Fantasías que dan cuerpo I:
50 sombras de Grey, erotismo
femenino y sociedad
Según la socióloga Eva
Illouz, autora en la que nos basamos principalmente para estas líneas, "Para los que no son sociólogos, el sexo son los actos pecaminosos o placentero que realizamos en la privacidad del dormitorio. Para el sociólogo, el sexo y la sexualidad son un eje en torno al cual se organiza la vida social, un eje que une o separa a personas según modelos específicos y predecibles... es un tema muy importante para los sociólogos porque está socialmente regulada y porque su regulación social está oculta a la vista, en realidad es invisible por decreto. Practicar el sexo es una forma de realizar y reproducir estructuras sociales y culturales". Irónicamente, añade: “que la sexualidad siempre es social es cierto incluso, o especialmente
cuando, es “libre””. La propuesta de Illouz nos invita a pensarla desde el
psicoanálisis al preguntarnos ¿cómo es la sexualidad hoy en día? Y ¿cómo forma
parte del contemporáneo malestar en la cultura en especial en las relaciones
amorosas que se muestran en la clínica? Tomemos el mismo objeto que analiza
Illouz, la historia de la trilogía best-seller “50 sombras de Grey”[1].
Seguimos la tesis central de la autora al decir que “Los textos son
proclives a ser populares cuando ofrecen soluciones (simbólicas) a
contradicciones sociales” llevandonos a preguntar sobre cuáles son esas
contradicciones sociales que se presentan en éste fenómeno de literatura
popular.
Mi
primera exposición a dicho al fenómeno de las Sombras de Grey fue desde la
clínica cuando, en espacio de un par de semanas hace algunos años, varios
pacientes, en su mayoría mujeres, hacían referencia al libro e incluso una
copia de la novela las acompañaba a sesión. He de reconocer que no fue hasta
otra serie de reacciones al tema que me pareció algo digno de analizar. Nos
referimos a lo expuesto en diversos artículos y comentarios en las redes
sociales donde denostaban, atacaban o denigraban las novelas –y su esperada
adaptación cinematográfica- además de su aceptación en el público. ¿Qué hay en
esta historia de 50 sombras de Grey que genera dichas reacciones pasionales
odio-amorosas, ya sea la de odiar amar –al estilo de un placer culposo
semejante al que se experimenta con la telenovela o chisme del momento- así
como amar odiarla –ser un pasional hater
que solo la tilda de estupidez popular? Como
diría Otto Rank ¿Qué viejo tema de estudio para el psicoanálisis resuena,
reaparece y se reedita en esta historia de literatura popular?
En
el camino de búsqueda de referentes para 50 sombras de Grey, encontramos el
libro que hemos citado llamado “El nuevo
orden del amor: Mujeres, Hombres y 50 sombras de Grey” donde se concluye:
“50 sombras de Grey no es alta
literatura[2],
pero “atraviesa la distinción entre la ficción y la verdad” debido a que nos
lleva al corazón de la situación sexual y romántica contemporánea. En este
sentido, posee la seriedad de aquellas poderosas fantasías que nos ayudan a
superar nuestros predicamentos.”[3]
Illouz
nos recuerda lo abordado por Freud en su célebre artículo sobre “El creador
literario y el fantaseo” donde la fantasía presentada por el artista también
puede ser de provecho para los demás, de ahí que no cualquier historia llega a
ser popular. Tanto Illouz desde la sociología, como Rank, Bettelheim, Jung y
Lacan desde el psicoanálisis resaltan el poder de la fantasía
en la mitología, ofreciendo soluciones simbólicas pero resaltando lo que llama
Illouz “contradicciones sociales”. Lacan con respecto al mito menciona:
“Consiste en enfrentarse con una situación imposible
mediante la articulación sucesiva de todas las formas de imposibilidad de la
solución. En este sentido la creación mítica responde a una pregunta. Recorre
el círculo completo de lo que se presenta al mismo tiempo como una posible
apertura y como una abertura imposible, impracticable. Al terminar el circuito,
se ha realizado algo que significa que el sujeto se ha situado al nivel de la
pregunta”.[4]
Resaltamos
el carácter de contradicciones e imposibilidades inherentes a la cultura y su
malestar. De esta forma es en un objeto como “Sombras de Grey” que la
denominada “socióloga de los sentimientos” encuentra “condensadas las
relaciones de género actuales, el progreso feminista y las consecuencias del
capitalismo en el plano sentimental.” Nuestra hipótesis al respecto, es que
dichos temas, además de su importancia en el análisis social, son cruciales
para el psicoanálisis tanto con respecto a la forma de elaboración del malestar
psíquico e incluso psicopatológico en la vida postmoderna, así como en la forma
de clínica que opera en el psicoanálisis. Adelantemos la pregunta: Si existe un
cambio en las relaciones amorosas en la actualidad ¿cómo afecta a una clínica
que se desarrolla a partir de un determinado lazo transferencial?
