domingo, noviembre 03, 2013

No se aceptan devoluciones sin el peso de la Gravedad




“Eres lo mejor que no quería que me pasara… ahora ya puedes irte”

Como sabrá el amable y asiduo lector del presente blog, uno de nuestros autores de referencia para abordar el puente de relación entre el psicoanálisis y el cine es el filosofó Slavoj Žižek. En su más reciente incursión en el cine, bajo la dirección de la cineasta Sophie Fiennes, presenta una secuela a su anterior “guía del pervertido en el cine” ("The Pervert's Guide to Cinema") de 2006 ahora llamado “The Pervert's Guide to Ideology”,  haciendo así más claro el objeto que aborda en sus textos desde la filosofía y el psicoanálisis: La ideología. Como la película anterior, es difícil darle el nombre de documental al filme ya que lo que vemos ilustrado en textura audiovisual son las tesis que Žižek desarrolla en sus libros por lo que opera más como texto-conferencia audiovisual que como documental per se. Entre las formas de operar de la ideología a partir de ejemplos contemporáneos del cine, la publicidad y la política, resaltamos en esta ocasión lo que aborda a partir de la película de James Cameron “Titanic” (1997), lo cual nos lleva a reflexionar sobre dos películas recientes de directores mexicanos, “No se aceptan devoluciones” (2013) de Eugenio Derbez y “Gravedad” (2013) de Alfonso Cuarón. (¡Spoiler Alert! por cuestiones de método requerimos comentar partes importantes de la trama de todas éstas películas)   

Empecemos con Titanic desde la guía pervertida de Žižek:
“Debemos preguntarnos ¿qué papel juega el iceberg (con el que choca Titanic) en el desarrollo de la historia de amor (entre Rose y Jack)? Mi postura aquí es ligeramente cínica: Esta hubiera sido la verdadera catástrofe. Bien podemos imaginarnos como después de dos o tres semanas de sexo intenso en Nueva York, de alguna manera la aventura amorosa habría desaparecido.” "The Pervert's Guide to Ideology" (2012) Dir. Sophie Fiennes. Slavoj Žižek

Žižek es consciente que hablará cínicamente de una película muy querida por el público porque fácilmente puede ser odiado si la crítica; en ese sentido, compartimos esa posición al compararla con la película mexicana que ha roto los records de taquilla en nuestro país y se “ha ganado el corazón de los mexicanos”. Tal es la relación de “Titanic” con “No se aceptan devoluciones” que recientemente en un periódico local fueron incluidas como ejemplos -junto con otros destacables como “La vida es bella” y “Hachi: A Dog's Tale”- en un artículo que se preguntaba ¿por qué lloramos con las películas? Más aún, como bien mencionaron en nuestro podcast de cine preferido CinemaNet (http://cinemanet.com.mx/613-en-cartelera-el-paciente-interno-tercera-llamada-elysium-no-se-aceptan-devoluciones-jobs-y-lluvia-de-hamburguesas.html), criticar y no alabar la cinta del cómico mexicano Derbez puede costarle a alguien ser tachado de malinchista (¡Ah pero que sea gringa o europea, porque…!) o compatriota envidioso (¡Por eso estamos como estamos, por eso nunca progresamos, el cangrejo mexicano que sale de la cubeta y el otro de abajo que lo jala y no lo deja salir!). Sin embargo, en este excelente podcast, el ejemplo lo pone el crítico Carlos del Río al mencionar que su experiencia con la cinta queda más clara con su madre con quien fue a verla. Al finalizar la película, mientras se secaba las lágrimas, como casi toda la sala, la madre se dirige a su hijo crítico de cine y le dice “Hijo, por favor no vayas a hablar mal de esta película”, y remata “porque si no, la gente no te va a querer”. Mucho se ha dicho en entrevistas (Derbez ha realizado una excelente y laboriosa campaña de promoción)  que ésta cinta tiene mucho corazón lo cual es muy cierto. Justamente ésa es su principal virtud y su aspecto más reprobable. Jugando con las palabras (como los excelentes chistes que en los programas de Derbez le escribían Pepe Sierra y Gus Rodríguez), No se aceptan devoluciones tiene mucho corazón, tanto que puede morir el paciente. El tema y guion de la cinta eleva a un carácter  mítico algo sagrado para muchos pueblos, en especial el mexicano, el amor familiar, de ahí que sea una mezcla de “La risa en Vacaciones” y “La rosa de Guadalupe”. O como abiertamente lo muestra la película a razón de la madre mítica que construyó el padre para su hija, ella es amiga de Adam Sandler y la India María. La importancia de la cinta, sin lugar a dudas reflejado en su éxito pese a su pobre calidad cinematográfica en dirección, producción o actuación, es que pone “el dedo en el llaga” de la ideología en un contexto mexicano realmente “toca el corazón de los mexicanos”, como las dos cintas mexicanas de éxito "sintomático" nacionales “Nosotros los Nobles” y “El Crimen del padre Amaro”. Su éxito expone y sirve de espejo ideológico de nosotros los mexicanos, pueblo 70% católico pero 110% guadalupano.    

