viernes, noviembre 11, 2011

El Planeta de los Simios (R)Evolución


El simiesco acto de la insurrección

Para este mes de noviembre, qué mejor que un escrito revolucionario tomando como pretexto la más reciente entrega de la saga fílmica del Planeta de los Simios, llamada en nuestro país El Planeta de los Simios: (R)Evolución. Espero que para todo hermano cinéfilo mexicano pueda ser reconocible la relación que guardamos con la forma como son rebautizadas la películas para su exhibición en nuestro país. La del amorodio, amamos odiar esos títulos ridículos donde todas la películas de comedia son “locas” y las de terror son “del Diablo”. Pero también es necesario reconocer que odiamos amar esos títulos, por lo que un buen cinéfilo es separado del vulgo cuando conoce el título original y ve con desdén su “tropicalización”. Sin embrago nos parece más divertido, e interesante, tomar en cuenta lo que en su pretensión, prejuicio, condescendencia, es decir, estupidez-síntoma de nuestro discurso dominante, nos puede hablar con respecto a los temas que la cinta maneja (incluso aunque no pretenda hacerlo). 

Para la película en cuestión “Rise of the Planet of the Apes”, la ocurrencia pretenciosa de hacer un juego de palabras que mezclan Evolución con Revolución es tomado directamente del slogan del tráiler “Evolution Becomes Revolution” (“La evolución se convierte en revolución”). Por lo anterior, la palabreja “(R)evolución” la preferimos al sobrio “El Origen del Planeta de los Simios” como es conocida en otros países hispanoparlantes; ya que en el mexicano se conserva el carácter revolucionario del motín, el acto del levantamiento, la insurrección del “Rise” original. Así nos encontramos ante el primer ataque de los alzados cuyo brazo estirado es signo de lucha y rebelión. 

Desde la película original es claro que estamos en el terreno de las metáforas propias de la ficción científica (science fiction). El recorrido de Taylor por la aldea de los simios, la religión, el funcionamiento en castas, la militarización, el control de la información por parte de aquellos en el poder; llevan al personaje principal a proferir maldiciones primero contra los sucios changos y luego contra aquellos maníacos que tuvieron la culpa, los mismos humanos de los que huyó en primer lugar. La lección viene con el gran final de la película que bien podemos interpretarla si la tomamos con la sabiduría del lapsus freudiano, siguiendo el nudo del juego de la metáfora, del equivoco, hasta llegar a tomarla al pie de la letra: el Planeta de los Simios es la Tierra. Demos el siguiente paso que rehúyen las secuelas, nosotros somos los Simios. 

Si comparamos la cinta original de 1968, nuestra empatía con el protagonista es a partir de su sometimiento y persecución contra esos “Salvajes en el poder”, siendo esos simios, la más clara expresión del grito de rebelión juvenil contra la “momisa” autoritaria, conservadora y retrograda cuyo choque lo muestra la sangre del 2 de octubre en nuestro país. 

En la cinta del 2011, hay un interesante giro cuando el protagonista con el que el espectador se identifica es el propio simio. Sin embargo, gracias a la artimaña postmoderna de la pre-cuela (artimaña que conviene tomar en cuenta) a pesar de las diferencias –en lugar del futuro lejano es el presente cercano, en lugar del hombre extraño es el simio extraño el protagonista, en lugar del final melancólico esta la amenaza creciente- se cuenta la “misma historia”, la rebelión de los oprimidos contra el sistema. Lo interesante es ver qué condiciones presenta esta rebelión, las características de éste sistema y qué nos pueden decir de nuestros tiempos las diferencias entre las cintas. Aún así, el juego principal se sostiene, hay que partir de la metáfora de nosotros somos los Simios. 

¿Occupy Planet of the Apes o los indignados del Planeta de los Simios?

