sábado, septiembre 01, 2007


Regalos en el análisis_Análisis de regalos

Héctor Mendoza

Un día llega una analizante a su sesión con una pregunta ¿Esta mal si te quiero regalar algo? En ese instante repara al recordar que han sido ya otras ocasiones donde ha llevado regalos al analista. Se le contesta “¿Por qué estaría mal?” A lo que añade, “¡Bueno, se me hace que un regalo siempre es muy… intrusivo!” Este regalo que ya trae la analizante, puesto que el solo preguntarlo ya es intrusito nos invita a preguntarnos ¿Qué tiene el regalo en si mismo que sea un intruso? Nos gusta la palabra ya que hace relación con cierto objeto invasor, entro-metido, un alien en eso que se regala. Ese alien, ese “autre”, ese Gran Otro o pequeño otro que esta implicado y constituye al sujeto. El obsequio[1], el regalo, es uno de esos gestos que iluminan al analista sobre la dimensión del discurso y lo que Freud resaltaba como lo más importante del análisis, la transferencia. Dar y recibir un regalo, establece una relación al fin y al cabo, “lo que importa no es el objeto sino la intención”, a lo que podemos añadir ¿Y cuál es esa intención?

Pensemos en una escena para jugar con la noción de la intención. Dos mujeres están conversando. Una de ellas le platica a su “amigui” lo que sucedió el día anterior con su pareja mientras hablaban por teléfono “Entonces empezamos a pelearnos por lo de siempre, ya sabes, y le dije: ¡Voy a colgar y no quiero que me hables! ¡¿Y sabes que hizo el muy imbécil?! ¡¡No me habló!!” Imaginemos que la amiga de esta mujer es un tanto lenta o de una capacidad especial-mente baja y se queda contrariada con lo que acaba de escuchar. Finalmente le pregunta a su amiga “¿Pero por qué te molestas si tu misma le dijiste que no te hablara? ¿Cuál era tu intención? ¿Querías o no querías que te hablara?” Al escuchar estas preguntas ingenuas la amiga del inicio se da cuenta que tiene que instruir a su “amigui” en algunas cosas del amor y le dice “Aquí no importa lo que yo quiero, sino me importa ¡qué quiere él de mi!, ¡¿Por qué no nació de él la intención de hablarme?! Este ejemplo por más extraño y simple que parezca a primera ojeada nos lleva a los recovecos, el difícil arte, de los gestos amorosos, el regalo como uno de ellos. La intención que cuenta en el regalo es “eso que soy en la mirada del otro”, esa clase de molestia que soy en el otro.

La intención es la provocación de eso que ves en mí que es más que mi mismo. La pregunta hacia el Otro que propone Lacan “¿Qué me quieres?” puede ser leída en otra manera:

“Por esta razón, el ‘Che vuoi? de Lacan no pregunta simplemente: ¿Qué me quieres? Sino: ¿Qué te molesta?, ¿Tu qué traes? (What’s bugging you?, otra posibilidad es la expresión “Y a ti ¿qué mosca te picó?) ¿Qué hay en ti que te hace tan insoportable no solo para nosotros, sino para ti mismo, que obviamente tu mismo no puedes controlar?”[2].

¿A que viene esta relación con la molestia? A una frase encantadora del juego de regalos. A una persona se le da un regalo y le puede decir al re-galante: “¿No te hubieras molestado?” Y secretamente pensar “¡Pero que bueno que lo hiciste!” Es importante pensar en esto en tiempos del acoso y las víctimas ya que bien podemos llegar al punto de reconocer un cierto tipo de violencia en un regalo y siempre imaginar que obtendremos, como si viviéramos en la aldea de los Pitufos, “una sorpresita”.

Sigamos las pistas del regalo y veamos a donde más nos lleva. Cierto es que dependiendo de esa forma de relación del sujeto con el Otro y su goce, será esa relación con los regalos. Si está en términos fálicos, las maneras de las neurosis se despliegan.

