domingo, marzo 16, 2008


LA ENSEÑANZA Y EL PSICOANÁLISIS[1]
Una imposibilidad necesaria

Paul Verhaeghe


“Para la llamada «psicología normal» permanece sin explicación la asombrosa conducta de la enferma, que se ingeniaba para aunar un saber conciente con el no saber.”[2]

“Nullius addictus jurare in verba magistri.”
(Horatius, Epist. I, I, 14.)
[3]

Por diferentes que las biografías de Freud puedan ser, todas coinciden en un punto: él quería saber. Desde el principio, podemos ver a un hombre ambicioso en su trabajo cuya meta es alcanzar una posición maestra, de experto, a través del saber. Cuando da sus primeros pasos hacia el psicoanálisis - en un momento en el que se encuentra ya en la mediana edad- su meta sigue siendo la misma y ello matiza tanto su teoría como sus prácticas iniciales. La cura analítica es la historia de un saber perdido, perdido como resultado de haberse convertido en material inconsciente. El propósito de tratamiento es la re-inscripción de este saber inconsciente en la conciencia. La expectativa implícita es que los efectos terapéuticos le sucederán automáticamente. A este respecto, Freud se revela así mismo como el heredero de la Ilustración, en la medida en que cree que la mera transmisión del saber es suficiente para inducir un cambio. Sin embargo, más allá de esta iluminación, nos topamos con Sócrates y sus insistentes preguntas: ¿Qué es el saber? y ¿Cómo puede éste ser transmitido o enseñado? Estas son dos preguntas que quiero puntualizar en el presente artículo.

El saber en análisis

Con respecto a la primera pregunta, tengo que especificar que el saber en cuestión, es más bien particular, es el conocimiento que es buscado por cada sujeto desde el principio. El estudio del caso Dora ilustra esta insistencia, y nos brinda lo esencial de esta búsqueda: a través de sus síntomas y sueños, Dora continuamente se pregunta qué significa el ser una mujer y una hija en relación al deseo de un hombre[4]. Esta ilustración en particular pierde su propia particularidad cuando Freud empieza a estudiar la infancia y de esa forma descubre la generalidad de lo que él llama las investigaciones sexuales infantiles, o lo que es lo mismo, la original búsqueda del saber. Tal como el paciente histérico, el niño quiere saber la repuesta a tres preguntas relacionadas entre sí. La primera concierne a la diferencia entre los niños y las niñas, la segunda, al origen de los bebés. La última es acerca del padre y la madre: ¿cuál es su relación? El niño, dice Freud, procede entonces como un científico, y produce genuinas teorías explicativas, por ello él los llama investigaciones sexuales infantiles y teorías sexuales infantiles.[5]. El problema recurrente con el conocimiento producido es que las respuestas nunca son decisivas, con el resultado de la persistencia de las preguntas. Este también fue el caso de Dora, cuyo segundo sueño menciona la repetición: "Sie fragt wohl hundertmal" ( ella preguntó cien veces)[6]. De acuerdo a Freud, los investigadores sexuales infantiles tropiezan con dos puntos específicos: el papel del padre (“el papel del semen fecundante”) y la identidad sexual femenina (“la existencia de la abertura sexual femenina”). Esta falla termina “renunciación no rara vez conlleva a una herida permanente del instinto de conocer”.[7] En lugar de un conocimiento correcto, el niño debe contentarse con las fantasías primarias, combinando en construcciones imaginarias la verdad, lo falso y la falta de un saber. Esto fortalece la convicción de Freud acerca de que la neurosis es o bien el efecto de un saber incorrecto en estas cuestiones o el efecto de una falta total del mismo.

En consecuencia, la primera solución terapéutica propuesta por él consiste en proveer a los pacientes con lo que él considera ser el saber adecuado, de tal modo que coloca al terapeuta en la posición de Maestro (master), de experto, de Amo. Una ilustración perfecta puede ser encontrada en la construcción producida a beneficio del pequeño Hans: “tiempo antes de que naciera (Hans), yo sabía que nacería un pequeño Hans que iba a querer mucho a su madre y que iba a sentir miedo por su padre por ello; (...)”. La reacción del pequeño es muy reveladora: “¿Acaso habla el profesor con el buen Dios…? En el camino de regreso a casa, Hans preguntó al padre, ¿… pues puede saberlo todo desde antes?” Esta pequeña interacción es muy instructiva: muestra al analista en la posición de poseer, enseñar y garantizar lo correcto de un saber.[8] De nuevo, el estudio del caso Dora es aún más instructivo. Freud asume el papel del Maestro-experto que sabe en materia de deseo y goce (fr. jouissance), y quien, por medio del tratamiento, enseña su saber al paciente; el paciente debe aceptar estos insights, etc. Y de nueva cuenta, las generalizaciones de esta concepción pueden ser halladas en sus ideas sobre el esclarecimiento sexual. En 1907 escribe con entusiasmo al respecto: el adulto no deberá restringir este conocimiento, por el contrario, debe informar a los niños correctamente, de tal manera que sus teorías incorrectas y fantásticas con respecto al nacimiento se vuelvan superfluas.[9] Para Freud, es obvio que un esclarecimiento general resultará en una disminución del número de adultos neuróticos.

Esta generalización tiene un fuerte impacto en el tratamiento: la cura es transformada en un ejercicio didáctico, la didáctica se transforma en cura. Un perfecto ejemplo de esta confusión se puede encontrar en el famoso “Vorlesungen zur Einführung in die Psychoanalyse” de 1916-17 (Conferencias de introducción al Psicoanálisis)- es decir, literalmente, “lo que es leído enfrente de los alumnos”. Tanto el tratamiento como la enseñanza equivalen a un análisis didáctico de la resistencia. En este momento, Freud se convirtió en un verdadero maestro en discernir las resistencias y antagonismos de sus alumnos/ pacientes, aun antes que ellos mismos lo hicieran. Una y otra vez, el solo formula la crítica de sus alumnos / pacientes – mucho mejor de lo que ellos podrían haberlo hecho por su propia cuenta- y cada vez que lo hace, termina con la discusión.

Una estrategia como esa sólo puede originar dos posibles reacciones: o uno es transformado de paciente a alumno que dice que sí y lo absorbe todo, o bien se reacciona tal como Dora hizo, dando un portazo al salir. Desde un punto de vista histórico, esto dará el origen al análisis de la resistencia, es decir, la batalla por convencer al paciente. Si ella o él no quieren aceptar el saber que se le presenta, estamos ante una cuestión de resistencia. No nos extraña entonces que en este tiempo, Freud considere a la educabilidad como el factor determinante de lo que resulta idóneo para un tratamiento psicoanalítico.[10]

Desde un punto de vista psicoanalítico, ambas reacciones representan un fracaso. El grupo que se queda es transformado en seguidores obedientes que acogen el saber; los individuos que se van permanecen en un desconocimiento. Ambos grupos son idénticos en el sentido de que ninguno supera el saber del Otro. No le toma mucho tiempo a Freud reconocer este punto de fracaso común. De hecho, si el paciente da un categórico sí o no a una interpretación, ambas respuestas son sospechosas y equivalen a lo mismo, es decir, que el paciente no ha aceptado la interpretación. Ambas respuestas son el efecto de algo diferente, algo que se ha hecho más y más importante en el desarrollo posterior de la teoría de Freud: la relación de transferencia por la cual al analista se le atribuye o se le niega la posición del Maestro, del amo.

La verdad más allá del saber

Basado en esta experiencia, Freud modifica su curso dramáticamente. El saber ya no debe ser suministrado por el analista, sino es el analizante quien debe producir el saber, y la posición del experto que enseña se vuelve prohibida para el analista durante el curso del tratamiento.[11] En vez de enseñar, el analista debe ser enseñado. En lugar de los significantes del analista, los del paciente llenan la escena. El paciente es el único que sabe, sólo que él(la) no sabe que sabe. El saber que viene de una fuente exterior no es más que un factor inhibitorio. Esto es claramente expresado en el consejo técnico que Freud hace en ese periodo: idealmente el paciente no deberá haber leído artículos analíticos, el analista deberá abstenerse de proporcionar información o interpretaciones precoses, etc.[12] La distancia que separa el estudio del caso Dora del análisis del Hombre de las Ratas es tremenda a este respecto. En este último, él explícitamente confirma lo inútil de las intervenciones explicativas.[13] En materia de práctica clínica, toda la atención se centra en el crear una situación en la cual y por la cual el paciente pueda producir tantos significantes como le sea posible.

Desde un punto de vista Lacaniano, esto puede ser descrito como el carácter operativo de la transferencia, es decir, la transferencia como fuerza pulsional (driving force) del tratamiento. El analizante espera un saber del analista. De hecho, al comienzo del tratamiento, el analista no sabe nada en lo absoluto sobre el paciente en particular, pero él(la) puede usar su posición de tal manera que haga que el analizante produzca significantes, es decir, un saber, para ese-que-se-supone-que-sabe. Esa es una de las razones por la cual Freud afirmó que un análisis solo puede comenzar cuando la transferencia es “positiva”, y ello entonces implica una abundante producción de asociaciones. Una transferencia negativa, por otro lado deriva en silencio, por lo que debe ser deshecha lo más pronto posible.
Este cambio en la dirección – el saber localizado en el analizante, no en el analista- no es definitivo. Un nuevo obstáculo surge con esta inversión, experimentado por Freud en el dominio epistemológico cuando estudió las teorías sexuales infantiles. Estos precursores de ciencia le enseñaron la diferencia entre el saber y aquello más allá del saber, algo que pertenece a otro registro, aparte del orden simbólico. Es en este punto en el que el esclarecimiento – de hecho, la Ilustración – queda corta.[14] Lo mismo sucede con el tratamiento: existe algo que no puede se puesto en palabras, algo por lo que las palabras hacen falta. Originalmente., él consideró que esto era la experiencia traumática, pero después lo llamó el “micelio”, el “núcleo del ser”, lo “originalmente reprimido”.

Freud se enfrenta aquí con una segunda dificultad que tomará cada vez más la forma de una imposibilidad. En la primera mitad de su carrera analítica, él estaba más o menos convencido del hecho de que la última palabra, el máximo saber, podía ser encontrado, dotando al tratamiento del llegar lo suficientemente lejos. En un periodo posterior, tuvo que concluir que la verbalización sólo es posible hasta un cierto punto; más allá de eso, yace otro orden, el orden de Más allá del Principio del Placer, queriendo decir más allá de las representaciones ("Vorstellungen", es decir, significantes). El saber así como aparece en el significante no es definitivo, hay un más allá. Con Lacan nos encontramos con la dimensión de la verdad: sólo puede ser dicha a medias, "Le mi-dire de la vérité".[15]

¿Por qué la llamamos “verdad”? ¿Cómo difiere del simple saber? Uno puede responder que la verdad siempre concierne al deseo (desire) y al goce (jouissance), pero lo mismo va para el saber freudiano del mero principio, por ejemplo, sus ideas sobre Lust (placer) y Wunsch (deseo). La característica esencial de la verdad es que nos confronta con el máximo punto donde el saber sobre el deseo y el goce no pueden ya ser puesto en palabras. El saber por sí mismo siempre se queda dentro del dominio del significante, la verdad comienza dentro del dominio pero evoca una dimensión más allá de éste, esa es la principal razón por la inventamos la poesía.[16] Esta dimensión límite del deseo y la jouissance es lo que les da el empuje – que se relaciona con la pulsión. Esta dimensión más allá del significante es lo Real lacaniano o, para ser más específico, el perdido “objeto a” que siempre falta para el sujeto hablante, causando su siempre cambiante deseo.

Con esto, Freud se tropieza con una segunda imposibilidad. La discutida arriba concierne el hecho de que para el analista es imposible asumir la posición del Maestro-Amo que produce y garantiza un saber. La segunda concierne algo que se impone a todo sujeto hablante, es decir, la imposibilidad de decirlo todo y producir el saber definitivo.

La primera encuentra su primera formulación en 1933, cuando enumera las tres profesiones imposibles: gobernar, educar, psicoanalizar.[17] Es imposible para cualquier persona no personalizar la verdad (“toda la verdad y nada más que la verdad”) para alguien más, que es precisamente lo que es requerido por estas tres profesiones. Freud sabía muy bien de lo que estaba hablando, pues él mismo había tratado de combinarlas: en su periodo temprano, la terapia condujo a la enseñanza desde una posición de Maestro.

La segunda imposibilidad será elaborada en Más allá del principio de Placer. La elaboración misma se enfrenta a una dificultad fundamental, al concernir algo que yace más allá de la dimensión del significante, y por lo tanto más allá del saber normal. Algo sigue insistiendo más allá de las representaciones, la compulsión a la repetición es un intento desesperado en atarse con significantes para poder llegar a dominarla, pero esto falla una y otra vez. Este algo tiene que ver con la pulsión, aunque con esa parte de la pulsión que yace más allá del principio del placer y que tiene como propósito otra finalidad. Las primeras elaboraciones de Freud están situadas tanto en el campo de las neurosis traumáticas como en los juegos infantiles, por lo que ilustran el carácter general de este “más allá”.

Lo que no se hace claro para Freud, es el lazo entre estas dos imposibilidades. Están ligadas en el sentido de que cada una de ellas trata de responderle a la otra. Asumir la posición del Maestro-amo funciona como garantía para la respuesta que cubre la falta en la cadena de significantes y, viceversa, lo que cubre la falta en lo simbólico corrobora la posición del Maestro-amo: “el padre que sabía antes que el sujeto naciera”. La teoría de Lacan sobre los cuatro discursos hace posible trazar esas dos imposibilidades con su respectiva interdependencia. Más aún, esta teoría demuestra las interacciones estructuralmente determinadas entre ellas, a través de los cuatro diferentes discursos. [18]

La teoría de los Discursos: Imposibilidad e Impotencia

Cada discurso consiste en la misma estructura formal. Comienza con un agente empujado por una verdad a hablarle a otro con el resultado de un producto. Sin embargo, es imposible para el agente transmitir su mensaje completamente a este otro. Esta imposibilidad es encontrada en una impotencia subyacente: cada discurso es impotente de producir algo que abarque su punto de partida, es decir, la verdad. Tanto la imposibilidad y la impotencia son el efecto de una heteronimia de la verdad: parte de ella yace más allá del significante y pertenece al dominio de la jouissance.
Las cuatro posiciones de esta estructura formal pueden ser ocupadas por cuatro diferentes términos, por medio de los cuales la particularidad de cada discurso concreto es determinado.[19] Esta teoría le permite a Lacan formalizar las tres profesiones imposibles freudianas como tres diferentes discursos, cada uno de ellos con una particular apariencia de la imposibilidad. El “regieren” imposible es el discurso del Amo; el “edukieren” imposible es el discurso de la Universidad; el “analysieren” imposible es el discurso del Analista. Incluso añade un cuarto: el deseo imposible que instala el discurso de la Histérica. Estos cuatro discursos se encuentran íntimamente relacionados ya que existe un cambio determinado estructuralmente de uno a otro, llevando a que la imposibilidad de un discurso resulta en, o es contestado por, la imposibilidad de próximo discurso.[20]

La ventaja particular de esta teoría de nuestro sujeto – el saber y su transmisión a través del psicoanálisis contra la transmisión del saber psicoanalítico- es doble. Primero que nada, se centra en la transferencia con respecto a la relación entre el saber (un término) y la verdad (una posición). En segundo lugar, la teoría del discurso se centra en la transferencia de una manera puramente formal, es decir, independiente de cualquier contenido en particular de cualquier paciente en particular. Es más, cada discurso representa un lazo social que obtiene por su fracaso otro lazo social, que es a su vez otro discurso con otra relación con respecto al saber y a la verdad. La aplicación de esta teoría del discurso nos permite trazar la relación entre la enseñanza y el análisis como una que es necesaria entre dos imposibilidades.

