El evangelio según san Mateo
Sobre el héroe-mesías subversivo
Continuando con nuestra serie dedicada a la figura del héroe
y su importancia para la clínica del psicoanálisis, en esta ocasión abordaremos
el tema del héroe-mesías desde su carácter subversivo, rebelde y transformador.
Con tal motivo, elegimos seguir la propuesta del cineasta Pier Paolo Pasolini sobre
Jesús de Nazaret en la película de 1964 “El Evangelio según Mateo”[1]. Lo singular de su propuesta comienza,
quizá, con su título. A primera vista, anuncia la historia clásica de Jesús —que
la harían parte de todas aquellas películas y representaciones de Semana
Santa—, pero lo que Pasolini construye es un oxímoron cinematográfico: una
película que es, al mismo tiempo, la adaptación más fiel a la letra del texto
bíblico y la más radical subversión. Basta notar la omisión
deliberada del “San” en el título —que algunos distribuidores intentaron
restituir— para reconocer la osadía de su propuesta: leer la Buena Nueva no
desde la solemnidad, sino desde la mirada de un proletario, el camarada, el compa
Mateo.
Como se menciona
en diversas reseñas de la película, “Cuando uno se encuentra con que una de
las películas religiosas más queridas y celebradas es obra de un ateo,
homosexual y comunista tal como Pier Paolo Pasolini puede quedar extrañado.”[2]
Pero, para nosotros, ahí reside su genio: este Jesús de rostro serio y mirada penetrante,
rodeado de apóstoles con facciones de campesinos y obreros, no es el redentor ceremonioso
de la iconografía tradicional. Es un héroe-mesías decidido que desafía a los
ricos, denuncia la religión institucional y, en la escena más célebre, empuña
un látigo para expulsar a los mercaderes del templo. (Mateo 21:12-13).
Nos interesa
explorar cómo este Jesús de Pasolini encarna la figura del héroe-mesías
como agente de la subversión del sujeto del inconsciente. Para ello, nos
haremos acompañar por otros psicoanalistas que han encontrado, en la historia
de Jesús, una enseñanza, a través de los evangelios y el poder de las
parábolas. Una enseñanza para el psicoanálisis sobre su objeto de estudio: el
deseo.
La clave que encontramos está en el único pasaje no cronológico de la película: la escena que responde a la pregunta de los discípulos —"¿Por qué les hablas por parábolas?" (Mateo 13:10-15)—, donde Jesús cita a Isaías: "Porque viendo no ven, y oyendo no oyen ni entienden... el corazón de este pueblo se ha vuelto insensible". Para Pasolini, la parábola es el recurso subversivo por excelencia al hacer posible el escuchar.
El mito del nacimiento del
héroe-mesías
Así nació Jesús el Mesías; María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo, Su esposo, José, que era un hombre recto y no quería infamarla, decidió repudiarla en secreto. (Mateo 1:18-19)
La cámara de
Pasolini nos arroja, desde el primer plano, a la crudeza del mundo:
una María adolescente encinta, en un paisaje pedregoso de la Palestina
rural ante José con mirada perpleja que abandona momentáneamente a su esposa.
En su vagar, observa a niños jugando, sonríe y duerme. Esta escena inaugural
condensa el gesto radical de Pasolini: adaptar a la letra el
Evangelio de Mateo, pero filtrándolo a través de una estética
materialista que subraya la precariedad de los cuerpos. Se resaltan los
personajes como campesinos semitas bajo el yugo romano, con rostros tallados
por el hambre y las intemperies. Este Jesús nacerá en la humildad
concreta de quien ya está marcado por la exclusión.
