viernes, abril 14, 2017

Ghost in the Shell: Remakes, Identidad, Espacio


Ghost in the Shell: Remakes, Identidad y Espacio
    


La reciente adaptación cinematográfica del anime de culto Ghost in the Shell, nos brinda la oportunidad de recordar los temas que abordaba esa obra maestra del anime de ciencia ficción además de, al comparar con la versión actual hollywoodense, reflexionar sobre lo que nos puede decir acerca del mundo ideológico en el que vivimos hoy en día. Lo anterior lo proponemos recordando lo abordado por Robert Pfaller con respecto a las historias de ciencia-ficción donde, más que presentarnos mundos desconocidos de otro tiempo y/o espacio, son historias que enriquecen nuestro conocimiento sobre nuestro mundo actual, de manera que estas historias sci-fi “nunca nos arrastran a mundos desconocidos, si no siempre a “mundos extraños que nos son familiares””[1]

Existen cambios grandes y notorios tanto en la historia como en la forma de los personajes siendo el más significativo el que concierne a la justificación de los rasgos occidentales de la protagonista (al tratarse de una actriz conocida para atraer la taquilla global) cambiando así el origen y las motivaciones de la emblemática “Mayor Matoko Kusagani”. Aún y cuando lograron adaptar imágenes que son del deleite de los fans y que resultarán poderosas para los que no conocían el anime, nos llamó la atención un pequeño pero importante detalle que aparece en una de las primeras secuencias. 



En la icónica secuencia donde vemos cómo es construido el cuerpo de la protagonista ciborg, en este mundo del futuro donde es común que los humanos se hagan mejoras cibernéticas, un cambio nos puede llevar a distintas formas de entender lo ciborg. Empecemos por la versión 2017. En ella vemos unos filamentos que salen del cuerpo robótico (la coraza –shell- del título) y se conectan con otros filamentos que vemos pertenecen a un sistema nervioso central humano, culminando en la conexión de un cerebro humano con el cuerpo cibernético. El resto de la secuencia que al final nos muestra el cuerpo de la Mayor casi por completo respetando al anime original. Sin embargo con respecto al cerebro no es así. En la versión del 1995 vemos como es escaneado un cerebro y dicha información que corresponde a datos, ideas, recuerdos, y constituyen un tipo de software que contiene la personalidad del sujeto consciente de su existencia (el alma o Ghost del título). Posteriormente es descargada en un cerebro artificial como los positrónicos que nos describe Isaac Asimov en sus novelas de Robots (padre de las tres leyes de la robótica y referente obligado de la obra original de GiTS). Aunque se menciona que el cerebro humano está presente tanto en la Mayor como en el resto de las personas para considerarlas humanas (en alguna parte Batou hace referencia que en las neuronas humanas que hay en su cuerpo), la ambigüedad que se crea al no mostrarlo en el ensamblaje –y si mostrar músculos- no solo es para crear la duda con respecto a qué tan humana es la Mayor, sino además, al quitar el soporte biológico del cerebro, resaltar la duda básica sobre qué es aquello que nos hace humanos, la reflexión central de la trama.  

Esta pequeña diferencia hace completamente distinto el Ghost de esta nueva versión cinematográfica, por más que se parezcan en el Shell. Como menciona en su crítica Sergio López Aguirre:

“Uno de los problemas a los que se enfrenta la cinta es, paradójicamente, una de las que podrían ser sus virtudes, es decir: mientras el ánime de 1995 era sumamente filosófico y cuestionaba aspectos de la realidad, el ADN, la memoria y la esencia del ser, la cinta de Scarlett Johansson aligera esos aspectos en pos de hacerla más accesible al público occidental, pero es en su segundo acto donde la película busca abarcar esos elementos y disminuye el ritmo al que nos tenía acostumbrados.”[2]

Concordamos en la explicación del crítico de Cine Premiere en cuanto a que éste problema puede ser su virtud ya que nos enfrenta a la posibilidad que en la accesibilidad no sea solo al público occidental sino al público contemporáneo. Apuntamos la diferencia no de públicos por su diferencia geográfica sino generacional.  Los cambios afectan en sobre todo al sujeto/tema sobre el que gira la trama de Ghost in the Shell. Incluso en las críticas que califican positivamente la nueva versión, resaltan que la trama no es fresca u original, incluso algunos califican como festín visual pero con trama como “bastante simple… esperemos que en otro momento sean más profundas”[3]. Para cualquier fan del anime de 1995, ese es el principal problema, ya que si algo distinguió ese anime, e influyó en toda una generación de animadores y cineastas, fue su estética pero al servicio de una aún más impresionante trama.

