiento de la historia es la soledad y perspectiva de Graham por un lado y por el otro el asesino que busca. La pregunta detonante de la historia ¿Cómo atrapar a un sádico asesino de familias? La respuesta de Graham es más importante al cambiarla por ¿Qué clase de persona busca atrapar a ese asesino y logra entenderlo? El punto decisivo de la historia, los dos más grandes descubrimientos de Graham que permiten identificar y localizar al asesino se dan de una forma inquietante. En ambos casos el héroe asume el punto de vista del asesino, se identifica con su mirada (deseante), con “sus sueños” dirá Graham. De esta manera, el primer descubrimiento lo logra cuando comienza a narrar en primera persona los indicios de la forma de atacar del asesino. En un momento sabe que tuvo que tocar a su víctima, pero a la que más le importaba, a la mujer. Solo así, logran encontrar una huella digital. La segunda ocasión es la definitiva. Observando los videos tomados por las familias asesinadas, Graham identifica todo lo necesario para el asesino en esos videos, en el momento que ve todo lo que el asesino vio, sabe que son su mirada y los videos lo que los une.

Tiempo después Mann filma “Heat” (“Fuego contra fuego”, 1995), historia que narra la búsqueda de un detective de Chicago que persigue a una banda de asalta bancos. Lo que distingue esta cinta y se relaciona con Manhunter, más allá de que también es “una cacería humana” son dos escenas. En la primera, la policía comienza a seguir los pasos de los asaltabancos, hasta que los observan desde lejos en medio de unas bodegas haciendo planes. Al retirarse los asaltantes, los policías se ubican donde antes estaban los asaltantes y comienzan a tratar de entender qué es lo que buscaban los criminales y así saber cuál será su próximo golpe. Pero falta algo. El lugar no ofrece nada para que los asaltantes planearan ahí. Es un lugar despejado con fáciles accesos y muchas estructuras a lo lejos. ¿Qué buscan los asaltantes? En eso, el policía en jefe hace lo mismo que Graham y ubica el objeto en la mirada. Lo que buscan los asaltantes es saber quiénes los siguen. En eso, ven a lo lejos y los asaltantes los observan a la lejanía, el motivo de su reunión fue descubrir a la policía. En el segundo momento están frente a frente. El detective decide invitarle un café al criminal. Durante esta escena sui-generis (o para ser más precisos, del género de Mann) ambos se interrogan además de compartir sus motivaciones y sueños. Mientras el policía le cuenta de su sueño recurrente donde todas las víctimas de los asesinos que busca se le quedan viendo sin decirle una sola palabra (lo que suponemos como figura ideal de la sensación de culpa) el criminal comparte el sueño donde solo está cayendo en un abismo (¿Sueño de angustia o de adrenalina, como diría el mocha-orejas? ¿Angustia de no tocar fondo?). El verdadero problema viene con las preguntas incomodas. El policía le pregunta si tiene alguna relación con una mujer a lo que responde “Alguien me dijo que en este negocio no puedes hacer lazos que te duela dejar después de 30 segundos, porque cuando la cosa se pone caliente (expresión que alude en el contexto a que viene la policía, además de tomar el título de ahí) tienes que salir corriendo”. El criminal pregunta “Si tu vida es perseguir tipos como yo, ¿cómo puedes tener un matrimonio?”.

Mann presenta personajes aparentemente distantes y muestra que el solo hecho de que entren en relación revela que comparten objetos que los constituyen subjetivamente. Existe una aparente diferencia en “Collateral” (“Daño Colateral”, 2004) ya que el héroe no es detective. Sin embargo, congeniamos con lo comentado por los críticos de cine del podcast Cinemanet (www.cinemanet.com) con respecto a las películas de Michael Mann: “personajes opuestos que se complementan y comparten la degradación y la soledad de la gran ciudad”. El Taxista de “Daño colateral”, chofer pagado que menciona que el trabajo es temporal sube a un criminal (no es un roba bancos ni siquiera un asesino perverso que actúa sus fantasías) un matón a sueldo, un mercenario que mata por dinero pero que reconoce el gusto por hacerlo y le hace ver al taxista que no está de paso en ese trabajo sino que no tiene las agallas para salirse a buscar otro como tampoco el valor para hablarle a una chica que conoció. Dicho de otro modo, le hace ver que la única diferencia entre ellos dos es que uno si se atreve a reconocer el goce de su trabajo.

Llegamos a su película más reciente y así a la más actual de sus lecciones. “Public Enemies” (“Enemigos públicos”, 2009) toma la historia de la vida real del ladrón de bancos John Dillinger. Más que en su anterior versión modernizada de “Miami Vice”, es en esta historia basada en tiempos de la Gran depresión que Mann retrata preguntas importante en nuestros tiempos. ¿Cómo hacer para ganar la guerra contra el Crimen? La lección de los filmes de Mann es que la declaración de guerra, la relación especular de Enemigos siempre trae el efecto de transformarse en lo mismo que se combate. De ahí que la estrategia de declaración de guerra ya es perderla.

