"Freud: A Graphic Novel" (2013) Maier & Simon
Slavoj Žižek
En años recientes, se dice
comúnmente que el psicoanálisis está muerto. Los nuevos avances en las
neurociencias lo han puesto finalmente donde pertenece, en el desván de las
búsquedas pre-científicas oscurantistas de sentidos ocultos. Como afirmó Todd
Dufresne, ninguna figura de las historia del pensamiento humano estuvo fundada
sobre principios tan erróneos – con excepción de Marx, alguien agregaría. El Libro negro del comunismo fue seguido el
año pasado por el Libro negro del
psicoanálisis, que enumera todos los errores teóricos y fraudes clínicos perpetrados por Freud y sus seguidores. De
esta forma, al menos, la profunda solidaridad entre el marxismo y el
psicoanálisis quedó expuesta a la vista de todos.
Hace un siglo, Freud incluyó
al psicoanálisis en una de las que él describió como las tres “heridas
narcisistas”. Primero, Copérnico demostró que la Tierra gira alrededor del sol,
con lo que nos privó a los humanos de un lugar central en el universo. Luego
Darwin demostró que venimos de una evolución ciega y nos destronó de nuestro
lugar de honor entre los seres vivientes. Finalmente, cuando Freud reveló el
rol predominante del inconsciente en los procesos psíquicos, resultó que
nuestro yo ni siquiera mandaba en su propia casa. Hoy en día, los últimos
avances científicos parecen estar infringiendo mayores humillaciones: la mente
es meramente una computadora que procesa datos; nuestro sentido de la libertad
y de la autonomía es “la ilusión del usuario” de esta máquina. En comparación,
las conclusiones del psicoanálisis parecen ser un tanto conservadoras.
¿El psicoanálisis está pasado de
moda, anticuado, descontinuado? Parece que sí. Es anticuado científicamente, ya
que el modelo cognitivo-neurobiológico de la mente humana parece superar el
modelo freudiano; está descontinuado en la clínica psiquiátrica, donde el
tratamiento psicoanalítico está perdiendo terreno rápidamente frente al
tratamiento psicofarmacológico y las terapias conductistas; y está pasado de
moda aún más en la sociedad, donde la noción de normas sociales que reprimen
los impulsos sexuales ya no parece un representación válida de la permisividad
hedonista que predomina en nuestros días. Pero no debemos apresurarnos tanto. tal vez debemos
insistir en que el momento del psicoanálisis recién ahora ha llegado.
Uno de los temas consistentes
de la actual crítica cultural conservadora es que, en nuestra era permisiva,
los niños carecen de límites firmes y prohibiciones. Esto los frustran, lo que
los lleva de un exceso a otro. Solo un límite firme y claro, sostenido por
alguna autoridad simbólica, puede garantizar estabilidad y satisfacción – la
satisfacción que viene de haber violado una prohibición. Para esclarecer la
forma como funciona la negación en el inconsciente, Freud citaba el
comentario que uno de sus pacientes hizo
después de recordar un sueño sobre una mujer desconocida: “Quien quiera que sea
esta mujer, solo sé que no es mi madre”. Esto era la clara prueba para Freud de
que la mujer era su madre. [2]
[3]
Qué mejor manera de caracterizar al paciente típico de hoy en día que
imaginando su reacción al mismo sueño: “Quien quiera que sea esta mujer de mi
sueño, ¡de seguro tiene que ver algo con mi madre!”
Tradicionalmente, se espera
que el psicoanálisis permita al paciente superar los obstáculos que le impiden
acceder a su satisfacción sexual normal: si no puedes hacerlo, visita a un
analista que te ayudará a perder todas tus inhibiciones. Actualmente que estamos siendo
bombardeados por todos lados con el mandato de “¡Goza!”[4],
el psicoanálisis tal vez debería ser descrito de forma diferente, como el único
discurso en el cual se permite no gozar: no que “no permita gozar”, sino que
libera de la presión, de la obligación de gozar.