La relación entre analista y paciente forma el meollo, el núcleo, de la práctica analítica. En primer lugar, esta relación debe ser productiva de tal forma que el paciente produzca significantes; en segundo lugar, la relación misma debe ser trabajada. El primer aspecto induce un saber, el segundo incumbe a la verdad.

La productividad de la relación transferencial consiste en el hecho de que el paciente adjudica al analista el lugar del que sabe y es por ello que el primero produce significantes, para este Otro que es “un supuesto saber”. En esta etapa, el análisis puede ser entendido en términos del discurso del Amo. De hecho desde el punto de vista del paciente, el analista es situado en el lugar del agente como un amo S1, y es por ello que el paciente en el lugar del otro produce significantes S2, y por lo tanto produce un saber.
S 1 - S2

Esta primera etapa durante un análisis resulta en un considerable crecimiento en saber. Es por ello que Lacan considera al psicoanálisis un remedio efectivo contra la ignorancia. Un nombre apropiado para esta etapa podría ser un discurso Socrático: el analista funciona como la partera proverbial, permitiendo al paciente formular un conocimiento, un saber que ya está ahí.

Inevitablemente, es decir, estructuralmente, el siguiente paso en el discurso es la producción del objeto a, más allá del saber que puede ser expresado en significantes:
Esta segunda etapa implica el límite del discurso del Amo, que significa que nos enfrentamos con dos posibilidades: o bien existe una regresión, o una progresión desde ahí a otro discurso.

La regresión nos trae al discurso de la Universidad, donde el saber como tal es representado como el agente.

Esta regresión fue la elección freudiana por mucho tiempo, cuando Freud se esperanzó a que el saber sería suficiente para enlazar el vacío entre el sujeto y su objeto de deseo. El resultado es exactamente lo opuesto de aquello que se esperaba, porque el producto de este discurso es una creciente división del sujeto.

S2 - a - $

En este aspecto, es perfectamente entendible que el último artículo de Freud verse acerca de una escisión generalizada del sujeto[21]. La conclusión es bastante clara: producir una creciente masa de saber, es decir, significantes, intensifica la pérdida del objeto a para el alumno y lo deja aún más dividido. Para decirlo sin rodeos: mientras más se sepa, más se duda y titubea

Por otro lado, el camino de la progresión nos lleva a las paradojas del discurso del Analista. Ahí encontramos al saber, es decir, al cuerpo de significantes, en la posición de la verdad. Lacan lo expresa de este modo “lo que se espera de un psicoanalista es, como dije la última vez, hacer funcionar su saber en términos de verdad”. Esto es imposible, y por lo tanto él continúa diciendo: “Es por eso que se confina a un semi-decir”[22]
Este S2 es el cuerpo de significantes, producido por el paciente en análisis, durante su primera fase lógicamente[23]. De hecho, el inicio del tratamiento no consiste en un discurso analítico, pero lo hace posible, porque esta primera fase obliga al paciente a producir un siempre creciente cuerpo de saber. Con el discurso analítico, este cuerpo de significantes ocasiona lo que yace más allá de él, el objeto a, y lo convierte en el agente de su discurso, lo que causa la división del sujeto y su deseo. Como producto de este discurso, el sujeto va a ser confrontado con un significante Amo S1 propio.

La diferencia entre estas dos posibilidades, regresión y progresión, es considerable. En la solución regresiva, el analista actúa como la encarnación del saber.; en la progresiva, él(la) no es nada más que un soporte del objeto a . La primera solución es un intento de continuar el discurso del Amo en un nivel más bajo, el segundo es radicalmente diferente, en el sentido de que la relación es tal, entre el del supuesto saber y el del que produce saber, que termina en una exacta inversión de los roles. De hecho, el discurso analítico es un reverso del discurso del amo. La elección de una solución psicoanalítica requiere esta inversión de posiciones, es decir, el proceso y trabajo de la relación transferencial en el punto donde el analista fue instalado en la posición de quien garantiza la verdad. El resultado neto e impredecible de este trabajo y proceso reside en la manera en la que un sujeto es capaz de tolerar la existencia de la falta fundamental en lo simbólico, sin necesidad de llenarla, desacreditarla o rechazarla.

Enseñar vs. Analizar

La teoría de los cuatro discursos hace posible el discutir la relación entre el análisis y la enseñanza en una manera estructural, centrándose en los elementos de la transferencia, el saber y la verdad. La diferencia crucial reside en las diferentes metas, las cuales me gustaría delimitar de la manera siguiente: separación para el psicoanálisis, alienación para la enseñanza. En términos de discurso, estas metas suponen que la enseñanza tiene como propósito la transmisión del conocimiento, del saber, mientras que el análisis se concentra en co- elección de la verdad como causa operando más allá del saber.

Primero, enseñar. La educación siempre equivale al proceso de transmisión de significantes y por lo tanto, de saber, del maestro al alumno. Esta transmisión sólo es efectiva con la condición de que exista una transferencia positiva: uno aprende donde uno ama. Esto puede ser perfectamente entendido en términos freudianos. Con un organismo primitivo, la incorporación del mundo externo es limitada a la parte placentera de éste, el resto es expulsado/reprimido (“no lo podría aceptar”[24]). Con la adquisición del lenguaje, la incorporación ocurre por medio de significantes y se vuelve una identificación. El sujeto se identifica con el significante del Otro, es decir, el saber ofrecido por este Otro, todavía en condiciones de una transferencia positiva con este Otro. Desde un punto de vista lacaniano, esta identificación siempre es una alienación. Alojar significantes del Otro transforma al sujeto en un extraño para sí mismo (Como dijo Rimbaud: “Je est autre”, Yo es otro). Esta alineación implica tanto ganancia como pérdida. En primer lugar, hay una ganancia en saber, en conocimiento, pero el proceso va más allá que sólo eso, porque la alienación es la mera operación por la cual la relación entre el sujeto y el Otro es establecida. Dependiendo del número de significantes alojados por el sujeto, la realidad externa correspondiente crece, más aún, esta realidad es por lo tanto realisada porque es precisamente determinada por el Orden Simbólico[25]. Por otro lado, tenemos una pérdida que está estructuralmente determinada. Concierne primero a lo Real, más particularmente a la falta del ser (“manque à être”[26]), y en segunda, a lo simbólico, más particularmente a la pérdida de elección: el deseo de uno mismo está siempre alienado del deseo del Otro.

Estos efectos se aplican a los alumnos para quienes la enseñanza necesariamente resulta en un efecto de unificación (formación de grupo) en la cual cada sujeto en particular es sacado del montón y después sumergido en él (drawn and drowned). Para el maestro, el acto de enseñar – producir significantes- resulta inevitablemente en una confrontación con los límites de este saber, y por lo tanto con la parte de verdad que se halla más allá de la verbalización. Esta es la razón estructural por la cual la enseñanza puede ser considerada una profesión imposible.

Ahora, el análisis. Aquí, el proceso se mueve en una dirección opuesta, no obstante también bajo la transferencia: es el analizante quien produce significantes y por lo tanto un saber para el analista quien se encuentra en el otro extremo, el de recibir. Este último es quien debe ser enseñado, con el resultado de que la alineación sea situada en su lado, implicando el riesgo de que el analista se identifique con el saber que es producido para, y atribuido a, él(la). En contraste, para el analizante, la posibilidad de evitar la alienación es creada. Es más, mientras el sujeto siga produciendo significantes para el analista en la posición de aquél que sabe, el sujeto es por consiguiente confrontado con el carácter alienante de estos significantes con respecto a su identidad como sujeto. “Pues en ese trabajo que realiza de reconstruirla para otro, vuelve a encontrar la enajenación fundamental que le hizo construirla como otra, y que la destinó siempre a serle hurtada por otro.”[27]. En este sentido, el trabajo analítico está muy relacionado al trabajo de duelo, y resulta en una desalienación o des-identificación. Este trabajo confronta al sujeto con la pérdida irreparable que se halla en el corazón de lo Simbólico. Esta es la misma pérdida donde la búsqueda infantil por un saber llegó a una calma por las mismas razones: la identidad sexual simbólica, la función del padre, la relación sexual. Lo Simbólico nunca puede apartar estos aspectos de lo Real; como una falta en lo Simbólico, ellos abren el vacío para el sujeto, dejándolo con dos posibilidades.[28]

En primer lugar, el analizante puede retroceder en esta confrontación con la falta, y preferir regresar a la respuesta producida y garantizada por el Amo, por ende, él(la) continúa en la alineación y se queda sujetado al deseo del Otro y su saber: él(la) sigue siendo un alumno. Consecuentemente, él(la) entra al grupo y comparte su saber. Para ubicarlo en la terminología lingüística de F. de Sassure el(la) comparte las convenciones de los significantes usados por ese grupo para cubrir lo Real. En la segunda posibilidad, el analizante puede quedar enganchado en una confrontación con la verdad, es decir, con la falta fundamental en el Otro. Por ende, el(la) va a reducir la respuesta del Amo a una respuesta, por medio de la cual la posibilidad de separación es abierta. Más allá de la dimensión del saber, el sujeto ha co-elegido la verdad: no hay Otro que garantice. Consecuentemente, el próximo paso sólo puede ser indicado, más no puede ser completado. Desde este punto el sujeto puede llegar al acto de la creatividad, si bien una creación ex nihilo, obligándolo a hacer elecciones propias. El determinismo de la alienación es remplazado por el semi-determinismo de la relación. El tiempo en que esto ocurre es el futuro anterior, el “lo que yo habré sido para lo que estoy llegando a ser”: las elecciones hechas en el pasado ahora determinan el futuro[29]. Comparado al proceso de enseñanza, que resultó en la homogeneización de los alumnos dentro de un grupo (y dejó al maestro dividido), el análisis termina con la producción de la diferencia radical entre los analizantes (y arriesga dejando al analista en alineación)[30]. No es una coincidencia el que Lacan discuta la creatio ex nihilo en su seminario XVII sobre ética. Las elecciones que uno tiene que hacer más allá de este punto son arbitrarias (no hay garantía) y por lo tanto, son éticas.

Debido a su estructura, la separación no puede ser enseñada, pero la enseñanza es la precondición necesaria para ello. Una cantidad suficiente de significantes auxiliares tiene que ser producida, antes de que uno pueda alcanzar el punto de una falta de apoyo. Una vez que ese punto es alcanzado, cada significante falla. Me recuerda a una expresión por B. Driessens (comunicación personal) “tratar de atrapar la verdad con palabras es tal como tratar de atrapar el agua con una red: lo único que se atrapa es porquería”. Históricamente hablando, solo al bufón se le permite no formular pero sí evocar la verdad; en este sentido el analista es la verdadera encarnación del bufón.

La diferencia entre proveer a alguien con significantes y hacer que alguien produzca significantes, es decir, la diferencia entre enseñar como un Maestro o ser enseñado como un supuesto Maestro, puede ser usada para crear una diferenciación entre psicoterapia y psicoanálisis. Cualquiera que sea el abordaje terapéutico, de una u otra forma el tratamiento psicoterapéutico viene a ser el hecho donde el terapeuta toma la posición del Otro que garantiza y provee al paciente con los significantes correctos. Históricamente hablando, así es incluso cuando la psicoterapia comenzó, con el teatro griego que exponía al público su propio drama, y les permitía identificarse con los actores resultando en lo que Aristóteles llamó catarsis. Este tipo de terapia permite al sujeto un marco simbólico con el cual afrontar lo real. El psicoanálisis es una posible secuela, a condición de que el sujeto haya adquirido los significantes necesarios para poder cuestionar la alienación y llegar a la separación.

Para concluir, la transferencia puede ser utilizada de una manera doble, ya sea para imponer significantes o para hacer que alguien las produzca. En ambos casos, producir significantes, ya sea en la posición de maestro o de analista, confronta al sujeto inevitablemente con el punto de la falta y abre la posibilidad de un proceso analítico.

En el primer caso, la enseñanza es la meta principal, dando pie a la alineación y a la transmisión del saber, resultando en formación de grupo alrededor de significantes compartidos, es decir, una “doxa”. Para el Maestro, sin embargo, ello provoca una confrontación con la falta en el orden simbólico y lo obliga a cuestionar su propia posición como un sujeto dividido hacia esta falta.

En el segundo caso el análisis se vuelve el propósito; da pie a la separación y la co-elección de la verdad, confrontando al analizante con su propia subjetividad, su otredad. Para el analista sin embargo abre la trampa de una identificación con la posición del Maestro-amo, de la cual debe mantenerse alejado.

Los dos procesos están íntimamente relacionados: el discurso del Amo, infunde un saber, pero produce el objeto a de tal forma que no puede ser relacionado al sujeto dividido. El discurso del Analista comienza más allá de este saber, con este objeto a en la posición del agente en una relación causal con el sujeto dividido que produce un S1 propio.

La contradicción interna entre estos dos procesos encuentra su más clara expresión en las llamadas escuelas psicoanalíticas y su dificultad omnipresente. ¿Cómo es posible formar un grupo con gente que ha, ya sea alcanzado el pináculo de su otredad, o bien ha elegido una identificación con la doxa?


[1] La presente traducción es la integración de tanto el documento impreso como la versión electrónica: Verhaeghe P., Teaching and Psychoanalysis: A necessary Impossibility, in: M.Stanton & D.Reason (eds), Teaching Transference. On the Foundation of Psychoanalytic Studies, London, Rebus Press, 1996, pp. 27 - 43.
http://www.psychoanalysis.ugent.be/pages/nl/artikels/artikels%20Paul%20Verhaeghe/Teaching%20and%20Psychoanalysis.pdf
Traducción al castellano por Miguel Martínez Jiménez y José Héctor Mendoza Cuevas.