“Señorita Steele, el señor Grey la
verá ahora”
Para
entrar en materia recordemos la sinopsis de la primera novela:
“Cuando la estudiante de
literatura Anastasia Steele entrevista al joven empresario Christian Grey, se
encuentra un hombre que es hermoso, brillante e intimidante. La sencilla e inocente
Ana comienza a darse cuenta de que desea a este hombre y, a pesar de su
enigmática reserva, ella se encuentra desesperada por acercarse a él. Incapaz
de resistir la sobria belleza de Ana, su ingenio y espíritu independiente, Grey
admite que la desea también – solo que en sus propios términos. Impactada,
además de intrigada, por los gustos singulares en la sexualidad de Grey, Ana
duda. Además de todo el halo de éxito –su negocio multimillonario, su vasta
fortuna, su familia amorosa- Grey es un hombre atormentado por demonios y
consumido por la necesidad del control. Cuando la pareja se embarca en una
relación desafiante y apasionada, Ana descubre los secretos de Christian y
explora sus propios oscuros deseos.” (James, 2011)
Narrada
de esta manera, la trama de “Sombras de Grey” inmediatamente remite a la
clásica novela romántica. Paul Verhaeghe en su libro “Amor en los tiempos de la
soledad. Tres ensayos sobre el deseo y la pulsión”[5]
reconoce en este patrón de las “revistas rosas, del estilo Nous deux y otras
revistas del corazón, fotonovelas y series Harlequin”, la fantasía erótica de
tipo predominantemente femenina, llegando a catalogarse como “historias
literarias concebidas “por las mujeres y para las mujeres””. A través de
diversos ejemplos de la vida popular, Verhaeghe reflexiona sobre lo que puede
decirnos el psicoanálisis acerca del amor hoy en día, y en un momento de su
análisis plantea la importancia de la fantasía, como aquella que “da cuerpo al
deseo” y constituyen el erotismo. Se pregunta “¿Existe una fantasía
característicamente masculina? ¿Y una fantasía típicamente femenina?” Para
investigarlo, menciona que hay un terreno al alcance de la mano “la expresión
comercial de nuestras fantasmagorías.” Mientras que en el caso de los hombres
es típicamente la pornografía[6],
en el caso de las mujeres, el objeto de fantasía erótica por excelencia es,
“literalmente, menos visible” al constituirse en la palabra escrita. Verhaeghe
describe el patrón de éstas últimas de esta manera:
“Las historias que se publican
allí son tan estereotipadas como sus equivalentes masculinos, pero los acentos
están puestos sobre otras cosas. Una mujer, para reponerse de una gran pena de
amor, entra como ama de llaves o niñera de un director de cine
(doctor/director), viudo hace poco. Se dedica concienzudamente a los niños y, a
pesar de una primera antipatía hacia su patrón, se enamora de él. Pero éste
está enamorado de una actriz que sólo lo usa para ascender en su carrera.
Finalmente descubren que se aman, que están hechos el uno para el otro,
etcétera… El hombre que figura en el corazón de la historia es siempre un
hombre especial… no están en una relación amorosa, llevan una vida más bien
retirada y deben, por así decirlo, ser conquistados… De la misma manera que la
mujer lujuriosa (de la pornografía) es la proyección perfecta del deseo
masculino, un hombre semejante (de las novelas rosas) es la proyección perfecta
de lo que desea una mujer”. (Verhaeghe, 2001)
Así
como en el análisis de los mitos, Claude Levi Strauss sugería incluir todas las
variaciones del mismo mito, incluso las que aparentemente son contradictorias y
localizar lo que se ha mantenido constante en las versiones y lo que ha
cambiado. En las Sombras de Grey vemos esta reproducción de roles clásicos
donde la mujer sirve al hombre que se distingue por su distancia jerárquica al
más puro estilo de las telenovelas mexicanas donde la sirvienta pobre se
enamora del junior. De ahí proviene parte del rechazo a “las Sombras de Grey”
por parte de grupos de estudio de género al reconocerla como la forma más común
de imposición de la heteronormatividad y no una revolución sexual. Sin embargo,
esto último es parte de lo que cambia y que también nos hace entender la
molestia de muchos detractores ya que su fama es la promesa de una sexualidad
transgresiva.