En “No se aceptan devoluciones” después de contarnos la historia de este hombre irresponsable que se ve forzado a ser un padre de una pequeña para al final luchar por ella al volver la madre a recuperarla por lo que decide volver al Acapulco idílico con su hija, y después de hacer creer al espectador que dicho padre está enfermo de muerte, el clímax dramático es saber que quien estaba enferma de muerte era la niña, quien muere seis meses después de haber llegado a Acapulco (nunca había vuelto a México) en compañía de papá y mamá en un hermoso atardecer (escena que ha indignado a más de un Guerrerense por la forma chafa digital con la que “embellecieron” Acapulco). Volviendo a la tesis de Žižek, ¿cuál es la catástrofe verdadera? Poniéndonos “ligeramente cínicos” como Žižek creemos que la niña murió en el momento justo. Para que se sostenga el “puro corazón”, la bella historia sublime, la niña tenía que morir y no tardarse más de 6 meses, como sostén de una luna de miel paterno-filial. Como Žižek con Titanic, bien podemos imaginarnos el día después de mañana, cuando esa niña no se muriera pero cuya infancia quedara suspendida por ser un “milagro de vida”. Querido lector, ¿conoce usted casos de “milagros de vida” -personas que en su tierna infancia fueron diagnosticados con alguna enfermedad mortal por lo que todos sus familiares viven pendientes de su condición alarmante? En muchos de esos casos se corre el riesgo de, en aras de hacerle lo más hermoso posible los “pocos” días que tendremos a esos “angelitos” entre nosotros, mantenerlos en un estado infantilizado aún y cuando hayan dejado de ser bebés por lo que los problemas de la vida llegan cuando crecen y la muerte se tarda en venir. La verdadera catástrofe hubiera sido romper con la imagen del amor sublime de un padre que da todo por su hija moribunda. Imagen tan perfecta que bien puede convertirse en pesadilla, basta recordar aquellas madres que le dicen a sus hijos adultos mientras le muestran una foto de ellos de bebés “¡Cómo me hubiera gustado que te quedarás así siempre!” El sublime terror y el terror de lo sublime son bellamente presentados en la escena final de la cinta “Máma” (2013, Dir. Andrés Muschietti).