[2] Freud. S. Sobre la iniciación del tratamiento (Nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis, I) (1913). «Zur Einleitung der BehandIung Obras completas de Sigmund Freud, Amorrortu Editores. Volumen 12.

[3] “Nadie está obligado moralmente a jurar lealtad a las palabras del Maestro”. Horacio escribió esto en una carta dirigida a Mecenas, el arquetipo del patrocinador.

[4] Freud. S. (1905a) Fragmento de análisis de un caso de Histeria. Obras completas de Sigmund Freud, Amorrortu Editores. Volumen 7.

[5] Freud S. (1905b) Tres ensayos de teoría sexual. Obras completas de Sigmund Freud, Amorrortu Editores. Volumen 7.
[6] Freud. S. (1905a) Op. cit.
[7] Freud. S. (1905c) Op. cit.
[8] ¡Notamos la forma referida de “Profesor”! Freud. S. (1909b) Análisis de la fobia de un niño de cinco años. Obras completas de Sigmund Freud, Amorrortu Editores. Volumen 10. “Me enorgullecería extraordinariamente esta admisión de labios del niño si yo mismo no la hubiera provocado con mis fanfarronadas en chanza.”
[9] Freud. S. (1907e) El esclarecimiento sexual del niño (Carta abierta al doctor M. Fürst) Obras completas de Sigmund Freud, Amorrortu Editores. Volumen 9.
[10] “En cuanto a la propiedad de que el enfermo sea susceptible de educación para que pueda aplicársele el tratamiento psicoanalítico, deberemos examinarla todavía desde otro punto de vista.” Freud. S., 1905a Sobre psicoterapia. Obras completas de Sigmund Freud, Amorrortu Editores. Volumen 7. (itálicas P. Verhaghe)

[11] Este cambio queda mejor expresado en el comentario de Freud al respecto del sueño de Irma en La interpretación de los sueños.
[12] Freud. S., (1913c) Sobre la iniciación del tratamiento (Nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis, I). Obras completas de Sigmund Freud, Amorrortu Editores. Volumen 12.
[13] Freud. S., (1909d) Apuntes originales sobre el caso de neurosis obsesiva. Obras completas de Sigmund Freud, Amorrortu Editores. Volumen 10.
[14] En 1933, concluye que había sobrestimado el efecto profiláctico del esclarecimiento: a pesar de que se instale el conocimiento conciente, esto no cesa que los niños construyan fantasías. El conocimiento no es suficiente, existe otro factor a trabajar. (“Lejos estoy de afirmar que sea este un proceder dañino o superfluo, pero es evidente que se ha sobrestimado en mucho el efecto profiláctico de estas liberales prevenciones. Los niños saben ahora algo que antes ignoraban, pero no atinan a nada. con las nuevas noticias que les regalaron. Uno se convence de que ni siquiera están prontos a sacrificar tan rápido aquellas teorías sexuales -uno diría: naturales- que ellos han formado en acuerdo con su organización libidinal imperfecta y en dependencia de esta: el papel de la cigüeña, la naturaleza del comercio sexual, la manera en que los niños vienen al mundo. Todavía largo tiempo después de haber recibido el esclarecimiento sexual se comportan como los primitivos a quienes se les ha impuesto el cristianismo y siguen venerando en secreto a sus viejos ídolos” Freud. S., (1937c). Análisis terminable e interminable Obras completas de Sigmund Freud, Amorrortu Editores. Volumen 23.

[15] “"No hay relación sexual" se propone entonces como verdad. Pero ya he dicho que la Verdad no puede decirse sino a medias (mi-dire).” Lacan. J. Seminario 19. Clase 08-12-71

[16] “La poesía se funda precisamente sobre esta ambigüedad de la que hablo, y que califico de doble sentido. Ella parece resultar de la relación del significante al significado, y se puede decir en cierto modo que es imaginariamente simbólica. Si en efecto la lengua — es de ahí que Saussure toma su punto de partida — es el fruto de una maduración, de una madurez, que se cristaliza en el uso, la poesía resulta de una violencia hecha a este uso, de la que tenemos algunas pruebas — si evoqué la vez pasada a Dante y la poesía amorosa, es precisamente para marcar esta violencia. La filosofía hace todo para borrarla, por lo cual ella es el campo de ensayo de la estafa. Es por eso que, también, no se puede decir que la poesía no juegue allí a su manera, inocentemente, lo que he connotado recién como lo imaginariamente simbólico. Eso se llama la verdad.” Lacan. J. Seminario 24. 15-03-77.

[17] En el párrafo que precede estas tres imposibilidades, formula que el análisis y la relación analítica se encuentra fundada “en el amor por la verdad, es decir, en el reconocimiento de la realidad objetiva”. S. Freud, (1937c). Análisis terminable e interminable Obras completas de Sigmund Freud, Amorrortu Editores. Volumen 23.

[18] Como consideramos esta teoría una condensación de la evolución de Lacan, cualquier referencia bibliográfica hacia alguna parte de su trabajo en particular es limitante. La teoría fue desarrollada durante el seminario de 1969-70, L'Envers de la psychanalyse, Radiophonie y su próximo seminario: D'un discours qui ne serait pas du semblant. Una elaboración posterior puede hallarse en Encore, el seminario de 1972-73. Para una exposición didáctica remitimos a: P. Verhaghe, “From impossibility to inability: Lacan's theory on the four discourses', en The Letter, Lacanian perspectives on Psychoanalysis, 4,1995, Dublin, pp. 76-100; y P.Verhaeghe, ¿Existe la Mujer? De la histérica de Freud a lo femenino en Lacan. Paidos.

[19] Los cuatro elementos son: el S1, designa al Amo; es el significante con el cual un sujeto pretende estar completo, sin ninguna división, el S2, denomina la interminable cadena de significantes al mismo tiempo que designa el saber; El “Objeto a” es lo que se encuentra más allá del significante, el objeto primordial que se encuentra irrevocablemente perdido por la adquisición del lenguaje; $ es el sujeto dividido y barrado, barrado por el Real y dividido entre los significantes.

[20] Los cuatro términos: S1 y S2, $ y a, se presentan en un orden fijo. Según este orden, pueden ser rotados en las posiciones, con el resultado de cuatro formas diferentes de discursos. De hecho, en la quinta rotación, se vuelve al punto de inicio. Siguiendo este orden, el discurso del Amo cambia al Discurso de la Universidad que cambia al Discurso del Analista que al cambiar llega al Discurso de la Histérica:

[21] Freud. S., (1940 [1938]) La escisión del yo en el proceso defensivo. Obras completas de Sigmund Freud, Amorrortu Editores. Volumen 23.
[22] Semi-decir, medio-decir o hablar a medias es un intento por traducir mi-dire, un neologismo en francés. Ver Lacan, J. El Seminario, libro XVII, L’Enverse de la psychanalyse. Clase 5 Saber, medio de goce 14-01-1970. Una elaboración posterior puede ser hallada en El Seminario, libro XX, Encore, Clase 8. El saber y la verdad 20-03-1973
[23] Una fase que, como tal, nunca termina de completarse.
[24] En nuestro castellano mexicano hace sentido decir “Eso no me lo trago”. H. Mendoza.
[25] La inspiración de esta parte de la teoría lacaniana se halla definitivamente en Melanie Klein, especialmente su artículo sobre “La importancia de la formación de símbolos en el desarrollo del yo”. Ver Lacan, J. Seminario I. Los escritos de Freud sobre la técnica clases 6-7 y Seminario XI, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, clases 16-19.

[26] Lacan. J. Seminario 8, La transferencia.
[27] Lacan, J. (1977) La Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis: Palabra vacía y palabra plena en la realización psicoanalítica del sujeto, en Escritos 1.
[28] En nuestra opinión, Bion conceptualiza lo mismo inconcebible con sus ideas sobre el “O”en Attention and Interpretation, London, Karnac Books Ltd., 1984.
[29] Lacan, J. (1977) La Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis: Las resonancias de la interpretación y el tiempo del sujeto en la técnica psicoanalítica, en Escritos 1. Ver también J. Lacan, Seminario 1, Los escritos técnicos de Freud.
[30] Lacan. J. Seminario 11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Clase 20 En ti más que tú
24-06-1964

domingo, marzo 09, 2008


El Puño Del Amo Zen Que Asfixia

“¡Gracias por tu sabiduría Maestro Zen!”

“Fist of Zen” de la cadena de televisión Mtv es un programa de concurso para adolescentes. En el supuesto de que existe un Maestro Zen milenario que busca trasmitir su sabiduría a occidentales a través de pruebas de tortura y humillación; un grupo de jóvenes realizarán diversas tareas algunas dolorosas, y otras asquerosas, con la consigna de realizarlas en completo silencio sin posibilidad de quejarse o reírse del compañero que está sufriendo. A cada prueba superada el equipo ganará 100 libras esterlinas hasta una prueba final en la que todos participan y donde se juegan el “todo o nada” de lo acumulado. Este programa, como show de concurso, en su carácter de sin importancia nos permite abordar temas relacionados con la ideología actual y los síntomas que dan cuenta de la misma. Lo que brilla de este programa es que, como otros del tipo de “Fear Factor”, el sufrimiento garantizado. No se trata de correr más rápido, saltar más alto o cargar más peso, aquí es de soportar más dolor sin quejarse. Lejos de satanizar este programa y más lejos aún de simplemente dejarlo pasar, la hipótesis de este escrito es reconocer en “Fist of Zen” un intento de solución ante un fenómeno que toca a la clínica actual, el Otro no responde, la A-dicción, y los nuevos tipos de síntomas que están apareciendo.

Al más puro estilo de una madre de familia preocupada vayamos a la pregunta obvia ¿Por qué un programa donde se busca-apuesta el dolor? ¿Por qué los jóvenes buscan el dolor? Fácilmente podemos dar las dos respuestas clásicas de nuestra sociedad de riesgo: por la búsqueda de la adrenalina o por alienarse con el grupo, es decir, por buscar la aceptación del grupo de amigos. Estas serán las dos vertientes básicas. Por un lado tenemos el discurso del bio-poder que indica que el joven no es responsable sino que existe un desajuste en su organismo que genera la necesidad física de estas conductas de riesgo. Por el otro lado, las teorías humanistas dirán que el sujeto no es responsable ya que se ve influenciado por el grupo de amigos y los medios de comunicación que le han enseñado violencia buscando con esto controlarlo y mandarlo a la guerra, etc. La propuesta del psicoanálisis es diferente a estas dos.

Si “Fist Of Zen” fuera un sueño (la formación clásica del inconsciente), el método psicoanalítico no se concentraría en el sufrimiento o la humillación sino en los pequeños detalles del cómo se presenta esta prueba. En este caso, en el juego-parodia-chiste que se monta como pretexto para sostener el programa. Si los jóvenes sufren, es por el Maestro Zen. Así, la pregunta cambia a ¿porqué estos jóvenes buscan (sueñan) ser sometidos y humillados por un Maestro-Amo Zen?

El budismo que presenta “Fist Of Zen” no es la ideología oriental solo si admitimos que es exageradamente oriental, es decir, vista con ojos occidentales. La parodia nos lo dice. El título “Fist of Zen”, su apariencia, es una clara referencia a las películas tipo “b” orientales, las conocidas como “películas de karatazos”. El Puño (“Fist”) del título nos remite a la película de culto de Bruce Lee “Fist of fury”; tipo de película que tenían la características de ser, por lo chafas, dobladas de manera pésima. Vemos y escuchamos al Zen Master como salido de una película de los 70 tanto en la forma de la calidad de la imagen como en la música. La parodia muestra que lo que conocemos como budismo, nueva ideología capitalista de iluminación solo es la versión occidental de ese misticismo. Es la versión New Age que por igual mezcla creencias en los extraterrestres, los ángeles, física quántica, etc. A la Lacan podemos decir que “finalmente tendrán un Amo”. En el capitalismo neo liberal en el que vivimos no puede co-existir con la sabiduría oriental ya que esa búsqueda de paz interna sin necesidad de ir a una iglesia y someterse a la jerarquía monoteísta solo es posible en su régimen original el feudal o en su cambio actual comunista en la política y capitalista en el mercado.[1]

El maestro Zen, más que ser oriental es exageradamente occidental pero el de ese poderoso maestro del pasado, es como buscar ese padre poderoso totalitario del régimen occidental patriarcal, ese tan temido y rechazado de nuestro tiempos. ¿Por qué buscar ese padre primordial de otros tiempos?

Oedipus Reloaded

La gran pregunta teórica de muchos analistas comprometidos con la clínica actualmente es como la pregunta que se hace Žižek en su libro “El espinoso sujeto”, ¿A dónde va el Edipo? Antes de gritar “¡Ya no hay Edipo!”, proponemos la experiencia de un Oedipus Reloaded, siendo Fist Of Zen una expresión de él.

Otro lugar donde localizamos otro ejemplo de síntoma por el estilo es en las novelas de Chuck Palahniuk. Su obra más famosa es sin lugar a dudas “El club de la pelea”. La propuesta artística de Palahniuk es más desarrollada en su más reciente novela que nos brinda más posibilidades de análisis del fenómeno que comentamos ya que lleva por nombre “Choke” traducida en castellano como “Asfixia”. En la novela, escrita a manera de autobiografía de confesiones, se desarrolla el siguiente dialogo entre el protagonista y una chica mientras lo hacen en un avión:

“-Mis amigas me apuestan dinero a que estás casado…
Le digo a Nico que a lo mejor sus amigas tienen razón. La verdad es que todos los niños criados por una madre soltera en gran medida ya nacen casados… En la historia edípica moderna, es la madre la que mata al padre y se lleva al hijo.
Y uno no se puede divorciar de su madre.
Ni matarla.”
[2]

La confesión-reflexión del protagonista de “Asfixia” no remite a un antiedipo, a menos que reconozcamos el carácter de promoción de “closet” en lo anti. Así como el ateo que grita un reto a Dios esperando secretamente que le caiga un rayo. Reload resalta la forma de volver a tener algo encima. No es la figura de recuperar, ni de volver aun punto anterior, no es la reversa, sino pasar a otra fase, asumir la figura de la post modernidad. El puño del Zen es una especie de Edipo Retraumado donde el agobio ante el Edipo, la sumisión con el amo y la ley patriarcal se reinserta y pasamos del “todo-nada” al “ahogo y desahogo”, como la identificación con el abuelo (padre primordial) rechazado por el propio padre.