“El Evangelio… rechaza deliberada y sistemáticamente toda iconografía tradicional. Su Virgen no es la piadosa y luminosa Madona renacentista, sino una joven campesina claramente embarazada y desconcertada, que bien podría haber salido de una película neorrealista. Con igual naturalismo, José aparece sin afeitar, robusto y con entradas; Salomé no es la diosa erótica de Hollywood, sino una adolescente grácil y casi tímida; los seguidores de Jesús, incluido Juan el Bautista, se parecen a los compañeros subproletarios de Accattone: un muchacho de Roma (1961)”
Greene,
N. (1990). Pier Paolo Pasolini: Cinema as heresy. Princeton University
Press.
"Pero apenas tomó esta resolución, se le apareció en
sueltos el ángel del Señor, que le dijo: —José, hijo de David, no tengas
reparo en llevarte contigo a María, tu mujer, porque la criatura que lleva en
su seno viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo, y le pondrás de nombre
Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados. Esto sucedió para que
se cumpliese lo que había dicho el Señor por el profeta: Mirad: la virgen
concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá de nombre Emanuel (que significa
«Dios con nosotros»). Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había
mandado, y recibió a su mujer. Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo
primogénito; y le puso por nombre Jesús." (Mateo 1:20-25)
Siguiendo
este mito del nacimiento del héroe como diría Otto Rank, después del impacto y
rechazo de José en sueños, un ángel del señor le pide que acepte a María y a su
bebé que salvará a su pueblo de los pecados. Aunque mantiene el elemento
milagroso[3]
del mensaje del ángel (disculpen el pleonasmo), podemos empezar a interpretar
que estamos ante el origen, el acontecimiento, de lo que llevará al mensaje
subversivo de Jesús, siendo el mismo, primero descartado y luego defendido. La
sonrisa de María al ver a su esposo regresar gustoso, sin repudio ni lástima,
es lo que la cámara de Pasolini ya prefigura de todo movimiento que sigue una
Causa, la complicidad amorosa fundada en la confianza.
El Evangelio según Dolto
Ya que
estamos ante esta Sagrada Familia, conviene recuperar lo que la
psicoanalista Françoise Dolto, entrevistada por Gerard Severin, habla sobre lo
que como psicoanalista lee y aprende de las enseñanzas de los Evangelios. Los
descubre como “psicodramas”, con más poder que los cuentos de hadas sobre todo
porque hablan sobre la enseñanza de Jesús sobre el deseo. Jesús, como héroe-mesías subversivo trae la Buena Nueva del deseo, como heredero de
Sócrates que enseña sobre el Cuidado de sí. Jesús habla del deseo de vivir y
crear, de ahí su carácter subversivo en tiempos de iglesias dogmáticas y
colonización Imperial. Así lo dirá Dolto: “… después, al ponerme en contacto
con estos textos, descubro que Jesús enseña sobre el deseo y nos guía al deseo”.
Jesús es la
Causa, el Deseo transformador, por lo que Dolto ve en María y José aquellos que
anidan y cuidan de este deseo; ella despierta y él siguiendo sus sueños ya que,
tal vez, solo apagando su resistencia machín es que se puede criar la esperanza
de cambio. En otro capítulo, Dolto da otro matiz a la figura y función de María
cuando analiza el pasaje de Las Bodas en Caná del Evangelio según san Juan. Sin
embargo, ese otro matiz realmente no es otro sino una confirmación de la
maternidad de María como madre de Dios.
“Lo que ocurre es un alumbramiento. La fiesta nupcial se interrumpe bruscamente. María dice a Jesús: «No les queda vino». ¿Qué le responde Jesús?: «No es mi hora». María no contesta: «¡Bueno!, no es su hora». Al contrario, como si no hubiera oído las palabras de Jesús, dice a los sirvientes: «Haced lo que él os diga». … (María) Ha entendido que, al expresarse así («No es mi hora»), Jesús se resiste a iniciar su vida pública porque está angustiado… Si Jesús responde algo es porque ha «escuchado», en algún plano, la petición de su madre. María se da cuenta de que su angustia expresa un deseo… Es en Caná donde los evangelios nos muestran a María hablando a su hijo y actuando por última vez desde este punto único y misterioso de iniciadora… Quizá es en ese momento, en las bodas de Caná, cuando María llega a ser madre de Dios.”
