miércoles, julio 15, 2009


Freud en la Chamba
Reflexiones clínicas a partir del libro “Cómo trabajaba Freud”


Siempre resulta intrigante para muchos la forma de actuar de un psicoanalista sobre todo porque presuponen una serie de modelos rígidos que rayan en la caricatura institucional. En el caso de Sigmund Freud, este actuar, adquiere mayor relevancia debido a su condición de inventor del psicoanálisis y así mismo de la figura y el quehacer del psicoanalista. El presente escrito es una serie de reflexiones sobre la clínica psicoanalítica que nos deja el trabajo de investigación presentado por Paul Roazen en su libro “Cómo trabajaba Freud. Comentarios directos de sus pacientes”[1], en especial el primer capítulo. En él, Paul Roazen justifica así lo emprendido para el libro:

“Debido a la gran atención que prestó Freud a pacientes, y además del impacto de sus escritos teóricos, a principios de los años 1965-1966 me propuse descubrir tanto como pudiera sobre el fundador del psicoanálisis reuniéndome con tanta gente que lo hubiera conocido como fuera posible. A lo largo de esta investigación intenté ver a todos sus antiguos pacientes que siguieran vivos; logré entrevistar a veinticinco de ellos, todos ellos ahora fallecidos. Algunos se analizaron con él durante un período relativamente breve, mientras que otros lo hicieron durante un largo período de tiempo. La información sobre su tratamiento estaba incluida en el marco de mi investigación sobre la naturaleza del psicoanálisis en aquella época temprana, además de lo que pudieran decirme sobre su contacto directo con Freud. Él había supuesto para estas personas una experiencia de formación en sus vidas. Aunque me interesaba conocerlo todo sobre la vida de Freud en un mundo distante que sólo esperaba comprender de forma indirecta, las principales preguntas que se barajaban en mi cabeza eran: ¿Qué se entiende por una buena terapia? ¿Qué talla tenía Freud como psicoanalista?”[2]
Roazen se adentra al mundo del psicoanálisis desde los conocidos, la historia y los sucesos. Lo que encuentra Roazen puede ser tomado fácilmente en dos vías igual de peligrosas. Por un lado el descalificar a Freud, y por efecto a todo el psicoanálisis, cuando se presentan las divergencias con respecto a las estrategias y modos de actuar de Freud contrapuestas con lo reportado y/o aconsejado desde la academia psicoanalítica. Por otro lado, la otra tendencia, es ver en toda acción de Freud, un genio incuestionable donde todo estaba “fríamente calculado” ya que “el profesor nunca se equivoca”. La forma que abordamos el tema buscando aprender en la experiencia del padre del psicoanálisis. Más allá de evaluar (y por consiguiente devaluar) “una buena terapia” o medir la “talla” de Freud como psicoanalista lo que traería una nueva “vara con la que todos serán medidos”, lo que nos deja la investigación de Roazen es la posibilidad de escuchar el efecto de la clínica desde esa forma en cómo cada quién “habla como le fue” en su análisis, ya que consideramos que la única crítica importante para el psicoanálisis viene desde la clínica. Además, nos permite ver a Freud como alguien que comparte una serie de experiencias clínicas dejando en claro que la práctica psicoanalítica es realizada en la incertidumbre.

El reconocimiento de los otros dones

En el primer capítulo de Roazen lleva por nombre “El tema de la frialdad, Albert Hirst” y comenta que le parece “una persona adecuada para empezar” por haber sido “el paciente más puramente terapéutico” que entrevistó ya que nunca tuvo intensiones de formar parte del movimiento psicoanalítico en Viena. La época que abraca es la siguiente:

“Hirst le decía a Anna que se había analizado con su padre desde 1909 hasta 1910; entonces sólo tenía 23 años y asistió a un régimen de sesión diaria”[3]

Recordamos que es la época de “la realización de un sueño diurno” como Freud hace alusión en su Presentación autobiográfica (1925) a las serie de conferencias que dictó del 6 al 10 de septiembre de 1909 en la Universidad de Clark, Massachusetts. Para Freud significó “el primer reconocimiento oficial de la joven ciencia”[4] del psicoanálisis.

Aprovechemos el espacio para hablar de los tiempos. ¿Qué ha cambiado desde entonces? Esa época es de los primeros tiempos divulgación del psicoanálisis. Una época donde los psicoanalistas hablaban públicamente de sus hallazgos e ideas y cuyos seguidores y detractores iban en aumento. Para 1909 los libros de Freud, donde se podría encontrar a qué se refiere esta nueva disciplina tienen más de difusión y creatividad que de institucionalidad y de moldes predeterminados. Lo que encontramos en obras como “Interpretación de los sueños”, “Psicopatología de la vida cotidiana”, “El chiste y su relación con el inconsciente”, “Tres ensayos para una teoría sexual” y los artículos “El delirio y los sueños en la Gradiva de W. Jensen”, “la indagatoria forense y el psicoanálisis”, “Acciones obsesivas y prácticas religiosas” o “El creador literario y el fantaseo” es una constante acción de relación desde psicoanálisis de la clínica, de la atención directa de pacientes, con temas del ámbito social, de la vida popular. Ese Freud de entonces, es el de un investigador que mostraba que, parafraseando lo que decía Bourdieu con respecto a la sociología, el psicoanálisis es un “deporte de contacto”. Actualmente la opinión pública con respecto al psicoanálisis ni siquiera es de ataque, si no de una creciente indiferencia. A lo más, queda como la idea de algo pasado que ya nadie usa, como una vieja religión a la que unos cuantos fundamentalistas todavía rinden culto y cuyas interpretaciones no provocan el mínimo de asombro, prueba de su caducidad y elitismo.

Ese no es el tiempo que Hirst fue atendido por Freud. El subtítulo que propone Roazen “el tema de la frialdad. Albert Hirts” proviene de justamente de lo que sobresale del encuentro con Freud, donde este tema es el primero que se cuestiona. Hirst ha escuchado rumores de Freud y en cierta ocasión le pregunta sobre el tema de la cocaína. Freud, sin reparos, habla del tema con su paciente.

“Hirst añade que Freud se dirigió a una sala anexa para traer una copia de un artículo que había escrito sobre la cocaína, en cuyas conclusiones declaraba que cabía esperar más avances científicos. Fue una experiencia “muy impresionante” para Hirst.”[5]

Más allá de los motivos de Freud, incluso más allá de la técnica o los cánones sobre la neutralidad, dirigimos nuestra atención al hecho de que Hirst primero recuerde este suceso al grado de nombrarlo una experiencia “muy impresionante”. ¿Esperaría Hirst que Freud no quisiera ahondar en el tema? ¿Le sorprendió que le confiara un texto científico? En el tema de la frialdad, Hirst recibiría de Freud diversas muestras de algo que por el momento solo podemos llamar parcialidad.

“Por si sirve de algo, parece significativo que a pesar de las dificultades existentes entre Freud y Emma (Eckstein), los padres de Hirst no se vieran disuadidos de mandarlo analizarse con Freud. También consideraban la posibilidad de poner a su hija en manos de Freud. Según le contó Freud a Hirst, cuando ella fue a verle por consejo paterno, lo hizo sólo para decirle claramente que no quería que la tratara; y el tema quedó zanjado. Freud llegó a decirle a Hirst que él era más inteligente que su hermana, lo que según las normas actuales no se consideraría apropiado”.[6]

Roazen se da cuenta de lo “no apropiado según las normas actuales” del proceder de Freud. ¿Por qué no es apropiado? De inicio parece descortés de parte de Freud al tomar su comentario como una agresión hacia la hermana de Hirst, o incluso signo de presunción si consideramos que la falta de inteligencia de su hermana se debía a haberse “resistido” al análisis con él. Sin embargo el que habla de esto es Hirst. ¿Y si ese comentario es inapropiado si consideramos que es propio de Freud o de la hermana de Hirst cuando habla de lo propio del paciente? Es decir, ¿será esta otra experiencia “impresionante” para Hirst ya que Freud le reconoce algo de más? Nos aventuramos al tema del reconocimiento apoyados con otro comentario “inapropiado” por parte de Freud.

“Cuando Hirst le dijo a Freud que se iba a Norteamérica, éste le preguntó: “¿Por qué no va a Sudamérica?”, una salida que consideró muy propia de él y que, como de costumbre, no iba en broma, Hirst le explicó que no sabía español, a lo que Freud respondió: “¡Demonios, se tarda tres semanas en llegar!” [7]

Además de mostrar su desprecio sabido por la cultura norteamericana, Freud de nuevo hace un comentario que suena pedante solo que incluyendo a propio Hirst. De nuevo le reconoce que podría hacer algo más, en este caso, aprender español en tres semanas del viaje en mar. Estos comentarios no son recibidos por Hirst como ofensas o falta de tacto aunque claramente como hechos que contradicen para él la idea que Freud fuera “frío” con sus pacientes. Finalmente Roazen hace la pregunta obvia sabiendo que lo busca conocer de Freud es su efectividad como terapeuta.
“Cuando le pregunté a Hirst en concreto cómo pudo Freud ayudarle, me habló de la “peculiar y extraña forma de impotencia” de la que sufría por entonces, que no le permitía eyacular cuando mantenía relaciones sexuales… Hirst pensaba que su “cura definitiva”, su “verdadera recuperación”, tuvo lugar unos diez años después de que terminara el análisis. Durante el tratamiento con Freud ya se dio cuenta de que podía ser inusualmente potente, y había mantenido varias relaciones sexuales satisfactorias en una hora”.[8]

¿El síntoma de impotencia tendrá relación con lo comentarios inapropiados de Freud? ¿Fueron solo apropiados para el caso de impotencia de Hirst? Lo interesante de estas memorias de Hirst sobre su análisis con Freud es que la “verdadera recuperación” llegara diez años después. ¿Puede esa recuperación estar ligada directamente al análisis? Para Hirst, el que realizó el análisis, el interesado después de todo, no hay duda de ello.

“Hirst dijo que su “cura definitiva” se produjo cuando pudo relacionar su dificultad para ganarse la vida con lo que antes había pensado sobre su incapacidad sexual. Hirst recordaba que estaba bajando las escaleras (un símbolo sexual según Freud) cuando estableció esa conexión; luego estudió derecho y desde entonces le fue bien. Hirst terminó diciendo que Freud había tenido razón con respecto a él durante análisis. Una vez le había traído algunos poemas suyos para que Freud los leyera, y a éste le sorprendió que tuviera “otros” dones aparte de los que le conocía. A Freud le chocó que tuviera una “mente tan analítica", y le dijo: “no eres una persona débil, sino muy fuerte”. Hirst dijo que recibir tales halagos de Freud era algo inesperado. Pensaba que había estado viviendo sólo con la mitad de su mente, incapaz de usar el resto, y que le debía “enteramente” a Freud haber podido completarse a sí mismo. El hecho de que le asegurase que tenía una buena cabeza era parte de la forma en que Freud le había ayudado”[9].

La cura analítica de Hirst se da cuando esa incapacidad “de usar el resto” de su mente deja de estar cuando Freud reconoce esa parte. ¿Freud operó como un motivador “si se puede”? Todo lo contrario, ya que solo hacía un reconocimiento, tal parece que en ocasiones en sorpresa, de los “otros dones” que le mostraba su paciente. Lo que dista de la forma del mero motivador que exhorta a “echarle ganas” nos parece que va más del lado de la forma que de la intención. Esa forma es el de las “extrañas” intervenciones de Freud.

“Al principio Freud se había mostrado escéptico con respecto al talento de Hirst para escribir poesía… En este sentido le quedó grabado para siempre un comentario de Freud: “En casi todos los ríos la arena contiene oro, la cuestión es saber si hay suficiente oro para que valga la pena explotarlo”. De esta forma, Freud había intentado poner en perspectiva la poesía de Hirst. Según él, Freud generalmente hablaba “muy poco” durante el análisis, y no bromeaba.” [10]

La forma de tales intervenciones tiene el efecto de mostrar un Freud que habla mucho en análisis pero solo si reconocemos que para efectos del estudio de Roazen y el ejercicio de selección de frases para este escrito nos concentramos en lo que dijo y no tanto en el tiempo que guardó silencio. El que Hirst recuerde que “hablaba muy poco y no bromeaba” nos indica que las intervenciones aunque nos parezcan constantes y de tono bromista eran preciosas por escasas y no trasmitían la sensación de meramente “pasar el rato” sino como parte del análisis.