Hemos abordado dos temas desde el arte y el entretenimiento, a hasta cierto punto un síntoma sin tanto sufrimiento si recordamos la calidad de “formación de compromiso”, de “intento de solución”, pero sobre todo de algo que se presenta a alguien que pueda escucharlo. Dirijamos nuestra mirada ahora hacia lugares donde fracasa eso donde triunfa “El puño del Zen” y “Asfixia”, El video-bullying y El Chocking game.

La tesis del presente escrito es la siguiente: la verdadera actualidad de las Neurosis Actuales de las que Freud habló desde 1898. Sostenemos, al igual que otros, que lejos de lo que se cree el psicoanálisis es más actual que nunca. Siguiendo la senda de la popularidad encontramos a los adolescentes, ya que ellos siempre están a la moda, y nuevos fenómenos a los que el psicoanálisis puede atender. Actos que otros llaman ingenuamente “conductas desadaptadas”, otros llamarán despectivamente “moda” y otros más “riesgos de nuestra juventud” son los siguientes: El video-bullying y el chocking game.

Descritos brevemente, El video-bullying es el video grabar (comúnmente con cámaras de teléfonos celulares) peleas o ataques entre jóvenes para después subirlos a la red (en páginas estilo “you tube”). Por su parte, el chocking game, o juego de la asfixia, como su nombre lo indica es inducir o auto inducir un estado de asfixia presionando ciertas partes del cuello con el objetivo de buscar la sensación tanto de desvanecimiento o la intensa que se produce en el cuerpo al recuperar el oxigeno.

Lo interesante de estas prácticas entre los adolescentes es el rasgo de lo común. Lo más inquietante a simple vista es el nombre del tercer de estos actos, el chocking game. ¿Cómo alguien puede jugar a asfixiarse? De ahí que muchas asociaciones de padres de familia en los EE.UU., preocupados por esta situación, hacen campaña de concientización para detener este juego que ha costado la vida de muchos jóvenes que se les pasó la mano. Desde el punto de vista del psicoanálisis esas campañas carecen de algo, el reconocimiento de acto sintomático. El presente escrito es parte de hacernos cargo de esos que se nos presenta en la clínica en la actualidad. De lo contrario, no atender lo que está en estas prácticas, es garantizarnos lo que Paul Verhaeghe nos advierte en su artículo “Crónica de una muerte anunciada: la extinción de las psicoterapias”[3].

En dicho articulo, el profesor Verhaeghe comenta lo siguiente:

“En las últimas décadas, ha ocurrido un notorio cambio en los problemas que se nos presentan en la práctica clínica. Los síntomas clásicos parecen haber desaparecido, y enfrentamos nuevas formas de patologías… En lugar de fobias, tenemos los ataques de pánico. En lugar de las nauseas histéricas, están los trastornos en la alimentación.”[4]

En el análisis de esos nuevos síntomas Verhaeghe encuentra tres diferencias entre esos síntomas clásicos y los actuales.

“Primero que nada, estos nuevos síntomas casi siempre se relacionan con el cuerpo de manera directa, sin mediaciones. Solo piensen en las somatizaciones y los trastornos de la alimentación, pero también en la adicción, la auto-mutilación y las actuaciones.”

Relacionándolo con nuestros objetos de estudio podemos ver el cuerpo convulsionante tanto en el chocking game como automutilación y adicción como el video-bullying como una actuación agresiva. Sigamos con la segunda característica de Verhaeghe.

“Muchos de los nuevos síntomas son preformativos, pero no en el sentido teatral de la palabra, sino en el sentido de ser simples acciones”.

Esto comentado por Verhaeghe nos lleva diversas reflexiones. ¿Qué hace la diferencia entre un acto teatral y un simple acto? Si algo nos enseñan los artistas que realizan performances no es que no exista escenario (al no realizarlo en un teatro per se, sino en la calle) sino que el escenario es cambiante, es decir, el juego principal es el escenario mismo. Cuando Verhaeghe dice “No teatral sino simples acciones” es justamente el acto sin teatro, sin escena ya que lo que cambia de una simple acción a una actuación teatral es saber a donde dirigir la mirada, responder a la pregunta ¿Dónde está el escenario? Aún más, ¿qué función tiene el escenario? Lo interesante es que el acento no lo hacemos en la acción en si, sino en algo más, en la forma de ser mediado. Casi podemos escuchar a Sara García gritándoles a sus sobrinos en la película Los Tres García que al intentar agarrarse a balazos les grita “¡Paléense con los puños, como cuando eran chiquillos!”. Así llegamos a la tercera diferencia que encuentra Verhaeghe.

“Una tercera diferencia es menos visible… algo no está ahí. En contraste con los síntomas tradicionales, los nuevos parecen carecer de sentido, de significado, son solo lo que son. El ejemplo más obvio es el ataque de pánico – para el paciente, solo es pánico, no hay significados ocultos, como lo sería en el caso de una construcción fóbica.”

Ahora bien, ¿qué es esto que ha cambiado para que los síntomas sean más en el cuerpo, más violentos y más vacíos de sentido? Verhaeghe lo ubica en esta forma.

“Lo crucial en las neurosis actuales es la combinación entre una posición ambivalente con respecto al Otro y la ausencia de un manejo en representaciones de la pulsión. Como consecuencia, la atención permanece de forma prolongada en lo real del cuerpo y en la actuación. Es importante entender que estas actuaciones no tienen ningún significado oculto que pueda ser interpretado. El único objetivo de esta actuación es liberar la tensión interna. La angustia y la depresión no son raras, pero de nuevo, son diferentes comparadas con las versiones psiconeuróticas. Son mucho más elementales, no hay capas subyacentes. Esto nos lleva a la típica transferencia. La relación del neurótico actual con respecto al otro es contradictoria. Por un lado, este otro se necesita, debido a que el sujeto demanda una respuesta. Por el otro lado, este paciente no espera mucho del otro, debido a que el Otro primordial no le brindo mucha ayuda.”

Con esto tenemos otro costado del problema, el cambio del Otro. El tema del Otro es de máxima importancia sobre todo en tiempos actuales donde se supone que somos libres y no tenemos que seguir ninguna ideología preestablecida, ni en el ámbito económico, religioso, sexual sino que debemos ser tolerantes y buscar la equidad. En tiempos donde ya la máxima no es “Dios ha muerto” sino “si tu quieres no ha muerto ¿qué dios elige libremente adorar?” Si los síntomas han cambiado es porque el destinatario de esos síntomas también ha cambiado. La pregunta no solo “¿Qué nos tratan de decir nuestros jóvenes?” Sino “¿desde donde suponen que serán –o no- escuchados?” En “How to read Lacan?” Žižek comenta lo siguiente:

“De acuerdo con Freud, cuando desarrollo un síntoma, produzco un mensaje codificado sobre mis más íntimos secretos, mis traumas y deseos inconscientes. El destinatario de los síntomas no es otro ser humano real: antes de que el analista descifre mis síntomas, no hay nadie que este leyendo su mensaje. ¿Quién es, entonces, el destinatario de mis síntomas? El único candidato que queda es el virtual gran Otro.” [5]

Ese Otro despiadado que se busca en el Maestro Zen como una esperada corporización de mi superyó, ese Otro querido lector al que confiesa sus crímenes el protagonista de Asfixia. Pero, ¿y si no hay ese Otro? O ¿si no atiende? Néstor Braunstein nos ilustra más sobre los efectos del Otro cuando responde y cuando no.

“Hay el Otro. ¡Ay, el Otro! Ese Otro que demanda que se desee su deseo, que el sujeto se inscriba en él bajo las insignias del trabajo, del amor, de la paternidad o de la maternidad, de la descendencia y de la condescendencia, de la decencia y de la docencia, de la producción de objeto como significantes y de significantes como objetos. Está el Otro que, aunque tachado y aunque no exista, impone su Ley y hace al sujeto responsable de su posición de sujeto. El Otro que pide que se dé cuenta del paso por el mundo, que impone que el sujeto explique y responda por la vida que se le dio en lo simbólico cuando se le atribuyó el nombre propio que lo representa ante el conjunto de significantes.
No siempre el Otro pide; a veces es más letal cuando no lo hace. La a-dicción no es tan sólo una renuncia a pronunciar las palabras que representarían al sujeto ante el Otro exigente. La vida en el mundo del capitalismo tardío muestra otra manera de disponer la capitulación del habl-ente, la derrota de la palabra. Sucede así cuando el Otro no dice ni pide ni espera, cuando el otro calla. Proponemos que en tal caso hablemos de A-dicción. “Haz lo que quieras. A mí no me importa. Ni te hablo ni te escucho”.
[6]

En lo dicho por Braunstein debemos imaginar diversas formas de la A-dicción, sobre todo la peor, la de las buenas intenciones. Ese “haz lo que quieras” no es de forma despectiva. En el capitalismo que nos recuerda el autor, la frase va acompañada de la protección excesiva de nuestros derechos y poder de decisión. Es un amable “hazlo solo si realmente quieres hacerlo”, “si usted está de acuerdo llame al 01-800…” Pero se amputa la posibilidad de la queja ya que “te di lo que pediste”. Ese “ni te hablo, ni te escucho” puede ser el “no me meto en tu vida ya que es tu mundo privado” o “para que no te molesten mejor pongo una ley que prohíba al otro molestarte antes de que te moleste”.

Una forma en como el Otro no atiende es en el exceso de preocupación. La no atención es al no reconocer un sujeto, un hablente, ya que “sin caballero no hay Dama” ¿habrá sujeto sin el Otro? Žižek aborda este tema en su libro con título más subversivo “En defensa de la intolerancia”:

“Cuando el gran Otro en cuanto sustancia de nuestro ser social se desintegra, la unidad de método y la reflexión que encarnaba se desintegra en una violencia brutal y su capacidad interpretativa se torna impotente, ineficaz.”[7]

“Somos gente sana, joven, despierta y viva”

Apliquemos lo comentado al fenómeno del “Juego de la Asfixia”. Para abordarlo nos remitimos a comunicados en línea de padres de familia y diversas instituciones preocupados por el fenómeno.

“¿Qué es el “Juego” del Ahorcado (Chocking Game)?
El Juego del Ahorcado es una actividad que está circulando entre los adolescentes y pre-adolescentes que amenaza sus vidas. Ellos usan sus manos, cuerdas, correas, cadenas, corbatas o cintos para sofocarse y cortar la circulación de la sangre y oxígeno. Los niños obtienen una sensación de “high” cuando se quita la presión y regresa la circulación de la sangre al cerebro.
¿Quién juega este “Juego”?
Principalmente niños entre los 9 a 15 años. Estudiantes sobresalientes que no usan ni drogas ni alcohol. Estudiantes buscando una sensación de peligro o una actividad secreta. Niños hasta de 6 o 7 años de edad especialmente los que tienen hermanos que juegan este “juego”.
¿Por qué participan los niños en este “juego”?
Para obtener una sensación de “high” sin tener que usar alcohol o drogas. No intentan dañarse ellos mismos ni a otros. Es considerado “buena onda” y arriesgado. Falta de información sobre las consecuencias. Experimentando con su cuerpo y sensaciones”
[8]

Cuando comentaba estas características con una amigo con hijos adolescentes decía “¿Cómo que no intentan dañarse si buscan cortarse la circulación?” La pregunta apunta al centro del acto. Efectivamente, no estamos ante la postura masoquista del goce frente al dolor pero tampoco estamos frente al suicidio frustrado. Primero abordemos el carácter de “juego” y liguémoslo con “experimentar con su cuerpo y sensaciones”.

Antes de convertirnos en “el Otro que no responde” por el miedo sobre protector ante “las criaturas”, pensemos como adultos, esto es, desde la experiencia. En otra generación, recuerdo dos juegos en mi secundaria. Por un lado el “bonito” juego del “burro bala” que, a diferencia del burro 7 o 17 no se contaba jugando con las palabras “tres, el águila cae con sus pies”. Sino que solo se trataba de aventarse a la masa de cuerpos adolescentes que formaban una extraña edificación hasta que se colapsaba. Por lo regular se terminaba el juego con algún herido. Otro juego con tintes de la Iluminación era una exaltación a la electricidad, “los toques”. Una cajita con cables que daba descargas eléctricas controladas convocaba un círculo de jóvenes tomados de las manos mientras una corriente eléctrica doblaba sus jóvenes cuerpo por el dolor.

Incluso hasta las peleas entre jóvenes tenían otro matiz. Lo que lamento de estos jóvenes actuales es que no tuvieran los amigos y las reglas de cortesía de antaño. Buscando en el baúl de los recuerdos puedo pensar en la siguiente escena: Dos muchachos van saliendo de la secundaria les corta el paso otro grupo de chavos donde el líder le había “cantado un tiro” a uno de ellos con la amenaza clásica “a la salida”. Quedan como en las películas del viejo oeste, es la hora del duelo, los amigos “hacen bola” y comienza el ritual de amenazas donde parece que en cualquier momento empieza “la acción”. “¡¿Qué quieres puto?!” “¡Lo que quieras!”, “¡Véngase!”, “¡Sobres!”. Finalmente se abalanzan el uno sobre el otro pero ese momento es fugaz ya que intervienen los amigos para separarlos. Los amigos azuzan, amarran navajas pero separan en el “mero momento”. Ahora no solo no separan, sino tal vez ni azuzan, sino que están como “reporteros amateurs” solo para captar con su celular “el momento”, solo para tener una evidencia de lo que sucede, como el padre de familia que graba la caída de su hijo sin soltar la cámara.

En el fenómeno del “Juego de la Asfixia” aparece algo que busca reglas de acción. Instrucciones de uso. Los benditos límites que se suponen le faltan a nuestra juventud, solo que la pregunta de siempre es ¿cómo se ponen esos límites? Otro dato nos encontramos.