Sigamos con el Titanic de  Žižek:
“Kate Winslet es una chica de clase alta con malestar psicológico, confundida, con un yo en crisis, y, la función de Leonardo DiCaprio, es simplemente que él la ayuda a reconstituir su yo. Su autoimagen, literalmente él dibuja su imagen. El barco choca contra el iceberg no inmediatamente después del sexo sino cuando la pareja va a cubierta, a cielo abierto, y deciden estar juntos. Comúnmente en la historia, la aparición de un evento que impide algo o una idea, la eleva a la condición de mito… A través de la catástrofe temporal tenemos una historia de amor que es redimida en su ideal, salvaguardada para la eternidad. Al final podemos leer la catástrofe como una maniobra desesperada para mantener la ilusión del amor eterno. Podemos ver cómo la ideología funciona de forma efectiva aquí. Tenemos dos niveles en la superficie, toda la fascinación del accidente y la historia de amor, las cuales son aceptables para nuestras mentes liberales y progresivas. Todo esto no es más que una trampa. Algo hecho para bajar nuestra atención al límite y volvernos receptivos al verdadero mensaje conservador de gente rica con el derecho de revitalizarse a ellos mismos a través de tomar esa vitalidad de la gente pobre.”

¿Qué mito (sobre)protege la tragicomedia de “No se aceptan devoluciones”? Así como en Titanic, consideramos que hay un amor ideal, en este caso el del padre y la hija. Solo que este amor idílico no es completamente paterno en términos psicoanalíticos ya que elude un punto, la castración. El personaje del padre, Valentín, opera más como una madre sobreprotectora al grado de convertirse en un compañero de juego de su hija suspendiendo los “traumas” de frustración para su hija: Puede faltar a la escuela, le compra todos los juguetes que quiere, expone su vida con tal de que no la regañen por decir mentiras y, tal vez la más obvia de todas, le crea una madre idílica que la ama mucho pero no puede estar con ella porque tiene que salvar al mundo (Nuestra mente morbosa no deja de recordarnos un extraño paralelo con la leyenda negra –seguramente falsa- de Derbez en los 90 donde se decía dio una boda de ensueño para su amada solo con el pequeño detalle de no ser oficial, pura fiesta sin cas/tr/arse). Lo anterior lo vemos cuando Valentín le da una carta casi cada semana donde crea historias fantásticas de la mamá. Este detalle nos recordó a algo similar en la opera prima de Guillermo del Toro “La invención de Cronos” donde el anciano Jesús Gris le inventa cartas a su nieta para evitarle la tragedia de la muerte de sus padres, manteniéndola en un estado autístico (la niña no habla) que se rompe cuando Jesús, a través del dispositivo Cronos, se convierte en vampiro (de alguna forma se vuelve autista/autoerótico también) y, para resolver la mortificación de la no-muerte, finalmente niña y abuelo tienen que enfrentar la pérdida para vivir cuando ante la primera palabra de la nieta (“Abuelo”) Jesús Gris destruye el dispositivo eternizador de Cronos.

Si algo enseña el psicoanálisis con respecto a la paternidad es que el padre es uno muerto, ejecuta su función en la idea de que no les será eterno a sus hijos por lo que los prepara para vivir sin ellos (el tiempo que este sea). Curiosamente, tal parece que es un tema actual ya que la película mexicana reciente de éxito en nuestro país fue la comedia “Nosotros los nobles” donde un empresario acaudalado decide dejar de consentir a sus hijos a quienes mimaba por no “traumarlos más” después de la muerte de su santa madre y crea una artimaña para que aprendieran a trabajar y así “darles una lección”. Por lo anterior, la queja que tenemos en “No se aceptan devoluciones” es el engaño-trampa de la película ya que sería interesante verla si el padre era el que iba a morir como lo promete desde el inicio. Así como en “Titanic” según Žižek, el personaje de clase alta Rose se nutre del “baño de pueblo” que tiene con Jack, en “No se aceptan devoluciones” vemos como la función de la niña fue ayudarle al irresponsable de Valentín la forma de vencer sus miedos (representados como lobos). En la escena final, digna de estampitas moralistas, vemos a Valentín serenamente caminando por las playas en compañía de un lobo mientras en el cielo vemos a su hija brincando entre las nubes “como en la quebrada” a los brazos de su abuelo. La función de la niña fue hacer mejor hombre a su padre; bella idea, bello ideal, pero tramposo ya que oculta una grieta fundamental, ¿cómo vivir después de la muerte de un hijo?