El objeto a (pequeño a) no es un objeto del mundo. No representable como tal, no puede ser identificado sino bajo la forma de «esquirlas» [«éclats»: esquirlas, fragmentos brillantes, brillos) parciales del cuerpo, reducibles a cuatro: el objeto de la succión (seno), el objeto de la excreción (heces), la voz y la mirada… El objeto a no es por lo tanto la cosa. Viene en su lugar y toma de ella a veces una parte de horror. A ejemplo de la placenta, es algo común tanto al sujeto como al Otro, que vale para ambos como «semblante» en un linaje (metonimia) cuyo punto de perspectiva es el falo (lo que Freud había revelado en las equivalencias «en las producciones del inconsciente entre los conceptos de excrementos -dinero, regalo-, hijo y pene»). Se convierte así en el objeto fálico dentro de la fantasía que hace habitable lo real.[3]

Dinero, regalo, hijo, pene; equivalentes inconscientes pero ¿de qué? De eso que circula en la relación con el Otro. A veces se olvida que antes de la etapa Anal del desarrollo psicosexual propuesto por los post-freudianos, pensada de forma clásica alrededor de los 2 años del niño, el pequeño ya defecaba. Entonces ¿por qué no era excitada esa zona erógena, o esa función excrementicia? Por que no era nada para nadie. En el momento que la mirada de la madre se posa en esa acción y en sus evacuaciones eso es un regalo. “Si me amas, ¡caga aquí!” puede decir la madre entrenadora.

“Dime qué regalas y… ya sabes el resto”

En el momento de dar el regalo encontramos estamos en presencia de dos objetos. Por un lado tenemos al regalo en si y por el otro el objeto que tiene la acción de regalar (“¿Qué objeto tiene regalar un objeto?”). Atendamos es te bello ejemplo:

“Según una anécdota antropológica bien conocida, hay supuestos primitivos a los cuales se les atribuye ciertas creencias supersticiosas (como, por ejemplo, que las tribus descendían de un animal, de un ave o de un pez). Cuando se le pregunta directamente al sujeto, este responde: “No, por supuesto, nosotros no lo creemos, nosotros no somos tan ingenuos; pero algunos de nuestros ancestros aparentaban y creían efectivamente...” Ellos desplazan inmediatamente sus creencias, las transfieren sobre otros. ¿Y nosotros, no actuamos de la misma forma con nuestros niños? Nosotros nos sometemos al rito de Santa Claus, por ejemplo, porque ellos creen (se supone que creen) y que nosotros no queremos decepcionarlos. Los niños, ellos mismos, pretenden creer para obtener los regalos y no decepcionar a sus padres. Esto muestra una necesidad de encontrar algún otro que “crea verdaderamente”. ¿No es esto lo que nos empuja a tachar al otro de “fundamentalista” (religioso o étnico)? Extrañamente, la creencia parece siempre funcionar bajo la forma de una semejante “creencia a distancia”.”[4]

En este ejemplo vemos esos dos tipos de objetos en el regalo. Por un lado esta ese “regalo prometido” que es el presente de navidad. Por el otro, el juego de miradas de las creencias y de no decepcionar. Por un lado tenemos ese objeto imaginario que desde la fantasía responde al enigma del deseo del Otro, el falo y por el otro, esa distancia real, imposible de simbolizar, inherente al encuentro con la demanda y el propio deseo de desear, el objeto a, ese que causa el deseo y no es objetivable sino que produce objetos por si mismo.