¿Quiénes son los enemigos públicos? Lo primero que podríamos pensar es en el carismático ladrón de bancos (“el príncipe de los ladrones”) John Dillinger, quién en la época que ubica la cinta ostentaba el título de “Enemigo público No. 1”. Sin embargo, el plural del título consideramos que lo encarna la naciente F.B.I. dirigida por un joven J. Edgar Hoover quien comisiona al detective Melvin Purvis la tarea de atrapar a Dillinger. Carlos del Río y Roberto Ortiz de Cinemanet (http://www.cinemanet.com/) comentan que el filme “contrasta dos mundos. El de la depresión donde Dillinger se convierte en héroe ya que encarna a aquel que hace lo que quiere y lo que todos quieren, robarle a los banqueros. Por otro lado está el de la institución (FBI) con sus mecanismos de investigación ahora refinados”. Llegan a mencionar que esta relación de las partes recuerda tanto al Cine negro como al Western. Lo anterior lo consideramos acorde con nuestra tesis de esa íntima relación que revela Mann entre estos dos lados que son similares y fácilmente espejeados uno con el otro. La lección de Mann resulta en la vieja máxima de Nietzche “El que lucha con monstruos ha de tener cuidado de no convertirse también en un monstruo.” El riesgo lo encontramos no en la constitución de cada individuo sino en el lugar donde se ubica en el enfrentamiento, el lugar desde donde se combate.

Hagamos la disimulación honesta de apoyarnos de otro lado para explicar la idea que encontramos en la película. Expliquemos la ficción utilizando como metáfora la realidad a la manera de una obra de teatro dentro de la obra de teatro. Con tal motivo, recordemos un hecho noticioso de la vida real que posee la cualidad digna de escena del cine de Michael Mann.

“Presunto líder de La Familia llama al diálogo
Un sujeto que dijo ser Servando Gómez, La Tuta, identificado como máximo mando operativo de la organización criminal, se comunicó a una televisora michoacana (A través de un enlace telefónico con el programa Voz y Solución, que conduce el periodista Marcos Knapp) para expresar su respeto al Ejército y al Presidente y decir por qué declararon la guerra a PF y SIEDO.” El Universal. Ciudad de México miércoles 15 de julio de 2009

Resaltamos algunas frases que nos llamaron la atención de dicha entrevista telefónica que recomendamos al amable lector revisar de forma íntegra, ya que siendo el motivo del presente escrito el análisis de la película “Enemigos públicos”, solo tomamos los fragmentos que nos permiten abordar el tema. En la entrevista, el presunto Tuta, dice:

“(…) Nosotros queremos decirles y queremos que alguien nos escuche, que nos escuche el Presidente de la República Mexicana, el señor Felipe Calderón. Nosotros, nuestro pleito única y exclusivamente es con la Policía Federal Preventiva y la SIEDO. ¿Por qué? Porque están atacando a nuestras familias. Yo sé, yo pertenezco a un grupo, que nosotros no queremos actuar mal, ahorita le voy a explicar motivos, pero ellos vienen y fabrican culpables, se están llevando gente inocente en todo el estado de Michoacán se llevan gente inocente y están haciendo lo indebido…
Nosotros queremos que nos escuchen, cuando ellos se dediquen completamente a actuar contra nosotros, los miembros activos, nosotros los vamos a respetar. Sabemos que es su trabajo, sabemos que es el trabajo de los militares, de los marines, de todos ellos y nosotros vamos a respetar y nos vamos a dirigir con honor y con respeto, cuando nos ataquen directamente a nosotros. Pero ¿qué está pasando? Se llevan a nuestros hijos, se llevan a nuestras mujeres, se llevan a nuestros padres, se llevan a nuestros amigos, se llevan a gente inocente para aparentar lo que no es…
Que queremos que nos entiendan, que queremos actuar con respeto, que las autoridades andan detrás de nosotros porque es su trabajo, pero también que no molesten a nuestras familias, que se dediquen a agarrarme a mí, a mí, a mis muchachos, a la gente que está, que todo mundo sabe quiénes somos…
(…) quiero que el señor Presidente de la República nos escuche, que no lo engañe Genaro García Luna, tiene orden de presentación en Estados Unidos ¿por qué no se lo han llevado? Nosotros sabemos como está coludido con Los Zetas y Los Beltrán Leyva… Están incriminando a gente de la política. Genaro García Luna y sus seguidores los que están en la PFP y en la SIEDO, ¿para qué? Para quedar bien con el ciudadano Presidente, es su trabajo ¿no? Por conservar tu trabajo qué harías, pero toda la gente sabemos, así, todo, todo el pueblo que es incorrecto lo que están haciendo. Oiga, ya no podemos tener un amigo, no podemos tener a nadie porque es culpable…
Mi amigo no tengo más que decirle, estamos abiertos al diálogo, estamos abiertos al diálogo, pero respetamos 100% al Ejército Mexicano, no tengo nada en contra de ellos, sabemos que es su trabajo y de la Armada también. Ellos están constituidos en la Constitución, ellos son emanados de la Constitución de la República Mexicana, mas sin embargo la PFP y la SIEDO son organismos, son instituciones que fomentó gente con intereses dentro de la política, de los gobiernos, de los gobiernos que están en el poder. Ellos si no nos respetan no los vamos a respetar. Donde quiera que los encontremos va a suceder lo mismo y que quede claro, queremos respeto, que nos busquen, que nos persigan, pero con honor, como debe de ser, que no atropellen los derechos de otras personas…
Usted bien sabe yo tengo un hijo preso injustificadamente, oiga, era su cuarto, ellos para que entraron a la normal, quiere ser profesor, desgraciadamente a mí no sé por qué, pero mi corazón es noble, a lo mejor no me lo cree, ni modo que le puedo decir. Pero sondeen y pregunten lo que somos.”