Franqoise Dolto / Gerard Severin (1978) El
Evangelio ante el psicoanálisis (L’Evangile au risque de la
psychanalyse / The Jesus
of Psychoanalysis: A Freudian Interpretation of the Gospel).
El apunte
de Dolto subraya que el origen del héroe-mesías subversivo siempre conlleva un
momento de duda o temor previo al inicio de su trayecto. Esta tensión inicial
¿no remite, acaso, a la parábola de los dos hijos, donde el primero rechaza en
un principio la voluntad del padre para luego cumplirla? (Mateo 21:28-32) Dolto
es categórica al señalar que, en ese instante crítico, María deviene la madre
de Dios: no solo reconoce el milagro del acontecimiento, sino que lo instituye
al declarar "Hagan lo que él les diga". Así, el héroe-mesías
subversivo —aun encarnando la Causa y la verdad del deseo— requiere que se le
otorgue un lugar pese a su vacilación inicial. La paradoja reside en que es la
aceptación colectiva de su duda lo que consolida su legitimidad, así como el
deseo y el consecuente reconocimiento materno instituyen lo humano en lo
biológico.
“No tentarás al Señor tu Dios”.
“(Satanás): Todo esto te daré, si postrado me
adorares. Entonces Jesús le dijo: Vete,
Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.”
(Mateo 4:9-10)
Pasolini presenta las tentaciones de Jesús como una
revelación de su carácter mítico, enfatizado por su estructura tripartita - un
recurso propio del mundo de los cuentos de hadas, como bien señala Guillermo
del Toro en El laberinto del fauno. Las tres pruebas de Ofelia para regresar al
reino de su padre, al igual que las tres pruebas de Psiqué para recuperar el
amor de Eros, conforman en realidad una sola prueba fundamental: vencer la
tentación imaginaria del Todo.
1.
Primera tentación: "Renuncia a la
Causa social, a la Revolución, a la verdad de tu deseo transformador en favor
de necesidades individuales". Respuesta: "No solo de pan vive el
hombre".
2.
Segunda tentación: "Haz lo que se
te plazca, incluso traspasando los límites". Respuesta: "No tentarás
a la Causa".
3.
Tercera tentación: "Inclínate ante
el poder y obtendrás placer". Respuesta: "Solo ante la Causa, ante la
Verdad del deseo como tal, cabe postrarse".
Seguir la Causa y el deseo transformador exige, en última
instancia, una renuncia al narcisismo.
El Evangelio según Los últimos días en el desierto
Esta lucha narcisista la encontramos en otro análisis
artístico de las tentaciones de Jesús que aparece en la película Los
últimos días en el desierto (2015)[4],
dirigida por Rodrigo García. A diferencia del relato evangélico de Mateo, aquí
no se representan las tentaciones tradicionales, sino que Satanás sigue
a Yeshúa —“Así te llama tu madre, ¿verdad?”— durante su ayuno
en el desierto.
El recurso creativo de la cinta es ver a Satanás
como un doble de Jesús, y la trama adquiere el tono de una parábola. Yeshúa se
topa con una familia en el desierto: un padre obsesionado con construir una
tumba, una madre enferma al borde de la muerte pero deseante y un hijo dividido entre honrar
el legado paterno o abandonar el desierto para forjar su propio destino. El
recurso del Doppelgänger no solo se refleja en la figura de Satanás como espejo de
Jesús, sino también en el hijo de la familia y su encrucijada y –valga la redundancia-
el corte radical de su decisión.