Mientras
que en las clásicas historias rosas, como menciona Verhaeghe “el erotismo
femenino nunca está centrado en lo genital” y “aunque el sexo desempeñe un
papel en la historia, jamás será un papel de primer orden”; en el caso de las
“Sombras de Grey”, el sexo, al menos en la publicidad popular de la historia,
es lo que se encuentra en primer orden, al grado tal de haberse ganado el apodo
despectivo de “mommy porn”, aludiendo
a lo explícito de las escenas sexuales en la novela. Más aún, el obstáculo
central en la relación amorosa entre Grey y Ana son los gustos sexuales de él,
los cuales remiten a una relación no de enamorados sino un estricto contrato de
roles dominante – sumisa. Este cambio nos indicará entonces una diferencia a
nivel cultural y su malestar en la actualidad.
De
esta forma “¿Qué información nos da esta trilogía erótica sobre nuestra época?”[7]
Eva Illouz responde:
“Primero, que la sexualidad se ha
vuelto un asunto ineludible en la sociedad actual. En la novela, como sucede en
la vida real, el sexo precede al amor. En la era premoderna existía una
secuencialidad inalterable, donde el sexo llegaba al final de todo, coronando
el proceso después del matrimonio. Significativamente, Christian y Anastasia
actúan de la manera contraria: primero se acuestan y luego aprenden a amarse.”
Mujer…casos de la vida real
Regresemos
a las formas odio-amorosas. Los que odian amarla son en especial mujeres. Lo
obvio del fenómeno es que sea una “Novela de mujeres, escrita por una mujer,
leída (en su mayoría) por mujeres, claramente vendida a mujeres, y más
apreciada por mujeres que por los hombres”. Es justamente en esto último lo
interesante de la otra reacción, la del amar odiar a las “Sombras de Grey”. Por
un lado aparentemente la indignación es sobre su pobreza literaria sin embargo
eso no justifica su ataque. Nuestra hipótesis es que reaviva la vieja reacción
machista ante la paradoja del erotismo femenino. En nuestro terreno del
psicoanálisis lo reconocemos fácilmente como la reacción ante el discurso de
aquella madre del psicoanálisis, la Histérica. Para los grupos más radicales
del feminismo les pareció aberrante que ella eligiera, siguiendo el sendero del
amor, la sumisión; otorgando el papel de dominante al hombre. Por el costado conservador,
la molestia viene desde la aparente “doble moral” de las mujeres que gozan
leyendo novelas “pornográficas” pero se molestan si su hombre ve pornografía o
hace insinuaciones vulgares de la sexualidad. “¿Quién las entiende a las
mujeres?” Sabemos que ese prejuicio siempre está de alguna manera racionalizado
llegando hasta nuestros círculos con expresiones intelectualizadas como la
extraña conjugación “Nomás está histeriquenado”, reproduciendo el efecto
despectivo (incluso en tono condescendiente) de los expertos contemporáneos a
Freud que tildaban a las histéricas de simuladoras o falsas. Si algo aprendió
Freud escuchando a sus pacientes histéricos fue sobre lo paradójico del deseo
inconsciente. Más aún, podemos reconocer desde Lacan la relación con un Amo que
establece la histérica, donde siendo su más ferviente fan en un pequeño giro se
puede convertir en su amorosa crítica.[8]
Para
Illouz, la novela “sin lugar a dudas… presenta las fantasías contemporáneas de
mujeres”. En especial con respecto a la sexualidad que el actualidad “es tanto
un lugar de auto-conocimiento y autoidentidad como un problema”. Rechazamos la
nominación de “porno para mamás” al igual que dice Illouz “a menos que uno sea
tan ingenuo que asuma que el romance es el “pretexto” que envuelve al sexo en
el papel rosa de los sentimiento”. Illouz da una clave más de la postmodernidad
cuando asegura “De hecho, se trata de lo opuesto: es el sexo el que es el papel
rosa que envuelve y oculta la historia de amor. Para nuestra nueva cultura de
autonomía sexual, es la fantasía de y por el amor total lo que se ha vuelto
inconfesable”. De ahí su distancia de la pornografía que, al mostrarlo todo,
borra el encuentro con el otro a nivel emocional (el Acontecimiento que
constituye el amor dirá Žižek [9],
la otredad que rompe la mismidad dirá Byung Chul Han[10]).