“Hirst aún recordaba algunas anécdotas que contaba Freud. Una vez le dijo que una señora muy digna fue a un médico para saber qué podía hacer para no tener hijos. Éste le recomendó que lo mejor era el hielo y el agua fría. “Bien”, dijo ella, “pero ¿antes o después?” “¡En lugar de!” Para Hirst era característico que Freud expresara su sabiduría de forma sucinta.” [11]

Por lo recordado por Hirst, Freud creaba un ambiente en el análisis que lejos de ser cerrado, le permitió reconocer algo más en él.
“Lo que más admiraba del enfoque de Freud era que le había permitido convertirse en su propio “director de escena”. Cuando le trajo los poemas, por ejemplo, Freud le dijo: “Por fin has decidido que el poeta que llevas dentro también se analice”. Freud nunca le pidió que los trajera. Él no decidía qué temas iban a tratarse. Hirst se sentí inmensamente libre con él, quizás especialmente en contraposición a sus padres, a quienes describía como “puritanos” austeros y “muy severos”.” [12]

Esa “inmensa libertad” que vive Hirst como paciente nos hace reflexionar de forma transferencial su papel en la función del analista. El Freud que relata Hirst también se percibe libre, no sabemos si de hacer lo que se le plazca porque el mismo Hirst nota una metodología en ese hacer que constituía el análisis, además de una teoría que la sostenía.
“Cuando le pregunté a Hirst qué creía que lo había curado, sostuvo que habían sido dos cosas. La primera era el respaldo que tuvo durante el tratamiento, y la segunda la posibilidad que se le abrió de establecer una relación entre su capacidad de ganarse la vida y su vida sexual. En verdad él no sentía que Freud hubiera sido distante con él, visto el gran interés profesional que mostró y el hecho de que recordara muchas cosas sobre él. No había sentido que Freud lo mantuviera a raya. La relativa “frialdad” de Freud la había percibido más bien en las impersonales y breves tarjetas postales que le mandaba a Norteamérica. Por su parte, su actitud hacia Freud era la que tendría un cristiano ortodoxo hacia Cristo. Lo veía como a su “salvador” y creía que sin él hubiera sido un “fracasado” o un suicida”. [13]

El análisis le permite a Hirst establecer una conexión entre el ganarse la vida y su vida sexual. Este relato de una experiencia nos enseña algo. Contradice la idea que algunos pos-freudianos tienen de una especie de causalidad en lugar de ligazón de representaciones. El síntoma que lleva Hirst a análisis es en su vida sexual ¿Cuál es motivo sexual subyacente si ya el contenido es sexual? Hirst comenta que pudo hacer algo más cuando estableció la relación, de la “extraña” impotencia con la forma de ganarse la vida. De alguna forma, se dio cuenta que no era un bueno para nada. Hablando de potencia, aunque se nota que Hirst exalta a Freud no creo que lo idolatre de una forma blasfema ¿Qué potencia tiene para los judíos (en este caso Hirst y Freud) el Cristo de los católicos? ¿Es similar a que un católico pueda decir que su analista ha sido su guía como Moisés? No en todo río hay oro que valga la pena explotar. En este caso la exaltación tiene un carácter de relación transferencial totalmente parcial ya que el encuentro solo fue entre Hirst y Freud, incluso dejando fuera al psicoanálisis como teoría o institución.
“Al reflexionar sobre el procedimiento del tratamiento y el pensamiento psicoanalítico, Hirst insistía en que “cualquier sistema funcionaría ¡si un Freud lo toma a su cargo!”. [14]

Por comentarios como el anterior, Roazen no deja de preguntarse por el tipo de análisis que operó en Hirst, llegando a la conclusión de ser uno que “el tipo de cura por sugestión o por transferencia que Freud decía querer evitar porque no era duradera y era una reminiscencia de la ayuda religiosa”. Esto abre el tema importante del papel de la sugestión y la transferencia en el análisis. La duración de la cura queda cuestionada en labios del propio paciente Albert Hirst, pero eso que generaba un lazo transferencial en Freud y el cómo lo manejaba es tema a seguir trabajando. Lo que reconoce Roazen es la impresión de Freud que le queda después de hablar con Hirst.
“Si Hirst se había referido a la “frialdad básica” de Freud, se trataba de una respuesta ante la abstracta actitud de Eissler con respecto a los antiguos problemas de Hirst, pero cuando se le permitió dar su propia versión del ambiente que se respiraba durante el tratamiento, describió a Freud como un analista muy activo, a veces intervencionista, lo que difiere bastante del estereotipo de terapeuta neutral preferido posteriormente por los defensores de la ortodoxia como Eissler.” [15]

Cerramos el comentario con una reflexión sobre la ortodoxia freudiana. Ese Freud mistificado requiere ser estudiado. En lugar de solamente estar en contra de esas formas rígidas y pensar en histéricamente luchar contra las instituciones se requiere devotamente cuestionarlas. El mejor lugar para que este cuestionamiento se presente es la clínica. Roazen busca saber la talla de Freud como terapeuta y lo que nos encontramos es que en el proceso del análisis, la experiencia del encuentro entre analista y analizante se mide en sus propios términos, si se permiten estar “juntos en la chimenea”.

[1] Roazen, P. Cómo trabajaba Freud. Comentarios directos de sus pacientes. “How Freud Worked. First-Hand Accounts of Patients” (1995) 1ª edición en castellano, 1998. Ediciones Paidós.
[2] Roazen, P. Óp. Cit. Pág. 19.
[3] Ibíd. Pág. 31
[4] Strachey, J. Nota introductoria de Cinco Conferencias sobre psicoanálisis. (1910 (1909)). Obras Completas de Sigmund Freud. Amorrortu Editores. Volumen XI.
[5] Ibíd. Pág. 33.
[6] Ibíd. Pág. 38
[7] Ibíd. Pág. 39
[8] Ibíd. Pág. 46
[9] Ibíd. Págs. 46-47
[10] Ibíd. Pág. 48
[11] Ibíd. Pág. 52
[12] Ibíd. Pág. 50
[13] Ibíd. Pág. 47
[14] Ibíd.
[15] Ibíd. Pág. 55

sábado, julio 04, 2009

Trastorno de Estrés Post Traumático (PTSD), Patología Actual y El problema de la Representación[1]
En contestación a “Déficit de Afecto. Estructura de Personalidad y (PTSD)” (J.MIlls)
Paul Verhaeghe y Stijn Vanheule
Universidad de Gante, Bélgica


Leyendo una reacción a lo que uno publica es habitualmente algo bueno para el narcisismo de uno. En el mejor de los casos, es algo bueno para el pensar de uno también, eso nos obliga a reconsiderar críticamente un número de nuestras ideas. Este es el caso con el artículo publicado por J. Mills como una reacción hacia nuestro articulo “Neurosis Actual y PTSD” (Verhaegue y Vanhuele, 2005). En la primera parte de nuestra respuesta, aclararemos ciertas de nuestras ideas a luz de la observación crítica de Mills. En la segunda parte, queremos dirigirnos a lo que consideramos es el problema principal en cuanto al tema del Trastorno por estrés post-traumático (PTSD), que es, la cuestión de la representabilidad.

El título del artículo de Mills da un buen resumen de su objeción central a nuestro razonamiento. En su experiencia clínica, la predisposición a presentar cuadros de PTSD en un futuro es predicha “en base a déficits tempranos en la estructura de personalidad por traumas en el desarrollo.” En su último libro (Mills, 2005) ha generalizado la idea de que “déficits estructurales en la organización de la personalidad por una patología en el apego constituida como un trastorno del yo y mantenida a niveles de representaciones inconscientes.” A primera vista, esto parece ser una diferencia grande con nuestro razonamiento, donde la estructura neurótica actual, basada en un fracaso del Otro durante las interacciones tempranas padres-hijo, es antepuesta para la predisposición a futuro de PTSD. No obstante, existen más similitudes que divergencias.
Cierto es, en nuestro razonamiento, que las interacciones fracasadas entre niño y Otro determinan lo que hemos llamado aquí el trauma original (Verhaeghe y Vanheule, 2005, p. 502) y en otra parte el “trauma estructural” (Verhaeghe, 2004, p. 317). Cuando escribimos nuestro artículo e incluso ahora, estamos muy conscientes de las dificultades semánticas. Declarar que un trastorno causado por un trauma es basado sobre un trauma precedente suena muy circular. Por lo tanto, consideramos de mayor importancia elaborar el - claro - contexto estructural de este trauma original, basados sobre una reinterpretación y ampliación de las neurosis actuales de Freud.
La idea de “estructura” es en estos momentos muy importante. Existen por los menos dos actores involucrados - el infante y el Otro - alrededor de una cuestión central: la excitación pulsional, vivido por el infante como proviniendo del exterior. Durante el estadio del espejo, el infante recibe representaciones llegadas desde el Otro, indicándole no solo lo que él o ella siente, y cómo arreglárselas con eso, sino también quién es él o ella. Cierto es que, tanto para la teoría Lacaniana y la teoría contemporánea del apego, el desarrollo de la identidad y la regulación de la excitación pulsional son un solo proceso. Además, este desarrollo de la identidad no es solo un asunto de contenido, es también- y probablemente aun más importantemente- la instauración de una estructura del sujeto. Dependiendo de la teoría, denominaciones diferentes pueden ser utilizadas para indicar esta estructura. En la tradición freudiana clásica, encontramos aquí las ideas del Superyó y el Yo, combinadas con el ideal del Yo y el Yo ideal, encima del Ello. Más aún, incluso en la teoría freudiana, estas estructuras sobrepasan la oposición blanco y negro entre el Yo y el otro, como lo indican los procesos de identificación y proyección (Freud, 1925/ 1978a). Los términos posteriores proveen el nexo a otra idea importante: Los mecanismos de defensa, los cuales pueden ser entendidos como defensas directas ambas en contra de la propia excitación pulsional como en contra del mundo exterior.
Esto nos trae de vuelta a la estructura neurótica-actual[2] y el Otro. Si alguien se queda atascado a nivel neurótico-actual, esto no solo significa que él o ella no adquirió propiamente las herramientas psicológicas para procesar la excitación somática; también significa que el desarrollo de la subjetividad esta obstaculizada. Así, en nuestra lectura, la neurosis actual también implica defectos en la estructura del sujeto, basados sobre el fracaso inicial de la relación entre el Otro y el sujeto- a -ser. Obviamente, esto no estaba suficientemente claro en nuestro artículo. Esto nos lleva a otras dos observaciones importantes, la primera acerca del Otro, la segunda acerca de la neurosis actual.
Hemos usado la idea del Otro Lacaniano, para indicar la otra parte en el proceso de formación del sujeto; su significado fue brevemente explicado en una nota al pie de página (Verhaeghe & Vanheule, 2005, p. 495, pie de página 1). Mills acentúa la agencia de el M/otro (sic)[3] como “la presentación del original objeto de amor como figura primaria de apego quien simultáneamente que se comunica como un sujeto lingüístico encarnado.” En su lectura, el discurso de la madre es la informante principal de la estructura inconsciente “pero esto no es todavía una condición suficiente para explicar la estructura psíquica en su totalidad, una discusión que es mejor dejarla para otro lugar.” Francamente, no vemos mucha diferencia entre sus lecturas de la M/otro y nuestra presentación del Otro Lacaniano, aparte del hecho que éste ultimo implica también al padre, probablemente como la parte necesaria para explicar la inauguración de la estructura psíquica como tal. ¿Será posible que nos encontremos aquí con los restos de un aspecto desconocido en la historia psicoanalítica? Recordamos la híper-acentuación de Freud por el padre con casi total negación de la madre, llevando a una necesaria híper-corrección por los Klenianos y la mayoría de la escuela Anglo-Sajona, seguida en su turno por la híper-corrección de los Lacanianos volviendo a enfocarse en el padre. Como sea, es completamente notable leer el importante trabajo en la teoría contemporánea psicoanalítica sobre el apego (Fonagy et al., 2002) y ver que en las partes conceptuales y empíricas de ese trabajo, el padre es ausente casi completamente - en franco contraste con los casos de estudio.
Otro señalamiento al respecto es mucho más difícil de responder. Como Mills acertadamente marca, nuestro razonamiento implica “un determinismo causal que ocurre en una sola dirección directa desde el Otro”. Parece ser como si la patología es el efecto exclusivo del Otro, ya sea que él o ella haya ofrecido insuficiente espejeo al infante o un tipo equivocado de espejeo, posiblemente dentro de un contexto de abuso. La relación de dos vías y la mediación del Yo, quedan desatendidas. Este es el problema de Freud de la "Neurosenwahl" (“elección de neurosis”[4]), indicando el impacto del tema en el desarrollo de la patología específica del sujeto. Estamos plenamente convencidos de una bidireccionalidad causal, pero por el momento, no somos capaces de incluir esto en una forma matizada. Esto es un tema muy importante para futuras investigaciones, aunque es difícil de encontrar los métodos correctos para investigar esta bidireccionalidad.
Nuestra idea más importante es que, a causa de una perturbación en la primera relación entre sujeto y Otro, una serie de temas se quedan con un fracaso en su capacidad psicológica para el tratamiento de su excitación y la identidad, en combinación con una particular postura hacia el Otro. Hemos interpretado este fracaso a través de una nueva lectura las “neurosis actuales” de Freud. Mills tiene razón en señalar que esa reducción a la neurosis es de hecho una reducción. Estamos muy contentos con esta observación, porque nos da la oportunidad de presentar nuestra idea más general, que, en efecto, no estaban presentes en este artículo, en particular, que fue publicado (Verhaeghe, 2004). Lo que nos acontece es que el alcance de lo que prefiero llamar patología actual (o actuolopatía), va mucho más allá de PTSD o de hecho la neurosis (Verhaeghe, Vanheule, y De Rick, 2007). Vamos a recordar al lector el hecho de que, incluso para Freud, una neurosis actual podría estar presente en la psicosis; más en particular en hipocondría (Freud, 1914/1978b, págs. 82-85).[5] Una vez más, nuestra idea principal se refiere a la falta de posibilidades en el proceso de la excitación psicológica y la identidad, en combinación con una postura particular hacia esta otra. El resultado neto es exactamente lo contrario que se espera de los síntomas y la transferencia.[6] De hecho, los síntomas clásicos (conversión, construcción fóbica, pensamientos obsesivos, alucinaciones, delirios), por diferentes que sean, dan testimonio de una transformación de una representación subyacente al problema. Por esta razón, un clásico síntoma contiene múltiples significados por lo que se les solicita una interpretación. Cada vez una mayor parte de la patología, por lo general se resume en la idea de "limítrofe" (o Borderline), demostrando una y otra vez un fracaso en este sentido, sus síntomas (somatización, auto-mutilación, adicción, trastornos de la alimentación,...) son más a menudo intentos sin significado que tratan de abreaccionar un problema subyacente. En este sentido, estamos totalmente de acuerdo con Mills para ampliar nuestro razonamiento más allá de la neurosis. Por otra parte, nos lleva a una cuestión importante que no se debe perder: el problema de la representación.
Dado que éste es probablemente uno de los temas más difíciles, no lo podemos dejar de producir en el comienzo de una respuesta, es decir, señalando el problema. Estamos plenamente de acuerdo con nuestro colega, cuando en resumen de sus observaciones sobre este punto afirma que "el obstáculo terapéutico está en la naturaleza de la representación que no puede distribuir la angustia asociada a la memoria”. Este es el problema fundamental de Freud y, desde el principio. En este sentido, lo más fácil es un razonamiento que se opone a dos series en relación con un evento (traumático). Por una lado, tenemos las representaciones, los recuerdos de lo normal, la conciencia, y la posibilidad de la transformación psicológica, por otro lado, no existen representaciones, recuerdos no normales, sin conciencia, y la imposibilidad para la transformación psicológica. Esto es la base de la primera topología Freudiana, de donde se descubrió que estas representaciones ausentes y los recuerdos fueron obviamente muy presentes, pero de forma inconsciente "en otros lugares" desde donde funciona en un modo patógeno. A su juicio, esta ausencia como el motivo del fracaso de su "Abreaktion", es decir, un proceso necesario para la salud psicológica. Además, esta abreacción trata un quantum afectivo normalmente asociado a las representaciones. En el caso de la falta de éstas, el quantum afectivo de esta sigue siendo estrangulado (“atorado”, “eingeklemmt") y operado en una forma patógena, precisamente porque no se pudo llevar a cabo la abreacción (Breuer y Freud, 1895/1978).
Por lo tanto, su ausencia en la conciencia (memoria) del sistema implica una presencia en el inconsciente (memoria) del sistema. Pero, ¿Cuál es la naturaleza de esta presencia o de la memoria actual? ¿Estamos todavía hablando de representaciones? Estas son preguntas que se ejecutan a través del trabajo de Freud y el psicoanálisis en general. En su primera topología, se formula una respuesta en términos de represión primaria. En el período posterior a la época freudiana, esta idea casi ha desaparecido y tendemos a olvidar la definición de Freud. Una represión primitiva es una represión primordial de la fijación ciertos materiales que no se les permite convertirse en representaciones psicológicas normales. Este material tiene que ver con el trauma, y constituye el núcleo del sistema Incc. A partir de la cual una fuerza de atracción ha de operar sobre el material que se convertirá en el objeto de la represión secundaria "Nachdrängung” (literalmente: después de la represión) (Freud, 1915/1978d, p.148).
El debate post-freudiano acerca de la naturaleza inconsciente de este núcleo es un ejemplo del debate en las escuelas Kleinianas sobre (la naturaleza de las) fantasías inconscientes, el debate entre Leclaire y Lacan acerca de la presencia de significantes en el sistema Incc. y entre Lacan y Laplanche sobre la interpretación y traducción de Freud "Vorstellungsreprasentanz" (Laplanche y Leclaire,1966). Las ideas de Lacan en su seminario XI son bastante cercanas al sistema original Incc. Freudiano, como él interpreta el "Un" de Unconscious (Inconsciente) como la indicación de algo pre ontológico y no comprendido (Lacan, 1964/1973, págs. 28-32). A este respecto, se suma a la notable idea de Freud acerca de lo que efectúa la terapia. Como no hay recuerdo conscientes que se encuentran sobre el trauma, Freud llega a la hipótesis de que el tratamiento se reduce a "la realización de un acto psíquico que no ha tenido lugar en el momento [del trauma]" (Freud, 1893/1978c, p.39; Freud Y Breuer, 1895/1978, p. 300; véase nuestro artículo anterior, Vanheule yVerhaeghe, 2005, p.503). Este acto es la traducción o la verbalización de "representaciones" inconscientes en otras conscientes. De nuevo, esto nos deja con la pregunta sobre la "naturaleza de la conciencia" (Freud, 1895/1978, p. 300). En el período posterior a la época freudiana, esta meta terapéutica ha sido entendida como una necesidad para recordar el trauma. El objetivo de Freud es diferente: La verbalización permitirá la desaparición del afecto a través del proceso de asociación, el efecto patógeno del trauma tiene que ver con el hecho de que la forma normal de los procesos de disminución del agotamiento por abreacción y asociación desinhibida fueron imposibles por falta de representaciones (Freud y Breuer, 1895/1978, pp. 9-11).
La oposición entre el consciente y el inconsciente, representaciones en materia del trauma, no es -como señala Mills - una distinción entre el ser inscrito en la psique o no. Ambos han de ser inscritos, la cuestión es entender las diferencias. Una forma posible de hacerlo es acentuando la diferenciación, a menudo descuidada, hecha por Freud entre la representación y el efecto. Parece como si la representación tiene más que ver con la conciencia y que el efecto tiene más que ver con el inconsciente. Es notable descubrir el mismo razonamiento en la neurociencia contemporánea, incluso con la misma solicitud el trastorno de estrés postraumático. Las funciones normales de memoria declarativa, funcionan principalmente a través del hipocampo, que se encarga de la formación de representaciones. Este sistema de memoria es muy útil, ya que nos ayuda a olvidar las cosas, o al menos, a linearlas con respecto a nuestras situaciones contemporáneas (es decir que, como memoria, no es muy fiable). El otro es la memoria sobre la base de la amígdala y que realiza un seguimiento de nuestros afectos, además, se hace mediante el mantener el efecto como lo fue, y reactivar el sistema cuando se le pide (Ledoux, 1996, págs. 198-200). Aunque la primera basada en la memoria del hipocampo puede traer memoria de un efecto, el otro sistema nos lleva una memoria emocional "justo como solía ser" – Recordemos que Freud dijo que el inconsciente no conoce el tiempo, que todo se mantiene en su forma original.
Además, la investigación neurológica explica el extraño hecho de por qué un trauma, que ha por ejemplo tenido un gran impacto en este asunto, suele ser muy difícil de recordar de una forma normal, es decir, de representación. La investigación ha demostrado que los altos niveles de estrés, provocado por el trauma, inhiben seriamente la memoria declarativa normal, mientras que sucede exactamente lo contrario con respecto a la memoria de los afectos con base en la amígdala (Ledoux, 1996, págs. 243-246). Básicamente, esto significa que almacenamos la angustia y el pánico causado por el trauma y las recordamos demasiado bien, aunque se trata de una memoria que no podemos controlar, porque no se ha logrado la construcción de representaciones sobre el trauma, construir suficiente de ellos, o la construcción de tal manera que podrían haber entrado en la normalidad y cadenas asociativas por lo tanto, el proceso normal de disminución del agotamiento.
En resumen, el problema de la representación y el trauma puede ser presentado de la siguiente manera. Las más de las veces, no hay recuerdos normales de representación sobre el trauma. Si existen, no son "normales", en el sentido de que no están asociados a sus afectos (véase disociación). En el caso de un trauma que no es representacionalmente recordado nos encontramos con afectos "recuerdos" consagrados que son más re-vividos que recordados (véase la memoria con base en la amígdala), y su estado de representación es muy difuso. El objetivo del tratamiento es hacer posible para el paciente construir y manejar las representaciones sobre el trauma, junto con sus afectos, de tal manera que éstas representaciones entren a la cadena normal de asociaciones (y su efecto de desgaste y olvido) y que es lo que afecta a la abreacción. Como todo médico sabe, esto sólo es posible dentro de una alianza de trabajo positiva y de apoyo, que no es fácil de instalar, sino todo lo contrario.
Lo último – los problemas transferenciales - nos lleva a la etiología en la actuolopatía. En nuestra lectura, estos pacientes comienzan su formación de identidad y regulación de excitación pulsional en un ambiente inseguro e estructuralmente traumatizante (el Otro), resultando en una deficiente identidad y en pobres capacidades para lidiar los procesos de excitación (incluyendo su propia excitación en desarrollo, junto con los efectos debido al trauma) en un modo representacional. El efecto es doble. A nivel transferencial, no esperan mucho del Otro – siendo éste incluso en el mejor de los casos. En el plano individual, no serán capaces de producir la "abreacción” normal según Freud es decir, a través de procesos asociativos. No olvidemos que los síntomas clásicos son para Freud también formas de abreacción defectuosas, pero tienen la ventaja de estar ya en el nivel de la representación simbólica. Esta salida no está disponible para la actuolopatía, lo que significa que tienen que manejar la excitación que se encuentra a nivel de lo real, que suele ser la realidad del cuerpo (ya sea del propio paciente, o alguien más).
Las consecuencias para un enfoque psicoanalítico son muy importantes, y ya se ha indicado por Freud: el psicoanálisis clásico no funciona, porque no hay síntomas clásicos que podrían ser interpretados. En lugar de eso, nos enfrentamos a una inmediata (es decir, no mediada simbólicamente) manipulación de la excitación. La necesidad de estos pacientes es la posibilidad de procesar la excitación en una forma representacional. En lugar de la interpretación, necesitamos ayudarlos con construcciones. Esto es aún más difícil, debido a la transferencia es muy diferente en comparación con la psiconeurosis clásica, y por lo general más negativamente ambivalente que otra cosa. Como una relación positiva es la condición necesaria para la presentación de las construcciones, ésta será la primera meta del tratamiento. Al mismo tiempo, no debemos olvidar que la pobre capacidad de representación de estos pacientes no es un carácter aislado, exactamente lo mismo ocurre con su identidad.
Con un poco de exageración, se puede decir que nuestro trabajo aquí es exactamente lo contrario en comparación con nuestro trabajo tradicional con la psiconeurosis tradicional.