En el otro costado del título de este escrito hablamos del análisis, ahora va la razón oculta. Un lugar, un síntoma, un gesto transferencial son los regalos, ¿Cómo se relaciona a la neurosis? Es bien sabido que lo más simple es lo más difícil de definir, Paul Verhaeghe, advertido de esto, se arriesga a dar una definición de Neurosis:

“¿Qué es un a neurosis? La simple pregunta es difícil de contestar, esencialmente debido a la constante evolución de la teoría de Freud. Una de las principales razones de estos cambios es precisamente el descubrimiento de la neurosis obsesiva en combinación con la perpetua discusión sobre la pulsión. Presentó a continuación, mi conclusión al respecto. La neurosis es una forma de elaborar la pulsión adscribiéndola en el Otro. La Histeria se relaciona completamente con el falo oral y la pulsión Eros; la neurosis obsesiva se ocupa obstinadamente del falo anal y la pulsión de muerte.”[5]

Llegamos a dos formas neuróticas, ¡claro que existen más!, de la relación con el objeto del regalo. Por un lado tenemos la forma histérica que sabe muy bien la función del regalo. Muy al estilo Dora, la esencia del regalo histérico es la cajita en carnación del “falo oral y la pulsión Eros”. Hace poco una analizante planeaba el regalo para su amado con quien vive una separación. “Una caja con unas cartas y dos cajetillas vacías de cigarros, una de las que fuma él y otra de las fumo yo”. ¿No da la sensación de esas cajas que dentro hay otra caja y dentro otra caja más chica? Casi podemos escuchar de fondo a un pequeño gansito diciendo “¡Recuérdame!” Lo genial de ese tipo de regalo es que introduce algo ha ser llenado, como una boca que pide más, un faloral. Al mismo tiempo, podemos pensar en la frase de la pobre de Eco (cuya figura actual es la voz en la caverna) que le imploraba a Narciso el reclamo de la pulsión Eros “Unámonos”. Lo complicado de un regalo como este es que establece una relación de separación, es decir, al regalar esas cartas y esos vacíos se presenta la ausencia entre ellos como en los altares de muertos donde se mantiene muerto al muerto y simultáneamente es un invitación a, a la Dora, “Y si quieres, puedes venir”.
Otro ejemplo que se nos ocurre es una prueba más de lo hermoso del lenguaje. Nos referimos a la trampa sin salida cuando alguien nos pregunta: “¿Puedo hacerle una pregunta?” Quitemos la red de protección, el caso y las rodilleras y añadimos “¿Puedo hacerle una pregunta indiscreta?” ¡Qué campo tan maravilloso es el lenguaje que se puede hacer pedir permiso de hacer algo que ya se está haciendo sin permiso! La presentación sumisa del discurso histérico, su “volverse un objeto” víctima del amo, su habla activamente-pasiva, es arrodillarlo para reconocer el deseo como insatisfecho por el Otro. Obviamente, el problema de esta dialéctica es el reconocimiento de que en el mismo dar hay una petición además de una provocación, lo que finalmente distorsiona la figura de la víctima.

“Esto quiere decir que las metáforas del don aquí son tan sólo metáforas. Y como es de sobra evidente, él no da nada. La mujer tampoco. Sin embargo, el símbolo del don es esencial en la relación con el Otro; es el acto supremo, se dice, e incluso el acto social total. Aquí, precisamente, nuestra experiencia siempre nos hizo palpar que la metáfora del don está tomada de la esfera anal. Hace tiempo se observó que en el niño el escíbalo — para comenzar a hablar con mayor educación— es el regalo por esencia, el don del amor.”[6]

Otra analizante comentaba la repulsión que le producía una celebración como el 14 de febrero “el día del amor y la amistad”. Mencionaba que le parecía un exceso de cursilerías. Sostiene lo estúpido de esa celebración en racionalizaciones ciertas como “es solo para vender cosas”, “creación de los comerciantes”, y termina con una sentencia “A mi solo me gusta regalar en otro día, cuando me nace y no cuando se supone que lo tengo que hacer”. Lo interesante de estas afirmaciones, por demás no ajenas a un gran sector de la población, es esta relación opuesta al caso descrito más arriba. Mientras que en quien regala la caja, el dar el regalo es una provocación al Otro (el faloral), en este caso el dar el regalo es una provocación en ella misma, el carácter de excesivo (“¿quizá me la bañé?”) revela su forma de falo-anal. La analizante se percibe como obligada a dar y lo reserva cuando no tenga esa obligación. Podríamos decir, de entrada se siente demasiado provocativa para otra provocación. Este es el exceso de cercanía y actividad que distingue a la neurosis obsesiva.