El movimiento Occupy Wall Street es definido así en su página oficial:

Occupy Wall Street es el movimiento de resistencia sin líderes con gente de muchos colores, géneros y tendencias políticas. Lo único que todos tienen en común es que somos el 99% que no tolerará más la codicia y la corrupción del 1%. Estamos utilizando la revolucionaria táctica de la Primavera Árabe para alcanzar nuestros fines y fomentar el uso de la no violencia para maximizar la seguridad de todos los participantes. Este movimiento # ows faculta a las personas reales para crear un verdadero cambio de abajo hacia arriba. Queremos ver una asamblea general en cada patio, en cada esquina de la calle, porque no necesitamos de Wall Street y que no necesitamos a los políticos a construir una sociedad mejor. http://occupywallst.org/

Estos movimientos sociales que encontramos en la actualidad de nuestro mundo da clara muestra de la pertinencia de una película como El Planeta de los Simios (R)evolución. Reiteramos la semejanza de la cinta del 1968 y la del 2011 en el tema de la lucha contra un sistema opresor, sin embargo, la diferencia es aún más interesante. La lucha de Taylor es contra unos changos conservadores (religiosos, dogmáticos, tienen zonas prohibidas), de una forma que es demasiado familiar para la revolución de los 60’s –tan familiar que convendría preguntarse por qué Taylor le interesaba tanto defender los derechos de los humanos si creía que se encentraba en otro planeta si no es que de cierta forma intuía que estaba en su propia pesadilla, luchando contra los monstruos de los que había huido, al más puro estilo de Dimensión Desconocida, cortesía de Rod Serling. En cambio, la lucha de Cesar es contra de unos humanos que lo tratan con respeto, cautela, lástima y lucro. 

Un dato interesante lo aporta el cambio de discurso no solo apoyándonos en el protagonista sino en el villano, eso lo encontramos en la “triste” lección del remake. Recordamos la película de 1962 “The Manchurian candidate” protagonizada por Frank Sinatra y la comparamos con la versión del mismo nombre protagonizada por Denzel Washington del 2004. En la versión de Frank Sinatra el título es aterrador porque es claro, “El candidato manchuriano” refiere a los villanos solo por su localización siendo los comunistas, ubicados tanto en China como en la URSS, que intentan atacar a los norteamericanos a través de controlar a un candidato presidencial por medio de experimentos de modificación de conducta volviéndolo un autómata capaz de asesinar. Así, los malos, los comunistas, son aquellos de Manchuria, lugar donde capturaron y experimentaron con el que se volverá presidente autómata de Estados Unidos. En la versión reciente se conserva su nombre de Candidato Manchuriano, conocida en nuestro país como “El embajador del mal”, pero ahora los malos ya no son el régimen comunista sino una empresa internacional llamada “Manchurian Global”. El resto de la trama se conserva similar, pero ese pequeño cambio hace toda la diferencia, ya que ahora no es un “Embajador del Mal de los comunistas” sino del propio Capitalismo global. Ahora, “Manchurian Global” como empresa trasnacional que financia las campañas de “ambos bandos” presenta un nuevo orden en el mundo.

En el Planeta de los Simios, los villanos cambiaron del conservador (y honorable) Dr. Zaius que representa al gobierno dogmático y autoritario; mientras que ahora la galería de villanos adquiere diversas formas. Primero tenemos el laboratorio que busca la cura contra el Alzheimer por un lado por el científico bueno que quiere ayudar a su padre y por el otro la compañía que quiere tener una valiosa patente. Después vemos a los vecinos que ven un peligro en Cesar y los mismos cuidadores que se convierten en celadores. Con lo anterior recordamos el mensaje que Žižek da cuando visita a los indignados de Wall Street: 

Recuerden. El problema no es la corrupción o la codicia. El problema es el sistema. Te obliga a ser corrupto. Tengan cuidado no sólo de los enemigos, sino también de los falsos amigos que ya están trabajando para diluir este proceso. De la misma manera que ahora tienen el café sin cafeína, cerveza sin alcohol y helados sin grasa, van a tratar de convertir esto en una protesta moral inofensiva. Un proceso de descafeinado. Pero la razón por la que estamos aquí es que ya hemos tenido demasiado de un mundo donde, por reciclar las latas de Coca-Cola, por dar un par de dólares para la caridad, o por comprar un capuchino de Starbucks en donde 1% se destina a los niños del tercer mundo que muere de hambre, es suficiente para hacernos sentir bien. Después de la subcontratación del trabajo y la tortura, después de las agencias matrimoniales que son ahora la subcontratación de nuestra vida amorosa, podemos ver que durante mucho tiempo, permitimos que nuestro compromiso político también ha sido “subcontratado” (outsourced). Lo queremos de vuelta. 
“Slavoj Zizek en Occupy Wall Street” 9 octubre 2011.