Esa postura, del sentido de la vida (“Este angelito vino a cumplir esa misión y se fue al cielo”), es similar a decir que toda catástrofe tiene el sentido divino y obedece a un plan perfecto (“Las diosidencias”, concepto por demás blasfemo), casi como la idea de que el Holocausto a la larga les sirvió al pueblo judío para ser un mejor pueblo, más unido, por eso lo mandó Dios. Lo blasfemo de esta noción es que borra la fisura fundamental del propio padre, por lo que consideramos que “el bello final” realmente es el comienzo de la verdadera historia como lo muestra Cuarón en toda su “Gravedad”.

Antes de ir al espacio de Cuarón, resaltamos el gran acierto de la película de Derbez, los títulos tanto en Inglés como en Español. Originalmente el título sería “El hombre de piedra” haciendo referencia a la ocupación de Valentín como “stunt man”, doble de cine, en Estados Unidos, y consideramos que haciendo referencia metafórica al propio Valentín que tuvo que arriesgarse a enfrentar la vida en su devenir como hombre. Sin embargo ese  título es chocante justamente porque evidencia el protagonismo del personaje de Valentín como hombre que triunfa y aprende, el niño que se hace hombre, en lugar de su función como padre. Caso contrario a “Instructions not Included” (Instrucciones no incluidas) y “No se aceptan devoluciones” que con la referencia a un artículo que uno adquiere resalta el sujeto de la paternidad al centrarse en lo angustiante de tener un hijo (“Nadie nos enseña a ser padres”), muy a la respuesta que Matheline atribuye a Freud cuando alguien le preguntaba “¿Qué puedo hacer para ser una buena madre?”: “Haga lo que desee, de igual forma estará mal”. En este caso sería conveniente que los políticos hagan caso de la ocurrencia de dichos títulos de la cinta con respecto al otro tema que ignora cubriendo la cinta, los inmigrantes. Ante tal problema y para el tema de reforma migratoria sería bueno que el gobierno mexicano utilice de lema y decirle a los gringos “No se aceptan devoluciones” mientras que los gringos reconozcan que nuestros paisanos ya hacen vida allá pero  “Instructions not Included”. La película es conservadora al no abordar el núcleo traumático, lo que no pasa por el ideal, tal como se ve en la máxima tragedia de la historia como en su máxima comedia de pastelazo como el triste caso de Sammy, el mejor chiste de Derbez. Seamos honestos, aunque nos arranque una risa idiota los intentos desesperados de este personaje, reconozcamos que su comedia peca de pura ya que no nos reímos con él sino de él. ¿Sería el mismo efecto si nos enteráramos que todo este tiempo está fingiendo su discapacidad o su comedia se sostiene por el hecho de ser inocente/puro? Como bien dicen los que saben, nunca actúes con un niño o un inocente porque se roban la escena.

Sigamos con lo último que comenta Žižek de Titanic:
“Existe un maravilloso detalle que lo dice todo. Cuando Kate Winslet nota que Leonardo DiCaprio está muerto, ella, por supuesto, comienza a gritar “nunca te dejaré ir, nunca te dejaré ir”, mientras que, al mismo tiempo, lo empuja al fondo. Él es lo que llamamos irónicamente un mediador evanescente.”