Este cambio paradójico en el
papel de la interpretación psicoanalítica no lo encontramos más claro que en el
caso de los sueños. El entendimiento convencional de la teoría de los sueños de
Freud es que un sueño es la realización fantasmática de algún deseo
inconsciente censurado, que es, casi por regla, de naturaleza sexual. El
comienzo de “La interpretación de los Sueños”, Freud brinda una detallada
interpretación de su propio sueño sobre “La inyección de Irma”. La
interpretación es sorpresivamente reminiscente a un viejo chiste soviético:
“¿Se ganó Rabinovitch un auto nuevo en la lotería?” “En principio, si, así fue.
Solo que no fue un auto sino una bicicleta, no fue nuevo sino vieja, y no se la
ganó sino que se la robaron”. ¿Es el sueño la manifestación del deseo sexual
inconsciente del soñador? En principio, sí. Sin embargo en el sueño que escoge
Freud para demostrar su teoría de los sueños, su deseo ni es sexual o
inconsciente, e incluso, no es de él.
El sueño[5]
comienza con una conversación entre Freud y su paciente Irma sobre la falla de
su tratamiento debido a una infección causada por una inyección. Durante la
conversación, Freud se aproxima a ella y observa dentro de su boca. Es
confrontado con la visión displacentera de los cornetes nasales con
escoriaciones. A este punto, el horror de repente cambia a comedia. Tres
doctores, amigos de Freud, entre ellos uno llamado Otto, aparecen y comienzan a
enumerar, en una ridícula jerga pseudo profesional, diversas (y mutuamente
excluyentes) causas de la infección de Irma. Si alguien debe ser culpado, se
transpira en el sueño, es Otto, debido a que recetó una inyección a Irma: “No
se dan esas inyecciones tan a la ligera”, concluyen los doctores, “Es probable
también que la jeringa no estuviera limpia.” Así, el “contenido latente”
articulado en el sueño ni es sexual o inconsciente, sino que es el deseo
plenamente consciente de Freud de absolverse a sí mismo de la responsabilidad
de la falla en el tratamiento de Irma. ¿Cómo encaja lo anterior con la tesis de
los sueños manifestando deseos sexuales inconscientes?[6]
Una precisión crucial es
necesaria aquí. El deseo inconsciente que anima el sueño no es meramente el
pensamiento latente de sueño, que es traducido en el contenido manifiesto, sino
otro deseo inconsciente, que se inscribe en el propio sueño a través del Traumarbeit (el trabajo del sueño), el
proceso donde el pensamiento latente es distorsionado en la forma explícita del
sueño. Aquí yace la paradoja del trabajo del sueño: queremos deshacernos de un
pensamiento estresante e inquietante del cual somos plenamente conscientes, de
ahí que lo distorsionamos, traduciéndolo en el jeroglífico del sueño. Sin
embargo, es a través de la distorsión que otro deseo, mucho más fundamental se
codifica en el sueño, y este deseo es inconsciente y sexual.
¿Cuál es el significado
definitivo del sueño de Freud? En su propio análisis, Freud se enfoca en el
pensamiento del sueño, en su deseo “superficial” de ser exculpado del
tratamiento de Irma. Sin embargo, en los detalles de su interpretación aparecen
indicios de motivaciones más profundas. El encuentro con Irma en el sueño
recuerda a Freud a varias otras mujeres. El examen de la boca le recuerda a
otra paciente, una gobernanta[7],
que le había dado “la impresión de una juvenil hermosura” hasta que vio dentro
de su boca. La posición de Irma en la ventana le recuerda la ocasión que vio a
una “una amiga íntima” de Irma[8]
a quién Freud “apreciaba mucho”; pensando en ella, Freud llegó “a suponer que
también esta otra señora era histérica”. Los cornetes con escoriaciones le
recuerdan a su propio uso de cocaína para reducir las inflamaciones nasales, y
a una paciente de él que, siguiendo su ejemplo, desarrolló una “una extensa
necrosis de la mucosa nasal”. Sobre el llamar a preguntarle a uno de los
doctores le trae a la mente una ocasión en la que el tratamiento de Freud hacia
una paciente “había provocado una grave intoxicación”; la paciente tenía el
mismo nombre de la hija mayor de Freud, Mathilde. El deseo inconsciente del
sueño es el deseo de Freud de ser el “padre primordial” que posee todas las
mujeres que Irma encarna en el sueño.