“Un 'juego de estrangulamiento' se volvió mortal para 82 jóvenes. 2/15/2008
JUEVES 14 de febrero (HealthDay News/Dr. Tango) -- Al menos 82 jóvenes han muerto por participar en un "juego de estrangulación" desde 1995, según muestra un informe gubernamental reciente… “Es probable que durante generaciones se hayan jugado juegos similares”, según Toblin, cuyo informe aparece en la edición del 15 de febrero de la revista de los CDC, Morbidity and Mortality Weekly Report. "Lo novedoso es que los jóvenes lo están jugando solos y usando ligaduras que son factores de riesgo que hacen que sea más probable que mueran por causa de la actividad", señaló.”
[9]

El investigador citado resalta el rasgo de la postmodernidad, el aislamiento tolerante; “¡Hágalo desde la comodidad de su hogar!”. De nuevo estamos ante el “Otro que no atiende”. Las campañas de prevención de este tipo de fenómenos tendrán que enfocarse en otro sentido que el de la reproducción de esa no-atención. Si buscamos un sentido oculto detrás del juego de la asfixia no encontramos las clásicas relaciones simbólicas típicas de la conversión histérica. Existe una distancia entre el síntoma simbólico conversivo de “no poder hablar porque se siente como si alguien me estuviera ahorcando” a que “me ahorque para sentirlo”. En el como si le guiñamos el ojo al Otro para hablar, en la acción simple, al hacerlo solo, pretendemos no molestar al Otro porque se angustia. Aquí llegamos al constado de la reacción angustiante de los padres que no permiten que esa angustia circule en los hijos. El artista, al “dar voz alta a su inconsciente” nos dice lo siguiente:

“Y le pregunto:
-¿Por qué haces esto?
Y ella dice:
-¿El qué?
Esto
Y Tracy sonríe.
La gente a la que se conoce detrás de puertas sin pasar el pasador está cansada de hablar todo el tiempo. Está cansada de la seguridad…
-La razón de que haga el circuito es que, si lo piensas, no hay una buena razón para hacer nada.
No hay sentido.
Es gente que no quiere tanto un orgasmo como olvidar. Olvidarlo todo. Durante un par de minutos, diez minutos, media hora.
O tal vez la manera en que la gente reacciona cuando la tratas como a ganado. O tal vez todo esto son excusas. Tal vez simplemente están aburridos. Tal vez es que nadie está hecho para pasarse el día sentado en un cajón de embalaje diminuto rodeado de otra gente y sin mover un músculo.
-Somos gente sana, joven, despierta y viva –dice Tracy-. Si te paras a pensarlo, ¿qué es lo más antinatural?
Se está poniendo otra vez la blusa, subiéndose las medias.
-¿Por qué hago nada? –dice-. Tengo suficiente educación como para disuadirme a mí misma de hacer cualquier cosa. Para deconstruir cualquier fantasía. Para convencerme de abandonar cualquier meta. Soy tan lista que puedo negarme cualquier sueño.”

Aquí llegamos al punto más importante a resaltar del perfil de los jugadores de la Asfixia: “Estudiantes sobresalientes que no usan ni drogas ni alcohol”. La generación de la postmodernidad hace bien en ser definida como donde la información es la principal arma. Incluso, aparece la ilusión de que si algo sale mal es porque faltó información. Como bien lo muestra la extraordinaria película “Juno”, el ser inteligente no necesariamente es equivalente a madura, es justamente en la relación con los padres y la experiencia como una serie de actos significativo que fueron atendidos por el Otro que se puede vivir después de tropezar.[10]

Esta generación de niños sabelotodo permite, como lo mencionado en “Asfixia”, “deconstruir cualquier fantasía” y se es tan listo que se puede negar cualquier sueño. Como acto simple, sin carácter simbólico que remitiría a una fantasía como en los sueños, ¿qué buscan en al Asfixiarse? Eso simplemente, asfixiarse. Ya no asfixian los padres, las leyes, la iglesia, el estado nos dice que no nos obliga nada sino que nos protege que no nos asfixien.[11]
El Otro que no habla, que no responde, también es esta tendencia a reaccionar de forma “preventiva” ante estos fenómenos buscando hacer saber a los jóvenes sobre los riesgos de esas conductas (enseñar las consecuencias a nivel de cerebro que trae consigo esas prácticas) o buscar a la víctima detrás del acto (lo hace porque tiene problemas en casa, abusaron sexualmente de él, etc.). En lugar de proporcionar los elementos simbólicos de los que carece el simple acto. De nuevo “Asfixia” lo dice de esta manera al referirse a los grupos de apoyo de victimas, “No lo somos todos”[12], de la adicción al sexo:

“Además, aquí ser un pervertido no es culpa de uno. La conducta sexual compulsiva no siempre consiste en que te chupen la polla. Es una adicción física que está esperando a que el compendio de desordenes mentales le dé un código propio para que el seguro médico cubra el tratamiento.
Se cuenta que ni siquiera Bill Wilson, uno de los fundadores de Alcohólicos Anónimos, pudo librarse nunca del mono sexual y se pasó toda su vida de abstinencia engañando a su mujer y mortificándose por la culpa.
Se cuenta que los adictos al sexo se vuelven dependientes a la química sexual creada por practicar el sexo continuamente. Los orgasmos llenan el cuerpo de endorfinas que matan el dolor y te tranquilizan. Los adictos al sexo en realidad son adictos a las endorfinas, no al sexo. Los adictos al sexo tienen unos niveles naturales inferiores de monoamina oxidasa. En realidad, los adictos al sexo lo que ansían es la péptido feniletilamina que uno segrega en situaciones de peligro, capricho pasajero, riesgo y miedo.”
[13]

Si los jóvenes buscan esa experiencia de angustia, de “adrenalina”, recordemos que eso es lo que se vive en las situaciones comúnmente conocidas como traumáticas. Al más puro estilo de la madre de familia que al ver que su hijo se esta dando golpes en la cara le responde con un amoroso “¡No lo hagas hijo mío! ¡Para eso me tienes a mi!” y le suelta dos o tres cachetadas maternales. “No te traumes, para eso me tienes a mi”, “No te estreses, para eso me tienes a mi”, “No te humilles, para eso me tienes a mi”. A este respecto, no jugarán a la asfixia los hijos de la madre de la serie “Malcolm in the middle”.

¿Qué nos enseña para la clínica estas expresiones artísticas? Vayamos al formato de narración. Tanto en “Malcolm” como en “Asfixia” la narración es exageradamente directa. El formato es el de la “autobiografía no autorizada” al más puro estilo freudiano. Para que la artimaña de la autobiografía funcione debe ser leída y provocar algo en el amable lector, algo que ahogue y permita al sujeto, después, desahogarse.

[1] En nuestro contexto quien encarna esta función es el conocido Yoga-teacher Maldonado. Lo increíble es que para empezar a decir sus reflexiones y hacer sus flexiones debe quitarse la camisa. Su mensaje espiritual es acompañado por ropa deportiva especial, comer comida especial, usar aceite especial, además de comprar su video de ejercicios al estilo “yoga-pilates-salsa aerobics”.
[2] Palahniuk, C. Asfixia (Choke) 2001. Grijalbo Mondadori, S.A.. Barcelona, España.
[3] http://www.psychoanalysis.ugent.be/index.php?position=6x1x0&page=DownloadsVerhaeghe
[4] Verhaeghe, P. (2007) “Chronicle of a death foretold”: The end of psychotherapy Dublin City University. Health4Life Conference 2007. Thinking, Feeling, Being: Critical Perspectives and Creative Engagement in Psychosocial Health. 10-13 September 2007. http://www.dcu.ie/health4life/conferences/2007/
[5] Žižek, S. How to read Lacan. 2007. W.W. Norton & Company. Inc. New York. USA.
[6] Braunstein, Néstor A. El goce: un concepto lacaniano. 1ª ED. Buenos Aires: Siglo XXI. Editores Argentina, 2006. Pág. 282.
[7] Žižek, S. En defensa de la intolerancia. 2007. Ediciones Sequitur, Madrid. España.
[8] “Dangerous Game” Guidance and Counseling. Brownsville Independent School District.
[9] http://mx.yahoo.drtango.com/enciclopedia/newsdetail.asp?articleid=612721
[10] Próximamente en este blog: Juno: tropezar, correr, crecer.
[11] En la ley antitabaco ¿Quién es esa victima que hay que proteger?
[12] Citamos al personaje Eric Draven de la película “The Crow”.
[13] Palahniuk, C. Asfixia (Choke) 2001. Grijalbo Mondadori, S.A.. Barcelona, España.

martes, febrero 19, 2008


Žižek!
Ideología § Psico-anal-isis


Este escrito es el efecto del encuentro que tuvimos en el seminario abierto que, junto con nuestro amigo Camilo Ramírez, se lleva a cabo en el audiovisual de la Facultad de Psicología los lunes a las 12:00 PM. En la sesión de este 18 de febrero vimos unas escenas del documental dirigido por Astra Tylor llamado “Žižek!” (The Documentary Campaign. 2005[1]). Los comentarios a partir de lo visto en el documental iniciaron con respecto a la definición de ideología que rescata Žižek de Marx “eso que no saben que lo hacen pero lo hacen”. De ahí nos llevó a preguntarnos ¿Cuál es el discurso ideológico actual? Las respuestas giraron en torno a diversas figuras que aparecen, entre ellas, el de la víctimización. Desde los billetes que ahora hay que cuidarlos porque son víctimas hasta el cuerpo de víctima que asumimos, pensando en el efecto de la ley anti-tabaco. La ley que opera en el DF y que se busca sea a nivel federal prohíbe fumar en lugares públicos bajo el supuesto de proteger a los no-fumadores. Cuando alguien lucha por el bienestar de otro al mismo tiempo construye ese otro, en este caso, la potencial víctima en el cuerpo sagrado del no-fumador, lo quiera el no-fumador o no, se le protege.

Otro costado lo desarrolló Camilo Ramírez cuando señaló que el fenómeno del Bullying se enfocaba en el perfil del victimario pero no abordaba el lado-perfil del chico molestado y plantea la pregunta ¿qué hace éste para ser el puerquito del victimario? ¿Cómo se pone de pechito? Reflexionando sobre la figura del puerquito ¿Cuál es el objeto preciado (pechito) que el puerquito brinda en su asalto?[2] ¿Qué tiene-hace ese que “dan ganas molestar”? ¿Cuál es el goce de la víctima?

Recordábamos lo visto en el documental cuando Žižek hablaba de este Superyó más perseguidor en las buenas intenciones, donde se pasa de bueno y solo ve maldad y sufrimiento. Del padre autoritario que dice “¡Vas, porque vas!” al “Ve, solo si quieres”, pero si no quieres “¿Porqué no quieres? ¿Por qué hieres o te hicieron daño?”

Otro ejemplo que mencionamos fue con respecto a una nota que apareció el día del amor y la amistad donde en cierto campus universitario se prohibió que se mandaran cartas y rosas para protección de los que no recibieran, es decir, para evitar que al sentirse mal por no recibir muestras de cariño se deprimieran o intentaran suicidarse[3]; así como la empresa que pidió a sus empleados que no mandaran mail o tarjetas de San Valentín electrónicas para evitar que alguien se sienta acosado sexualmente. Lo que nos encontramos en la división victima victimario es la imposibilidad de la convivencia con el prójimo a menos que no esté tan próximo. El último ejemplo es terriblemente Cerca-No.

En la discusión acerca de la valla de blindaje entre San Nicolás de los Garza y Guadalupe encontramos dos posturas políticas en lucha pero sostenidas por un mismo discurso ideológico. En esta esquina tenemos al alcalde de San Nicolás que ve una demanda social de protección y decide blindar su municipio de los “vecinos invasores”. La posición es victimizante en el sentido de ser los que sufren por el robo y buscan protegerse.

Antes de continuar este fenómeno sigámoslo desde el método psicoanalítico, es decir, tomémoslo como síntoma y evitemos pensarlo solo como mala leche de partidos políticos que bien se podrá abordar en otros lugares. Permitamos el supuesto, que no lo hace menos trágico sino todo lo contrario, de que ambos alcaldes operan con buenas intenciones para la ciudadanía.

El hacer una barda para marcar territorio entre colonias no es nada nuevo, son muchas las colonias que levantan verdaderas murallas para designar límites dentro de los mismos municipios, así que el síntoma tenemos que ubicarlo en otro lugar. El que sea designado el “muro” haciendo referencia a los Estados Unidos y su muro anti-inmigrante merece tomarlo en serio y no en serie. El problema es que en la posición victimizante de “somos más ricos y nos quieren robar” se pueden justificar muchas acciones de daño a los vecinos invasores pero sobre todo a los vecinos circundantes. ¿Da más seguridad el muro si asumo la posición de protegerme de mi vecino? Por el otro lado, de Guadalupe, se habla de que el muro promueve “la discriminación”. El problema, de nuevo, es asumir la posición de victima al reconocerse como “somos ladrones pero no tienes porque discriminarnos”. Es extraña esta nueva forma de responder de los priistas. Tal vez en otros tiempos se pudo haber contestado “Respetamos la posición del alcalde de San Nicolás y entendemos que intente hacer sentir más seguros a los nicolaítas y que sus acciones solo responden a la demanda de su municipio, sin embargo le recomendamos que reconsidere antes de hacer la inversión ya que aseguramos que no es un problema con los Guadalupences que somos gente trabajadora y siempre promovemos la buena vecindad por lo que podemos asegurar que si el temor de la inseguridad es ubicando como responsables a habitantes de Guadalupe tal vez se encuentre a corto plazo, después de la construcción de esa obra pública, que realmente no decremento significativamente los actos de inseguridad que pretendía evitar”. La posición de “no hagas esto porque me discriminas” me incluye en la propia discriminación, es decir, me reconozco como digno de ser discriminado.

Como agregado no dicho pero apuntalado en lo comentado en esta sesión del seminario abierto es el dictamen final del caso de la muerte del actor australiano Heath Ledger, finalmente el dictamen forense fue muerte accidental lo cual nos parece más escabroso que el de suicidio, automedicación o negligencia médica. El término accidental deja al actor en la posición de victima del destino pero lo sorpréndete aquí es que es una victima pero no se ve como tal. Tal parece que estamos en la otra cara de la moneda de la ideología actual, las que si son victimas no se les ve como tales. ¿No sería más tranquilizante pensar que murió por sobre dosis o por negligencia?

Sigamos las pistas forenses sobre el accidente. Primero, se descarta el suicidio lo que nos hace suponer que no vació ninguna botella de medicamentos, es decir, la dosis no fue claramente excesiva como se esperaría en el suicidio donde la frase “se tomo todas las pastillas” lleva el trazo del acto ilimitado del suicidio. Segundo, se descarta la automedicación ya que todos los psicofármacos que utilizó fueron adquiridos por prescripción médica y el concepto de automedicación se aplicaría en caso que ningún profesional médico hubiera recetado a este paciente en particular el cóctel de psicofármacos que usualmente se receta. Tercero, el más importante de todos, se descarta la negligencia médica lo que nos lleva a plantear que el denominado cóctel fue recetado by the book; el o los psiquiatras encargados del caso del actor que sufría de insomnio y abatimiento emocional posterior a su ruptura amorosa no incurrieron en ningún error en la cantidad o tipos de fármacos recetados. Aquí surge la duda ¿qué paso entonces? ¿Por qué algunos si remiten a la automedicación y el cóctel de fármacos pero simultáneamente sostienen la categoría de accidental?