Fácilmente podríamos ubicar la lucha de Cesar en contra del laboratorio y reserva “maldita”. Primero es de llamar la atención que los malos es ese laboratorio que en la búsqueda de la cura crea esos “monstruos” en los simios alterados genéticamente. Así como los ejemplos clásicos de Žižek sobre Coca-Cola y Starbucks, lo maligno de estas empresas es que son socialmente responsables. Tal vez, como lección de la criatura de Frankestein donde la creación se vuelca contra su creador, la lección sobre nuestros nuevos villanos es que con buenas intensiones crean nuevos tipos de segregación y de explotados libres (juguemos con el “free” inglés, libres, sin y gratis) en el libre mercado. Vivimos en tiempos de las medidas emergentes que terminan por ser la regla de impedir que algo cambie. El ejemplo mexicano por excelencia es el cobro de la tenencia vehicular que nace justamente en 1968 como medida extraordinaria para solventar los Juegos Olímpicos. El problema es que retirarlo (como se ha prometido por parte de los partidos políticos) evade el problema que semejante medida generó que se dependiera por parte de los estados de una recaudación importante. 

Nos parece arriesgado pensar que el tema es ecológico o zoofílico al luchar por los derechos de los animales a menos que se tome la lección viendo que la única forma de salvar la naturaleza es negándola, que la rebelión de la naturaleza se puede dar solo a partir de la experimentación con ella. Los nuevos simios del sistema ya no son aquellos que fueron capturados sino los que fueron criados en casa como parte del sistema. La figura de los trabajadores de maquiladoras propias de las grandes marcas y compañías como lo muestra incluso el documental “Inside job” (2010) sobre la crisis financiera donde la pregunta que antepone es ¿Por qué se permite que se puedan fusionar bancos que si quiebran tendrán que ser rescatados? Es decir, la definición del éxito mercantil en la gran empresa multinacional crea una condición monstruosa de marginación social o permisividad por parte del Estado. 

Sin embargo Žižek también les advierte del encanto de la revolución:

Existe un peligro. No se enamoren de ustedes mismos. La estamos pasando muy bien aquí. Pero recuerden, los carnavales son baratos. Lo que importa es el día después, cuando vamos a tener que volver a una vida normal. ¿Habrá cambios después? No quiero que recuerden estos días, ya sabes, como "Oh ¡qué jóvenes éramos, era hermoso!” Recuerden que nuestro mensaje básico es "podemos permitirnos pensar en otras alternativas." No vivimos en el mejor mundo posible. Pero hay un largo camino por recorrer. Hay preguntas verdaderamente difíciles que enfrentamos. Sabemos lo que no queremos. Pero, ¿Qué queremos? ¿Qué organización social puede reemplazar al capitalismo? ¿Qué tipo de nuevos líderes son lo que queremos?... Así que todo lo que necesitamos es paciencia. Lo único que temo es que algún día se acabe, se vayan a casa y luego nos reuniremos una vez al año, bebiendo cerveza, y recordando con nostalgia "Los buenos tiempos que pasamos aquí." Les prometo que esto no será el caso. Sabemos que la gente suele desear algo, pero realmente no lo quieren. No tengan miedo de querer realmente lo que desean.

El no enamorarse de forma narcisista de la revolución queda pendiente en la cinta pero indica, desde el punto central hasta en su contundente final, el punto de quiebre necesario en toda revolución, la renuncia paternalista. La revolución de Cesar podemos ubicarla en momento cumbre. El primero que recordamos en cuando Cesar le pregunta a su científico padre Will Rodman “¿Soy una mascota?” al notar la similitud de su correa con la de un perro. El problema con Cesar no era entonces en su condición como animal enjaulado sino en su identidad de mascota, en el “como si fuera parte de la familia”. Para quienes quieran ver esta cinta como lección ecológica, la rebelión no es de los animales salvajes sino de las mascotas quienes amorosamente hemos hecho nuestros esclavos familiares amputándoles su mundo salvaje y creando una nueva categoría de comunidad. El segundo momento lo vemos cuando Cesar esta nostálgico (etimológicamente “enfermo de casa”) en la celda de la reserva de simios y golpea la pared donde ha dibujado el círculo-ventana de su cuarto en casa. Cuando Cesar finalmente borra ese objeto sublime de la nostalgia es cuando la revolución comienza. El momento final es posterior a la gran batalla de la resistencia simia contra la policía en el puente. Los simios llegan a la reserva forestal y Cesar se reencuentra con Will solo para erguirse frente a él y emanciparse. En esto radica la revolución que puede aparecer para transformar el mundo, solo a reserva de rechazar enamorarnos de nosotros mismos en el objeto sublime de la nostalgia como en los movimientos que buscan la paz (que de forma sublime no son distintos de aquellos que piden la guerra). Volvamos a la experiencia de N.Y. para resaltar el acto revolucionario de César en el discurso que les dirige Žižek:

Entonces, ¿qué estamos haciendo aquí? Déjeme decirle un chiste maravilloso de los años dorados de la época comunista. Un hombre fue enviado de Alemania del Este para trabajar en Siberia. Sabía que su correo podía ser leído por los censores, por lo que dijo a sus amigos: "Vamos a establecer un código. Si la carta que reciben de mí está escrita en tinta azul, lo que digo en ella es cierto. Si está escrito en tinta roja, es falso." Después de un mes, sus amigos reciben la primera carta. Todo está en color azul. La carta dice: "Todo es maravilloso aquí. Las tiendas están llenas de buena comida. Los cines proyectan películas buenas del oeste. Los apartamentos son grandes y lujosos. Lo único que no se puede comprar es la tinta de color rojo." Esta es nuestra forma de vivir actualmente. Tenemos todas las libertades que queremos. Pero lo que nos falta es tinta roja: el lenguaje para expresar nuestra falta de libertad. La forma en cómo se nos enseña a hablar de la libertad -la guerra contra el terrorismo, etc.- falsifica la libertad. Y esto es lo que estamos haciendo aquí. Nos están dando a todos nosotros tinta roja.
De esta forma el movimiento de Wall Street Ocupado es un intento de producir nuevas referencias de libertad, democracia y actividad ciudadana. Pensemos en nuestro problema nacional del crimen organizado. Lo que tenemos que inventar en nuevas formas de plantear el problema más allá de “los buenos contra los malos”, “ataques terroristas”, o participaciones ciudadana pensada en términos solo morales, fuera del ámbito político. Esas nuevas formas de hablar están en la textura misma de los movimientos como el hecho de que en los discursos de Wall Street Ocupado, el objeto sublime de la voz se pierde cuando, a falta de micrófono, el movimiento sostiene el mensaje. La razón por la cual la gente está repitiendo todo lo que dice el orador es para que todas las personas que no están al alcance del oído puedan escucharlo, ya que la policía de Nueva York prohibió el uso de micrófonos como forma de censura legal. Este acto abre las puertas de la revolución, cuando los Simios comienzan a hablar en conjunto. 

6 comentarios:

Anónimo dijo...

terrible el color de las letras, no dan ganas de leerlo

Hector Mendoza dijo...

Completamente de acuerdo. Le ofrezco una disculpa por el error técnico. Creo que ya ha sido modificado y espero que ahora le de una oportunidad. Saludos y gracias por el comentario.

Natalia VC dijo...

Héctor, sobre el color de las letras, pero no de las tuyas, sino de las tintas y la falsa sensación de libertad, ¿habrá un texto donde Zizek se extienda sobre esto? creo recordar que aparece en la película, pero acá está más explícito. De no ser así puedo utilizar tu referencia, ¿verdad?

Saludos, Natalia

Hector Mendoza dijo...

Estimada Natalia, claro que puedes hacer uso de la referencia, sabes que hay la confianza. En Zizek, sé que este chiste lo ha utilizado en mínimo tres de sus textos pero concuerdo que es en esta conferencia en Wall Street donde adquiere más sentido. Buscaré la referencia de libro aunque ya esta en línea traducciones de esta conferencia. Saludos y gracias por tu lectura y comentarios.

loto dijo...

Hola Héctor:

Es interesante el fenómeno de “se cuenta la misma historia”, como bien dices la rebelión de los oprimidos contra el sistema, me viene a la mente Mao Zedong y China, en donde el pueblo se revela contra el opresor teniendo a Mao como líder y luego el mismo se vuelve el tirano, es como cíclico.