Sin embargo, el sueño presenta
un enigma extra: ¿El deseo de quién
se manifiesta ahí? Los últimos comentarios claramente establecen que la
verdadera motivación detrás del sueño es el deseo de Freud de absolver a
Fliess, su íntimo amigo y colaborador, de la responsabilidad y culpa. Fue
Fliess quien se equivocó en la operación de nariz de Irma, y el deseo del sueño
no es exculparse Freud, sino a su amigo, quien era, en ese momento, el “sujeto
supuesto saber” de Freud, el objeto de su transferencia. El sueño dramatiza su
deseo de mostrar que Fliess no fue responsable de esta falla médica, que no
estaba faltante de saber. El sueño manifiesta el deseo de Freud –pero solo en
tanto su deseo ya es el deseo del Otro (Fliess).
¿Por qué soñamos? La respuesta
de Freud es engañosamente simple: la máxima función del sueño es la posibilidad
del soñante de permanecer dormido. Esto generalmente se interpreta basándose en
aquellos sueños donde algunas alteraciones externas –ruido, por ejemplo-
amenazan con hacernos despertar. En tales situaciones, el soñante
inmediatamente comienza a imaginar una situación en la que incorpora estos estímulos
externos y de esta forma puede continuar durmiendo por más tiempo; cuando el
estímulo externo es de mayor fuerza, finalmente se despierta. ¿Son las cosas
tan sencillas? En otro famoso ejemplo de “La Interpretación de los Sueños”, un
padre exhausto[9],
cuyo joven hijo ha muerto, cae dormido y sueña que el niño está parado en
llamas junto a su cama, susurrando el horripilante reproche: “Padre ¿Qué no ves
que estoy ardiendo?” Inmediatamente, el padre despierta para descubrir que una
vela mortuoria ha caído y prendido fuego al brazo del cadáver de su hijo. El
padre ha de haber olido el humo mientras dormía, e incorporó la imagen de su
hijo en llamas en su sueño para prolongar el dormir. ¿El padre se despertó
porque el estímulo externo se hizo tan grande que no pudo ser contenido en el
escenario del sueño? O fue lo opuesto, que el padre construyó el sueño para
poder prolongar su dormir, pero lo que encontró en su sueño fue mucho más
insoportable que incluso la realidad externa, así que se despertó para escapar
en su realidad.
En ambos sueños, existe un
encuentro traumático (la visión de la boca de Irma, la visión del hijo en
llamas); pero en el segundo sueño, el soñante se despierta en ese punto,
mientras que en el primero, el horror trae consigo la llegada de los doctores.
El paralelo nos ofrece la clave para entender la teoría de Freud sobre los
sueños. Justo como el despertar del padre del segundo sueño tiene la misma
función como el cambio repentino del tono en el primero, así nuestra realidad
ordinaria nos permite evadir un encuentro con el verdadero trauma.
Adorno decía que el slogan
Nazi ‘Deutschland, erwache!’ relamente
significa su opuesto: si respondes a este llamado, puedes continuar durmiendo y
soñando (es decir, evitar comprometerte con el real del antagonismo social). En
el primer verso del poema “Reveille” de Primo Levi, el superviviente del campo
de concentración recuerda estar en el campo, durmiendo, soñando intensos sueños
sobre regresar a casa, comiendo, contando a sus familiares su historia, cuando,
de repente, es despertado por el comandante polaco “Wstawac!” (“¡Levántate!”).
En el Segundo verso, se encuentra en casa después de la Guerra, bien
alimentado, contando su historia a su familia, cuando, de repente, imagina
escuchar de nuevo el grito, “Wstawac!”
El reverso de la relación entre el sueño y la realidad del primer verso al
segundo es crucial. Su contenido es formalmente el mismo –la placentera escena
doméstica es interrumpida por la orden “¡Levántate!” –pero en la primera, el
sueño es cruelmente interrumpido por la orden de despertar, mientras que en el
segundo, la realidad es interrumpida por el mandato imaginario. Podemos imaginar
el segundo ejemplo de La Interpretación de los Sueños como perteneciente a un
superviviente del Holocausto quien, incapaz de salvar a su hijo de los hornos
de cremación, es perseguido por su reclamo: “Vater,
siehst du nicht dass ich verbrenne?”