Recordemos la clásica forma de operar en el control médico de uso de fármacos. Podemos fácilmente imaginar el siguiente escenario. El actor fue a consulta psiquiátrica y se le diagnostico algún trastorno que ameritaba el uso de fármacos sobre todo para el síntoma del insomnio causado por estrés. Constantemente iba a sus consultas de control donde un fármaco invitaba a otro siendo controlados por el médico que sabe que su combinación no causaba daño. Poco a poco, el organismo fue adecuándose y la dosis inicial tuvo que incrementarse. Ledger pudo haber advertido el trabajo de control médico clásico, las consultas se concentraban en cómo se sentía y los síntomas que presentaba eran interpretados como signos de subir o bajar la dosis del medicamento sino es que cambiar el medicamento. “Doctor me siento así” “Entonces tómese media pastilla más”; “Doctor me siento asá” “Entonces ya no se tome esa, sino esta”, etc. Un paciente habitual llega a saber que en determinado caso puede hacer lo que el médico le iba a indicar, tomar la media más, o menos. Cuando admitimos el veredicto muerte accidental” es el verdadero “no se culpe a nadie de mi muerte… ni siquiera a mi mismo”. En esa muerte no hay culpables, ¿Esto es menos angustiante que si se hubiera suicidado o el médico se hubiera equivocado? Realmente el buscar culpables (realmente se suicido pero lo ocultan o realmente el médico se equivocó pero también lo ocultan) son intentos de elaborar la angustia del crimen sin culpable, excepto en los propios instrumentos médicos, a saber, los psicofármacos. Cuando decimos que es accidental, es la naturaleza misma, un acto de Dios, el que tenemos enfrente; algo propio del uso de fármacos o de la ideología donde el tratamiento son los fármacos por si mismos; no son un medio, son un fin.

Por último queda la invitación para usted, amable lector, de participar en el seminario abierto de los lunes a las 12:00 pm en el audiovisual de la Facultad de psicología de U.A.N.L. a cargo de Camilo Ramírez y un servidor.

[1] http://www.documentarycampaign.org/
[2] Como lo dice el refrán del comerciante en aquella película de Tin-Tan “Matéenme porque me muero”: “en el cochino todo es negocio y en el negocio todo es cochino”.
[3] Este temor al suicidio nos hace pensar en lo más escabroso de esta implementación, que posiblemente la idea de prohibir las cartas de amor y regalos de san Valentín fue propuesta por los psicólogos escolares del campus lo que nos lleva a la idea de que son los propios psicólogos los que generan las víctimas que pretenden ayudar, de ahí que desde el psicoanálisis tengamos claro que frente a una victima (se asuma como tal o se le coloque en ese lugar) no es posible el análisis.

viernes, enero 25, 2008


El Gran truco de Escher
La Magia del Real

Esta función de lo imposible hay que abordarla con prudencia, como toda función que se presenta bajo una forma negativa. Querría simplemente sugerirles que la mejor forma de abordar estas nociones no es tomándolas por su negación. Este método nos llevaría aquí a la cuestión de lo posible, y lo imposible no es forzosamente lo contrario de lo posible, o bien entonces, ya que lo opuesto de lo posible es lo real, tendremos que definir lo real como lo imposible.
Jacques Lacan. 6 de mayo de 1964.

Las imágenes de M. C. Escher nos enseñan las condiciones de una superficie en continuidad. Sus ilustraciones sobre la banda de Moebius entre otras, son verdaderos clásicos de portadas en textos psicoanalíticos, en especial los lacanianos. En honor a esa tradición queremos resaltar su obra de 1958 “Belvédère”. En dicha litografía, Escher vuelve a jugar con los planos al crear la imagen imposible (lo que nos arroja de inmediato en el anudamiento de imaginarizar el real) de un mirador (del título) de tres pisos con detalles sorprendentes. A simple vista puede no ser tan impresionante como otras imágenes de Escher, lo genial aparece en los detalles. El propio Escher describió su obra de la siguiente manera:

“Aquí se muestra un mirador de tres pisos, a lo lejos un fondo montañoso. En el suelo de la planta baja esta un pedazo de papel donde están dibujadas las orillas de un cubo. Pequeños círculos indican los puntos de intersección de dos orillas. El saber cuál de estas dos líneas se encuentre frente o de tras de la otra depende de cómo se esta viendo el cubo. El muchacho sentado en la banca sostiene en sus manos un rompecabezas cuboide que es la mezcla de estas dos posibilidades: Su parte superior y la inferior son contradicciones mutuas. Le da vueltas y, con justa razón, no puede creer lo que ven sus ojos. Probablemente no se da cuenta de que el edificio detrás de él, demuestra la misma imposibilidad. Por ejemplo: la escalera del centro, aunque esta dibujada de acuerdo con las reglas de la perspectiva y bastante aceptable como objeto, esta parada con su base dentro de la casa, pero la parte superior fuera. Así que las dos personas subiendo por la escalera se encuentran en una relación imposible entre ellos.” M.C.E.[1]

Esta relación imposible, esta torsión que altera la imagen y la vuelve una ilusión, que requiere del observador, lleva a Escher a mostrar una lección para el psicoanálisis con relación a la idea de dentro y fuera. En lugar de la propuesta psicológica-médica de existir un dentro y fuera, Escher presenta las condiciones para que esas dimensiones se encuentren en continuidad. Las columnas, las cúpulas, las escaleras, etcétera, son detalles que nos llevan una y otra vez a estas revelaciones.

El buen Escher, no solo nos da detalles sino también pistas. En el extremo inferior izquierdo (como lo menciona en la cita) un pedazo de papel, cual “carta robada”, nos indica las condiciones para la continuidad.

Los dos pisos del mirador se encuentran relacionados por una torsión al estilo de la Banda de Moebius. En la página oficial de M C Escher (http://www.mcescher.com/) intentaron reproducir en tres dimensiones la siguiente imagen logrando un resultado sorprendente, se descubre la torsión moebiana.


La tesis del presente escrito es, junto con la cita lacaniana que lo abre, que en el "edificio imposible" "Belvédère" se aborda el Real lacaniano. Sabemos que el amable lector se preguntará como se logra este truco, por lo que le pedimos no pierda de vista los detalles.

En Mirador hace el truco cuestionando la relación entre el interior y el exterior, pero en realidad la imagen es una pregunta y una respuesta. La pregunta la vemos en el hombre con el cubo (¿El propio Escher?). Ese no-posible, eso que aparece fuera de toda posibilidad es el campo de lo real si recordamos la clásica definición de aquello que no es simbólico ni imaginario. Ni lo uno, ni lo otro (sino todo lo contrario), es decir, la contradicción misma. Juguemos con que un piso es el simbólico, otro el imaginario; al más puro estilo aristotélico de cuerpo y alma existiendo ese lugar límite como la suela de los zapatos. Después que alguien ejecuta un truco como el Escher ante nuestros ojos, algo del orden de lo imposible, debemos detenernos en el cómo y en el dónde. ¿Cómo esta lo que tengo ante mis ojos? ¿Dónde esta el gran truco?

Utilizamos esta figura del truco porque lo que Escher se trae entre manos lo convierte en un buen prestidigitador, y el título de distribución en nuestro país de la película “The Prestige” (2006) de Christopher Nolan “El gran truco” nos alumbra aún más el camino.

La película comienza con el legendario actor Michael Cane en su personaje del “Ingénier” Cutter que en la jerga de los ilusionistas es aquel que diseña y construye los aparatos de magia. Alguien podría decir, “¡Ah! ¡El verdadero mago!” lo cual es un error. No es el mago, la historia deja clara la distancia entre el que diseña el aparato mágico y el le da alma a esa máquina, el que crea la ilusión. La máquina de magia es una parte del acto. El Ingénier nos dice:

“Todos los trucos de magia consisten en tres partes o actos. La primera parte se llama “the pledge” (La promesa). El mago nos presenta algo común. Un mazo de cartas, un pájaro o un hombre. Nos muestra un objeto. Quizá nos pida que lo examinemos para que veamos si es real, inalterado y normal. Por supuesto, lo más probable es que no lo sea. (Visualmente nos muestran un pájaro y una jaula). El segundo acto se llama “the turn” (el giro, o más a la Escher, la torsión), El mago toma el objeto ordinario y lo convierte en algo extraordinario (se cubre con un velo la jaula y la aplasta). Ahora bien, uno busca el secreto, pero no lo encuentra porque, claro está, en realidad no está mirando. Uno realmente no quiere saber. Uno quiere ser… engañado (se descubre el velo y no hay jaula ni pájaro). Pero aún no aplaude, porque hacer desaparecer algo no es suficiente. Uno debe hacerlo aparecer de nuevo. Es por eso que los trucos de magia tienen un tercer acto. Es la parte más difícil. La parte que llamamos “the prestige” (el prestigio[2])”

Podemos decir que cuando estamos ante los dibujos de Escher y los reconocemos como imposibles también cabe la expresión de fascinación y magia. Sus edificios y espacios son ilusiones. ¿Dónde está el truco? Siguiendo la lógica del truco de magia en “The Prestige” la película aporta más en su desarrollo. Las películas de Nolan tienen la particularidad de ser un continuo cambio de vía. Desde su magnifica “Following” (1998), pasando por su más conocida “Memento”(2000) hasta en “Batman Begins” (2005), el centro de la película es un franco cambio, giro, sorpresa que nos devuelve a un cierto lugar común. Lo más notable de “Memento” donde la ultima escena es la primera y la última simultáneamente.

En “The prestige” nos son narradas dos historias alternadas. Es una historia de rivalidad entre dos jóvenes magos (interpretados por Hugh Jackman y Christian Bale). La historia a la vez esta narrada con una estructura de flasback mientras continúan los eventos en la historia. Uno de los magos (Alfred Borden) es acusado de asesinar al otro (Robert Angier) y en la cárcel comienza a leer el diario de su rival que a su vez emprende un viaje siguiendo las pistas del diario del primero. Así, el protagonista, Angier, es el héroe trágico que tiene un rival especular, Borden. Como toda buena historia de héroe y villano, el héroe tiene que descubrirse en su villano, tiene que asumir que lo que el villano le devuelve es su imagen invertida. Proponemos la interpretación de localizar el registro Simbólico en Angier (el muerto que brilla por su ausencia) y el Imaginario en Borden (excesivamente especular). Tenemos dos planos puestos en relación en la historia. Ahora viene el truco a la Escher, ¿cómo los ponemos en continuidad? ¿Cómo descubrimos que héroe y villano son más parecidos? ¿Cómo se descubre cada posición de ellos mismos? Sigamos los detalles del acto de magia.

Primer movimiento, La promesa, tenemos la historia clásica de dos amigos que quieren ser magos reconocidos cada uno con un carácter diferente. El tercer movimiento es el prestigio, ese final donde los ahora convertidos en rivales descubre sendos trucos: uno, el villano, tiene a su vez su imagen especular, vive en sacrificio, es mártir de su propio arte y el héroe, para ganar tuvo que convertirse en un asesino, en el villano que había en él, se descubre porqué estaban desde un inicio puestos en continuidad. ¿El giro? Escher nos muestra que esto se da en las orillas, la torsión, the turn, en este caso es, lo Real, La Mujer. La mujer de Dalton muere en un acto de magia, el villano sufre en su acto por la relación con su mujer, intercambian una mujer entre héroe y villano (ella es quien hace el juego de los diarios) y al final se trata de quién se queda con la hija de una de ellos. Antes de pensar que estamos hablando como Otto Wenninger aludiendo a la mujer como la causa de todos los males, debemos reconocer lo obvio que los pone en continuidad, su condición de magos. Así, La Mujer, esa que no existe, es La Magia. Dalton se convierte en el gran Mago que ella le auguró y el villano pone su acto de magia por encima de su mujer. Si jugamos con lo enigmático de la mujer, la Magia es El Enigma en acto.

Ya que hablamos de una de las formas de lo Real, La Mujer, vayamos a otra más clara, el Padre. Lo real es un registro que no puede ser pensado como una tercera dimensión, es solo accesible en fórmula, es el acto mismo de tener que poner algo en formula. Pensemos en las categorías con respecto al Padre. El padre simbólico es relativamente sencillo de asir, es el agente de la Ley, es su nombre, la prohibición al incesto, etc. El padre imaginario es esta determinada presentación de padre, estos atributos de la forma en la que se re-conoce a un padre. Ahora viene el más complicado porque parece el más simple, el padre Real. Muchos lo explican así: “el padre real es el de la realidad, el señor de carne y hueso que no es la ley ni la idealización de él mismo”. Si decimos que el padre real es el de la realidad estamos en el terreno de lo imaginario y simbólico. El problema es el pensarlo como otro cordón solo que de otro color, otra dimensión, como el intento desesperado de entender la imagen de Escher construyéndolo en tres dimensiones, “¿cómo sería en realidad?”. ¡Quitemos la red de protección! El campo del Real es un vacío, ¿cómo puede ser esto en el padre? No es una efigie, el padre imaginario, y no es una ausencia[3], el padre simbólico, sino un vacío que se distingue de la ausencia así como la diferencia entre un hoyo y un agujero; mientras que el hoyo pertenece al registro simbólico de las ausencias (“en ausencia de fulano, sutano”) el agujero es algo que de entrada sabemos que no le sobra ni le falta nada, simplemente nunca hubo nada. El Padre Real no es el señor en su indiferente existencia física sino el vacío entre esa existencia física y la imagen-imago idealizada[4] de padre (imaginario), así como también el vacío entre la existencia física y la función de agente de la ley (padre simbólico). El Padre Real no es (¿Por qué solo se puede definir por lo que no es?) lo que sobra del padre (efigie) como tampoco lo que le falta (ausencia) sino el vacío que se crea con la sola nominación Padre; de esta manera lo más real del Padre Real es la siguiente consistencia física, cual formula química: P-A-D-R-E.

Lo anterior es lo Real de la transferencia[5]. Cuando el analizante le habla-reclama-demanda al analista algo que se reconoce como similar a lo que ha reclamado al padre de la infancia antes de lanzar las interpretaciones al vuelo (“¡Lo sospeché desde un principio!”) tendríamos que hacernos la pregunta de la imagen de Escher ¿Cómo puede la escalera tener su base en el interior del edificio y su parte superior fuera? De ahí que no sirve de nada señalamientos como “Debería de reclamarle eso en realidad a su padre” o, peor aún “¿A quién va ese reclamo realmente?” La respuesta freudiana admite varias respuestas por parte del analizante o “¡A usted! (no le saque)” o “¡A usted no, pero tampoco a mi padre!”. Cuando se reclama algo paterno en el analista, ya no se tiene que hacer nada más que eso mismo como la interpretación ya incluida en un lapsus.