Referencias

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Freud, S. (1978a). Negation. In J. Strachey (Ed.), The standard edition of the complete psychological works of Sigmund Freud (Vol. 19, pp. 233–239). London: Hogarth Press. (Original work published 1925)
Freud, S. (1978b). On narcissism: An introduction. In J. Strachey (Ed.), The standard edition of the complete psychological works of Sigmund Freud (Vol. 14, pp. 67–102). London: Hogarth Press. (Original work published 1914)
Freud, S. (1978c). On the psychical mechanism of hysterical phenomena: A lecture. In J. Strachey (Ed.), The standard edition of the complete psychological works of Sigmund Freud (Vol. 3, pp. 25–39). London: Hogarth Press. (Original work published 1893)
Freud, S. (1978d). Repression. In J. Strachey (Ed.), The standard edition of the complete psychological works of Sigmund Freud (Vol. 14, pp. 141–158). London: Hogarth Press. (Original work published 1915)
Freud, S., & Breuer, J. (1978). Studies on hysteria. In J. Strachey (Ed.), The standard edition of the complete psychological works of Sigmund Freud (Vol. 2). London: Hogarth Press. (Original work published 1895)
Lacan, J. (1973). Le Se´minaire, livre XI, Les quatre concepts fondamentaux de la psychanalyse (texte e´tabli par J.-A. Miller). Paris: Seuil. (Original work published 1964). English translation
Lacan, J. (1994). The four fundamental concepts of psychoanalysis (J. A. Miller, Ed. and A. Sheridan, Trans.). London: Penguin Books. (Original work published 1964)
Laplanche, J., & Leclaire, S. (1966). L’inconscient, une etude psychanalytique. In H. Ey (Ed.), L’inconscient (VIme Colloque de Bonneval) (pp. 95–130). Paris: Descle´e de Brouwer.
Ledoux, J. (1996). The emotional brain. The mysterious underpinnings of emotional life. New York: Touchstone.
Mills, J. (2005). Treating attachment pathology (pp. 1–365). Lanham, MD: Jason Aronson/Rowman & Littlefield.
Verhaeghe, P. (2004). On being normal and other disorders. New York: Other Press.
Verhaeghe, P., & Vanheule, S. (2005). Actual neurosis and PTSD : The impact of the Other. Psychoanalytic Psychology, 22, 493–507.
Verhaeghe, P., Vanheule, S., & De Rick, A. (2007). Actual neurosis as the underlying psychic structure of panic disorder, somatization and somatoform disorder: An integration of Freudian and attachment perspectives. The Psychoanalytic Quarterly, 76, 1317–1350.

[1] Traducción realizada por la lic. Norma Y. Dzib Tello y Héctor Mendoza. Título original “POSTTRAUMATIC STRESS DISORDER (PTSD), ACTUALPATHOLOGY, AND THE QUESTION OF REPRESENTABILITY” en http://www.psychoanalysis.ugent.be/pages/nl/artikels/artikels%20Paul%20Verhaeghe/PTSD,%20actualpathology,%20and%20the%20question.pdf


[2] El tema de las “neurosis actuales” y su relación con las “neurosis de transferencia” es desarrollado por Freud a detalle en su “24ª conferencia. El estado neurótico común” de las “Conferencias de introducción al psicoanálisis”. (1916-1917). Obras Completas de Sigmund Freud. Amorrortu Editores. Volumen XVI. Nota de Héctor Mendoza.

[3] La expresión original es “M/other” lo cual hace relación tanto al Otro como a la Madre como primer Otro. Nota de traducción.

[4] Un lugar donde Freud aborda este tema es en el caso del Hombre de las Ratas: “(…) aunque sería atractivo referir el problema de la “elección de neurosis” a la vida pulsional, se tienen bastantes razones para apartar esa tentación, y es preciso decirse que en todas las neurosis uno descubre, como portadoras de síntoma, las mismas pulsiones sofocadas”. En una Nota al pie se comenta “(Este problema venía ocupando a Freud desde mucho tiempo atrás. Había procurado resolverlo ya en 1896 (véase su carta a Fliess del 30 de mayo de ese año (Freud, 1950ª, Carta 46), AE, 1, págs. 271-1). Volvió al tema en repetidas oportunidades…)” Freud, S. A propósito de un caso de neurosis obsesiva (1909). Obras completas de Sigmund Freud, Amorrortu Editores. Volumen X. Nota de Héctor Mendoza

[5] No olvidemos que en época de Freud, “neurosis” un término genérico, y que para Freud, la principales diferencias era entre las neurosis actuales versus las psiconeurosis, y las neurosis de transferencia versus las neurosis narcisistas.

[6] No podemos elaborar las diferencias típicas entre la transferencia actuopatológica y la “normal”. Suficiente es decir que el acento está en la angustia de separación (la necesidad por el Otro) en combinación con una expectación ambivalente (no obtuvieron muchas cosas buenas de este Otro al principio, ¿porqué sería diferente ahora?).

miércoles, mayo 13, 2009

El Rayo McQueen: un competidor en busca de entrenador

La película de Disney/Pixar “Cars” pertenece a esas películas infantiles donde muchos niños parecen no cansarse de verla una y otra vez. Esto para los padres les provoca varias incógnitas entre ellas ¿Por qué la ven de nuevo si ya se la saben de memoria? ¿Por qué los niños ante ciertas cosas no se hartan? No solo no se hartan sino que incluyen a los padres y demás adultos en la experiencia. Toda una serie de fenómenos se hacen presentes. Relatar una escena en especial, pedirle a un adulto que lo acompañe a ver la historia, hacer preguntas sobre lo que va a pasar aun y cuando ya lo saben y, de las más importantes, vivir la historia desde la identificación y asignación de personajes “Yo soy el Rayo McQueen y ¿tú quién eres?” Para los analistas, eso que se repite incesantemente cumple una función, por decirlo en palabras tradicionales, eso es un síntoma. Más que solo malestar, el concepto de síntoma desde el psicoanálisis nos remite a un intento de solución, de elaboración. Desde el célebre libro “Psicoanálisis de los cuentos de hadas” del psicoanalista B. Bettelheim se sabe que la función de las historias infantiles es permitirle a los pequeños elaborar, a través del arte, respuestas desde la fantasía para temas emocionales o de maduración psicológica por los que están pasando.

Lo anterior nos lleva a una pregunta con respecto a la manufactura ¿Cómo nacen estas historias para niños si son adultos quienes las elaboran? Es ahí donde encontramos el interés de Freud por la creación artística. Tomemos en particular y reconozcamos el valor de esa experiencia.