El carácter porno está, aunque se hiciera con una persona real, en que se opera
desde el narcisismo de la masturbación. Lo que está en las “Sombras de Grey” es
la búsqueda de la autonomía en la relación amorosa –tratando responder la
pregunta histérica amorosa “¿Qué soy yo para él?”, de ahí “las sombras” y los
tonos de grises aludidas en el título- mientras que apuesta por una relación
amorosa total y duradera.[11]
De esta forma, simultáneamente promueve y critica la relación sadomasoquista.
La promueve al presentarla como una forma de autodescubrimiento desde lo sexual
(lo que Illouz denomina erotismo de autoayuda). Sin embargo, principalmente critica
y cuestiona la relación pornográfica que busca mantener a la distancia el
compromiso amoroso al revelarla más como búsqueda de la sumisión o el dolor,
como contrato mercantil de relación.
Cómo encontrar certeza emocional
en un mundo de incertidumbre sexual
Dirá
Verhagehe que así como “la mujer que aparece en la pornografía es la proyección
del deseo masculino, en las novelas rosas, ese hombre especial, es la
proyección femenina”. Aquí es lo problemático de tomar una creación de ficción
desde el punto de vista clínico. No podemos obviar buscando cuadros
psicopatológicos en los personajes sino que en todo momento, como diría Freud o
Rank, recordar que el relato mitológico popular tiene las características de un
sueño. Así, todos los personajes son partes y escenario de un mismo discurso.
Por un lado Christian Grey es hipermasculino en toda la potencia y control del
machismo actual y por el otro es arrebatado por una pasión amorosa cuasi
maternal de fusión con Ana. Lo interesante es que aparezca lo que Illouz señala
como incertidumbre emocional.
“Es una dominación de ficción,
pero enmarcada en la fuerte nostalgia que experimentamos hoy respecto a unos
roles de género más binarios y bien definidos, en el marco de una relación más
clara, organizada y regulada. La incertidumbre del presente perjudica la
implicación y la intensidad emocional de cada individuo. Pasamos mucho tiempo
preocupándonos por cómo debemos actuar respecto a lo que se espera de nosotros.
Nos preguntamos sin cesar cuál es la regla de género y si deseamos o no
ajustarnos a ella. Esto es fuente de un tipo de ansiedad que antes no existía.”
El
título en inglés del texto de Illouz nos parece ilustrativo “Hardcore romance”.
Si quitamos de la relación de pareja, el componente del amor romántico o “el
sentimentalismo” por considerarlo caduco
o amenazante de nuestra autonomía, solo queda el hardcore –el nucleó duro-; una
relación angustiante de posiciones dominante-dominado, un contrato sospechoso
que hay que vigilar con abogado a lado. Hemos de confesar que un título que
quedó en el tintero del teclado fue “la triste historia del Fuck-Buddy” ya que
el propio personaje Grey menciona frases que hemos escuchado en consulta por
ejemplo su respuesta a la pregunta por sus novias: “Yo no hago eso de tener
novias”, “Yo no hago el amor. Yo cojo… fuerte… no sabes a lo que estas
pidiendo. Todavía puedes salir corriendo”.
Gery
es esencialmente fóbico al compromiso nos dirá Illouz, sin embargo no es solo
una crítica a los hombres de la postmodernidad sino las propias dudas de las
mujeres que leen la novela como parte del mismo discurso y luchan por volver a
creer abiertamente en el amor. De ahí lo
interesante del final de la primer novela –y el cuento online original- Ana
decide dejar a Grey.
¿Tranferencia Hard-Core?
Para
terminar llevemos estas reflexiones de las novelas populares a la clínica del
psicoanálisis. Para esto recordamos lo expuesto por Verhaeghe con respecto a
los cambios en la presentación de la psicopatología:
“Parece que los síntomas clásicos
están desapareciendo, y que estamos enfrentándonos a una nueva forma de
patología. Es más, en vez de fobias, nos topamos con ataques de pánico. En vez
de síntomas conversivos, nos encontramos con el trastorno de somatización. En
vez de náusea histérica, existen trastornos alimenticios…nos enfrentamos al paciente
promiscuo y agresivo, paciente limítrofe que combina trastornos alimenticios
con adicciones y auto-mutilación. Frecuentemente él o ella piden nuestra ayuda
y la rechaza al mismo tiempo.”[12]
Verhaeghe
analiza estas “nuevas” psicopatologías encontrando tres características que
comparten: 1) “casi siempre se relacionan con el cuerpo de manera directa, sin
mediaciones”. 2) “los nuevos síntomas son preformativos “(él o ella prefiere
actuar, y sus actos están dirigidos hacia el cuerpo, ya sea el propio cuerpo o
el del otro, y nos enfrentamos con la agresión y la promiscuidad en lo real.)