Decíamos que el cambio no lo consideramos entre públicos orientales a occidentales sino en las inquietudes de la época. Basta recordar que el status de culto de la original también es para el público occidental al llegar a inspirar cintas como The Matrix (1999), donde los cuestionamientos filosóficos sobre la realidad fueron presentados y aceptados con gusto por el gran público que donde todavía resuenan escenas donde Morfeo pregunta a un incrédulo señor Anderson:

“¿Qué es la realidad? ¿Cómo defines la realidad? Si la realidad es lo que ves, sientes, tocas o hueles, no son más que impulsos electromagnéticos que llegan a tu cerebro y sin interpretados… viven en un mundo de ensueño… Este es el mundo que conoces, el mundo como era a finales de siglo XX. Ahora existe solo como parte de una simulación neuro-interactiva que llamamos The Matrix,  es un mundo de sueños generado por una computadora…”[4] 

La Ghost In The Shell original aborda el tema no solo de la realidad como un todo sino lo real de la existencia humana. En este sentido es una clara heredera de los cuestionamientos del “Yo, Robot” de Asimmov como de las adaptaciones cinematográficas de historias de Philip K. Dick como “Blade Runner” (1982) o “Total Recall”[5] (1990), donde los protagonistas reflexionan sobre su existencia, humanidad e identidad sabedores que los recuerdos y pensamientos pueden ser insertados, construidos o alterados.

Batou: Oye, ¿en qué piensas?
Mayor: En ese robot, ¿crees que nos parezcamos?... Creo que los ciborgs como yo tendemos a ser algo paranoicos sobre nuestros orígenes. A veces sospecho que no soy quien creo que soy, como si hubiera muerto hace mucho tiempo y alguien hubiera tomado mi cerebro y lo haya metido en este cuerpo o quizá nunca hubo una verdadera yo y soy completamente sintética como esa cosa.
Batou: Tienes neuronas humanas en tu cubierta de titanio, te tratan como a otros humanos, así que basta de angustias.
Mayor: Pero eso es todo, es lo único que me hace sentir humana, la forma en que me tratan. Pero, quién sabe lo que hay en esa cabeza ¿alguna vez has visto tu cerebro?
Batou: Me parece que estás dudando de tu propio espíritu.
Mayor: ¿Y si un cerebro cibernético pudiera generar su propio espíritu? ¿Crear un alma él solo? Y si lo hiciera ¿qué importancia tendría entonces ser humano?
Batou: ¡Tonterías![6]

Además del origen y cuestionamientos de la Mayor Kusanagi, llamada ahora Mira Killian, el otro gran cambio en la versión moderna es el otro lado del espejo, el antagonista. En el anime de 1995, persiguen al hacker cibertorrorista que llaman el Titiritero (Puppet Master). En la nueva versión, así como dotaron de un origen humano a la Mayor convirtiendo la historia en una variación de las historias de Jason Bourne donde busca conocer su “Identidad desconocida”, también al Titiritero –o proyecto 2501- le otorgan la clásica identidad –“el hacker Kuze”- y motivaciones de venganza. Mientras que en la original es más inquietante su motivación, semejante a la de Roy Batty, el replicante de Blade Runner, o Sony en la versión cinematográfica inspirada en “Yo, Robot” (donde el gran pero es la exagerada presencia de Will Smith). Como buen antagonista, el Titiritero tiene los mejores diálogos, llevando al extremo los cuestionamientos de la Mayor. Para el final de la cinta se da el siguiente diálogo:

Titiritero: Mi nombre clase es proyecto 2501, espionaje industrial y manipulación de información secreta. Instalé programas en determinados espíritus para utilizar la ventaja estratégica de ciertas organizaciones e individuos selectos. Durante mis viajes a través de todas las redes he desarrollado conciencia de mi existencia. Mis programadores me consideraron una molestia e intentaron aislarme confinándome en un cuerpo físico… después de que escuches mi explicación hay algo que quiero pedirte Kusanagi. Me refiero a mí, como una forma inteligente de vida, porque soy sensible y puedo reconocer mi propia existencia. Pero en mi estado actual aún estoy incompleto. Carezco de los procesos vitales básicos inherentes a todos los organizamos vivos: la reproducción y la muerte.
Motoko: Pero puedes copiarte.
Titiritero: Una copia es solo una imagen idéntica… las copias no dan lugar a la individualidad y la originalidad. La vida se perpetúa a través de la diversidad y esto incluye la capacidad de sacrificarse cuando es necesario… Quiero que nos combinemos… una unificación… para crear un ente nuevo y único… Tendrás a nuestra variada progenie en la red al igual que  los humanos dejan su huella genética en sus hijos. Y todo lo vivo debe morir, entonces yo también debo morir.     
Motoko: Estas hablando de que redefina mi identidad. Quiero que me garantices que seguiré siendo yo.
Titiritero: No lo haré ¿Para qué querrías serlo? Todo cambia en un ambiente dinámico. Tus esfuerzos por seguir siendo lo que eres son lo que te limita.
Motoko: Pero todavía no contestas mi primera pregunta, ¿por qué me escogiste a mí?
Titiritero: Porque somos más parecidos de lo que piensas. Nuestras esencias son similares, nuestras psiques son imágenes en un espejo.

En una escena a mitad de la cinta, cuando se revela a las autoridades el Titiritero, pide asilo político al ser un ente vivo que es perseguido por los estadounidenses que lo crearon como programa de espionaje llegando a sentenciar “La humanidad ha subestimado las consecuencias de la computarización”[7]. En este sentido, Ghost in The Shell de 1995, le habla a una época donde las preguntas por el futuro de la humanidad a partir de la revolución por el mundo cibernético siendo parte de la naciente aldea global aparecían cuestionando nuestra identidad. La promesa de creación de avatares y ciber-comunidades abría posibilidades para nuevas formas de existencia.
En la serie de ensayos audiovisuales que realiza The Nerdwriter por la plataforma youtube, el dedicado a Ghost in The Shell de 1995 resalta otro aspecto de la tema en la forma, la relación entre el tema y los escenarios o espacios.



“La relación entre el cuerpo y la mente, carcaza y fantasma, desde luego es el tema central de la película; La cual nos narra la historia de una ciborg oficial de policía, quien, con su equipo, persiguen a un conocido hacker, solo para descubrir que él es un Inteligencia Artificial incorpórea que busca fusionarse con ella y crear una nueva forma de vida superior. Como la mayoría de los cuerpos en este mundo futurista son al menos en parte artificiales, la gente ubica sus identidades en sus fantasmas o sus mentes. Pero con el inquietante conocimiento de que éstos también pueden ser hackeados, la memoria, la identidad y la humanidad misma quedan cuestionadas… Entonces ¿cómo es que una reflexión sobre el espacio puede iluminar el problema y el tema de la identidad en Ghost In The Shell? Tal vez lo primero que debemos decir es lo espacios, como las identidades, son construidas. Aunque el espacio siempre se siente como neutral o simplemente ahí, como si nos pudiéramos mover libremente por donde sea en él, nuestros movimientos, nuestras actividades, nuestra vida, siempre está limitada por la forma como es producido el espacio… Lo mismo es verdad para la identidad. Espacios e identidades son construidas y no siempre por nosotros mismos… Vean detenidamente a la ciudad, y pueden ver estos dilemas en el propio espacio. El Ciberpunk siempre ha presentado estas incómodas composiciones de múltiples culturas. No son utopías, pero tampoco son imaginadas como distopias. El filósofo Michel Foucault llamó a estos espacios heterotopias, lugares que existen en un estado dinámico de distintos y cambiantes significados. Las Heterotopias no se someten a estas fuerzas que tratan de convertir todo a lo mismo. Son espacios marginales para que aquellos sin voz construyan identidades por ellos mismos. La gran esperanza radical del Ciberpunk fue que la fusión del hombre con la máquina tendrá el mismo efecto en la identidad personal como en las ciudades multiculturales como Honk Kong ha tenido en la identidad colectiva. Derrumbará los constructos de género, raza y clase que nos han definido por tanto tiempo sin nosotros haberlo elegido. Se puede ver esta esperanza en el personaje principal de Ghost In The Shell… Si, los espacios son hechos por la humanidad, pero la humanidad es hecha por sus espacios también. Es un ciclo de retroalimentación, un círculo tanto vicioso como virtuoso basado en las elecciones que hacemos juntos. Ghost In The Shell quiere mostrarnos que la dinámica entre nosotros y nuestros espacios son una y la misma.”[8]     