Según John Lasseter (Creador y director en jefe de Pixar), la inspiración para realizar la película Cars vino de una experiencia muy íntima:


“Cars es una historia muy personal para mí. No solo está inspirada por mi amor a los autos, no solo está inspirada por mi papá, que era gerente de una concesionaria Chevrolet, sino también está inspirada por algo que me pasó en mi vida. Dirigí Toy Story, Bugs y Toy Story 2. Cuando terminé Toy Story 2 era 1999. Habían pasado 9 años. Habíamos tenido cuatro hijos y mi esposa me dijo: “John, te hemos apoyado para que hagas todas estas películas y en la construcción de Pixar y todo eso, pero ten cuidado. Porque un día vas a despertar y tus hijos habrán partido a la universidad y te habrás perdido de todo. Así que me tomé el verano libre. Nos compramos una casa rodante usada y quería alejarme del sistema interestatal y viajar por el país. ¿Y saben qué pasó? Nos unimos mucho como familia. Me cambió la vida. Regresé sabiendo sobre qué quería que fuera la película: es un personaje que descubre lo que yo descubrí, que el viaje de la vida es una recompensa. Y comencé a pensar. Debe ser sobre un auto de carreras. Lo único que importa es ganar. Tener ese campeonato. Éste es el personaje perfecto, que de pronto es forzado a bajar la velocidad.” Tomado del Documental “La inspiración de Cars” que se incluye en el DVD “Cars” (2006) de Disney/Pixar.


La anécdota del cineasta responsable del éxito de las películas de Pixar nos muestra que parte importante del porqué de ese éxito es seguir la regla fundamental en el arte “para ser universal hay que ser profundamente particular”. La anécdota también nos enseña una nueva forma de leer/interpretar la historia de Cars. Podemos darle un giro a la historia, giro que, de alguna manera, siempre estuvo ahí. La historia del Rayo McQueen se revela como la de un joven/niño que aprende sobre la vida, que aprende a ser hombre, pero se basa en la anécdota de un hombre que aprende a ser padre.

Volvamos con los expertos y estudiemos la experiencia escuchada a un pequeño de 5 años que relatamos al inicio. El niño se acerca a su madre y le dice “Mamá, Yo soy el Rayo McQueen, tú eres Sally y papá es… Mate”. Lo primero que se resalta es el carácter protagónico del niño, él es el Rayo McQueen. Entonces bien ¿Qué tiene el Rayo McQueen que queda tan bien para identificarse con él? Como protagonista, como héroe de la historia, McQueen es a quién el destino le tiene preparada una serie de pruebas que vencer, lo que para Bettelhiem es el problema subjetivo que el niño tiene que afrontar y superar, la lección de vida que requiere aprender.

La prueba del destino del Rayo McQueen proviene de la forma como se relaciona con su hacer, en este caso, las competencias de autos. McQueen es un auto de carreras novato, arrogante y orgulloso, solo piensa en ganar la copa Pistón. Sus frases de aliento lo delatan “Concéntrate. Velocidad. Yo soy la velocidad. Un ganador, 42 perdedores, devoro perdedores en el desayuno”. Su arrogancia es tal que no tiene equipo de apoyo, ni jefe de ingenieros, es decir, entrenador o maestro. Es éste el tema principal. Pensamos en un niño que siempre quiere ganar pero no sabe jugar, lo que lo hace un mal jugador, tanto cuando gana como cuando pierde. Las consecuencias es que no tiene amigos y puede sufrir accidentes (hacerse daño) con tal de ganar.

El nudo de la historia viene cuando es “forzado a bajar la velocidad”. Ahí entra Sally, una chica de la que se enamora Rayo pero que lo detiene y que, como lo sabemos después, pasó por lo mismo hasta que conoció el pueblo donde ahora vive. En la ocurrencia del niño que relatábamos, es fácil imaginar que Mamá es Sally como aquella que es el primer amor. El extra que nos da la película es que Sally es la que hace que Rayo se quede en el pueblo, se detenga y así se introduzca en el escenario otros personajes.

Tal vez lo que no queda tan claro es la identificación del padre como la camioneta vieja Mate. Siguiendo con nuestra propuesta inicial, lo que la experiencia de Lasseter marca, es que No se trataba de que solo se quedara en el pueblo, sino que cumpliera su meta, la verdadera moraleja en la vida “No es el destino, es el viaje” o “No es la meta, es la carrera”. De ahí que Mate se une tanto a Sally como al Doc como eso que tiene que elaborar, como en el momento que Mate lo “sonsaca” (según el “Lexicón del noreste de México” de Ricardo Elizondo, literalmente significa “sacar del camino del orden”) como un buen amigo a “jugar” en el pueblo, de ahí que funcione perfecto la bonita metáfora de la camioneta grua, como eso que lo jala

Desde el psicoanálisis, cuando se habla de la Madre y del Padre siempre es necesario aclarar que nos referimos más a funciones que a personas. Consideramos a Sally ejerciendo la función materna en sentido de permitir al niño (Rayo) detenerse de inicio y salirse de la pista en la que transita hasta lo básico, el amor a su pueblo. Sin embargo, no sirve de nada que solo se detuviera la fuerza, sino que empezara a disfrutar este “tiempo fuera”. Cuando se hablan actualmente de una declinación de la función paterna, pareciera que solo atañe a los papás y no a las mamás. La historia de Cars muestra que algo de la función materna es lo que de inicio está alterado, cuando reparamos en el hecho de lo simbólico de la Ruta 66, la llamada “Carretera Madre” (The mother road). Si la historia fuera de un nadador que se ofusca por no ganar la medalla de oro, el primer paso sería que volviera a encontrar el gusto por el agua, volver a la “madre agua”.

Posteriormente entra la nueva función, la paterna, que no solo permite o detiene sino que alterna la ley. En nuestro símil automovilístico de Cars, la función materna será esa carretera, ese camino que impulsa y motiva (el amor de la madre como lo que empuja) donde el niño la obedece por lo que es. Mientras que la función paterna es la negociación, el alternador o el semáforo que posee un programa de tiempo (arbitrariedad simbólica) que solo funciona si el auto lo respeta, donde el niño lo ama por lo que no-es, sino, lo que representa. De lo anterior rescatamos que los cuidadores alternan la función materna y paterna para el hijo.

Recapitulando. El Rayo McQueen, para ganar la carrera, tiene que aprender a ser un buen corredor. ¿Cómo lo logra finalmente? Aquí entra en escena otro personaje, el juez y médico del pueblo, Doc Hudson. Vemos en él la tradicional figura paterna de otros cuentos. Primero solo esta desinteresado e impone una ley. Las primeras discusiones entre El Rayo y Doc asemejan los problemas actuales de los niños berrinchudos con las figuras de autoridad, llámese padre, maestro, analista, etc. El cambio se genera cuando el Doc decide ayudar a Rayo, dándole tips y recordando sus momentos de gloria, lo que nos lleva a la verdadera lección de la historia, para ser padre es necesario no renegar de nuestros propios padres sino aprender de la experiencia.

El gran final de Cars empieza con una escena similar a la del inicio pero ahora el Rayo está transformado. Antes de la carrera ya no solo está pensando en sus clásicas frases de motivación (“Un ganador, 42…”) sino que se “desconcentra” recordando a sus amigos. Al momento de la carrera ahora tiene un equipo, un entrenador y un amor que lo espera en casa. El momento decisivo se da cuando en la vuelta final su rival principal, su doble que refleja los vicios que tenía, en un arranque de ira por frustración, causa un terrible accidente al otro competidor Rey, el auto leyenda de respeto. El Rayo al verlo frena antes de cruzar la meta, renunciando al primer puesto y dejando que su rival gane. Se devuelve a empujar al Rey y se da este diálogo:

“El Rey: ¿Qué haces muchacho?
Rayo: Creo que el Rey debe terminar su última carrera.
El Rey: Acabas de renunciar a la Copa Pistón.
Rayo: ¿Sabe? Un viejo auto de carreras gruñón me dijo una cosa. Sólo es un copa vacía.”

Así llegamos a la moraleja de la historia que decíamos más arriba “No es el destino, es el viaje”[1], pero para lograr eso es necesario saber que se puede renunciar a muchas cosas con tal de lo más importante. Esta moraleja viene como anillo al dedo en estos tiempos donde se habla de las formas de la paternidad y la educación de los niños. Este final nos recuerda a la solución de otra película de Pixar, Los Increíbles, donde la forma como el hiperactivo Dash soluciona su dilema de competir mostrando sus poderes y ser un fanfarrón o no practicar deportes y sentirse frustrado y aislado, la solución viene por parte de los padres que le permiten hacer carreras pero le recomiendan llegar en segundo lugar, es decir, compite pero lo importante es el jugar no solo llegar primero, el uso simbólico de cuidar su “identidad secreta” como “código del héroe”. Sin embargo, la verdadera moraleja solo puede ser trasmitida si recordamos que surge de la experiencia de un hombre que ve dificultades con su rol como padre. Amable lector, ¿cuál es entonces la moraleja para los padres? ¿Tendremos que leerla con otra película de Pixar como Buscando a Nemo? El padre lucha contra el “mar entero” para encontrar a su hijo solo para permitirle irse y decirle “¡Adiós!”.




[1] “In Seminar XVII, The Other Side of Psycho-Analysis, in contrast, jouissance is of the order of an invasion. This has everything to do with his new understanding of the relationship between the real part in the jouissance and the Symbolic. Lacan puts forward an original relationship between jouissance and the signifier. He even goes so far as to consider that the very origin of the signifier has to be looked for precisely in the marking processes of the enjoyment by the Other. In reverse perspective, the subject has to use the signifier to rediscover the jouissance – yet this necessarily results in a failure and the getting stuck on the road toward it. Lacan will argue that this failure is necessary. It is the road itself that is the aim of the living.” Paul Verhaeghe in “New studies of old villains. A radical reconsideration of the Oedipus complex”. (2009). Other Press.

sábado, mayo 02, 2009


El virus de los mails de influencia


“la definición más elemental de ideología es probablemente la tan conocida frase de El capital de Marx: “Sie wissen das nicht, aber sie tun es” – “Ellos no lo saben, pero lo hacen”. El concepto mismo de ideología implica una especie de naïveté básica y constitutiva: el falso reconocimiento de sus propios presupuestos, de sus propias condiciones efectivas, una distancia, una divergencia entre la llamada realidad social y nuestra representación distorsionada, nuestra falsa conciencia de ella.” Slavoj Žižek. El sublime objeto de la ideología.


Una pregunta ronda mi mente ¿Usar o no usar cubre-bocas? De alguna manera cuando decido usarlos no dejo de verme desde las alturas superyóicas dicendo “¿A poco te crees que es cierto lo de la influenza porcina o gripe tipo A H1N1?” Lo ha llamado poderosamente la atención estos días de encierro y vacaciones obligadas (que no son vacaciones) es como la lucha es en contra de ser influenciables. Como el sentir que somos manejados como borregos y su posterior defensa hace que solo nos revolquemos en nuestro propio fango. Me refiero a las teorías de conspiración que circulan en Internet. Algo interesante son las buenas intenciones y consideraciones de los que generan estas versiones.


En una entrevista el director Guillermo del Toro “En España me hacían la pregunta ¿qué mensaje cree que quiere mandar Hollywood a todo el mundo sobre la latinidad? Le decía, ¿Ustedes creen que existe un tipo en una sala oscura con un gato en la mano diciendo “Mandemos un mensaje a la latinidad”? ¡NO! Es una locura, una vorágine que nadie controla”. Podemos agregar a lo dicho por el buen gordo Del Toro: Incluso aunque quisiera alguien mandar un mensaje, no le saldría. Creer que Obama le dijo a puerta cerrada a Calderón que ya sea mandarían la infección a México, o crearían el engaño de la infección para enriquecer las cadenas farmacéuticas y reactivar la economía es confiar demasiado en lo gobernantes, aunque sea para planes maquiavélicos. Entones quiere decir que se puede controlar verdaderamente al sector salud, a los medios, estar en contacto orquestado con otros países, etc. Es realmente creer en los Estados Unidos y que alguien sabe reactivar la economía, aunque sea para su lado.


El delirio supone que realmente existe Otro del Otro. Que hay un orden supremo que finalmente si controla todo, que sí tiene un plan maestro y que nada se mueve si no es parte del plan. El problema de los mails es el mismo de todo Internet, hace light, chafa, le quita su sustancia básica a las cosas y lejos de ser conspiradores o revolucionarios con nuestras críticas los mails que “descubren” el complot son meras revoluciones sin revolución. Paranoicamente hablando, el Internet con todos sus mails con teorías de conspiración son el verdadero instrumento de los poderosos, es el buzón de quejas y sugerencias que fácilmente se descarta, que realmente no tiene efecto, pero que “respeta la libertad de expresión”. Los correos son una clase de protesta con cubre-bocas.

Considerar que todo el sistema de gobierno se puso de acuerdo para esta campaña de engaño o ataque es considerar que alguien en algún lugar sabe lo que hace. Cuando se recibe el correo electrónico con esas teorías de conspiración y se trasmite como virus somos tocados por la teoría de desconfianza y al mismo tiempo por una cierta idea de certeza, alguien tiene la culpa, los otros que nos controlan y nos quieren engañar. Por otro lado, esté el concepto de “cortina de humo”, una historia inventada para que no nos demos cuenta de lo que en realidad pasa, por ejemplo el desempleo, las narco-ejecuciones, narco-campañas, etc. Sin embargo, otra vez es ser demasiados optimistas en dos aspectos. Por un lado está el efecto de no parar de hablar de eso que se supone que no debemos hablar. Tomo de ejemplo a los hombres de negro. Para todo interesado en las teorías de conspiración sobre los OVNIS sabrá de la existencia de los hombres de negro, aparentemente una fracción del gobierno destinada a evitar que se sepa la verdad sobre los OVNIS por ejemplo el extraterrestre que tienen en el área 51. La falla en esta lógica reside en que el solo hecho de saber sobre los “hombres de negro” y el “área 51” muestra que deberían de correr a todos los que trabajan en esa agencia por incompetentes ya que ya se permeó la información “ultrasecreta”. Por otro lado hagamos a pregunta incomoda ¿realmente tienen que cubrir la información sobre los narcos, los políticos o el desempleo? No solo parece ser una cortina de humo poco densa desde el momento que vemos a través de ella, tanto que la reconocemos como cortina de humo sino que en otras ocasiones no está esa cortina y la sociedad civil, aparentemente los idiotas para los que hizo esta cortina, no hace nada como quiera. Ya hemos tenido la información y hemos hablado de nuestra inconformidad, ¿Eso ha traído algún cambio? Llegamos al punto triste de considerar que el sistema, más que ser maquiavélico ya que buscaría la forma más inteligente de embaucarnos (“Ah Holmes, es un digno rival”), es totalmente cínico al dejar quejarnos y no ocultando la información sabiendo que nada cambiará. Más aún, nosotros mismo lo creemos así. ¿Qué es peor, que haya otro maldito (El sistema, el gobierno, la empresa, los OVNIS) que nos observa todo el tiempo y nos quiere dañar, o que no haya nadie que si quiera nos mande una mirada? En un contexto parecido, imaginemos el caso muy regio de la chica “bien” que va a que le lean las cartas (“Yo no creo en esas cosas pero una amiga me recomendó”) y las madame le dice “Veo que hay alguien que te desea el mal porque te tiene envidia”, ¿Cuál es el peor escenario? ¿Qué haya alguien nos envidia y sus malas vibras nos hacen mal o que tengamos a nadie que nos envidie nada, que no tengamos nada que sea digno de la envidia de alguien si quiera para que nos mande malas vibras?