3) “En contraste con los síntomas tradicionales, los nuevos parecen estar
desprovistos de sentido” (El ataque de pánico sin la elaboración simbólica de
la fobia o la pesadilla).
Verhaeghe
precisa otro cambio no solo en su presentación sino en su dirección.
“Se tiene que mencionar que estas
tres diferencias están montadas en un escenario totalmente diferente… (el nuevo
paciente) Empieza con una desconfianza básica hacia el otro y no está preparado
para hacer una excepción con el terapeuta. Demanda ayuda e insiste en ello,
pero al mismo tiempo es más hostil que cooperativo. Más aun, no está preparado
para tomar responsabilidad por algún fracaso, por el contrario, es culpa del otro.”
Verhaeghe
se muestra fatalista –tal vez no sin razón- al anunciar que este tipo de cambio
social que afecta principalmente lo que se demanda del otro fundado en la
lógica del mercado y la desconfianza básica hace inoperantes los distintos
enfoques psicoterapéuticos incluido el psicoanálisis. Con una desconfianza
básica hacia la creencia en los vínculos, donde siempre encuentra en el
horizonte la amenaza a la co-dependencia, el desengaño y la poca tolerancia a
la frustración como signo de desamparo o cinismo, las características de los
nuevos síntomas que menciona Verhaeghe nos remiten a la angustia en creer en el
otro. Así, la contraseña de la palabra es sustituida por la certeza del cuerpo,
la escenificación teatral del símbolo por la performance del acto y el grito
insignificante busque algo que lo signifique antes de interpretarlo. Hoy más
que nunca se requiere al psicoanálisis como aquel espacio que cree y da lugar al
amor y la pasión, de ahí que la única psicopatología que nos interesa no es
desde el trastorno sino desde la etimología original de Pathos, la de la
apatía, empatía y simpatía, Pathos como pasión, siendo que no ocupe darle
espacio para elaborar las contradicciones de las Pasiones del Alma.
Bibliografía
Byung-Chul, H. (2014). La Agonía de Eros. Barcelona: Herder
Editorial.
Illouz, E. (2014). Hard-Core
Romance: Fifty Shades of Grey, Best-Sellers, and Society. Londres: The
University Of Chicago Press.
James, E. L. (2011). Fifty
Shades of Grey. Autralia: The winter´s coffe shop publishing house.
Verhaeghe,
P. (2001). Amor en los tiempos de la soledad. Tres ensayos sobre el deseo y
la pulsión. Barcelona-Buenos Aires: Paidos.
Žižek,
S. (2014). Acontecimiento. Mexico, DF: Sexto Piso.
[1] Illouz, E. (2014). Hard-Core Romance: Fifty Shades of
Grey, Best-Sellers, and Society. Londres: The University Of Chicago Press.
Título original: Die neue Liebesordnung. Frauen, Männer und "Shades
of Grey" (El nuevo orden del amor: Mujeres, Hombres y 50 sombras de Grey –
Traducido al español como “Erotismo de autoayuda: Cincuenta sombras de Grey y
el nuevo orden romántico-)
[2] Característica que llega a
agradecer la socióloga ya que en su trama simple y predecible se hace más fácil
la labora del análisis de los patrones descritos.
[3]
Illouz, E. (2014). Op. Cit.
[4]
Jacques Lacan, « Le séminaire, Livre
IV: La relation d’objet » (1956-1957), ed. Jacques-Alain Miller
(Paris: Seuil, 1994) 330. My trans. «El seminario de Jacques Lacan. Libro 4. Las relaciones de
objeto » Clase del 15 de mayo de 1957. Ediciones
Paidós. Pág. 330. Cita tomada del artículo “Myth, Mind and Metaphor:On the Relation
of Mythology and Psychoanalysis” de Nadia Sels. The Journal of jan van
eyck circle for lacanian ideology
critique.
[5] Verhaeghe,
P. (2001). Amor en los tiempos de la soledad. Tres ensayos sobre el deseo y
la pulsión. Barcelona-Buenos Aires: Paidos.