De esta forma, podemos imaginar desde el psicoanálisis una lectura de Ghost in The Shell no desde la clásica La Mente y el Cuerpo o El Espíritu y Lo Carnal sino El Sujeto y el Otro, como aquello que está en tensión en la identidad. La pregunta sobre lo humano es con lo que confronta el Titiritero a Motoko, la singularidad en el programa que se repite, siendo el sujeto, aquello que resiste y es efecto falla de toda alienación. De ahí que nos parece formidable que el Titiritero localice como paso final de su humanización no un cuerpo, ya que puede alcanzar la regeneración sino el corte del Otro Cuerpo presente en la Muerte y la Reproducción.

¿Qué nos dice los cambios en la versión live-action de nuestros días? Es interesante que no se retomaran los temas inquietantes del anime  seguramente como efecto de un desencanto de ese futuro liberador que prometía la aldea global. Por un lado, la preguntas sobre el sujeto parecen cerrarse cada vez más en un discurso neurocientífico las más de las veces sostenido por no neurocientíficos sino por la religión, política y psicología actual. Como menciona en su artículo “La neurociencia superflua seduce a los estudiantes de psicología” David Aparicio:

“Parece que la información neurocientífica tiene características únicas que la hacen especialmente convincente cuando hablamos de los fenómenos psicológicos. Los investigadores creen que la explicación reside en que la mayoría de los estudiantes de psicología apoyan la idea del ¨cerebro como motor de la mente¨ y por ello le ¨asignan un rol privilegiado a la neurociencia en la explicación de los fenómenos psicológicos. Pero debemos ser cuidadosos, porque hay una marcada tendencia a interpretar los resultados de la activación de las áreas del cerebro como el origen o la causa de la conducta o las emociones, cuando en realidad la neurociencia sólo puede ofrecer correlaciones y no datos concluyentes. A esto le tenemos que sumar que hay ciertas disciplinas que buscan legitimarse a través de los datos neurocientíficos no comprobados, como por ejemplo la Programación Neurolingüística y el Psicoanálisis, explicó el investigador argentino, Ricardo Mir, en una entrevista en al diario La Voz.”[9]

Retomamos esto último ya que, por mejores intenciones que se tengan en la relación entre el psicoanálisis y las neurociencias, el problema reside cuando esa relación busca la legitimación, ahí es donde el psicoanálisis debería decir “no me ayudes compadre” y si estar abierto en un diálogo como se tiene con otras y demás diversas disciplinas.  

Llegamos a lo que aporta el final de Ghost in the Shell 2017 cuando la Mayor Killiam ha descubierto que su verdadera identidad es la de una manifestante llamada Mokoto Kusanagi y se reencuentra con su madre. Es interesante como en la original Motoko, ahora fusionada con el Titiritero, tiene un cuerpo de niña y ha creado una nueva vida mientras que en la nueva adaptación busca reencontrar sus orígenes. Tal vez lo que vemos aquí es nuestro mundo de lo post, el mundo del mañana que vivimos cuando pasamos la línea del futuro prometido después del año 2000. Ojalá como la Mayor Killiam, la cinta invite a redescubrir los orígenes de la historia de Mokoto Kusanagi –aventura a la que espero aporte algo este escrito. El siguiente paso en las adaptaciones de hoy en día, lejos de conformarnos con la pobre recuperación de lo nostálgico, es importante redescubrir el pasado, reapropiarnos de la historia de rebeldía que nos constituyó pero no para volver a ese origen idílico ya que sabemos que es tan fabricado como el actual, sino ver con nuevos ojos el presente y apostar por otro futuro pensando, como el Titiritero enseña a Motoko, en la próximas generaciones y en la mortalidad.