En nuestra “sociedad del
espectáculo”[10],
en la que lo que experimentamos como realidad cotidiana más y más adquiere la
forma de una mentira hecha verdad, las ideas de Freud muestra su valor real.
Consideren los juegos de computadora interactivos que algunos de nosotros
utilizamos compulsivamente, juegos que permiten al débil neurótico adoptar el
personaje de macho agresivo en la pantalla, golpeando otros hombres y
violentamente gozando de las mujeres. Es muy fácil asumir que este debilucho
busca refugio en el ciberespacio para escapar de su realidad patética e
impotente. Sino que tal vez los juegos nos están diciendo mucho más que eso.
¿Qué tal si, al jugarlos, articulo el núcleo perverso de mi personalidad que,
debido a limitaciones ético-sociales, no soy capaz de actuarlas en la vida
real? ¿No es de alguna manera mi personaje virtual “más real que la realidad”?
¿No es justamente debido a que estoy consciente de que “solo es un juego” que
en el puedo hacer lo que nunca haría en el mundo real? En este preciso sentido,
como Lacan apuntaba, la Verdad tiene la estructura de una ficción: lo que se
muestra en la apariencia de un sueño, incluso un sueño diurno, es algunas veces
la verdad en la que la represión social de la realidad está fundada. Ahí es
donde reside la máxima lección de La
Interpretación de los Sueños: la realidad es para aquellos que no pueden
soportar seguir soñando.
[1] Traducción del artículo publicado en el sitio http://mariborchan.si en http://mariborchan.si/text/articles/slavoj-zizek/freud-lives/
Original de London Review of Books, Vol. 28 No. 10 · 25 May 2006. Traducción de
Héctor Mendoza.
[2] “Lo comprendemos: es el rechazo, por proyección, de
una ocurrencia que acaba de aflorar. O bien: «Usted pregunta quién puede ser la
persona del sueño. Mi madre no es». Nosotros rectificamos: Entonces es su madre.
Nos tomamos la libertad, para interpretar, de prescindir de la negación y
extraer el contenido puro de la ocurrencia. Es como si el paciente hubiera
dicho en realidad: «Con respecto a esa persona se me ocurrió, es cierto, que
era mi madre; pero no tengo ninguna gana de considerar esa ocurrencia».” Sigmund Freud. La Negación (1925) En Obras
Completas de Sigmund Freud. Amorrortu Editores. Vol. 19. Nota H.M.
[3] En los chistes populares encontramos esta vulgarización
en el Freud de los memes que para todo dice “¡Tu
madre!” Nota
H.M.
[4]
Donde se enuncia claramente lo mencionado por Zizek es la clase del 21 de
noviembre de 1972 “Asomo aquí la reserva que implica el campo del
derecho-al-goce. El derecho no es el deber, Nada obliga a nadie a gozar, salvo
el superyó. El superyó es el imperativo del goce: ¡Goza!” Jacques Lacan. El Seminario de Jacques Lacan. Libro 20 “Aún” 1972-1973.
Sin embargo desde 10 años antes se perfila esta idea “Dios nos ordena
gozar, y además indica la manera de hacerlo. Dios especifica la demanda,
deslinda el objeto. Pienso que ni ustedes ni yo pudimos dejar de advertir hace
ya mucho tiempo el extraordinario lío, la farfulla de la evocación analógica
que contiene la pretendida referencia de la circuncisión a la castración. Esto
se relaciona, desde luego, con el objeto de la angustia.” Clase. 19 de Diciembre de 1962 en Jacques Lacan. El Seminario de
Jacques Lacan. Libro 10 “La Angustia” 1962-1963. Nota H.M.