El obsesivo se relaciona con un falo que está demasiado ahí, como las heces fecales, como unos mocos que no se sabe donde embarrarlos. Por esto, son culos para los regalos, buscan dar un seguro, que ni le sobre ni le falte. Así, dan los únicos regalos perfectos que por serlo pierden su chiste de regalos: regalan dinero o exactamente lo que quiere la persona (“escoge de este catálogo tu regalo”).

Siguiendo el juego de las diferencias, Jacques Lacan lo aborda de esta manera en su clase del18 de Junio de 1958:

“El mundo se abre a la histérica por esta pregunta sobre su deseo, un mundo de identificaciones que la pone en una cierta relación con la máscara, con todo lo que puede de cualquier manera fijar, simbolizar según un cierto tipo, esta pregunta sobre el deseo emparentada con la histeria, digamos allí, del llamado a los histéricos como tales. Por ello ha quedado identificada a una suerte de máscara general bajo la que se agitan todos los modos posibles de la falta…La relación del obsesivo a su deseo esta sometida a eso que conocemos gracias a Freud, a saber el rol precoz que juega eso que se llama Entbindung, desunión de las pulsiones, aislamiento de algo que se llama destrucción. Es en tanto que el primer abordaje del deseo del sujeto obsesivo, como para todo sujeto, ha sido el aporte del deseo del Otro y que este ha sido primero destruido, anulado…Cuando tengan a mano obsesivos sabrán que es un trazo esencial de su condición, de su estructura, que no sólo su propio deseo baja, parpadea, vacila y se desvanece a medida que se acerca, llevando la marca de esto: que primero el deseo ha sido abordado como algo que se destruye, porque primero la reacción de deseo del otro se presento como rivalidad. Como algo que de inmediato ha llevado la marca en la cual el se opone con el estilo de la reacción de destrucción que es subyacente en la relación del sujeto a la imagen del otro como tal en tanto lo desposee y lo arruina. Esta marca que queda en el abordaje del deseo por el obsesivo, hace que toda aproximación lo haga desvanecer.”[7]

Los objetos que se ofrecen al Otro son diferentes y así su presentación exige resaltar esa diferencia. Verhaeghe resalta esta diferencia en las formulas lacanianas que explica de esta manera:

“La formula de Lacan sobre la fantasía básica histérica ejemplifica la relación del histérico con el Otro:

El sujeto histérico se identifica con la falta fálica ((a)/-j) del Otro (A), para lograr así la unión con Otro completo y cancelar la separación. Esto explica lo que apunta Lacan: el Otro es completado por el sujeto histérico

…Esta metonimia es expresada por la formula de Lacan de la fantasía básica del obsesivo:
El sujeto obsesivo presenta al otro (A) un objeto siempre cambiante de carácter fálico-anal (j (a. a’. a’’, a’’’,…), para mantenerlo a distancia…
En mi experiencia, la neurosis obsesiva puede ser diagnosticada por teléfono, es una estructura subjetiva que se vuelve literalmente audible. La obsesiva habla con estilo entrecortado, cada palabra, cada sílaba es pronunciada, seguida de una pausa – el aislamiento es utilizado en el mismo nivel del lenguaje. A nivel del contenido, el obsesivo no puede llegar al punto, se expande de forma infinita, el estilo metonímico excluye toda posible conclusión.”.
[8]