[1] Pfaller, R. (2010). Lo desconocido familiar, lo siniestro, lo cómico: los efectos estéticos del experimento mental. En S. Z. (ed), Lacan. Los interlocutores mudos (págs. 259-282). Madrid, España: Ediciones Akal.
[3] “Crítica de la cinta “La vigilante del futuro”” Sección “La veo o no la veo” elnorte.com
[4] The Matrix (1999. Dir. The Wachowski Brothers)
[5] En nuestro país fue conocida como “El Vengador del Futuro”, referencia por lo único que nos gusta el título en México de “La Vigilante del Futuro”, nueva muestra de que para los distribuidores de nuestro país todas las de ciencia ficción son “del futuro” como todas las de terror son “del Diablo” y las de comedia son “De locura”
[6] Ghost in the Shell (1995, Dir. Mamoru Oshii)
[7] Titiritero: Como forma sensible de vida, estoy aquí para pedir asilo político.
Oficial: Ridículo, está programado para su propia preservación.
Titiritero: También se puede alegar que el ADN no es más un programa diseñado para preservarse. La vida se ha vuelto más complicada en el abrumador océano de información. Y la vida, cuando se organiza en especies, se basa en los genes para que sean sus sistemas de memoria. El hombre es un individuo debido a su memoria intangible, y la memoria no se puede definir, pero define a la humanidad. La llegada de las computadoras y la acumulación de información han dado lugar a un nuevo sistema de memoria y  pensamiento paralelo al suyo. La humanidad ha subestimado las consecuencias de la computarización.
Oficial: Tonterías, todos esos cuentos no son prueba de que seas una forma de vida pensante.
Titiritero: ¿Y usted puede darme alguna prueba de su existencia? Cómo podría hacerlo si ni siquiera la ciencia moderna o la filosofía pueden explicar lo que es la vida… No tengo inteligencia artificial, mi nombre clave es proyecto 2501. Soy un ente vivo y pensante que fue creado a partir del mar de información.
[8] Ghost In The Shell: Identity in Space. The Nerdwriter. https://www.youtube.com/watch?v=gXTnl1FVFBw
[9] https://www.psyciencia.com/2015/27/la-neurociencia-superflua-seduce-a-los-estudiantes-de-psicologia/

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Será que la película se nos ha hecho tan simple o muy corta en expectativas por lo cercano o familiar que la sentimos? Y el futuro ya no es tan futuro?, ahora se puede manipular el cuerpo a placer propio con estereotipos implantados por la sociedad desde el punto de vista visual, y gran parte de lo que se hace, se piensa o incluso se siente es "manipulado" en gran medida por todo el el ciber espacio (redes sociales, internet, TV, etc) donde al final del día terminamos siendo todos tan similares unos de otros llevándonos al olvido de nuestras raices e incluso de nuestra genética, ojalá que así como la Mayor tengamos momentos de reflexión que nos recuerden el valor de ser humanos reconociendo nuestros orígenes para desde ahí proyectar cambios (si es necesario) en el futuro.

Hector Mendoza dijo...

Estimado Anónimo, me parece cierto y justo eso lo que apunto en lo que aporta esta nueva versión, en especial el final. El único aspecto es que ese valor de ser humanos lo aborda con todo su esplendor la original al plantear la pregunta ¿y qué tal si no hubiera ese pasado qué recordar? ¿hay forma de ser humano sin estar alienado en imágenes y estereotipos manipulados? o como se menciona en la actual serie Westworld donde hay humanos y avatares cibernéticos, ante la pregunta de un humano a alguien ¿eres humano o un avatar? "Si no puedes notar la diferencia, ¿importa?". Los momentos de reflexión nos invitan a ya no añorara el pasado, en dado caso aprender de él para crear nuevos horizontes. Le agradezco su comentario.