[5] “Sueño del 23/24 de julio de 1895. Un gran vestíbulo
—muchos invitados, a quienes nosotros recibimos. — Entre ellos Irma, a quien
enseguida llevo aparte como para responder a su carta, y para reprocharle que
todavía no acepte la «solución». Le digo: «Si todavía tienes dolores, es
realmente por tu exclusiva culpa». – Ella responde: «Si supieses los dolores
que tengo ahora en el cuello, el estómago y el vientre; me siento oprimida». —
Yo me aterro y la miro. Ella se ve pálida y abotagada; pienso que después de
todo he descuidado sin duda algo orgánico. La llevo hasta la ventana y reviso
el interior de su garganta. Se muestra un poco renuente, como las mujeres que
llevan dentadura postiza. Pienso entre mí que en modo alguno tiene necesidad de
ello. — Después la boca se abre bien, y hallo a la derecha una gran mancha
blanca, y en otras partes veo extrañas formaciones rugosas, que manifiestamente
están modeladas como los cornetes nasales, extensas escaras blanco-grisáceas. —
Aprisa llamo al doctor M., quien repite el examen y lo confirma. . . El doctor
M. se ve enteramente distinto que de ordinario; está muy pálido, cojea, está
sin barba en el mentón . . . Ahora también está de pie junto a ella mi amigo
Otto, y mi amigo Leopold la percute a través del corsé y dice: «Tiene una
matidez abajo a la izquierda», y también señala una parte de la piel infiltrada
en el hombro izquierdo (lo que yo siento como él, a pesar del vestido) . . . M.
dice: «No hay duda, es una infección, pero no es nada; sobrevendrá todavía una
disentería y se eliminará el veneno » . . . Inmediatamente nosotros sabemos de
dónde viene la infección. No hace mucho mi amigo Otto, en una ocasión en que
ella se sentía mal, le dio una inyección con un preparado de propilo, propileno
. . . ácido propiónico . . . trimetilamina (cuya fórmula veo ante mi escrita
con caracteres gruesos) . . . No se dan esas inyecciones tan a la ligera . . .
Es probable también que la jeringa no estuviera limpia.” Freud, S. ((1900) 1975). La Interpretación de los Sueños (primera
parte). En Obras Completas Sigmund Freud (Vol. IV). Buenos Aires: Amorrortu
Editores. Nota
H.M.
[6] “El resultado del sueño, en efecto, es que no soy yo
el culpable de que persistan los padecimientos de Irma, sino Otto; este, con su
observación acerca de la incompleta curación de Irma, me ha irritado, y el
sueño me venga de él devolviéndole ese reproche. El sueño me libera de
responsabilidad por el estado de Irma atribuyéndolo a otros factores; produce
toda una serie de razones. El sueño figura un cierto estado de cosas tal como
yo desearía que fuese; su contenido es, entonces, un cumplimiento de deseo, y
su motivo, un deseo.” S. Freud. Op. Cit. Nota. H.M.
[7] “Tiempo atrás hube de practicar en una gobernanta que
primero me había dado la impresión de una juvenil hermosura, pero que después,
al abrir la boca, hizo ciertas maniobras para ocultar su dentadura postiza”. S.
Freud. Op. Cit. Nota. H.M.
[8] “El modo en que Irma estaba de pie junto a la ventana
me hizo recordar de pronto otra vivencia. Irma tenía una amiga íntima a quien
yo apreciaba mucho. Una tarde en que fui a su casa de visita la encontré junto
a la ventana, en la situación que el sueño reproduce, y su médico, ese mismo
doctor M., declaró que tenía una placa difteroide. Y la persona del doctor M. y
la placa retornan en el discurrir del sueño. Ahora se me ocurre que en los
últimos meses todo me llevó a suponer que también esta otra señora era
histérica.” S. Freud. Op. Cit. Nota. H.M.
[9]
“Un padre asistió noche y día a su hijo mortalmente enfermo. Fallecido el niño,
se retiró a una habitación vecina con el propósito de descansar, pero dejó la
puerta abierta a fin de poder ver desde su dormitorio la habitación donde yacía
el cuerpo de su hijo, rodeado de velones. Un anciano a quien se le encargó
montar vigilancia se sentó próximo al cadáver, murmurando oraciones. Luego de
dormir algunas horas, el padre sueña que su hijo está de pie junto a su
cama, le toma el brazo y le susurra este reproche: «Padre, ¿entonces no ves que
me abraso?». Despierta, observa un fuerte resplandor que viene de la
habitación vecina, se precipita hasta allí y encuentra al anciano guardián
adormecido, y la mortaja y un brazo del cadáver querido quemados por una vela
que le había caído encima encendida”. Freud,
S. ((1900) 1975). La Interpretación de los Sueños (segunda parte). En Obras
Completas Sigmund Freud (Vol. V). Buenos Aires: Amorrortu Editores. Nota H.M.
1 comentario:
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