Sin embargo mencionas las diferencias reflejadas en condiciones, características y tiempos distintos en las cintas, creo que se puede llevar –y quizá a ello apuntas- mas alla de las cintas, es decir que aunque las rebeliones mantienen las mismas bases el contexto cambia y es allí en donde creo que se puede “inventar”.

Dices que la lucha de Taylor es contra “unos changos conservadores (religiosos, dogmáticos, tienen zonas prohibidas), de una forma que es demasiado familiar para la revolución de los 60’s” Me pregunto si no es así siempre en las rebeliones, contra unos corruptos conservadores, dogmáticos etc. Y me voy a arriesgar a decir que se encuentran en el lugar del amo, del amo puesto y reconocido por el esclavo, mencionas algo muy interesante, la identidad de mascota en la que se ve envuelto Cesar, como un esclavo que se identifica con ser esclavo y no es hasta ese momento que se vuelve uno.

Pasando a Zizek, cuando señala que el problema es el sistema que te “obliga a ser corrupto”, tengo mis reservas, puesto que es también una forma –a mi punto de vista- de no hacerse responsable cada uno de sí, cuando alguin va a un Starbucks y se sientes bien porque el 1% se destina a niños que mueren de hambre y piensa que le hace la competencia a la Madre Teresa, ese alguien se esta engañando a si mismo para no hacerse responsable, asi no reconoce que es parte del problema y del sistema, porque sin esclavo el amo simplemente no existe. Las empresas si son socialmente responsables pero también todos los consumidores. Si no venden tinta roja, habrá que crearla produciendo como bien dices nuevas formas de plantear el problema y de lenguaje.

Ahora bien, haciendo un poco de juego con las palabras me llama la atención dos que saltan a la vista, “revolución” y “evolución”, esta última utilizada coloquialmente casi como sinónimo de progreso es totalmente falso, puesto que una de las características es que se dirige a un lugar pero no se sabe a dónde, se refería a “echar fuera”, o desenvolver, esto, del latín “evolutio” era utilizado para referirse desenvolver un pergamino para leerlo, dentro del lenguaje científico se refiere a un cambio, repito, no necesariamente progreso, si no un cambio que no se sabe a donde se dirige, esto del cambio me lleva a la palabra “revolución” a la cual se le asocia con cambios y movimientos, pero que fue utilizada primeramente en un sentido matemático, y en ese mismo sentido Lacan hace uso de ella en el seminario 17 en “Verdad, hermana del goce”, después de decir que revés es asonante con verdad, “Sin embargo en cualquier otra parte, y especialmente entre los analistas, y con motivo debo decirlos entre las analistas-mujeres, provoca un curioso estremecimiento, del orden de lo que los impulsa desde hace un tiempo a confundir la verdad analítica con la revolución”

Un gusto leerte.

Saludos.

Hector Mendoza dijo...

Muchísimas gracias Tatiana por tu atinado comentario. Realmente agradezco no solo el gesto sino las reflexiones que pones sobre la mesa. Primero, tu pregunta "Me pregunto si no es así siempre en las rebeliones, contra unos corruptos conservadores, dogmáticos etc.". Estoy de acuerdo, lo que creo que siempre requerimos precisar es que esos conservadores actualmente no se presentan como tales sino como liberales, por eso creo que los de antaño de perdido eran más honestos como la canción del padre del Violinista en el Tejado "¡¡Tradición!!" Ahora el villano, el nuevo amo, el del Discurso del Capitalista, ese que solo fue brevemente señalado por Lacan y que requiere trabajar hoy más que nunca, prohibe siendo permisivo; sigue siendo dogmático y conservador solo que en lugar de prohibir deteniendo, inhibe exigiendo acción como el jefe que siempre usa el látigo de "ponte la camiseta, hazlo por tu compromiso personal, no por mi o la empresa". Y el ultimo punto, el de la (r)evolución, es cierto que evolucionar no es progreso por lo que también no conviene enamorarnos de nosotros mismos en el cambio creyendo que somos mejores sino tal vez solo realizando la ridícula particularidad del deseo que nos toma.