Atengámonos a las versiones oficiales y al problema se hace más difícil aunque menos glamoroso como lo es la conspiración. Las medidas extremas que tomó el D. F. y el Gobierno de Federal (¡¡¡Esa si es una señal del apocalipsis PRD y PAN actuando en conjunto!!!) se basan en dos puntos, el brote surge en México y su densa población y no se contaban con los protocolos médicos para rápidamente localizar a los infectados por el virus y aislarlos. La gente se esperaba para ir a consultar hasta tener síntomas graves y no fueron atendidos de forma inmediata. El grave problema que tenemos en manos como lo dijo públicamente uno de los asesores de Calderón el doctor Juan Ramón de la Fuente es que “En México tenemos un regazo en infraestructura médica y en investigación científica”. Pensar que es un complot es hacerles un favor y pasar por alto lo obvio, las medidas fueron buenas considerando el estado de nuestras instituciones médicas y el interés de nuestro sistema por la investigación.

Démosle otra vuelta. Digamos abiertamente que son discursos delirantes y a la Freud atengamos que en el delirio el Inconsciente está expuesto con todas sus letras, para atender así ese saber que la teoría de conspiración hace perceptible. Por un lado el secreto a voces de hace mucho tiempo sobre el control de las empresas farmacéuticas, solo que apoyado en toda una ideología del biopoder. Sin embargo eso permea muchos otros aspectos que el mero consumo de medicamentos, sino la ideología de la vida saludable desde la ecología hasta los alimentos nutritivos.


viernes, abril 17, 2009



La declinación del Edipo a través del mito de Batman
Cuarta entrega de 5

No es ningún secreto que el éxito de “The Dark Knigth” es la presencia del Guasón. La relación entre el héroe y el villano es el verdadero plato fuerte del film. Los fans de comics quedamos encantados desde las primeras fotos, en especial con la escena de la sala de interrogatorio por la similitud visual con la historia “La broma mortal”.

Si definimos que el mito del héroe es la encarnación de la ley en la figura del protagonista, su máscara o ritual que constituye la forma como una comunidad se entiende así misma al narrarse la ficción que le brinda identidad, este nuevo Batman que no se atreve a decir su nombre (No son las aventuritas de Batman y Robin sino el Caballero de la noche como tampoco es Superboy sino Smallville… Pues “como lo diría el poeta… te amo”) es un ser que reflexivamente trata de entenderse. La relación entre el bien y el mal es el efecto del personaje que se construye, de la fantasía que aparece para dar forma al Real de la Ley. La solución de la película es lo que más miedo da. ¿Por qué Batman tiene que echarse la culpa de los asesinatos de Harvey Dent?

Las respuestas son variadas y cada una es importante. Primero la oficial. Para que no se derrumbe lo ganado por Dent como héroe oficial que enfrentó a la mafia y dio esperanza al pueblo. Este pueblo, si descubre que Harvey también fue un asesino, no confiarían en la ley. Románticamente, Batman y el comisionado Gordon dirán “Porque Harvey es el caballero brillante que ciudad Gótica necesita y no el guardián silente que es Batman”. Por otro lado tenemos la respuesta dramática. Batman, termina como un personaje mártir, solitario y perseguido dándole un tono trágico como todos los héroes injustamente perseguidos por los policías, quedando como incomprendido y solo contra el mundo.

Si tejemos entre estas dos posibles respuestas algo de preocuparse emerge. Jugando con las mismas reglas, lo peligroso es el pequeño cambio de esta bati-solución, lo que nos da un panorama mejor a la forma actual como se concibe la relación con la ley. Primero tenemos un Batman muy propositivo, es de él la idea de crear esta farsa, de echarse la culpa y ocultar a Ciudad Gótica la otra cara de Dent. En la tradición de las historias de ciencia ficción y fantasía cuando se hace algo con la clara intención de corregir algo antes de que suceda siempre (¿no es así en la vida?) termina en algo peor. Pensamos en las historias de viaje en el tiempo. Si el héroe accidentalmente (obra del destino) viaja al pasado y lo modifica existen grandes posibilidades de que al “regresar al futuro” haya modificado para bien el presente. Si por el contrario viaja al pasado con toda la intención de modificar el presente con buenas intenciones (por ejemplo matar a Hitler o evitar la muerte de su mujer) se encuentra que al volver el presente esta peor (Los nazis controlan el mundo porque sin Hitler su líder no estaba fijado en el “problema judío” sino solamente con controlar el mundo, la mujer está viva pero casada con otro).

Esta es la diferencia con el nuevo Batman. El primer caso lo podemos imaginar de la siguiente forma. En el conflicto final entre Harvey Dent y Batman, al caer muerto Dent unas personas que van pasando por ahí acusan a Batman de haber asesinado a Dent, le hablan a la policía y lo persiguen. Podemos imaginar un Batman que no intenta esclarecer los hechos porque el héroe no busca eso, sino opera en las sombras. Sin embargo, la solución por el “bien de Ciudad Gótica” es que Batman mató a 5 policías corruptos. ¿Cómo le hicieron? ¿Gordon plantó evidencia que incriminaba a Batman? ¿Rindió una declaración falsa?

Así la pregunta que queda en el aire es ¿qué protege Batman al mentir sobre la cara fea de Dent? Este Batman al querer ser demasiado serio y realista resulta siendo de un cierto modo ingenuo y mentiroso, en la tradición de sufre pero en silencio. Solo que en este caso las consecuencias de obturar la relación con la creencia el resultado es pesimista. Casi podemos imaginar a Batman y al comisionado Gordon (cuyo sacrificio final fue para proteger un niño) diciendo “Esta mentira no es por uno, uno ya qué, ya vivió, es por las criaturas”.

Lo lamentable es que la película se traiciona en esa escena final cayendo en la seriedad. Lo más divertido orienta y en este caso son algunas escenas memorables para todo fan de comics. Empecemos comentando la antes mencionada escena del interrogatorio.

Estaban dos locos en…

La escena comienza en una sala de interrogatorios donde el comisionado James Gordon pregunta al criminal en custodia que llaman “Guasón” sobre el paradero del fiscal de distrito Harvey Dent. Al no obtener respuesta Gordon sale de la sala para revelarnos que hay un tercer ocupante, Batman, quién se presenta con el criminal con un golpe empujándolo contra la mesa estrellando su cabeza. En breve se desarrolla este diálogo:

Batman: ¡Me querías, aquí estoy!
Guasón: Quería ver lo que harías. Y no me decepcionaste. Dejaste que murieran cinco personas. Y luego, dejaste que Dent tomara tu lugar, incluso para un tipo como yo eso es cruel.
Batman: ¿Dónde está Dent?
Guasón: Esos mafiosos te quieren muerto para que las cosas vuelvan a ser como eran antes. Pero yo sé la verdad. No hay forma de volver hacia atrás. Tú cambiaste las cosas. Para siempre.
Batman: Entonces ¿Por qué quieres matarme?
Guasón: ¡Ja, ja, ja! ¡Yo no quiero matarte! ¿Qué haría sin ti? ¿Volver a estafar a mafiosos? ¡No, no, no! ¡Tú me completas!"
Batman: Eres basura, matas personas por dinero.
Guasón: ¡No hables como si fueras uno de ellos porque no lo eres! Incluso si eso es lo que quisieras. Para ellos solo eres un fenómeno, como yo. Te necesitan ahora pero cuando no, te van a desaterrar, como a un leproso. Verás, su moral, su ley, es un mal chiste. Desechado a la primera señal de problemas. Ellos son tan buenos como el mundo les permite ser. Te mostraré que, cuando las cosas van mal, estas personas civilizadas se comen entre ellas. Verás, yo no soy un monstruo. Solo estoy más adelantado.
Batman: ¿Dónde está Dent?
Guasón: Todas estas reglas y crees que te salvarán.
Batman: Tengo una sola regla
Guasón: ¡Oh! Pues esa es la regla que tendrás que romper para saber la verdad.
Batman: ¿Qué es…?
Guasón: Que es la única forma de vivir en este mundo es sin reglas y esta noche, tendrás que romper tu única regla.
Batman: Lo estoy considerando
Guasón: Pues tendrás que hacerlo pues jugando mi jueguito es la única manera en que podrás salvar a uno de ellos.
Batman: ¿Ellos?
Guasón: Verás, por un momento pensé que si eras Dent por la forma en cómo te lanzaste por ella. –Batman lo avienta hacia la mesa para atrancar la puerta - ¡Oh, mira lo que haces! ¿Havey sabía sobre tu y su conejita?
Batman lo estrella contra el vidrio y pregunta: ¿Dónde están?
Guasón: Matar es solo una opción
Batman le da un puñetazo y pregunta: ¿Dónde están?
Guasón: Tienes que escoger entre una vida y la otra. Tu amigo el fiscal de distrito o su prometida. -Batman le da otro puñetazo- ¡Ja, ja, ja! ¡No tienes nada con qué amenazarme! ¡Nada que hacer con toda tu fuerza! ¡No te preocupes! Te diré donde están. Pero ambos, y ese es el punto, ¡tendrás que escoger! [1]

A partir de esta escena vemos como Nolan nos enseña la parte más oscura del héroe a partir de ponerlo frente a su Némesis. Desde sus primeros trabajos como “Following” y “Memento” hasta “The prestige” y “Batman begins”, Nolan muestra como protagonista y antagonista, cazador y presa, mantienen una relación íntima. Para los fans de comics esta regla es bien conocida tal y como se menciona en el documental sobre los villanos de Batman incluido en el DVD “Batman: Gotham Knight”: “Lo importante es que el villano o explote una debilidad del héroe o sea un reto para sus poderes”. Como lo aborda M. Night Syamalan en su película “Unbreakable”, el héroe y el villano son dos puntos que se ubican como los exactos polos de una misma curva. ¿Cuál es esa curva?

Frente al Real de la Ley aparecen los lugares simbólicos de estar dentro o fuera de la ley. Batman, como héroe, es simultáneamente alguien que respeta la ley y está fuera de la ley. Lo interesante de la escena de interrogatorio es que vemos a Batman, en el estilo más “comiquero” posible, en una sala de espejos donde el Guasón es su reflejo. De alguna manera lo que dice el Guasón es la verdad. Recuerdo haber escuchado a varios intentando dar un diagnóstico psi al Guasón donde psicópata o sociópata son los más constantes incluso con variaciones extrañas como psicópata psicótico, etc. Desde el punto de vista psicoanalítico primero daría el diagnóstico de archivillano, o de una forma más freudiana, Némesis.

Comúnmente se utiliza la palabra Némesis como sinónimo de opuesto. El problema desde esa lógica es que los lugares parecen intercambiables y se llega a decir que Batman es “el” Némesis del Guasón y viceversa. Aquí incurrimos en un error desde el artículo que utilizamos. Némesis para los griegos era una diosa encargada de la Venganza divina, a manera de efecto nefasto y cruel ante la arrogancia. Así, desde la lógica que Nolan presenta desde “Batman inicia” sigue el sendero clásico del superhéroe de comic, el villano es el efecto directo de la arrogancia del superhéroe. Es tal la referencia de comic que en su versión de caricatura o “serie animada” creada por Bruce Tim el mismo Robin le dice en un capítulo haciendo referencia a un nuevo villano “¡Otro villano creado por la industrias Díaz!”

Primero es el héroe y luego es el villano. Esta idea que resiste desde el Batman de Tim Burton (“Tu me hiciste”) en el Batman “que no se atreve a decir su nombre” de Nolan (lo que nos indica que es un héroe de closet) llega a niveles geniales cuando se reconoce que es el Guasón mismo el que viene a poner orden al Caos que es Batman como se los explica a los mafiosos cuando les hace recordar cómo eran las cosas un año antes y propone la máxima de todo villano de comic “Matemos a The Batman”.

El Guasón como Diosa de la venganza, de ahí el porqué se maquila y le sienta bien vestirse de enfermera, es el que cumple el deseo del Héroe[2]. En el interrogatorio se enfrentan máscara contra cabellera. El Guasón comienza diciendo la verdad del héroe y Batman se altera.

Guasón: ¡Ja, ja, ja! ¡Yo no quiero matarte! ¿Qué haría sin ti? ¿Volver a estafar a mafiosos? ¡No, no, no! ¡Tú me completas!"
Batman: Eres basura, matas personas por dinero.
Guasón: ¡No hables como si fueras uno de ellos porque no lo eres! Incluso si eso es lo que quisieras. Para ellos solo eres un fenómeno, como yo. Te necesitan ahora pero cuando no, te van a desaterrar, como a un leproso. Verás, su moral, su ley, es un mal chiste. Desechado a la primera señal de problemas. Ellos son tan buenos como el mundo les permite ser. Te mostraré que, cuando las cosas van mal, estas personas civilizadas se comen entre ellas. Verás, yo no soy un monstruo. Solo estoy más adelantado.

¿Cómo se complementan? Proponemos hacer el análisis complicando más las cosas y en lugar de oponer la relación “bueno y malo” utilizaremos la propuesta de Zizek cuando habla de un héroe.

Uno de los puntos de la historia de Batman es el reclamo de los copycats que se topa Batman “¡¿qué te autoriza a que tú luches por la justicia y nosotros no?!” El tema de le vengador, del vigilante, me recuerda a la situación de niños de la generación anterior donde cualquier adulto estaba autorizado para reprenderlo mientras que ahora debe estar autorizado. Batman, es un vigilante, un héroe, pero entonces ¿es bueno o malo? El tema del vigilante como héroe es más claro según el siguiente cuadro que despliega Zizek con respecto a su trabajo en el tema de Superyó.