La función del mediador evanescente la relacionamos con el concepto de Donald Winnicott “objeto transicional” (véase “TOY STORY: Lecciones con juguetes sobre el duelo”, aquí, en su blog de confianza http://hectormendoza.blogspot.mx/2011/02/toy-story-lecciones-con-juguetes-sobre.html, además pronto subiremos los videos correspondientes a la película “Super 8” donde vemos otra presentación del duelo y el mediador evanescente en la presencia de un monstruo extraterrestre). Dicho objeto aparece en los momentos de cambio, en especial de separación donde el sujeto trasforma  su identidad y elabora un duelo por su identidad perdida, como el osito de peluche que le permite al niño alejarse de su condición de bebé de mamá y llegar a la identidad de niño entre otros niños. Por lo anterior, la función de este mediador es justamente ser evanescente, de “úsese y tírese” como maestro fantasmal a la Obi Wan de “Star Wars” o Jaga el sabio de los “Thundercats” que ayudan a su discípulo en el pasaje de la niñez a la adultez. Žižek menciona que el personaje de Leonardo DiCaprio en Titanic habla más como un maestro o pastor (“Sé fiel a ti misma Rose”) que como amante, por lo que resalta el momento de su desaparición en el fondo del mar como su máximo triunfo. En No se aceptan devoluciones dicha función, tradicionalmente puesta en el padre muerto/fantasmal, es sostenida por la hija angelical permitiendo al padre hacer su transición de niño asustado por un padre autoritario con su correspondiente temor al compromiso a un hombre que ha vencido sus miedos. De ahí que la desesperanza de un padre que pierde a su hijo brilla por su ausencia aunque afortunadamente la encontramos en la cinta de Cuarón, “Gravedad”.


“¡¡Houston a ciegas, seguimos dando vueltas!!”

La historia de Gravedad es bella por su simplicidad como describe el portal de cine imdb.com “Una ingeniero médico y un astronauta trabajan juntos para sobrevivir después de un accidente que los deja a la deriva en el espacio”. La historia original de Jonás y Alfonso Cuarón originalmente estaba pensada en el desierto manteniendo la idea central “hacer frente a los obstáculos, superar la adversidad y sacar el espíritu de supervivencia de los seres humanos”[1]. Sin embargo, Cuarón realiza un cambio en su forma habitual de confeccionar sus películas lo cual demuestra su genio como cineasta. Mientras en otras cintas desde su “Y tu mamá también” o la increíble “Los Niños del Hombre” en el ambiente/contexto/fondo está el verdadero valor de la cinta más que en la anécdota de contenido en “Gravedad” fácilmente podríamos decir que es la máxima expresión de anécdota de pretexto para el lucimiento del ambiente, consideramos que la anécdota es la de mayor profundidad y desesperanza, tal que crea un “agujero negro” que priva de sentido y devuelve solo angustia al mundo.

Después del accidente, y buscando sobrevivir, Ryan Stone (interesante metáfora en el nombre de la mujer que se ha endurecido y puesto “machín” ante su dolor)  tiene que confiar en el experimentado astronauta Matt Kowalski quien, en un intento de aligerar la tensión le pregunta por casa y los suyos. Lo que encuentra Kowalski (bella referencia de Cuarón a la serie “Viaje al fondo del mar”) es una tragedia en la vida de su compañera, ha perdido a su hija y, tal parece, el gusto por la vida. El ambiente de desorientación angustiante en el espacio sin gravedad nos recuerda lo presentado en “Azul” de los tres colores de Krzysztof Kieslowski que lleva a su aspecto ominoso las máximas francesas “libertad, Igualdad, fraternidad”. En “Azul” “una mujer lucha por encontrar una forma de seguir viviendo después de la muerte de su marido e hija” (www.imdb.com). La referencia a la libertad, es su carácter siniestro donde ella está completamente libre de los vínculos como madre o esposa lo que la deja en un estado de confusión melancólica. En Gravedad tenemos algo similar, solo que expresado en el lado siniestro del encanto de la flotar en el espacio, la máxima fantasía de libertad cuando uno sueña con volar desafiando la gravedad se convierte en angustia cuando, como diría Lacan, aparece la falta de la falta. De cierta forma Cuarón, le da la razón a Lacan al mostrar que la angustia “no es sin objeto”.

El personaje de Kowalski ejecuta la función de mediador evanescente que comentamos arriba siendo finalmente el que con su sacrificio le permite sobrevivir a Ryan. El genio de las imágenes que nos muestra Cuarón revela que otra manifestación del mediador evanescente son los santos como la estampita de San Cristóbal mártir (santo patrono de los choferes y todos los que se dedican al trasporte) junto con el Buda sonriente. Como Freud lo abordó, el máximo mediador evanescente es Jesucristo que en su sacrificio brinda los humanos una posibilidad de seguir viviendo después de la muerte de Dios padre como garante del sentido, la muerte del Tótem y el Tabú, de ahí que solo traiga un mandamiento (por demás paradójico) en lugar del decálogo perfecto que encumbraba al Padre.