¿Qué implica la aventura que Jesús emprenderá al desafiar
públicamente a las autoridades y romper con el silencio mortificador de su
Padre? La tentación aquí no es el poder, sino la sombra de Luzbel:
caer en la misma soberbia de quien, en su ansia por ser “el hijo más
amado”, cayó al desierto (“al abismo sin fondo” según Milton en Paraíso
Recobrado); esperando
la pregunta que sea contestada, la eterna pregunta sobre el deseo de Dios: “¿Hay
acaso un plan? Todo debe desbordarse hacia algo... pero ¿hacia qué?”. La
arrogancia de Satanás no radica en querer superar a Dios, sino en
anhelar poseer el Todo del Otro, saber la respuesta —ser el favorito, el hijo perfecto—.
Jesús, como Héroe-Mesías subversivo, comprende que
su misión no es huir del desierto (Ser el Todo del Padre), sino atravesarlo,
llegar al otro lado. Por eso, al final, cuando Yeshúa avanza, Satanás
declara: “Hasta aquí llego yo”. No puede abandonar su rol de
niño dorado, atrapado en la inmovilidad de quien exige ser la estrella más
bella, el niño de los ojos de Dios, el narcisismo y culto a la imagen que tanto
ha afectado Causas que terminan mortificadas en el desierto.
“No he
venido para traer paz, sino la espada”
“He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos;
sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas. … No penséis
que he venido para traer paz a la tierra; no he venido para traer paz, sino
espada. Porque he venido para poner en disensión al hombre contra su padre, a
la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra; y los enemigos del
hombre serán los de su casa.” Mateo 10:16-18, 34-36
Tras asumir su misión de anunciar la Buena Nueva, Jesús
advierte a sus discípulos sobre los riesgos que conlleva su mensaje
revolucionario. El héroe-mesías subversivo no ignora que su verdad
generará enemigos: "No he venido a traer paz, sino espada" (Mateo
10:34). Pasolini, en su Evangelio, enfatiza con ferocidad esta
idea: luchar por una Causa —ya sea la Verdad del deseo o la Justicia—
exige asumir la división como consecuencia inevitable.
Toda militancia política, toda salida del clóset, toda
postura artística o intelectual que desafíe el orden establecido, implica un
corte violento con las filiaciones previas. El mesías de Pasolini —como el
Jesús histórico— no es un pacificador complaciente, sino un agitador que
desenmascara las jerarquías de poder. Su llamado a la revolución espiritual (y,
por extensión, social) choca contra las estructuras familiares[5],
religiosas y políticas de su tiempo: "He venido a poner al hijo
contra su padre, a la hija contra su madre" (Mateo 10:35).
La advertencia es clara: asumir el deseo que nos
habita —ya sea el deseo de libertad, de creación o de identidad— provoca
una resistencia proporcional a la verdad declarada. El héroe-mesías
subversivo no promete seguridad, sino un camino de conflicto. Pero es en esa
fractura donde nace lo nuevo: la espada que divide es la misma que libera.
El evangelio según Jesús de
Montreal
En nuestro recorrido cinematográfico de Semana Santa, nos
encontramos con un tratamiento singular de Jesús como héroe-mesías
subversivo en la película Jesús de Montreal (1989)[6],
dirigida y escrita por Denys Arcand. La cinta sigue a un grupo de actores
talentosos pero marginados que aceptan la encomienda de un párroco local:
modernizar la representación tradicional de La Pasión en la
montaña. Daniel, el protagonista, asume el papel de Jesús, y bajo su liderazgo,
el grupo reinterpreta la historia sagrada con un enfoque audaz que desafía las
convenciones.