“La matriz nocional subyacente se vuelve evidente si ampliamos la oposición de la ética y la moral a un cuadrado semiótico gremasiano:



“En la parte superior y en la inferior tenemos dos posiciones planas: el santo es ético (no compromete su deseo) y moral (considera al Dios de los otros), mientras que el canalla es inmoral (viola las normas morales) y no ético (no persigue el deseo sino los placeres y los beneficios, y por eso carece de todo principio firme). Mucho más interesantes son las dos posiciones horizontales que expresan un antagonismo inherente: el héroe es inmoral, pero ético, es decir, viola (o más bien, suspende la validez de) las normas morales explícitas existentes en nombre de una ética superior de la vida, La Necesidad histórica, por ejemplo;…”

En Batman esto es revelado por el hecho de que la policía reciba gustosamente a ese empresario que sirve de banco a la mafia. Batman no tiene jurisdicción, aunque al mismo tiempo tampoco filiación. El precio que tiene que pagar es justamente no poder reinsertarse en esas leyes comunes.

Incluso en Hancock eso es llevado a la apuesta de ser encerrado en la cárcel hasta que la propia policía lo pida, solo que se le da más de lo que pidió. Lo interesante de este cuadro que propone Zizek es que el que está al otro lado de la curva no es el canalla, ni tampoco el villano, sino la noción psicoanalítica del Superyó, explicando esto así:

“…el Superyó, por su parte, designa la antítesis del héroe se atiene a la obediencia a las normas morales (por ejemplo, un maestro severo que atormenta a sus alumnos en nombre de su propio bien, y no está dispuesto a reconocer su propio investimento sádico en este tormento).

Esto no entraña, sin embargo, que en el ámbito de la ética no haya modo de evitar la tensión entre la Ley y el Superyó. La máxima de Lacan de la ética de psicoanálisis “no comprometer el propio deseo”) no debe confundirse con la presión del Superyó. Es decir, una primera aproximación puede parecer que la máxima “¡No cedas en tu deseo!” coincide con el mandato del Superyó “¡Goza!” -¿no comprometemos nuestro deseo precisamente renunciando al goce? ¿No es una tesis fundamental de Freud, una suerte de lugar común freudiano, que el Superyó forma el núcleo básico, primitivo, de la instancia ética? Lacan va contra estos lugares comunes: entre la ética del deseo y el Superyó plantea una relación de exclusión radical. En otras palabras, Lacan toma en serio y literalmente la “paradoja económica” freudiana del Superyó, es decir, el círculo vicioso que caracteriza al Superyó: cuanto más nos sometemos al imperativo del Superyó, mayor es su presión y más culpables nos sentimos. Según Lacan, este “sentimiento de culpa” no es una ilusión que debe disiparse en el curso de la cura psicoanalítica: realmente somos culpables; el Superyó extrae la energía necesaria para presionar al sujeto del hecho de que éste no sea fiel a su deseo y haya cedido. Nuestro sacrificio al Superyó, el tributo que le pagamos, sólo corrobora nuestra culpa. Por esa razón, nuestra deuda con el Superyó es irredimible: cuanto más pagamos, más debemos. El Superyó es como el chantajista que lentamente nos desangra hasta la muerte: cuanto más obtiene, más influencia tiene sobre nosotros…”

Desde este punto de vista vemos un agente en el Guasón más que un sujeto, la verdadera explicación del decir agente del Caos como se define, de una forma más precisa es un agente de la Culpa, del Desliz, de forma completamente freudiana del Witz.

Es aquí donde la lógica de Batman como generador del propio Guasón adquiere forma. Por un lado tenemos a alguien que se disfraza de Murciélago para sobrepasar la culpa del asesinato de sus padres lo que trae consigo que como retorno de lo reprimido su máximo villano sea aquel que exacerba la culpa en él.

En el filme el Guasón se refiere a sí mismo como un hombre de palabra lo cual es la condición misma del chiste, de la broma. Su lado macabro es justamente su condición directa en la primera verdad para Batman “Para ellos eres un fenómeno como yo”. Otra posible traducción sería “Para ellos eres un anormal como yo”. Lo cual es enteramente cierto. Esto será motivo de nuestra última entrega donde la escena del interrogatorio será el objeto a desmenuzar.



[1] Batman: el caballero de la noche (The Dark Knight, 2008).
[2] ¿Será por eso que el Santo lucha contra monstruos femeninos principalmente?

miércoles, marzo 11, 2009

(imagen original en http://www.mondobizzarro.net/gallery/index.php)

Identidad en los tiempos de la soledad[1]
Paul Verhaeghe


Comúnmente, en mis presentaciones y artículos, muestro una revisión sobre algún tema en particular a través de Lacan combinado con Freud. Hoy, procederé diferente, ya que quiero presentar una visión en general, apoyado en Freud y Lacan, sobre lo que considero que va mal actualmente en términos de identidad y la vida amorosa. Los títulos alternativos para esta plática pudieron haber sido “el Otro no existe” o, si quieren un título más sexy, “El cuerpo desnudo”.


Contrario a la opinión popular, el amor es relativamente fácil de definir. Es un significante, es decir, está determinado por el Otro. Pertenece a la misma especie de la feminidad y la autoridad, y esto es el porqué Lacan pudo afirmar que todos estos no existen. Pudo haber incluido al sujeto también, como una clase de producto cambiante de estos significantes. Los cambios contemporáneos en el Otro y sus efectos en la subjetividad es el tema de mi charla, visto desde el punto de vista occidental europeo.


La historia ha conocido una serie de cambios importantes en nuestros estilos de vida. La transición de cazadores-recolectores a los cocechadores sedentarios fue uno de los más importantes, seguido por la revolución industrial. Lo que hemos visto en las últimas décadas con la tecnología digital es el creciente apogeo de lo que inicialmente fue solo una revolución mecánica. Sus efectos en el flujo de la información, en la educación, salud, la producción y la globalización no pueden ser sobrevalorados, junto con su aceleración acompañante. Podemos estar conectados casi en todos lados en todo momento, podemos hacer click en cualquier pieza de información, la educación de calidad es posible tanto para hombres como para mujeres, nunca hemos estado tan saludables por tanto tiempo, etc. A esta luz objetiva y agradable, el balance es positivo, aunque restringido para lo que se llama el “occidente” y con una limitada validez ecológica. Ante esto último, puedo tranquilizar la mente del lector. La idea de que la humanidad destruirá el planeta, es equivocada. Esa idea forma parte del problema – soberbia combinada con miopía. No destruiremos el mundo, solo a nosotros mismos.

Desde el inicio de la era industrial, los problemas psicológicos que la acompañaron recibieron atención. Las reflexiones de S. Marai sobre la influencia de la sociedad moderna en el hombre son tan contemporáneas que la mayoría de sus lectores difícilmente advierten el hecho que fueron escritas hace más de un siglo. Recientemente, estos problemas tomaron una forma paradójica: la primera generación que nunca sufrió hambre, no fue a la guerra y vivió un antes desconocido nivel de prosperidad, es al mismo tiempo la generación con el más nivel de depresión y el más alto nivel de suicidio. Las múltiples explicaciones rápidamente ilustraron nuestra falta de entendimiento. Al comienzo de la monografía de Freud sobre el duelo y la melancolía, parte de la explicación se debe encontrar en la identidad, o más específicamente, en su caída, en su declinación.

Hace no mucho tiempo, la identidad hablaba por sí misma, e incluso en la teoría psicoanalítica, difícilmente era un concepto, menos aún un problema (Vanheule y Verhaeghe, 2008). A medida de que fue estudiada, la atención estuvo puesta en su estructura, comúnmente en combinación con acentos psicológicos del desarrollo. Actualmente, este no es el caso, por el contrario. La identidad se ha vuelto un problema, y los llamados trastornos de la personalidad están en todos lados. Antes de profundizar en este cambio, tengo que corregir un cierto malentendido que paradójicamente es distinguido como una definición de la identidad y que al mismo tiempo ilustra el problema.

Actualmente, la identidad es comúnmente entendida como un signo de un supuestamente único Yo o ego narcisista, el “dios en lo más profundo de mis pensamientos”, independiente de todos esos otros yoes. Tal concepción testifica aún más la pérdida de la identidad, al enviar mi propio ser a mí mismo y traer consigo la pérdida de seguridad y confianza. En contraste a esta concepción, la identidad se refiere al sentimiento tranquilizador de formar parte de un grupo al que soy más o menos idéntico – la raíz latina Identitas significa similitud. Más aún, en la mayoría de los casos alguien forma parte de diversos grupos que se encuentran interconectados y que existen también por sí mismos, basados un cierto factor común: género, familia, profesión, villa, nación… Cada uno recibe un común denominador, comúnmente condensado en un nombre propio. Tu apellido te refiere a tu grupo familiar que puede estar asociado con el nombre de una villa o ciudad, o incluso a una nación de la que eres originario. Inmediatamente cuando seguimos esto, encontramos grupos que se basan en una cierta característica como el género y la profesión.
Todo sujeto carga con estas identidades, y precisamente por estas cargas, sabemos quiénes somos dentro de una estabilidad y continuidad adquiridas. La permanencia se basa en la historia, desde las historias familiares a la historia del grupo de una profesión, un pueblo, una nación… Soy alguien debido a que pertenezco al grupo identificable de alguien que dejó rastros a través de la historia, el legado que puedo seguir. Con base a su historia, todo grupo produce un número de normas y valores que tienen que ser seguidas por el individuo si quiere tomar su identidad de este grupo particular.

Esto demuestra una segunda importancia del Otro, además de la identidad: es vía el grupo que se adquiere la regulación de la pulsión, acompañada del significado, del sentido. Formar parte de un grupo implica aceptar estas regulaciones y compartir estos significados. Asumiendo que la religión es uno de muchos grupos que proveen identidad y regulan la pulsión, no existe ningún intrínseco sentido pre-suministrado o pre-discursivo y todo sujeto tiene que arreglárselas solo en este respecto. Es imposible hacerlo por uno mismo, con excepción del sujeto psicótico. Para el resto de nosotros, el Otro es estrictamente necesario.

Tanto Freud como Lacan demostraron que la regulación y el significado deben proveerse por y a partir de una serie de instancias que sean envestidas por una autoridad simbólica que recibe una posición especial en el grupo. Su carácter de necesario es causado por el hecho de que tanto el significado como las normas son siempre arbitrarias y consecuentemente tienen que estar basadas en una convención compartida por los miembros del grupo, con el líder o líderes como garantías. El histórico pater patrias o padre fundador encuentra su contraparte en el pater o mater familias, que se supone sigue la ley al pie de la letra. Además de la ley escrita siempre existen un número de regulaciones no escritas, pero no por eso menos importantes. Más allá de sus diversas formas y elaboraciones, existe un punto central en común: estas determinan la relación con el cuerpo, ya sea el propio cuerpo o el cuerpo de alguien más, desde la etiqueta al comer, las reglas de vestimenta, reglas de cortesía del compromiso al erotismo y las relaciones de género – ver los trabajos de Lévi-Strauss.

Ciertamente, el cuerpo toma una posición central, tanto en términos de regulación como de identidad. Al final del día, toda regulación se enfoca en la jouissance[2] (ver la noción de Superyó de Freud) y la identidad no es otra cosa más que el sentido y significados en los que se enfunda la superficie del cuerpo (ver la noción del Yo como superficie corporal de Freud) a través de la ropa y símbolos de categorización. Estos últimos son importantes ya que se refieren a la identidad narrativa simbólicamente determinada que nos dice y al otro quiénes somos y cómo nos relacionamos con los otros. Sin ellos, literalmente no sabríamos quienes somos. Esto es lo que Lacan explica en su teoría del estadio del espejo y la formación del sujeto.

Basándonos en la descripción dada hasta el momento, se hace claro que el pertenecer a un grupo estable es muy importante y si esta afiliación se altera, significa que tanto la formación del sujeto, la regulación y el sentido de la pulsión también estarán alterados. Esto es lo que sucede hoy en día, desde los llamados trastornos de identidad en los pacientes borderline a la pérdida de la identidad en los casos de depresión, en ambos casos vemos que están acompañados por una siempre presente sensación de pérdida del sentido y una constante angustia. Debido a este deterioro, el cuerpo previamente subyacente se encuentra nuestros días en el primer plano, en el mejor de los casos como un marco de referencia para una identidad que todavía necesita ser construida, en el peor de los casos como la última parte de una subjetividad que desaparece que nunca fue elaborada efectivamente. Esto es la vía suicida por la que alguien que ya no se encuentra más ahí, desaparece completamente de la escena.

Individuos Anónimos

La formación de grupos estables trae consigo un número de sentimientos que hablan por sí mismos: lealtad y confianza, creencia en la autoridad y la solidaridad. Originalmente, estos fueron instalados principalmente vía grupos de afiliación; hasta que recientemente, también se formaban en el lugar de trabajo. La revolución industrial hizo de la mayoría de nosotros dependiente de la economía, trayendo consigo que su fuerza determinante no puede ser sobrevalorada. El postulado básico es que la vía económica y sus efectos en los grupos determinan al individuo y su sentido de identidad.

Una descripción general de lo que ha sido llamado “el nuevo capitalismo” puede encontrarse en Sennett (2007). La combinación de la digitalización y el Internet, neoliberalismo y la seducción del mercado de valores, tanto para las compañías como para “Juan Pérez”, el hombre común, que quiere su rebanada del pastel, han instalado en poco tiempo una completamente nueva cultura de compañía –el Otro del discurso del capitalista, como fue descrito por Lacan en 1972. Debido al poder dominante de la industria, este discurso fue rápidamente tomado por la administración del estado, especialmente en temas relacionados con la salud y la educación. Sus efectos combinados en la sociedad, la vida familiar y finalmente en el individuo son enormes e ilustran perfectamente cómo la economía, la política y la subjetividad se encuentran entremezcladas. Esta mezcla es la que quiero ilustrar brevemente en materia de administración del tiempo, la importancia del conocimiento y la experiencia, la combinación entre la lealtad y la solidaridad, y finalmente, en la posición de la autoridad. Sus efectos finales emergerán especialmente en el proceso combinado de la adquisición de la identidad y la regulación de la pulsión, y consecuentemente en nuestra vida amorosa.