En “Gravedad”, la figura de Kowalski se construye en ese mediador en dos momentos decisivos. En el momento de llegar a la estación con la esperanza de localizar la cápsula que los puede regresar a la Tierra, Ryan y Kowalski quedan colgados por un cable de la nave. Kowalski decide el sacrificio heroico al soltarse de Ryan ya que él era quien hacía que se alejaran de la nave, por lo que o la soltaba y moría él o se aferraba y morían ambos. Ante la negativa de Ryan, Kowalski toma la decisión del sacrificio mientras le anuncia “Debes aprender a dejar ir”. Ese “dejar ir” es el centro de gravedad por el que orbita la historia como lo anuncia el slogan de la cinta: “Don´t let go” que puede ser traducido como “No lo dejes ir” o “No te sueltes”.

En el proceso de escribir esta entrada del blog nos encontramos con un escrito que apoya nuestra lectura de “Gravedad”. Nos referimos al testimonio publicado en el periódico El Norte con el título “El dolor es infinito, como el espacio” escrito por Rosalinda Aguirre.[2] El artículo nos menciona que “la autora perdió el año pasado a su hija Marifer… En este texto reflexiona sobre cómo el filme “Gravedad” significó para ella una metáfora del duelo: desde la profundidad del dolor hasta la revelación de ponerse de pie”.  

"Cada escena, cada imagen, cada sensación es una metáfora exacta y fiel del proceso de duelo. Nunca había visto algo que retratara con toda perfección lo vasto, insondable y oscuro de la pérdida de un hijo. El dolor es infinito como el espacio. La soledad es como estar dentro de un traje espacial escuchando tu propia respiración. El miedo es paralizante al estar sin control, a la deriva en un ambiente extraño, nuevo, hostil, es idéntico a este caos en el que se convirtió mi vida postpérdida".

Tal testimonio además resalta el segundo momento de la verdadera naturaleza del mediador evanescente. En cierto momento Ryan llega a la capsula que la puede dirigir a la estación china. Llena de esperanza cae en la desesperanza al descubrir que no hay combustible. Finalmente se rinde, decide apagar todo y esperar resignada la muerte entre la falta de oxígeno y el congelamiento. Se recuesta y cierra los ojos. De repente vuelve desde el exterior Kowalski para informarle otra opción de navegación. En ese momento de regocijo, Kowalski la invita a no rendirse, a no dejarse morir. En ese momento Ryan despierta para descubrir que sigue sola en la cápsula, que fue un sueño/alucinación/llamada mística. Finalmente decide intentar regresar a la Tierra.

La señora Aguirre, en su testimonio, así interpreta la escena:
“Y al igual que la protagonista, después de sentirse incrédula, perdida, aterrorizada, paralizada, sacudida, golpeada, cansada, rendida y derrotada, da paso a la aceptación de lo definitivo e irremediable y se refugia en su cápsula a soltar todo, incluso su alma, su aliento de vida, y recurre a lo espiritual que habita en ella, a su conexión con un Dios que conoce poco, con quien no aprendió a platicar por medio de la oración, pero que anhela. Cuando aparece a su lado, representado en un personaje, esa voz, esa presencia divina te entrega un mensaje de esperanza, de fe, de fuerza, que te dice que lo que perdiste es irrecuperable, tremendamente trágico y doloroso, pero que hay que vivir, seguir, luchar, plantar los dos pies bien firmes en la tierra, sintiendo la gravedad que te jala, que está trabajando a tu favor para ayudarte a levantar…”

Esa parte espiritual me recuerda la atea interpretación de Žižek sobre la función de Cristo que con su muerte se anuncia la muerte del Dios de las garantías y aparece el Dios del Amor. Uno que no tiene respuestas para los humanos y no pide que le tengan fe, sino que los deja ir. Es un Dios que al soltar a sus hijos, tiene fe en ellos, que entre ellos estarán bien.