[6]
Tema de la segunda parte de este escrito que llevará por título “Fantasías que
dan cuerpo II: Don Jon, el estrés del macho PorNo hablar”.
[7] Entrevista a Eva Illouz por Alex
Vicente. “La sexualidad es ineludible: hoy el sexo precede al amor”. 28 de
Marzo 2015. El País.com.
[8] El tema de la Histeria, el Amor
y el Psicoanálisis queda bellamente representado en la película de David Cronenberg
“Un método peligroso” (2011), donde
el “elemento” peligroso del análisis es el amor.
[9]
Žižek, S. (2014). Acontecimiento. Mexico,
DF: Sexto Piso.
[10] Byung-Chul,
H. (2014). La Agonía de Eros. Barcelona: Herder Editorial
[11] En este sentido es una verdadera
heredera de “Crepúsculo” donde la historia de vampiros y hombres lobo es el
papel rosado que envuelve el anhelo de un amor total e inmortal.
[12] Verhaeghe, P.
(2007) “Chronicle of a death foretold”:
the end of psychotherapy. Dublin, September 2007 – Health4Lifeconfererence
– DCU.
5 comentarios:
Muy buen artículo
Gracias por su comentario Ana Laura.
Es muy interesante lo que sucede con ciertos libros, el caso de 50 sombras por ejemplo, al volverse referentes de la cultura pop como meros productos de consumo: del libro al cine de forma casi instantanea. Pero, ¡por que?, ¿sera que sirven como pantalla para la proyeccion de los deseos o nos dicen lo que debemos desear? Esto me recuerda aquella frase de Jobs muchas veces la gente no sabe lo que quiere hasta que se lo enseñas, o una especie de implantación del deseo. Esto me recuerda cuantas veces vi mujeres leyendo esta novela (sobre todo mujeres que no coinciden para nada con la imagen de la protagonista, sino mas bien lo contrario), como si fuera una especie de "must" o lectura obligada. Cuando hablas de "nuevas" psicopatologías me pongo a pensar en si estas son tan nuevas, o simplemente algunos psicoanalistas siguieron pensando el mundo desde un referente pasado; desde mi punto de vista, no hay "nuevas" sino contemporaneas y el psicoanalista esta obligado a ser un ciudadano de su tiempo y a hacer pregunta sobre lo que ahi sucede. En este sentido, me gusta como lo plantea Han cuando dice que es un tiempo en que el sujeto, tiene un exceso de narcisismo y efectivamente creo que es momento de replantearnos si las trasnferencias funcionan como lo planteaba Freud hace ya mas de 100 años... Abrazos Hector, :)
Mi estimado Sinaí, que gusto compartir ideas juntos, es necesario organizar algo ya que tocas varios aspectos de suma importancia que se quedaron en el tintero. Primero, ¿proyección de deseos o inducción de los mismos? La imagen que me recuerda tu pregunta es la clásica sobre el inconsciente desde Lacan, la banda de Moebius, de ahí que este post es un pretexto para hablar del libro de Illouz que desde la sociología nos habla de esta relación entre el best-seller y la cultura. Así creo que el libro es best-seller porque toca los elementos que constituyen el lazo social actual pero como buen síntoma también lo cuestionan creando una formación de compromiso (el mismo Jobs implantaba algo nuevo pero medía el tiempo y forma según los focus groups), de ahí que los personajes, como bien apuntas, no reflejan inmediatamente a las lectoras más asiduas (la protagonista es una jovencita y las lectoras promedio son mayores de 30 años) sino, como en un sueño, son representaciones para vivir el amor (como alguien que en el placer del amor se ruboriza al sentirse como adolescente). De ahí que ambos personajes Grey y Ana, son posturas en el debate actual del amor, una lucha entre el prestigio y poder de mercado y una añoranza por lo sueños de juventud y crecimiento. De esta misma forma estoy de acuerdo contigo al preferir el término contemporáneo a nuevo en razón de las psicopatologías. De igual manera que con la relación entre best-seller y sociedad, los síntomas son según "nuestro tiempo" -el Otro- por lo que están en constante cambio. Lo que me gusta de nombrarlas como "nuevas" es justamente para cuestionar la soberbia teórica ya que no hay nada más dañino en la clínica que asumir la función de amo y declarar que estamos ante algo de siempre "el típico caso de ..." El tema del narcisismo lo tocaré con la segunda entrega a propósito del texto de Byung Chul Han "La agonía de Eros". Saludos y una abrazo!!!
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