La administración contemporánea se enfila hacia las ganancias a corto plazo, como nuestros políticos que solo piensan en términos de un período legislativo. Esto significa que las fluctuaciones a corto plazo en el mercado de valores tiene el mismo efecto en la economía que las encuestas de aceptación en los políticos: intervenciones rápidas y drásticas en función del “mercado”. No tomará mucho tiempo para que continuidad y estabilidad se vuelvan palabras impúdicas, indicando lo que no debes buscar. A nivel individual, esto crea inseguridad y agotamiento. Todo mundo tiene que seguir creciendo, cada entrevista de evaluación debe llevar a objetivos más altos y está específicamente prohibido mantenerse en el nivel previo. ADHD[3] se ha vuelto la norma y la flexibilidad es su dogma. Un lema como “El mundo, mi villa” debería ser reemplazado por “El mundo, una estación ferroviaria”, donde la gente anda corriendo de un lado para el otro y no puede encontrar la línea correcta debido que la pizarra ha cambiado de nuevo.

Esto explica el porqué dicha economía no puede apreciar la experiencia y el saber; tales recursos causan mucho estancamiento y resistencia al cambio. En lugar de eso, el acento recae en las llamadas competencias, innovación y glamur (“atractivo”) en función de reconocimiento por el mercado de valores. Los trabajadores con antigüedad se consideran una carga: su saber estorba el rápido progreso, sus salarios son muy altos, son muy tradicionales y su flexibilidad es nula – deshacerse de ellos es el mensaje. Lo mismo sucede en la escena política que agradece a sus fieles miembros del partido por sus esfuerzos en el pasado y llenan sus asegurados asientos electorales con un grupo de actores “machos”, “actricillas” eróticas y deportistas. La analogía a nivel individual es fácil de encontrar. Todo mundo tiene que lucir eternamente joven y entusiasta además de comprar cosas solo porque son nuevas y no porque las necesitemos. Las cosas se tiran porque son viejas, no porque ya no las podamos usar.

La combinación de una tendencia a las ganancias a corto plazo y el decremento de apreciación del saber y la experiencia conllevan a la disolución del pegamento que une y mantiene a los grupos unidos, la lealtad y la solidaridad. A la luz de lo que sucede actualmente, las generaciones previas (contemporánea y posterior a la Segunda Guerra Mundial) conocieron una mayor lealtad entre “los de arriba” y “los de abajo”. Un trabajador estaba más o menos seguro de un trabajo de por vida con el mismo jefe, y consecuentemente estaba listo para comprometerse con ese trabajo por “su” jefe – de hecho era parte del él. Este jefe se comprometería por “su” gente, ya que era los mejor para sus intereses. Lo anterior casi ha desaparecido hoy en día, tanto en la compañía como en el jefe. Una compañía multinacional es invisible, no tiene contacto con sus trabajadores y despedirá, recortará, o incrementará los trabajos en función del mercado de valores. Consecuentemente los trabajadores no tienen ningún sentimiento de lealtad, y la relación entre “los de arriba” y “los de abajo” es de total desconfianza. De nuevo, la transición en términos de política es muy sencilla. El número de miembros leales al partido está reduciendo en todos lados, y con cada elección el número de votantes indecisos va creciendo. Los que votan tienen que ser convencidos a corto plazo, un compromiso largo es algo excepcional. Así, para la toma de decisión, nos lleva al uso de argumentos baratos o populistas. Es sintomático de esta pérdida de lealtad el estilo cínico utilizado por los políticos cuando se refieren a sus votantes en lo privado, y claramente es replicado por el cinismo del ciudadano común cuando públicamente habla de sus políticos.

Cuando la lealtad vertical entre los de arriba y los de abajo se pierda, la solidaridad horizontal también desaparecerá rápidamente. Una casi exclusiva tendencia hacia la rapidez o simplemente hacia mayor ganancia implica la oposición de todo lo que se interponga en nuestro camino. Consecuentemente, todo mundo se confronta con la amenazante imagen de la redundancia potencial – siempre hay alguien que es mejor, más rápido y más barato. En tal discurso, es inevitable que los colegas se vuelvan rivales y que la solidaridad sea un lujo que uno no puede darse. En la escena política también, construir una plataforma común del partido es cosa del pasado, y los principales enemigos se deben buscar en nuestras propias filas. El siguiente paso es que esta desaparición combinada de la lealtad y la solidaridad se siente a nivel del grupo más pequeño, la familia. Nuestra vida amorosa contemporánea es muy extraña. Las parejas desconfían uno del otro desde el inicio; tratando de protegerse de posibles fraudes vía complejos contratos matrimoniales, manteniendo cuentas de ahorro separadas desde el primer día, etc. En caso de conflicto, las negociaciones no son una opción válida, toma tus cosas y vete, porque la flexibilidad es mejor, y más es mejor que nada, un nuevo y supuestamente mejor producto, eso es, una nueva pareja ya está esperando. De hecho, siempre hay alguien mejor, más rápido y barato que tu.

El balance resultante es bastante pesimista. La durabilidad es mala (“¿Todavía trabajas para X?” “¿Todavía sigues con Y?”), elaborar un proyecto común a largo plazo es imposible. La desconfianza es obligatoria (“¡Nadie se va a aprovechar de mí, yo me aprovecharé de ellos!”) y la solidaridad no es más que un artículo para deducir impuestos (“¿Porqué me voy a hacer cargo de ti?”). Todo esto confluye en una esfera de fatiga generalizada, falta crónica de tiempo y, lo más importante, sentimiento de vacío. En lugar de la identidad otorgada aunque alienante del discurso previo, el sujeto contemporáneo es perseguido por las preguntas básicas: ¿quién soy, en relación a quién?

Una característica final del nuevo capitalismo es menos visible pero tiene grandes consecuencias como el resto. El centro del poder que antes era muy claro - el jefe, la oficina – no solo ha abandonado la compañía, también se ha vuelto anónima. La nueva compañía opera en el mercado de valores y se maneja por innombrables juntas directivas. Esto conlleva inevitablemente al reemplazo de la autoridad por el poder puro. El siempre temporal encargado tiene que hacer lo que el mercado y la mesa directiva le dicen hacer, y un gobierno nacional no puede contradecir estas decisiones, incluso aunque se refieran al cierre de una fábrica lucrativa. En nuestro siglo, un gobierno nacional es la perfecta encarnación del “Señor Waldemar” de E. A. Poe: está muerto sin darse cuenta de ello.

Este aspecto anónimo del poder es amenazante debido precisamente a su anonimato. Cualquiera que desee protestar hoy día está en un terrible problema debido a que es muy difícil hallar la dirección del lugar donde dirija su protesta, añadiendo al problema sentimientos de impotencia. Esto también lo encontramos a nivel de la familia, donde el asiento de la autoridad ha estado vacío por décadas. En los peores casos, los hijos literalmente no saben bajo qué común denominador deben ubicarse. Son los exponentes del anonimato creciente contemporáneo. El grupo de gente con un vínculo incierto está creciendo día con día. Vínculo incierto no realmente la expresión correcta, en muchos casos esto significa que estas personas no tienen ningún vínculo, son individuos anónimos en los tiempos de la soledad. En tales circunstancias, no es ninguna sorpresa que el cuerpo vaya por delante, al centro de la escena, como el lugar de anclaje para una identidad que todavía necesita ser construida.

Sei personaggi in cerca d’autore

Somos un cuerpo, pero no somos solo un cuerpo. Leí en el periódico el obituario de un hombre desconocido. Supe que había nacido en Ghent en 1942 el 11 de febrero, que fue la pareja de una profundamente afligida mujer, un amoroso padre de tres hijos, el abuelo de dos nietos, y que murió tranquilamente en su casa en presencia de su familia. Fue el hijo de una pareja cuyos nombres estaban marcados con una cruz. En una cuantas líneas, cuatro generaciones aparecieron. Supe que fue un arquitecto, miembro de distintas sociedades y que fue profundamente religioso. Esta descripción condensada me brinda una imagen de la identidad que revestía su cuerpo difunto. El obituario ilustra como tratamos de continuar nuestra identidad más allá de las fronteras de nuestra muerte. Sin esta identidad, el sujeto no existe; es solo un cuerpo, lo que significa que terminamos de la manera como empezamos.

Revestir, en el sentido literal y en el sentido figurativo, determina nuestra identidad y las convenciones determinan como esta forma como nos vestimos debe de lucir así como nuestra identidad. Tal determinación va más allá de solo nuestra imagen corporal o conciencia corporal – esto solo es el punto de apoyo para el Otro en la construcción del sujeto. Actualmente, parece como si no llegáramos lo suficientemente lejos en estos puntos básicos en las formas más elementarías. Si lee en el periódico que un programa político no suficientemente sexy, entonces sabrás que tiempo vives.

Un recientemente famoso documental para televisión (“In Europe”, de Geert Mak) nos muestra imágenes del siglo pasado, por ejemplo, de las protestas de estudiantes de finales de los sesentas. Incluso a color, el negro, el gris y el blanco son muy dominantes. Tenemos que asumir que los hombres que marchaban apenas son veinteañeros, pero lucen mucho mayores. Incluso, no se ven muy saludables y las formas de sus cuerpos no se ven tan atractivas. Esto no es ninguna sorpresa, ya que su actividad deportiva principal eran los debates nocturnos con muchos cigarrillos y alcohol. Su identidad se basaba en la posición brindada por sus estudios en combinación con el hecho de que ellos pertenecían a un número de otros grupos clásicos. Medio siglos después, esto ha cambiado por completo. La mayoría de los estudiantes son mujeres, los colores están en todas partes y casi todo mundo (profesores incluidos) sigue un programa de salud física. Lo siguiente va para todos en occidente: el cuerpo toma el lugar central de una forma que no hace mucho tiempo era impensable. Tiene que encontrase con un número de normas apremiantes (joven y hermoso, sexy y provocativo), y en el caso que la vida saludable, el trabajo corporal y la dieta ya no ayuden, siempre está la cirugía plástica.

La explicación racional para este cambio es que en nuestros tiempos se reconoce lo saludable como representado en una apariencia placentera. La explicación no tan racional es que es una forma desesperada para ser alguien y obtener reconocimiento. Si la determinación simbólica del sujeto está cada vez más desapareciendo debido a que los grupos que fundaron esta determinación están desapareciendo, entonces terminamos con dos posibilidades. Uno puede empezar a buscar por nuevos grupos que tal vez nos den una identidad. Y/o uno puede volver al cuerpo al desnudo, como una base para la interacción con los demás y por una posición en ese intercambio. En ambos casos, el sujeto-a-ser esta desesperadamente en busca del gran Otro que esté dispuesto a brindar una historia para su vida, como los seis personajes (Seis personajes en busca de autor) en la obra profética de Pirandello.

La búsqueda por grupos que brinden nuevas identidades sucede virtualmente en todos lados actualmente. La desaparición de naciones y su consecuente identidad en la Europa sin rostro ha traído consigo una creciente ola de regionalismo. En combinación con los hooligans del football, esta es la versión suave de un movimiento que se vuelve más severa para aquellos que caen entre las grietas de las naciones y la historia. Entre más vacía se vuelve la identidad de alguien mayor será la necesidad por un grupo riguroso, y como consecuencia de todo grupo fundamentalista – sea Cristiano, Judío o Musulmán – se volverá más atractivo. Una vez que alguien es aceptado en tales grupos, la duda desaparece. Al sujeto se le dice quién es, donde reside la autoridad, cómo se las tiene que arreglar cada quien con su propio cuerpo y con el cuerpo de los demás, cuál es el objetivo común y cómo cada quien contribuye para ese objetivo. Al fin, seguridad y certeza. Finalmente, el cuerpo ha llegado a ser un sujeto, incluso en esa manera conveniente que prepara el cuerpo para el sacrificio. En caso de que algún científico benévolo con las mejores de las intenciones llegue a explicar que Dios, Alá o Jehová no creó el mundo en siete días, entonces esta explicación será muy convincente a el posterior refuerzo y cohesión del grupo. La religión brinda identidad; la ciencia no.

El cuerpo desnudo

Si esta opción (ser parte de un grupo fundamentalista) no es posible, el personaje que busca un autor/el sujeto que busca del Otro no tiene otra opción que replegarse a su cuerpo, como la base en bruto de la identidad. Incluso así, el caso es que alguien solo puede ser un sujeto en y a través de la relación con otro alguien; por si mismo nadie puede ser un sujeto. Ana Frank necesitó a su Kitty y Tom Hanks a su Wilson (Cast Away). Cuando el proceso de la formación del sujeto está limitado a su sustrato corporal, esto implica una recaída a las formas más elementales de interacción, el sexo y el atractivo sexual. De nuevo, esto es más prominente en aquellos que caen en las grietas de la historia y las naciones, siendo en este caso principalmente las mujeres. El número de mujeres de Europa occidental que tratan desesperadamente de adquirir una identidad y una posición en el occidente a través su cuerpo, es también un efecto de la nueva economía. Este fenómeno no es nada más que una forma exagerada de lo que sucede en todos lados, aunque en una aparente forma más banal.

De alguna manera, la identidad es reducida a la identidad sexual. El hecho de que una definición de género convincente basada en la cultura haya desaparecido implica una vuelta a la determinación biológica. En palabras más encillas, esto significa una vuelta a todas aquellas características que tienen que ver con la procreación: juventud y fuerza, combinada con proporciones corporales y cierto tipo de complexión, las cuales deben ser claramente exhibidas. “Yo Tarzan, tu Jane”, parece ser la nueva fórmula amorosa. Desafortunadamente, esto no es suficiente para una sensación de estabilidad con respecto a la identidad, justamente porque no está respaldada por una determinación simbólica. La sensación de no ser lo suficientemente masculino, no ser suficientemente femenina ha tomado proporciones dramáticas. Esto contradice de forma dolorosa la ilusión de que la certeza en estos temas la podemos encontrar en la realidad desnuda. Alguien, de hecho algún-cuerpo[4] es un hombre o una mujer, biológicamente hablando, lo que tampoco se puede dudar. Pero, ¿soy lo suficiente masculino o femenino? Para hallar suficiente certeza, tenemos que incluirnos en grupos estables de nuestra cultura, y sus definiciones de masculino y femenino. Ahora que estos grupos están desestabilizados y su definición ya no tiene autoridad, la incertidumbre es la norma. En lugar de grupos tradicionales, las “magazines” contemporáneas ofrecen respuestas en la forma de preguntas en la portada. “¿Cuál es tu peso ideal?”; “¿Cuál debe ser el tamaño de tus pechos?”, y cosas por el estilo. Mientras tanto la llamada disforia de género ha recibido nueva atención. La creciente incertidumbre en términos de determinación simbólica de género ha traído consigo una gran cantidad de jóvenes con una imposibilidad de tomar decisiones, condenándolos a la tierra-de-nadie de la bisexualidad. En su doctorado, P. Gherovici demostró de forma convincente que esta es la forma contemporánea de la pregunta histérica clásica con respecto al género: ¿Soy bisexual o no?” Desde mi lectura, esto es de nuevo un indicador de la pérdida de un discurso que otorga identidad. Si convertirse en hombre o mujer se vuelve difuso, entonces mantenerse entre los dos y no tomar una decisión es inevitable. Obviamente, la metáfora de Lacan concerniente a los dos niños en el tren llegando a los baños y preguntándose si deberían ir a “Dames” o “Messieurs”, ya no se aplica, y necesita a manera de suplemento una tercera opción, o de forma más correcta, la ausencia de elección.