Esta necesidad de algunos postfreudianos de pensar en términos de “remitirnos al original” (“realmente usted a quien se dirige es a fulano”) Es parecido al intento comentado con anterioridad de mostrar una imagen como “Mirado” en tres dimensiones. En el video que lo muestra se escucha lo siguiente:

“Aquí esta “El mirador” de 1958, desde esta posición el edificio parece tener sentido. Parece, decimos, porque Escher puede diseñar edificios que solo pueden existir en dos dimensiones, ya que nos muestra el edificio de una determinada posición, es decir, nuestra posición. Veamos si podemos volar alrededor. Nada con respecto a los pilares del centro tiene sentido, ya que conectan el frente del edificio con la parte trasera. Parece un espagueti. El piso de arriba esta rotado 90 grado con relación al piso de abajo. Es la manera como esta construido. Incluso las personas son falsas…”

Este intento de encontrar la verdad vía la tecnología (Analizar la Biblia por la computadora, buscar el gen de la violencia, etc.) nos lleva a imágenes de lo Real, lo cual no deja de ser monstruoso como lo saben los artistas de la ciencia ficción. “¡Oh! ¡Si tan solo Escher/Da Vinci/Einstein hubiera tenido internet!” nos impide ver lo que ya está ahí. No desdeñamos la nueva tecnología, después de todo en el caso del video de “Mirador”, la torsión, el giro, la curva de lo Real al mostrarse vulgarmente tienen el efecto interpretativo de haberlo sabido todo el tiempo cuando volvemos a ver la imagen original en dos dimensiones. Ahí esta la magia del acto analítico.

La magia es del registro de lo Real, y ya que estamos entre magos, vayamos con otros esotéricos que relacionaron con Freud, los interpretadores de sueños. “Sueño” de 1937 es una extraña paradoja visual como los anteriormente comentados. Sin embargo, a simple vista es más conservadora que otras de sus obras. En un espacio rodeado de columnas y puertas vemos la imagen de alguien que por sus ropas suponemos que es un obispo. Acostado en un estilo de diván tiene sobre su pecho un enorme insecto, más específicamente, una Mantis religiosa. El título de la imagen nos dice que es un sueño (¿o que no lo es?). Ahora bien, la pregunta clásica es ¿Quién sueña con quien? Pregunta que nos avienta ya al campo freudiano al cuestionarnos quién es el que habla-sueña en el sueño. Aceptemos la lectura básica de que el obispo esta soñando con una Mantis religiosa. De nuevo, Escher pone dos registros en continuidad, vemos la relación imposible entre el sueño y el soñante.


Más que sueño parece chiste (la segunda vía regia[6] al inconsciente), como si preguntáramos “¿Con qué insecto sueña un obispo?” o “¿Qué mosca pica a un Obispo?” Tenemos el anudamiento de los tres registros. Por un lado el soñante que sabemos quién es por su ausencia, es decir, vemos en él más su atuendo que “quien es en verdad”. Ponemos lo anterior en comillas advirtiendo que “quien es en realidad” es simbólico; como lo indica la frase de Lacan “El hábito ama al monje”. El Obispo (función paterna clásica, agente de la ley en ropaje fálico, etc.) es asaltado en su sueño por una imagen de un insecto conocido como Mantis Religiosa (Praying Mantis dirán los gringos) una cosa natural a la cual se le monta, se le coloca la efigie de Religiosa sabiendo de ante mano que eso esta de más, que el nombre que tiene no tienen que ver con las “creencias de fe” que pudiera tener el bicho. Lo Real es el llamado por Freud “ombligo del sueño”, es la escalera que mantiene su base dentro (¿Por qué un obispo…) y su parte superior fuera (… sueña con una Mantis religiosa?, o viceversa). De nueva cuenta, lo Real lo encontramos en los bordes, más claramente, entre las patas de insecto de la Mantis Religiosa y la tela del traje del Obispo.



[1] M. C. Escher. 29 master prints. Harry N. Abrams, Inc., Publishers.
[2] Prestigio. Realce, estimación, renombre, buen crédito. 2. Ascendiente, influencia, autoridad. 3. Fascinación que se atribuye a la magia o es causada por medio de un sortilegio. Diccionario de la Lengua Española. Real academia Española. Vigésima primera edición.
[3] “Es innegable que domeñar los fenómenos de la transferencia depara al psicoanalista las mayores dificultades, pero no se debe olvidar que justamente ellos nos brindan el inapreciable servicio de volver actuales y manifiestas las mociones de amor escondidas y olvidadas de los pacientes; pues, en definitiva, nadie puede ser ajusticiado in absentia o in effigie.” S. Freud. Sobre la dinámica de la transferencia (1912).
[4] Perdón por volver a redundar de nuevo sobre lo mismo
[5] Lacan. J. Seminario Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. Clase del 12 de Febrero de 1964
[6] ¿Cómo Constitución y Morones Prieto?

martes, enero 01, 2008


“You are the music in me”
Musicales e ideología: una historia de amor


Uno de los géneros cinematográficos célebre en otros tiempos y en resurgimiento actualmente es el de los musicales. Así como en los musicales teatrales, el cine brinda al desarrollo de una historia a través de la música una serie de elementos que el entarimado no puede. Como cinémano o cinerasta, los musicales son especiales de apreciar ya que más francamente explotan la manufactura del cine. Es bien conocido que muchas personas simplemente no soportan los musicales y es justamente ahí, en la producción de un síntoma, donde recomendamos dirigir nuestro análisis. En cierta ocasión estando en el cine, una persona a unas cuantas butacas atrás de mí, soltaba expresiones de incredulidad y risa en algunos momentos clave de un musical. Los momentos que lo incomodaban era cuando la narrativa cambiaba. Por ejemplo, en una escena los protagonistas están platicando en la calle frente a un edificio. Mientras platican, al fondo se ven distintos transeúntes (mujeres y hombres dirigiéndose al trabajo). De repente, empieza la canción en el diálogo de los protagonistas y el aparente tránsito azaroso de personas se reorganiza en una coreografía donde las antes “personas comunes que pasan por la calle” forman parte de un cuerpo de baile y coros que siguen la canción. Lo interesante de este momento de cambio de narrativa (que incluso algunas personas se molestan diciendo “¡Ah! ¡Ya viene otra canción!”) es que dicho cambio en la manufactura cinematográfica esta solo a nivel del espectador. Más que alterar la historia, se adentró en la misma. Tal pareciera que los personajes solo “dicen la verdad” en las canciones. Vayamos más lejos, para el propio cineasta esos momentos es cuando más queda clara su relación con la función del coreógrafo y el personaje que constituye la música. Volviendo al ejemplo de la persona que le producía risa el ver como “todos cantan y bailan como si lo tuvieran ensayado” lo no advertido es que en el cine siempre está coreografiado. La imagen que recordamos es la de la película de Peter Weir “The Truman Show”, donde los extras que forman parte del pueblo ficticio en cierto momento se quedan extáticos a la orden del director de escena.

Así llegamos a uno de los errores más comunes en el género de los musicales, pensarlo no como un género sino como una “película con canciones”. Como si la película se viera interrumpida por los diversos números musicales. Su opuesto exacto es igual de erróneo, que lo importante fueran las canciones y se tiene que inventar una historia ridícula que sostenga la serie de canciones pegajosas.

“Is there anybody going to listen to my story…?”

Al ver en cine la película de Julie Taymor “A través del Universo” (Across the universe, EUA, 2007) este error de pensar un musical como “película con canciones” es más palpable, desgraciadamente por parte de los distribuidores. Para entrar a detalle requerimos de contexto por lo que citamos una sinopsis de la película:

“Fantasía musical basada en canciones de Beatles, situada a finales de los años sesenta entre Inglaterra y los Estados Unidos. La historia de amor entre Jude y Lucy ocurre en la era antibélica y protestas sociales de la época. Además de las nuevas versiones de las canciones del cuarteto de Liverpool, el filme esta lleno de homenajes y referencias a anteriores filmes del grupo, con el añadido de varios cameos interesantes.”[1]

Mi queja de la forma de distribuir “A través del Universo” no se reduce al hecho de clasificarla como “cine de arte” sino a la manera de subtitularla. No me refiero a la traducción sino a lo que consideraron subtitulable de la película los distribuidores en nuestro país. Por ejemplo, uno de los personajes comienza a cantar “Hey Jude, don´t take it bad, take a sad song and make it better…”, mientras, los subtítulos nos dicen “Hey Jude, no lo tomes mal, has de una canción triste algo mejor…” La canción continúa pero ya no aparecen los subtítulos. Muchos correligionarios beatleros me dirán “¡Esta bien! ¿Para qué la traducen si así esta mejor? Nos sabemos la canción y los que no son fans pues que no la vean o simplemente disfruten la canción”. Pero este razonamiento nos aleja de la propuesta cinematográfica de mayor homenaje a The Beatles, al no considerarlos algo más que una serie de canciones. El problema de la suspensión del subtitulaje a la segunda estrofa de la canción es justamente tratarla solo como canción y no como narración, como diálogo; justamente siendo esto la aportación de la visión de Julie Taymor. Utilicemos frases de publicistas: La propuesta de Taymor hace que los que no conozcan la música de The Beatles la descubran y los que la conocen demasiado bien la redescubran.

¿Cuál es la propuesta del filme? La misma Julie Taymor lo menciona así en una entrevista:

“Todo está inspirado en la música; obviamente la letra, los personajes y las melodías fueron la base para encontrar los distintos escenarios que utilizamos… cuando lo estudié (el primer tratamiento del guión), decidí agregarle todo ese tumulto social de los sesenta, que es algo que para mi está implícito en los Beatles; de hecho es en gran medida, una de las fuentes de inspiración que ellos utilizaron para escribir muchas de sus canciones.”[2]

Taymor nos lleva a una hipótesis interesante: no habrá un mejor género cinematográfico para hablar de política, y cosas peores, que los musicales. Cualquier artista de teatro lo sabe, el género más desgastante son los musicales, solo que nuestra hipótesis nos permite decir que parte de ese desgastes es que en cuerpo y alma son parte de un todo que funciona como una sociedad utópica con un dictador de fondo, es decir, es un género totalitario. El mismo Zizek hace esta relación entre ideología política y musicales al recordar que éstos eran el tipo de películas preferidas por José Stalin[3]. El ejemplo más ridículo que se nos ocurre de primera instancia es “Los productores” de Mel Brooks, donde al producir el peor de todos los musicales eligen “Primavera para Hitler”, paradójicamente resultando un éxito. Cuando hablamos de política nos referimos a la ideología que sostiene una determinada sociedad, con sus reglas escritas pero sobre todo con las no escritas.

El acierto de Taymor es más palpable, a juicio personal, en tres momentos. En el primero, Max, el amigo desobligado de Jude, es reclutado por el ejército de los Estados Unidos para ir a luchar en Vietnam. Max llega a centro de reclutamiento y se detiene ante la imagen del Tío Sam que comienza a decirle/cantarle “I want you, I want you so bad. I want you, it’s driving me mad, it’s driving me mad”. Vemos como Max esta siendo inspeccionado y adiestrado para el ejercito, finalmente le ponen su uniforme y sus botas y lo mandan a Vietnam, en ese momento la letra cambia a “She is so heavy” cuando a cuadro vemos a Max y otros jóvenes como él cargando la estatua de la Libertad entre la jungla Vietnamita. Taymor hace de la canción del último álbum de la de The Beatles Abbey Road un manifiesto antibélico que permite diversas lecturas. Hagamos la pregunta estúpida, ¿Pensaban The Beatles en el Tío Sam cuando la compusieron? Esperemos que no. “A través del Universo” nos revela lo irrelevante de la pregunta ya que como el cineasta Einsenstein mencionó, en el cine 1 + 1 es igual a 3; ésta es la lección al psicoanálisis. “A través del Universo” hace un manifiesto antibélico ahora, no de los sesentas. Los otros dos momentos son los que se refieren a “Strawberry fields forever” y “Happiness is a Warm Gun” que dejaremos por el momento para que el amable lector pueda verlas. Los anteriores ejemplos nos llevan a cercar el análisis no solo en dos elementos en relación, musicales e ideología, sino que además podemos agregarle el subtitulo que hable de la misma relación: una historia de amor.

“You are the music in me”

Un nuevo impulso tienen los musicales con el triunfo mundial de la película para la televisión Disney’s “High School Musical”. Sigamos con nuestra hipótesis de la relación entre los musicales y la ideología. High School Musical es la historia de Troy y Gabriela; él líder del equipo de básquetbol y ella la chica nueva en la escuela que es prodigio en ciencias. Son de mundo desiguales por lo que en un musical solo puede significar que se enamorarán. Pero justamente lo que los une, los unió desde un principio (y para siempre) es la música. Juntos desafían las convenciones de la sociedad (en este caso la High School) para ser pareja en el musical que se esta montando, claro, sin descuidar el básquetbol y las ciencias.

Reconozco que por su excesiva popularidad entre los adolescentes y preadolescentes no estaba enterado de este fenómeno musical. Agradezco a mis sobrinas que tuvieron a bien hacerme una pregunta “¿qué es el status quo?” Mi sorpresa fue que el contexto de ese concepto que para ellas fue una canción que reconozco como el centro ideológico en que gira la historia de los Wildcats de la East High School de Albuquerque. El mensaje de la cinta pretende ser de tolerancia, en contra de la discriminación lo que se desnuda como la principal preocupación en la ideología neoliberal norteamericana. ¿Cómo se llega a esa preocupación? Es decir, ¿cómo se llega a este nuevo status quo? Lo que el musical dice-canta a todo pulmón es un nuevo status quo, ser tolerante. El único problema es que para lograra semejante mensaje tiene que irse a los estereotipos. Para presentar la coreografía tiene que vestirse exageradamente a los personajes. Los deportistas, los nerds, los patinemos, los drama-queens (y en la segunda parte, todavía más capitalista, los ricos y los pobres) son enfrentados entre si. Aún y cuando se rescata las figuras paternas encarnadas en el padre-entrenador de básquetbol y la maestra teatral y dramática, los adultos no son quienes realmente se interponen en la relación que altera el orden de la sociedad.

Así como la ideología esta implícita en las canciones de amor de “A través del universo”, el amor es el implícito en las canciones ideológicas de “High School Musical”. Cuando Troy y Gabriela habla de lo que “quieren hacer juntos” una bella disimulación se enuncia en el “ser ellos mismo al cantar en el musical”. Tal vez eso es lo que falta por explorar en los tiempos de la tolerancia, ¿cómo se las arregla el amor con esta ideología?