Encontrando diferencias en las formulas los regalos cambian. Mientras el faloral es una sola (a) que descubre un j en negativo, el faloanal es ese j en positivo que invoca una serie de (a)’s como eso que nunca esta del todo perfecto. La Otra diferencia es ese Otro. Mientras que en la histeria esta completo, en lo obsesivo esta incompleto que bien podrá verse en las formas de la demanda del regalo en si. Así, el histérico es como si confiara que el Otro sabrá que regalarle por lo que se le presenta demandante (“Vamos, yo sé que tu puedes adivinar lo que quiero”), el obsesivo no quiere creer en el Otro por lo que se le adelanta para no hacer evidente su impotencia (“Para qué te lo pido si no me lo vas a poder dar”). Terminamos esta ronda de diferencias de la forma más vulgar posible: mientras que el histérico regala “puras mamadas”, el obsesivo “pura mierda, culencias o cagadas”.

Por último, ¿puede el analista dar regalos? En el libro de Paul Rozen “Cómo trabajaba Freud” se relata lo siguiente a propósito del análisis que la doctora Edith Jackson realizó con Freud:

“Una vez Freud le dio a la doctora Jackson una fotografía suya sin que ella recordára habérselo solicitado. Cuando le pidió que le firmara el dorso de la foto, él le dijo bromeando: “Ahora vale mil dólares”. Porque eso es lo que pensaba de los norteamericanos, que iban detrás del dinero; y cuando quería “provocar”, decía que a él sólo le interesaba el dinero.” [9]

Paul Roazen resalta que el hecho es inusual pero no por el regalo, sino por la foto ya que fueron varias las pacientes que mencionaban haber recibido de su analista un regalo siendo el más común un anillo diseñado por él mismo o de su colección de antigüedades. Lo interesante del caso es cuando unas cuantas páginas atrás, la doctora Jackson le comenta a Roazen:

“Había tenido una “transferencia paterna” inmediata y positiva con Freud a raíz de una foto suya que pudo haber visto antes de abandonar Estado Unidos en la película de Mark Bruswick”.[10]

En ciertos casos, Freud brinda al paciente la posibilidad de que se lleve algo de lo que él ponía en juego en su consultorio.

Terminemos mencionando uno de los regalos más interesantes en la historia del Psicoanálisis, el bebé de Breuer:

“De repente ella empezó a moverse en la cama, quejándose por algún gran dolor. Y de sus labios salieron estas palabras, “¡Ahora esta por llegar el bebé del doctor Breuer! ¡Ya viene!” Mientras se retorcía por la labor de parto.
Breuer sintió un pánico extraño, nunca le había pasado algo así y no lo podía entender. Ni una sola ocasión durante los 18 meses pasados había hablado de sexo, nunca había mencionado haberse enamorado de algún hombre, mucho menos de él. Aunque le había sorprendido que ella nunca hablara de amor. Ella parecía exageradamente no desarrollada en el plano sexual a pesar de lo atractiva que era, su encanto, y capacidad para la pasión. ¿Cómo había imaginado que había sido embarazada por el y alucinado que estaba por dar a luz a su hijo? Era una idea alarmante.”
[11]


PD: Gracias a los analizantes que hicieron posible este escrito.

[1] Ofrenda, cesión, legado, homenaje, etc.

[2] Žižek, Slavoj. How to read Lacan. Página 43

[3] Diccionario de Psicoanálisis bajo la dirección de Roland Chemama

[4] Zizek, S. El sujeto interpasivo. (1998) Título original: Le sujet interpassif. http://www2.centrepompidou.fr/traverses/numero3/textes/zizek.html y http://www.lacan.com/zizek-pompidou2.htm

[5] Verheaghe, Paul. Beyond Gender. From subjetc to drive. (2001) Other Press. New York. Págs. 147-163. Obssesional neurosis: the quest for isolation. Artículo presentado en conferencia APW (Universidad de Albania, Mayo 2001) Traducción por Héctor Mendoza.