El advenimiento de la bisexualidad como un efecto de una vuelta a la determinación biológica de la identidad sexual resulta sumamente paradójico, para decir lo menos. Resulta así aún más debido a que nuestra generación es la primera que tiene métodos anticonceptivos efectivos a su disposición; actualmente la sexualidad y la procreación pueden estar desconectadas. Justamente en el tiempo donde ya no tenemos que preocuparnos por embarazos no deseados, regresamos a una excesiva acentuación de todas las características que se relacionan con la procreación, debido a la falta de una identidad de género determinada simbólicamente.

Independientemente de lo anterior, la introducción de métodos anticonceptivos efectivos tiene una serie de implicaciones importantes. Primero que nada el hecho de que en nuestros días una mujer puede conscientemente escoger entre su educación y su carrera, llevando la emancipación a una escala masiva. El precio a pagar es que ellas también se ven sometidas a todos los efectos amorosos de la nueva economía, como los describimos antes. Segundo, la desconexión entre el sexo y la procreación ha influenciado grandemente la interacción sexual, es decir, las limitantes de la edad definitorias de la posibilidad de tener sexo han cambiado considerablemente, en ambas direcciones. Los jóvenes comienzan a tener sexo a cada vez a más temprana edad, y con el incremento de la salud y la expectativa de vida, el sexo es una actividad placentera y un negocio riesgoso con jóvenes. Hubo un tiempo donde los padres se preocupaban si sus hijos ya “lo hacían”, en nuestros días los hijos se preocupan si su ancianos padre que queda vivo ha comenzado a “hacerlo” de nuevo, por el caso de que su herencia pueda caer en malas manos.
El efecto más importante de esta desconexión técnica es que ésta es la primera generación de mujeres en la historia de la humanidad en la que el sexo puede equivaler a placer, liberadas de la angustia de algún embarazo o de algo peor, de la muerte en el parto. En este punto, sin embargo, una angustia atávica aparece en los hombres. En su última teoría sobre el complejo de Edipo (en su seminario XVII), Lacan apunta que el sujeto neurótico experimenta jouissance como algo amenazante, y que la clásica solución edípica conlleva a una distribución de roles defensiva, con la madre recibiendo la parte de la jouissance imposible y el padre el papel del gran represor. Actualmente, la jouissance se vuelto altamente posible y la prohibición casi ha desaparecido. Como resultado, la virgen que se niega o la mujer que pospone están cada vez más siendo reemplazada por las chicas adolescentes activamente solicitas y mujeres cazadoras entradas en los cuarentas o cincuentas. Yo Barbie, Tu Ken. Una cantidad de hombre encuentran lo anterior muy difícil, y su deseo por las chicas de rancho voluptuosas pero inaccesibles de antaño ha sido reemplazado por el temor a la vagina dentata. Lo anterior puede renovar la agresión en contra las mujeres, y especialmente contra su cuerpo.

Jouissance y regulación

Con lo anterior regresamos a la idea de regulación, siendo ésta la segunda función del Otro en combinación con la determinación de la identidad. Estos son los dos lados de la misma moneda debido a la forma cómo los grupos definen su identidad siempre tiene que ver con una imagen ideal, con consiguientes prohibiciones y prescripciones. Un X verdadero (por ejemplo, un verdadero analista lacaniano) se comporta de así y no debería de comportarse así o asá. Esta combinación fue predicha por Freud, más particularmente en su diferenciación entre el Yo Ideal (deberías ser así) y el Superyó (no hagas esto), ambos proporcionando las directrices para la construcción del Yo. Encuentra el origen para esta construcción en el grupo más pequeño, es decir, la familia edípica, pero luego en su carrera generalizó sus ideas al mismo grupo de la psicología.

Estas regulaciones pueden ser muy específicas, en función de la naturaleza específica de un grupo en particular, o general. Las reglas de un club de futbol son diferentes a las de un coro y las regulaciones de una escuela difieren de todos ellos. Sin embargo, cada uno de ellos encajan en una definición general socio-cultural de cómo un miembro de cierto grupo dentro de cierta sociedad debe de comportarse. Más allá de las diferentes regulaciones, un número de elementos en común pueden encontrarse. Casi siempre, se dice cómo es que un miembro de un grupo tiene que comportarse con los miembros de otro grupo y con la gente que no pertenece al grupo, ambos con la función de un objetivo en común. Queda entendido que uno ayuda a alcanzar el objetivo, y casi siempre, está prescrito los que el individuo tiene que sacrificar para ayudar a cumplir los objetivos del grupo. Como recompensa, el miembro recibe una posición dentro del grupo y protección por el mismo, además de compartir los beneficios de haber alcanzado el objetivo.

Cuando vemos hacia cuáles son los grupos más elementales –los grupos de niños, niñas, hombre, mujeres, familia – y en su determinado lugar y tiempo, entonces se hace inmediatamente obvio que estas regulaciones conciernen al cuerpo, tanto el propio como el de los demás. La regulación implica cosas como la higiene, comer, tomar, y el erotismo. En pocas palabras: jouissance.

Una lectura ingenua puede considerar a las anteriores como restricciones superfluas en las que se consideran necesidades “naturales”. Una lectura más informada por la antropología descubrirá rápidamente que tales regulaciones están presentes en toda cultura – no importa lo diferentes que sean; aún más, que ellas constituyen el elemento conector de la estructura social. Ellas regulan la identidad en una serie de temas cruciales y por lo mismo, brindan seguridad. El hecho de que un número de grupos o incluso culturas hayan instalado regulaciones que causan más problemas que seguridad no es, por si mismo, un argumento para rechazar la necesidad por la regulación. Vivir juntos requiere una convención, es decir simbolización; de otra manera este vivir juntos no funciona.

Desde un punto de vista psicoanalítico, existe probablemente otra razón para esta necesidad. A mitad de su carrera, Freud tuvo que concluir que la humanidad no funciona solamente siguiendo el principio de placer; justo después de que los conductistas se enfrentaran al mismo hecho. En la experiencia de Freud, existe algo que está más allá del principio del placer, algo por lo que nos esforzamos al mismo tiempo de que lo evadimos. Conglomera niveles de tensión que van en crecimiento, si la necesidad va más allá de las restricciones de lo traumático. El pensamiento racional en combinación con el discurso científico contemporáneo descartarán estas ideas, sobre todo debido a que esta idea de tensión es difícilmente algo que encaje con la ciencia médica. Sin embargo, es suficiente si se abre un journal para encontrar más ilustraciones “basadas en evidencia” de las que te puedas interesar… Obviamente, algo se encuentra en el sujeto que nos lleva a trasgresiones más allá del principio del placer en una región de la “jouissance”, entre corchetes, ya que no es siempre obvio que tan gozable sea esta jouissance. Esta es la conclusión de Lacan cuando estudió esta jouissance: el intento fallido del sujeto para simbolizar es literalmente la elaboración normal, es decir, siguiendo las normas del Otro (Verhaeghe, 2009). Y en su lectura, los efectos de esta jouissance del nuevo capitalismo y su obligación generalizada a gozar distan de ser inocentes.

A este respecto, apreciamos un extraño giro. Con algo de exageración, se puede decir que todo lo que antes estaba prohibido ahora es obligatorio. En el pasado no tan distante, la satisfacción solo podía ser alcanzada después de una inversión considerable de tiempo y esfuerzo personal, y la idea general era que la satisfacción final no era en este mundo. Actualmente, la convicción contemporánea es que nuestros deseos deben satisfacerse completamente, siendo el único impedimento el dinero en combinación con algún consejo para la salud. Sin embargo, el sujeto postmoderno también tiene que experimentar la imposibilidad de la jouissance. Pero mientras la convicción se mantiene sobre el poder alcanzarla y como la castración simbólica esta negada, el sujeto está obligado a continuar intentándolo, y por consiguiente instalando más altos niveles de trasgresión.

El efecto no es lo que es esperado o temido. No nos desaparecemos en libertinajes ilimitados, como muchos cruzados moralistas nos previenen. El resultado es perderse en una zona de aburrimiento y frustración agresiva con latos niveles de inseguridad y angustia innombrable. Esto es lo más extraño, debido a que la mayoría de nosotros vivimos en las áreas más seguras del mundo. Así como el cuerpo del macho o la hembra no brinda suficiente certeza en materia de identidad de género, la seguridad en la realidad no es un estándar convincente para la estimación subjetiva.

Lo que sigue, es fácil de predecir: al igual que el bebé que está alterado por su cuerpo, el sujeto postmoderno apelará al Otro. La tragedia es que este Otro ha perdido su estatus, debido a que ya no es sostenido por el grupo y su respuesta ya no tiene suficiente peso. Comúnmente, este descubrimiento desata una solicitud, una súplica, por la restauración de un padre autoritario que traiga ley y orden. Para esto, es muy importante estudiar la corrección que Lacan hace de la teoría edípica de Freud. De forma resumida se refiere a lo siguiente: El Otro del Otro no existe, lo que significa que la autoridad simbólica siempre es arbitraria, basada en una ilusión y una convención. Esto no significa que la función paterna sea superflua, sino todo lo contrario. Garantiza dos asuntos importantes. Ya he desarrollado el primero, la identidad. El segundo es menos obvio, aunque está estructuralmente conectado con el primero: la autoridad simbólica garantiza la existencia de una falta (Lacan, 2006 (1969-70) : 121-129).

Esto puede sonar algo filosófico, y claro que lo es. Pero al mismo tiempo, tiene efectos muy concretos. Significa que toda figura de autoridad experimenta tarde que temprano que él o ella no puede vivir a la altura de su función. Esto es experimentado por todo padre, y es el porqué Lacan considera a la vergüenza como un afecto fundamental en el padre. También significa que el aprender cómo manejar la inevitabilidad de la falta debería ser la meta más importante del proceso conjunto de la formación del sujeto y la regulación de la pulsión (comúnmente conocida como educación) Para Lacan, el discurso del capitalista trae consigo un mensaje totalmente distinto: la falta es una coincidencia pura, una respuesta total es posible y existe un gran Otro que garantiza esta respuesta. De ahí su conclusión, de que existen convivencia entre el capitalismo y la ciencia moderna, con el negocio de la publicidad como marca de conexión.

Visto desde esta perspectiva, no es de extrañarse que muchas personas experimenten la falta de una respuesta total como injusticia realizada por otro malvado. El tono apagado pero agresivo de sus exigencias pronto se transforma en una agresión abierta, siendo enviada esta agresión hacia cualquier dirección posible, es decir, hacia adentro o hacia afuera, hacia el propio cuerpo o el cuerpo de los otros decepcionantes. A manera de ilustración, podemos referirnos a ejemplos banales de un sector donde se esperaría que las reglas fueran muy claras: el tráfico, el flujo vehicular en las calles. Investigaciones han demostrado que la ira de camino se ha convertido en un fenómeno común en Europa. Cerca de uno de tres conductores, en el caso de los hombres y una de cada cuatro mujeres admiten que han cometido agresiones de tráfico durante el último año (Smart et al., 2005; Willemsen et al., la prensa). En la mayoría de los casos, esto se limita a maldecir, insultar y hacer señales obscenas; utilizar el propio auto como obstáculo también es muy popular, pero la frecuencia de los que llama “asalto de maltrato” se incrementa.[5]

Este flujo vehicular puede servir como metáfora para otra clase de tráfico, llamémosle amor. Para concluir: Vivimos en una época donde tanto la formación del sujeto como la regulación de la pulsión ya no son tan obvias. La pérdida de las identidades definidas simbólicamente aísla al sujeto contemporáneo y lo obliga a replegarse a intercambios elementales con los otros, donde los cuerpos toman la posición central. Contrario a lo que se podría creer, esto no es un efecto de la desaparición del gran Otro, debido a que este Otro nunca estuvo ahí desde un inicio. Se debe a la ilusión de que existe un gran Otro sin falta. Los efectos del discurso capitalista con relación al amor se dan vía su rechazo a una castración simbólica. No existe falta y en caso de existir una, es responsabilidad de los demás, a quienes se debe de culpar. Para Lacan, las implicaciones de la vida amorosa contemporánea son fáciles de predecir: « Tout ordre, tout discours qui s’apparente du capitalisme laisse de côté ce que nous appellerons simplement les choses de l’amours, mes bons amis. Vous voyez ça, hein, c’est un rien. » (Lacan, 1971-72, 6 de Enero de 1972). “Todo orden, todo discurso que se relaciona con el capitalismo, deja de lado lo que llamaremos simplemente las cosas del amor, amigos míos. Ven eso, ¿eh? No es poca cosa.”




[1] APW – Eight Annual Conferences – Philadelphia. March 28-30, 2008, University of Pennsylvania. Artículo original en http://www.psychoanalysis.ugent.be/pages/nl/artikels/artikels%20Paul%20Verhaeghe/Identity%20in%20a%20time.pdf traducción por Héctor Mendoza
[2] Mantenemos como en el texto original la palabra en francés “jouissance” concepto lacaniano que tradicionalmente se ha traducido en castellano como “goce”. Héctor Mendoza
[3] Siglas para “Attention Deficit and Hyperactivity Disorder”, en nuestra lengua es el TDAH, Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad. Héctor Mendoza.
[4] La frase original juega con la forma en inglés para referirse a alguien (somebody) que incluye la palabra cuerpo (body) y que literalmente se forma algún-cuerpo.
[5] Una explicación obvia es que el alza en la agresión puede ser explicada por el alza en la densidad del tráfico. Aunque lo anterior pueda ser parte de la explicación, seguramente no es suficiente: el tráfico en las ciudades de la India es tres veces más denso y frenético que en el mundo occidental, y no tienen agresiones de tráfico.