Lo anterior nos remite elementos a considerar de “Enemigos públicos”, elementos más importantes que los personajes mismos ya que son el fondo que los ubica, son los que determinan las posiciones. Mann se centra en la figura y forma de actuar de J. Edgar Hoover que en su lucha contra el crimen comienza a profesionalizar a las fuerzas policiacas pero también a tomar libertades o abusos de poder. Lo público de estos enemigos es el otro gran elemento. La guerra mediática, la ley y la política sostenida por el peso mediático usada como arma de Hoover frente a los ataques de los diversos órganos institucionales, como lo muestra en su declaración a la prensa “El día de hoy declaro la primera guerra contra el crimen de los Estados Unidos de América”. La historia de Hoover en el FBI constituye una llena de corrupción y abuso de poder justificado en el discurso de una profesionalización y tecnología de punta en las investigaciones, llegando a extremos de guerra psicológica y chantaje mediático para lograr sus objetivos. Tal es así, que a la muerte de Hoover, habiendo estado por más de 40 años como director en jefe del FBI, el presidente Richard Nixon decretó el plazo máximo de 10 años para dicho puesto. Hoover y Dillinger son retratados en la película como opuestos en una lucha constante por los medios quedando el detective Purvis en un lugar incómodo, teniendo en la vida real el lamentable desenlace de un acto suicida posterior a sus diferencias con el director Hoover, como lo declara en su contribución al libro “La venganza: La guerra contra el crimen del Héroe del FBI Melvin Purvis y la guerra de J. Edgar Hoover contra él”. Parte del rumor de la relación entre Hoover y Dillinger es el decir sobre el grado de la obsesión de Hoover, llegando tan alto que se le atribuye un “santuario” sobre Dillinger en su oficina y que al enterarse de la muerte del criminal pidió que le entregaran el pene para conservarlo y añadirlo a su colección de artículos del criminal. Lo anterior es parte de la leyenda que en su ficción dice más que la realidad o lo oficial, era sabido para la opinión pública que entre ellos había una relación odio-amorosa.

Para los medios de comunicación, la llamada de la Tuta se centra en el “cinismo” de llamar a un pacto nacional. No incluimos ese apartado ya que al revisar la transcripción del diario “El Universal”, consideramos que no fue el centro de la llamada. Parte de concentrarse en el pacto, nos parece que es una forma de hacer caso omiso de la llamada, al punto tal que a fechas recientes se argumenta que no fue el Tuta quien habla ahí. Si eso fuera cierto, todavía sería más interesante ya que hablaría de un clamor nacional, sin embargo creemos en las palabra del vocero de la PGR Ricardo Nájera que en su primera declaración al periodista Ciro Gomez Leyva, al día siguiente de la llamada, ante la afirmación “no hay duda de que quien llamó si fue el señor Servando Gómez, la Tuta”, Nájera responde “Estamos ciertos de que hay muchos indicios de que él lo sea. Todavía los órganos de inteligencia no acaban de hacer los estudios correspondientes, esperemos que en el curso de las próximas horas se acabe de confirmar pero hay muchas posibilidades de que él sea la persona que llamó a ese programa de televisión”. (Tomado del Noticiero Milenio con Ciro Gómez Leyva). A la letra el criminal confeso dice “queremos respeto, que nos busquen, que nos persigan, pero con honor, como debe de ser”. Lo apoyo, si ese es el pacto que propone, les pido a las autoridades lo mismo, respétenlos, búsquenlos, persíganlos con honor. Mann localiza el riesgo de la guerra contra el crimen cuando los mismos agentes del FBI utilizan el chantaje y la extorsión para lograr resultados que solo importan desde el juego político donde los medios de comunicación y los intereses personales tienen más peso que la Ley.


“Que nos persigan pero con honor” nos recuerda al hecho de la reciente controversia entre el gobierno federal y el gobierno del distrito federal sobre los presuntos responsables del tristemente célebre caso Martí. ¿Todo debe estar apoyado en declaraciones? ¿Por qué no se dan a conocer más indicios de tipo criminalístico para relacionar a los responsables más allá de las identificaciones? ¿Resolverá de mejor manera el problema del crimen organizado el realizar una reforma Hacendaria que permita impedir el constante lavado de dinero necesario para sus operaciones? Michael Mann parece no ser optimista en ese sentido.