[6] Lacan, J.El Seminario de Jacques Lacan. LIBRO 10. LA ANGUSTIA. Clase 23. 19-06-63. Editorial Paidos.

[7] Lacan. J. El Seminario de Jacques Lacan. LIBRO 5 LAS FORMACIONES DEL INCONSCIENTE. Clase 27. Los Circuitos del Deseo. Del 18 de Junio de 1958. Editorial Paidos.

[8] Verheaghe, Paul. (2001) Op. Cit.

[9] Roazen, P. Cómo trabajaba Freud. Comentarios directos de sus pacientes. (1998) Ediciones Paidos Ibérica, S.A. Buenos Aires. Pag. 126.

[10] Roazen, P. (1998) Op. Cit. Pag. 124.

[11] Freeman, L. The store of Anna O. The woman who led Freud to psychoanalysis. (1972) Jason Aronson Inc. Northvale, New Jersey, London. Pag. 56. Traducción Héctor Mendoza.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

Woorale!!, es impresionante lo que algo que a veces es insignificante puede llegar a tener un gran significado... =0

De nuevo felicidades por tu artículo. Lo que si no me queda muy claro son las citas de los libros a los que haces referencia...¿alguno que me recomiendes que esté un poco más digerible para posteriormente entender mejor todo lo que publicas?

Mil gracias =D

Anónimo dijo...

muy interezante esta entrada profesor! cabe destacar que dentro de la simpleza de un tema en especifico mas complejo es este. tambien queria checar que onda con la triada de dinero = phalo = poder.... sera que en el aspecto economico de los regalos, un regalo es una forma de demostrar poder? tal vez por eso sea tan intrusivo jajaja como el dinero es poder... y mandandolo a terminos mas primitivos... seria la manera contemporanea del cortejo y "show-off" del macho hacia la hembra en el caso de "regalos de conquista"... asi como en el caso que presenta usted de las cajetillas de cigarros... la demostracion de poder, de la capacidad de poder crear un vacio simbolico.

tal vez este debrayando mucho jajajja mejor aqui le dejo.. XD ah quela represion..

Saludos!

Hector Mendoza dijo...

Gracias por el comentario Liz pero no se me ocurre qué recomendarte de lectura.. yo te reomendaría dos libros que son interesantes "Amor en los tiempos de la soledad" y "perversiones de amor y odio".

Estimada Claudia, el juego del poder y su relación con el falo es interesante si se considera que el verdadero regalo efectivo será aquel que regala un vació, es decir, aquel que otorga el falo, no el que lo impone. La renuncia del falo es la verdadera prueba de poder.
Gracias por los comentarios

Anónimo dijo...

Señorito Hector Mendoza:

Esta de no mames tu blog, desafortunadamento no he tenido tiempo de leerlo con mas calma pero bueno, aqui estamos comentando y hechandole una hojeada a tu trabajo. La verdad es muy respetable tu trabajo, me interesa bastante aprender. Bueno aqui andaremos de "intrusivos" en tu blò.

Soy Oscar Barrera, de la Facultad. Saludos

Hector Mendoza dijo...

Estimado Oscar: gracias por los comentarios y cualquier comentario es bien recibido, sobretodo si son ocurrencias extrañas. Saludos

Anónimo dijo...

NO DESCUBRA PIPO !!

Hector Mendoza dijo...

¡No descubra caramaba!!! Lo genial de este tipo de "descubirmientos" es que por más racionalizaciones sigue siendo efectivo, el gesto que sabemos que no importa si importa. Como diría Vicent Vega en Pulp Fiction "El masaje de pies significa algo. Hacemos como que no significa nada y por eso es excitante. Tu lo sabes y ella lo sabe".

Steffy dijo...

Entonces qué si podemos compartir con el otro? si hay un agradecimiento real por parte del analizado por la escucha... ¿Un libro, por ejemplo, significaría algo?