Y ya que llegamos al plano místico terminemos recordando lo comentado por Žižek con respecto a “La Pasión de Cristo” (2004) de Mel Gibson:

“Cualquier pregunta sobre el sentido de la crucifixión se encuentra totalmente ausente en la película: ¿por qué debía morir Cristo? Existen tres versiones principales. (1) la gnóstica-dualista: la muerte de Cristo fue un capítulo en la lucha entre el Bien y el Mal, es decir, la muerte de Cristo fue el precio que debió pagar Dios al Diablo por la redención de la humanidad; (2) la del sacrificio: Cristo pagó el precio por nuestros pecados –no al Diablo, sino para cumplir con el sentido y el equilibrio de la justicia; (3) la ejemplar: con el ejemplo de su acto definitivo de amor, Cristo inspira a la gente a seguirlo, a actuar bien… Por su puesto hay algo que falta aquí, la cuarta versión que es la verdad de las tres primeras: ¿qué pasaría si la muerte de Cristo fuera el modo de Dios Padre de pagar su propia deuda con la humanidad, de hacerse perdonar por haber realizado un trabajo tan chapucero, creando un mundo imperfecto lleno de sufrimientos e injusticias? Pero existe una tercera posición, más allá del fundamentalismo religioso y la tolerancia liberal. En lugar de tratar de redimir el núcleo puramente ético de una religión contra su instrumentalizaciones políticas, debe criticarse duramente a este mismo núcleo en todas las religiones. Hoy, cuando las mismas religiones (desde la espiritualidad new age al barato hedonismo espiritualista del Dalai Lama) están más que dispuestas a servir a la búsqueda del placer posmoderno, es paradójico que sólo un materialismo consecuente sea capaz de sostener una posición ética militante verdaderamente ascética”. Žižek, S. “La suspensión política de la ética”. (2005) Editorial Siglo XXI.

Como en lo anterior, esa es la forma como interpretamos el final de “Gravedad” donde las cosas cae por su propio peso y se siente la imperfección de estar en pie. Lo mejor de la religión así es sin su dimensión de lo sagrado, como bien nos lo dice el chiste de los compadres filosofando en una cantina: “¡Nombre compadre! Pos como dice la Biblia “Levántate y anda” y Lázaro andó (sic)”. A lo que el compadre responde: “¡Anduvo, Pendejo!”. Y el otro remata: “Pos si anduvo pendejo un rato, pero luego se aliviano”.   



[2] Aguirre, R. “El dolor es infinito, como el espacio” Periódico El Norte. Sección Vida! Domingo 3 de nov. 2013.

6 comentarios:

Ela Crow dijo...

Le compartiré aquí mi experiencia. La película "Gravedad" para mi, fue un recordatorio a todo color de lo que sentí al tener "Laberintitis" como lo llamo el otorrinolaringolo especialista. Desde el inicio, fui confrontada al ser ella la terca protagonista sin equilibrio, metida en sus asuntos y sintiendo una lejana compañía por los demás tripulantes. Y solo yo se cuanto me costo aceptarlo y digerirlo, pero lo siguiente que sucede para mi en esa escena es tan aterrador, tan caótico, problemático y desesperante; Una oportunidad se presenta cuando llega el aviso de un peligro, ¡puede causar una tragedia o un accidente! pero para mi, al menos así lo proyecte, llego la oportunidad de soltarse "si no te sueltas te mandara muy lejos" y se solto, eres libre, te sueltas de la gravedad, del peso, del pesado dolor que ronda para dar paso a algo mas, si te sentias perdida, ahora te encuentras literalmente perdida en el espacio, sin un punto de apoyo, sin equilibrio. La angustia esta a flor de piel, y sin mas, llega una posible salvación "Kowalski" aqui. Y que desesperación y coraje cuando Kowalski decide quitarte el alivio al sacrificarse él, al irse. Ese "Debes aprender a dejar ir" es muy mañoso, ¡si ella (y yo) ya habíamos aprendido a dejar ir! (El dolor, claro.) Me encanta la escena en donde logra introducirse a la nave, pues es el único lugar donde puede retirarse el traje espacial que la aleja del tacto del espacio hostil, para hacerse bolita cual bebe protegido en el vientre materno. Recobras fuerzas (y ganas que ya había perdido). Y cuando finalmente todo parece en tu contra, te das cuenta y entiendes que una parte de Kowalski sigue ahí, que no todo esta perdido, y con eso es posible seguir viviendo, aterrizar con un duro golpe en la realidad, apreciar lo que queda sin la angustia, y ponerse firme ante lo que sigue.