[1] Revista CINEMANIA “El cine hecho revista” Año doce # 134. Noviembre 2007.
[2] Revista CINEMANIA “El cine hecho revista” “Julie Taymor: Her majesty” Año doce # 134. Noviembre 2007. Pag. 50.
[3] The Pervert’s guide to cinema: part 3. (2006) Dir Sophie Fiennes.

jueves, diciembre 13, 2007

Invitación

http://www.thepervertsguide.com/



Regalos en el análisis_Análisis de regalos II
“Yo quiero pedirle señor Don Santa Clos…”


¿Es en esos dones (dánaos[1]), o bien en las palabras de consigna que armonizan con ellos su sinsentido saludable, donde comienza el lenguaje con la ley? Porque esos dones son ya símbolos, en cuanto que el símbolo quiere decir pacto, y en cuanto que son en primer lugar significantes del pacto que constituyen como significado: como se ve bien en el hecho de que los objetos del intercambio simbólico, vasijas hechas para quedar vacías, escudos demasiado pesados para ser usados, haces que se secarán, picas que se hunden en el suelo, están destinados a no tener uso, si no es que son superfluos por su abundancia.[2]
Jacques Lacan

De hecho, ¿qué es un “estilo de vida cultural” si no es el que cada Diciembre en cada casa haya un árbol de Navidad –aunque ninguno de nosotros crea en Santa Claus? Tal vez, entonces, “cultura” es el nombre para todas esas cosas que practicamos sin realmente creer en ellas, sin “tomárnoslo demasiado en serio” ¿No es por esto mismo que rechazamos a los creyentes fundamentalistas como “bárbaros”, como una amenaza a la cultura –ellos se atreven a tomarse en serio su cultura? Actualmente hemos percibido como una amenaza a la cultura a aquellos que inmediatamente viven su cultura, aquellos que carecen de una distancia hacia ella. La definición de Jacques Lacan del amor es “dar algo que no se tiene” Lo que casi siempre se olvida de agregar es la otra parte “…a alguien que no lo quiere”.[3]
Slavoj Žižek

Hace unos días apareció en un periódico local una serie de tips para los padres con motivo de la época navideña. Una especialista psi recomendaba a los padres de familia poder decir “NO” a los regalos excesivos que se pedían en las cartitas de sus hijos para Santa Claus. Uno de los consejos, “tips”, era que “junto con sus hijos” el padre revisaran la lista de regalos y, en caso de ser muy caros para el gasto familiar, el padre podía regresarle la cartita al niño pidiéndole que la cambiara y le diera una nueva carta “corregida”, es decir, más “realista” y acorde al presupuesto paterno. Este consejo aparece como un ejemplo claro del drama actual por los regalos navideños, la función paterna y la figura del niño. De estos tres temas, empecemos por el que más nos importa: el cuarto, el propio consejo[4]. Si algo es claro de este consejo es que deviene de una serie de supuestos ideológicos actuales. ¿Cuáles son estos supuestos? ¿Qué rol le otorgan a cada uno de los participantes (padres, hijos, regalo navideño)?

Cuando se habla de los problemas con la autoridad, la declinación de la figura paterna, el problema de que los niños respeten las reglas (“¡Ya no hay valores!”) el psicoanalista lo encuentra en los detalles insignificantes y en los grandes discursos sociales. Imaginemos la escena. Como un claro ejemplo de la comunicación en familia, padre e hijo analizan la carta a Santa Clos[5], se revisa el presupuesto, se habla con el niño y regresa con una carta corregida para que reciba lo que pidió y además recibió una valiosa lección sobre el valor de las cosas. Vayamos a la pregunta más tonta, si todo es un acuerdo de comunicación perfecta ¿Por qué hacer la carta? Es decir, ¿cuál era la función de la carta en un primer momento? Es claro que algún padre con rasgos obsesivos podrá decir aquí “¡Exacto! ¿Para qué la ficción de la carta a Santa Clos? Mejor llevemos al niño a la tienda y directamente comprémosle su regalos de navidad y ¡San se acabo!” Lo que queda excluido con la carta a Santa Clos, es al mismo Santa Clos.

La función de Santa Clos, como mero santo, como vínculo con el altísimo, es la plena función en si misma. Santa Clos, es la función paterna en si misma, es aquello del padre que lo constituye como padre y al mismo tiempo le permite no alienarse del todo. Es el juego simbólico en su más pura expresión ya que es solo por la tradición y los gestos que hacen comunidad. El padre puede sostener la función sin que su propio ser este en esa función. Pensemos en el padre que verdaderamente cree que en su estúpida existencia personal es un hombre mediocre (es borracho, paradero, jugador, miedoso, adicto, etcétera) lo cual no impide que pueda encarnar y encarar el rol de padre.

Pensemos en la experiencia de muchos niños de antes, y uno que otro actual, cuando se despiertan el día 25 de diciembre ara buscar los regalos que Santa Clos les trajo. Piensa en las palabras exactas que puso en su carta y se imagina jugando con ese juguete soñado. Abre frenéticamente el regalo que lleva su nombre, capas de papel para envolver son destrozadas tras los dedos que abren paso a una mirada que siente correr hacia la cima de una montaña empinada esperando ver el horizonte. Finalmente se descubre el regalo y… ¡Pinche Santa Clos! ¡Lo volvió a hacer! En lugar del regalo soñado esta una suerte de hermano bastardo, una versión mediocre del original sublime, acompañado de los más anti-divertido: Ropa. Esta experiencia que pasa más por el chiste y el secreto a voces nos permite descubrir la función de Santa Clos. El niño sospecha, si no lo sabe cabalmente, que Santa Clos y sus Papás están confabulados de alguna manera. Advierte los juegos de disimulación y cree en Santa Clos para no romperles la ilusión a sus padres. Como al mismo tiempo no hay queja directa hacia los padres sino solo a través de Santa Clos.

Cuando la ideología capitalista neo-liberal nos invita a sentarnos en la mesa de las negociaciones la carta a Santa Clos, lo que sale por la ventana es la propia función del padre que se juega en los regalos de navidad. Recordemos que la misma Navidad funciona bajo el supuesto ideológico de un evento sintomático, el momento que Freud llama “cuando la muerte del Padre hizo que su religión se volviera la religión del Hijo”; haciendo aparecer el tercero, el Espíritu Santo.

Es en estos gestos tradicionales, no obligados, no legislados, no estandarizados, donde el respeto a la autoridad paterna se anida. Casi podemos imaginar el sueño de los abogados gringos donde en una sala hijo y padre con sendos abogados se ven las caras mientras los licenciados revisan la carta a Santa Clos que el cliente de uno le entrego al cliente del otro.

¿Por qué esta negociación? Una cosa es clara, en los cambios ideológicos y los consejos lo que sobran son buenas intenciones. Compadezco y entiendo a mis colegas que en una entrevista les piden consejos en lugar de que el propio entrevistador se haga un verdadero profesional del periodismo y haga la nota en lugar de buscar modelos serviles. Volviendo al tema, la negociación es para evitar problemas en casa. La escena relatada más arriba termina en una pequeña tragedia por frustración. El niño llora y sufre porque Santa Clos no le trajo lo que le pidió, sin embargo a veces se olvida que más frustrante puede ser para el padre la escena opuesta. El niño abre su regalo sabiendo que es, o descubriendo que es lo que había pedido, juega un momento con él y después puede pedir algo más. Otros escenarios puede aparecer; que termine jugando con el regalo de alguien más, o simplemente que no haya llanto pero tampoco risas. Como el efecto de finalización de los frees.[6]

Insistimos desde la propuesta psicoanalítica la necesidad de abordar el tema de la relación con el gran Otro en tiempos de la Soledad. En tiempos de las legislaciones ya no existe la cortesía. Imagine en un futuro alterno y ridículo que se haga ley regalar flores a las novias en el aniversario bajo el supuesto de que el no hacerlo vulnera los sentimientos de la mujer lo que lo tipifica como violencia psicológica como remedo del egoísmo machista; las consecuencias podrían ser devastadoras, ya no podría hacer el gesto de disimulación de regalar o rechazar flores como acto romántico.

Siguiendo esta línea, tomamos el siguiente análisis de la película “Viviendo con mi ex”:

“Brooke y Gary… comienzan a discutir… y más cuando ella comienza a reclamarle varias cosas cuando le dice que él nunca le lleva flores, a lo que Gary responde “nunca te han gustado las flores” y Broke reacciona con un violento “Pero me gustaría que me trajeras flores” y Gary confundido responde “¿quieres que te traiga flores aunque no te gusten?”. Estas fueron una de las partes que pasaban en los cortos de la película cuando ésta iba a salir al cine, y creo que fue una de las cosas que nos invitaron a verla; el simple hecho de reírnos de lo que pasa en la vida real, y quizá por eso es que a tantos nos gusta ese filme, porque pasa exactamente lo que nos pasa a todos”.[7]

El ejemplo anterior parece demasiado lejano a lo que sucede con nuestro fenómeno inicial, el regalo de navidad. Sin embargo, en un punto se tocan, la presencia de la carta. Fácilmente podemos imaginar en el reclamo de Brooke que pudiera preguntar “¿Por qué no me escribes cartas?” y Gary responder “¿Para qué te escribo algo si te lo puedo decir?” Aquí lo que se verde es el gesto que da lugar y constituye el objeto mismo que está en circulación, el amor. El amuro, el gesto amoroso que es gesto solo a través del Otro. Retomamos los ejemplos que utiliza Slavoj Žižek en su colaboración con respecto a Lacan a la serie de libros “How to read…” de quién tomamos la cita lacaniana con la que abrimos este escrito:

“A pesar de todo su poder fundamental, el gran Otro es frágil, insustancial, propiamente virtual, en sentido de que su status es el de un supuesto subjetivo. Existe en la medida de que un sujeto actúe como si existiera.”[8]

Santa Clos, como ser de las festividades, de la tradición, de la religión de mis padres, existe en la medida de que un sujeto actué como si existiera aunque el propio sujeto sabe que actúa como si existiera. Žižek llega a los lugares donde ubicamos la existencia de este gran Otro, los regalos y las cartas siguiendo a Lacan:

“Es debido a este carácter virtual de este gran Otro que, como Lacan lo mencionó al final de su “seminario sobre la carta robada”, una carta siempre llega a su destino. Uno podría decir que la única carta que total y completamente llega a su destino es la carta que no se envía – su verdadera dirección no es el otro de carne y hueso, sino el propio gran Otro…


Cualquiera que este enamorado lo sabe: un regalo para la persona amada, si es necesario simbolizar mi amor, debe ser inútil, superfluo en su propia abundancia – solo así, con la suspensión de su valor-utilitario, puede simbolizar mi amor. La comunicación humana esta caracterizada por una reflectividad irreducible: todo acto de comunicación simultáneamente simboliza el hecho de la comunicación. Roman Jakobson llamó a este misterio fundamental propio del orden simbólico humano “comunicación fáctica”: el discurso humano nunca es una mera transmisión de un mensaje, siempre es también una reafirmación auto-reflexivo del pacto simbólico básico entre los sujetos que se comunican.”
[9]

Lo anterior tiene efectos en la clínica como cuando alguien pregunta “¿Dónde esta la transferencia?” podemos responder, “En la misma emisión de la pregunta, ya que establece un vínculo entre el preguntante y el supuesto donde se coloca al preguntado”. El arte clínico psicoanalítico es sobre la forma como se sostiene a esa demanda, más que si se satisface o no.

En esta segunda parte de un escrito anterior, hacemos la torsión de la banda de Moebius y estamos en la clínica tal como lo menciona Žižek es una de estas, afortunadamente, raras referencias a la clínica en su obra:

“¿No es justamente lo mismo con el síntoma desde el punto de vista freudiano? De acuerdo con Freud, cuando desarrollo un síntoma, produzco un mensaje codificado sobre mis más íntimos secretos, mis deseos inconscientes y traumas. El destinatario de mi síntoma no es otro ser humano real: antes de que el analista descifre mi síntoma, no hay nadie que lea este mensaje. Entonces, ¿quién es el destinatario de mi síntoma? El único candidato que queda es el virtual gran Otro.”[10]

El regalo de navidad es el síntoma, ¿de qué? De una función: la paterna. Así develamos el misterio: Santa Clos es en realidad… ¡¡¡Los papás!!!! Pero antes de que algún pequeñito creyente grite lleno de dolor aclaramos, ¡No es cierto! Santa Clos no puede ser papá y mamá sino que papá y mamá ayudan a Santa Clos para repartir regalos y lo que reciben a cambio es que él sea el que “cargue con todo” y les pueda caer gordo a sus hijos por no estar a la altura de sus fantasías. Así como Dios se hacía cargo de la muerte, Santa Clos se hacía cargo de la distancia entre mis padres y los padres ideales. Santa Clos hace que podamos sobrevivir la navidad y un pequeño Grinch se asome por la ventana.

¡Feliz Navidad!


[1] Dánaos es el término de Homero para los griegos que invadieron Troya. El regalo fue el caballo de Troya, el cual permitió a los Griegos penetrar Troya y destruirla. En época clásica, “regalos griegos” se convirtió en sinónimo de favores que parecen benéficos pero que causan daño al que los recibe, desde una línea en Virgilio: “Timeo Danaos, et dano ferentes” – Temo a los Griegos, más cuando traen regalos. (How to read Lacan. Slavoj Zizek)
[2] Lacan, Jacques. Escritos 1. Cuatro. Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis. Símbolo y lenguaje como estructura y límite del lenguaje psicoanalítico. Pág. 261. Siglo XXI editores. 22ª edición.
[3] Slavoj Zizek. Título Original: Passion: Regular or Decaf? Traducción: Héctor Mendoza
[4] Es una noción extendida que la función del psi es dar consejos, lo cual se amolda perfectamente bien a la propuesta psicológica y psiquiátrica contemporánea donde hablan desde la especialización y el conocimiento del experto. Sin embargo, esa posición trae un problema, solo opera en los ideales. No solo los ideales de paternidad o de cuadros psicopatológicos puros sino el ideal de la comunicación sin malentendido. La función del psicoanalista no se realiza desde la posición del consejo sino de la provocación, es decir, en una entrevista el propio discurso del analista es el no-consejo en si.
[5] En un ejercicio extremadamente regional utilizaremos la figura de “Santa Clos” en este escrito, sabiendo que en nuestro bello país puede ser tanto “El niño Dios” como los “Tres sabios Reyes Magos”.
[6] Ver el artículo “Fabiruchis, frees y otras tragedias postmodernas” ( http://hectormendoza.blogspot.com/2007/11/fabiruchis-frees-y-otras-tragedias.html ) bajo la hipótesis de que la relación entre los padres y sus hijos postmodernos es tratarlos como frees más que como hijos.
[7] Duque, D. Orozco, L. Ramírez, E. Ramos, O. Viornery, R. “Análisis con relación a la neurosis de la película: Viviendo con mi Ex (the break-up)”. U.A.N.L. 2007.
[8] Žižek. Slavoj. How to read Lacan. (2006) Editorial Norton. Traducción por Héctor Mendoza.
[9] Žižek. Slavoj. Op. Cit.
[10] Žižek. Slavoj. Op. Cit.