jueves, julio 12, 2007


El crimen perfecto es alrededor de la fractura

Héctor Mendoza

La película Fracture lleva por nombre en nuestro país Crimen Perfecto. Dicho título es uno de los peores ya que, aún y cuando trasmite mucho de la esencia de la historia, resulta un nombre común habiendo varias otras que han sido rebautizadas de igual manera. Sin embargo, este error nos orienta a una semejanza, una interpretación a partir de otra película. La poesía del rebautizo nos muestra que el filme del maestro del suspenso Alfred Hitchcock, Dial M for murder, tiene mucho en común con la mencionada película. En México son conocidas bajo el nombre Crimen Perfecto. Las semejanzas nos llevan a pensar que si hay un crimen que se antoje perfecto es el asesinato de la esposa infiel, es decir, no es un robo por millones, ni conquistar el mundo sino algo más mundano, más relacionado con la cotidianeidad del espectador. Mientras Hitchcock escoge la trama de una obra de teatro para mostrarnos las consecuencias de una llamada fatal al marcar M para muerte, en la versión moderna nos invitan a la comisión de una perfección a través de localizar la fractura. Y ya que hablamos de fracturas, fallas y detalles aprovechamos la ocasión para resaltar que en los crímenes perfectos todo gira en torno a un objeto. Vayamos pues a las semejanzas y las diferencias en las historias.

Podemos primero hablemos de las formas que adquieren las dos tramas. Mientras Fracture pertenece al género del misterio, Dial M for murder pertenece al suspenso ¿Cómo llegamos a semejante conclusión? Vayamos a la simplicidad de dar un paso atrás de acto que engloba la historia: el asesinato. En Fracture el marido comete el asesinato y el espectador no sabe exactamente qué hizo. Sabemos que tiene un plan, sabemos que tiene un secreto pero no sabemos qué hizo. Por decir en otras palabras estamos en el terreno de lo conocido-desconocido. Sabemos que cometió un crimen pero no sabemos cómo lo hizo y en esto último reside el misterio, el secreto. Incluso el título de la historia es algo secreto (“¿qué quiere decir con Fractura?”). Así, nos identificamos con el personaje que no sabe y quiere descubrir el secreto. El joven abogado busca infructuosamente cual sabueso las pista que devele el misterio. En el caso de Dial M for murder, como espectadores, sabemos demasiado. Cada detalle del asesinato, hasta el más mínimo, lo conocemos puesto que el personaje principal de la obra es el autor intelectual. Vemos como calcula todo y se nos revela el secreto. Sabemos el plan de asesinato, sin embargo algo sale mal en ese plan. Un reloj retrasado, un tipo en la caseta telefónica, unas tijeras demasiado cerca, van haciendo que el plan se entorpezca y aparezca la lección moral de no existe el crimen perfecto y “¡Los malitos nunca ganan, amiguitos!”. Así lo explica el director Richard Franklin en un documental que se incluye en el DVD de Warner Bros de “Dial M for murder”:

“Él (Hitchcock) fue un exponente del suspenso, y el suspenso es, de alguna manera, lo opuesto al misterio. El suspenso es preparar una situación como el intento de asesinato de Grace Nelly, para luego suspender esa resolución. Hay elementos del misterio. Dial for morder es un misterio en la tradición de Agatha Christie hasta cierto punto. Pero también el suspenso dirigido de manera brillante por Hitchcock.” Richard Franklin, Director. “Psycho II”. Documental “Hitchcock and Dial M”.

Hasta ahí todo esta claro, se “suspende la resolución” dirá Franklin, de tal manera que dicho círculo inconcluso crea una falla que se vuelve un objeto de deseo. El “ya merito” es ansiado y causa de deseo. Sin embargo, ese objeto se encuentra presente también en el caso del misterio, es la pieza que falta para completar el rompecabezas, es “¡El mayordomo lo hizo!” Ese objeto es un objeto presente que falta, tiene un carácter negativo, y luego se consigue. La diferencia con el suspenso es, por decirlo de alguna manera, el otro carácter del objeto, el positivo. Sabemos cómo debería de ser y también sabemos que es de otra manera. El ejemplo cómico que se nos ocurre es el de un capítulo de la serie de Hanna Barbera “Don Gato y su pandilla”. Al adorable Benito Bodoque lo quieren asesinar un mayordomo y su perro. La forma del asesinato es colocando una bomba en el piano de tal manera que, cuando Benito termine de interpretar una canción, explote la bomba. Benito comienza a tocar la melodía y justamente en la ultima tecla falla, provocando la frustración del perro villano. Benito vuelve a tocar la melodía, se acerca al final solo para fallar de nuevo en la última tecla. Benito lo intenta de nuevo y la tercera es la vencida, ¡falla de nuevo! Acto seguido, el perro se acerca y le dice furioso ¡Mira, es así! Toca la melodía correctamente y por fin explota la bomba solo que al villano. La pregunta que nos invita este ejemplo es la misma que el juego a la Hitchcock, ¿Por qué funciona la escena para el espectador?

Algo característico de las películas de Alfred Hitchcock es el tipo de moral que existe. Por un lado, tenemos al conservador cineasta que presenta las diversas restricciones sociales por la censura pero al mismo tiempo voltea a ver al espectador en la cara, lo hace participe y cómplice. Mientras que en las clásicas películas de detectives se puede terminar con una escena estilo “Asesino: ¿Cómo supo que fui yo? – Detective: Su error fue confiarse demasiado en etc.”; en Hitchcock encontramos que el espectador sabe lo planeado y todo depende de si los demás de la historia lo descubren o no. Así, Hitchcock nos coloca de lado del asesino. Cuando se contiene la respiración es similar a observar un acto circense. El equilibrista se balancea y pierde pisada. De repente aparece Hitchcock que voltea a vernos y nos dice “¿Verdad que (secretamente) desean que caiga?”

Una de las mayores innovaciones del amo del suspenso fue que una de las fantasías más comunes en el cine de asesinos se realizó en Psicosis. Cuando van a matar a Marion Crane el espectador promedio podía tranquilizarse pensando “No la van a matar, es la protagonista de la historia, ya que va la mitad de la película y la historia es sobre ella además de que es una superestrella”. Sin embargo, Hitchcock establece un elemento de tragedia cuando eso deseado se realiza.

Ese “oscuro objeto del deseo” se materializa. Mientras que en el misterio no se sabe que es y finalmente lo encontramos, mientras le vemos cara de sospechosos a todos y leemos entre líneas todos los diálogos, en el suspenso la angustia la proporciona el propio objeto ya encontrado, es esto que se va de las manos. Como habíamos mencionado arriba, el misterio se relaciona con eso conocido-desconocido, el “sé que no sé”, como las armas de destrucción masiva que buscaban los estadounidenses en Irak (“¡Resolvamos el misterio! Sabemos que Sadam es el culpable, pero no sabemos cuantas armas tiene.”). En el suspenso nos encontramos con el contrario, es el terreno de lo desconocido-conocido, “no sé que sé”, la reacción se produce ante la identificación con el asesino que está batallando con su plan, ¿por qué? La respuesta está en el saber inconsciente de ese espectador que goza de películas de asesinos, como bien lo sabía el Amo del Suspenso, cada vez que despedía a su audiencia en una buena noche para un asesinato.


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