Y finalmente, creo que no escuche ni vi salir a nadie en esa sala de cine llorando mas que a mi.

Hector Mendoza dijo...

Estimada Ela Crow, muchas gracias por compartir su experiencia, su valor y reflexión me parecen dignos de ser reconocidos. La escena que comenta donde puede retirarse el traje espacial me recuerda a momentos en mi funsión de acompañar a personas que realizan su análisis cuando es necesario dar el espacio en los tiempos y condiciones en que cada quien orbita en su malestar. Sobre todo actualmente en tiempos donde el dolor, el duelo y las formas particulares de hacerle frente parecen ser perseguidas por "buenas intensiones y conciencias" que terminan agrediendo. Gracias por compartir ese trayecto.

Sie7e dijo...

Me encontré leyendo esta entrada y la hallé ciertamente interesante, sin embargo, si me permite una pequeña puntualización: el tono de grises del blog, si bien es muy elegante, cansa la vista; no pude terminar la entrada por esa razón, será que uso lentes o que mi vista es de por sí defectuosa, pero es un problema persistente en muchos blogs de tonos similares.

Hector Mendoza dijo...

Mi estimado Se7en, le agradezco el comentario técnicos y buscaré otra presentación en las plantillas de blogger. Mil gracias. PD: su nick me invita a unos breves comentarios sobre esa película de David Fincher.

Anónimo dijo...

Pues mire su opinión de la película es demasiado estúpida para mi opinión no se aceptan devoluciones es una muy buena película a las personas les gusto el final es conmovedor se nota que usted tiene envidia dado el hecho que jamás será alguien sólo un fracaso que critica por envidia un asco tu opinión

Hector Mendoza dijo...

La voz anónima ahora insulta sin leer y solo confirma nuestra postura. Si se hubiera tomado el tiempo localizaría que resaltamos el carácter conmovedor del final de la cinta y la catalogamos puro corazón, comparándola con cintas como La Vida es Bella, Hatchi: la historia de un perro y Titanic.Seguramente el señor Derbez se sentirá halagado con ¡¡semejante comparación!! Tal vez en la crítica (a la ideología ya que no soy crítico de arte)obviamos el hecho de reconocer el beneficio para la industria cinematográfica nacional del éxito del filme. Como bien a dicho el mismo Derbez en entrevistas, la industria, por ejemplo la estadounidense no se sostiene solo del cine de arte sino a base de muchos churros exitosos.Claro, lo que resaltamos es la honestidad de autores a quienes admiramos que son orgullosamente mexicanos como Guillermo del Toro o los Cuarón. Honestidad que en el filme de Derbez no localizamos al pretender hablar de una historia de un padre y termina siendo el crecimiento de un joven. Así como su comentario pasional tal vez si fue nublado mi juicio con respecto a esta película al reducir a versión de telenovela chafa (en lugar de la buena comedia que le admiramos a Derbez) el drama de la muerte de un hijo o el sufrimiento de saberlo desahuciado. Secretamente le agradezco el comentario ya que creía que solo mis amigos leían este blog, me hace sentir importante tener haters. Saludos.