Como señala Roger Ebert:
"Los actores que reescriben la Pasión en Jesús
de Montreal crean una obra que es buen teatro y quizás incluso buena
teología, pero no tiene un buen impacto en las relaciones públicas. [...] Las
autoridades eclesiásticas se resisten a ofender al sistema presentando una
interpretación tan poco ortodoxa de la historia sagrada. [...] Se ha observado
con frecuencia que las enseñanzas de Cristo serían radicales y subversivas si
alguien las interpretara literalmente."
https://www.rogerebert.com/reviews/jesus-of-montreal-1990
Al igual que Pasolini, Arcand subvierte la narrativa
tradicional al enfatizar el Jesús histórico y su confrontación con las
estructuras de poder del Imperio Romano. Sin embargo, lo más fascinante es cómo
la obra teatral dentro de la película comienza a reflejar la vida misma de sus
intérpretes. Las tentaciones que enfrenta Daniel —como la oferta de un abogado
"satánico" que le promete riquezas a cambio de vender su arte—, la
oposición de las autoridades eclesiásticas, e incluso defender a una
compañera actriz (forzada a desnudarse en una audición sin justificación
artística), reproducen el viaje de Jesús.
La película trasciende lo religioso para convertirse en
una metáfora sobre la integridad artística. En la escena culminante, en
una estación del metro, dos cantantes interpretan un aria con sublime belleza.
Una de ellas es la misma actriz que también fue humillada por los publicistas
del comercial cervecero de la escena mencionada cuando Daniel, en un arrebato de
héroe-mesías subversivo, defiende la dignidad de su amiga derribando cámaras y
luces, como expulsando a los mercaderes del templo.
El verdadero heroísmo subversivo aquí no es solo
teológico, sino creativo: resistirse a la corrupción del arte, defender la
verdad frente al poder y, en última instancia, pagar el precio por ello. Como
bien apunta Ebert “Jesús de Montreal es una película sobre teatro,
no sobre religión” es un vía crucis por la libertad e integridad artística. El
héroe-mesías subversivo del mundo del arte.
“Nadie
es profeta en su tierra”
Y venido a su tierra, les enseñaba... y decían: ¿De
dónde tiene éste está sabiduría y estos milagros? ¿No es éste el hijo del
carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos, Jacobo, José, Simón y
Judas? ¿No están todas sus hermanas con nosotros? ¿De dónde, pues, tiene éste
todas estas cosas? Pero Jesús les dijo: No hay profeta sin honra, sino
en su propia tierra y en su casa. Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la
incredulidad de ellos. Mateo 13:54-58.
El héroe-mesías subversivo enfrenta la paradoja
fundamental: no puede ser profeta en su tierra. En el espacio de lo demasiado
conocido, donde las filiaciones imaginarias lo encasillan, no hay lugar para
escuchar lo disruptivo y nuevo de su palabra; además de imposibilitar el lugar
@gente de la causa de deseo, el lugar del analista como Sujeto Supuesto Saber.
Jesús recuerda la imposibilidad como el analista que no puede funcionar con
familiares y amigos. De
ahí que se convierte en alguien que por la Causa renace en una nueva familia,
en la búsqueda de la transformación, mis camaradas, mis compas, son mi
familia, no solo somos todos hermanos sino también padres y madres. “¿Quién
es mi madre, y quiénes son mis hermanos? Y extendiendo su mano hacia sus
discípulos, dijo: He aquí mi madre y mis hermanos.” Mateo 12:47-49.
Pasolini, maestro del contraste ideológico, yuxtapone
crudamente estas dos realidades: por un lado, la comunidad de creyentes que
conforma esta nueva familia electiva; por otro, la sordera de quienes, habiendo
conocido al mesías desde su infancia, pierden la capacidad de escuchar su
mensaje. Esta dualidad revela la auténtica dimensión humana de todo portador de
la Causa y la Verdad del deseo: no la santidad inalcanzable de lo místico
ahistórico, sino la lucha concreta contra el límite castrante del origen. El
verdadero heroísmo subversivo reside precisamente en esta tensión - entre el
arraigo que nos define y el deseo que nos empuja.
El Evangelio según Jesucristo Superestrella
La versión londinense de 2012 de Jesucristo
Superstar[7] (dirigida
por Laurence Connor) actualiza el clásico musical opera-rock de Andrew Lloyd
Webber ofreciendo una lectura particularmente afín a nuestra exploración de
Jesús como héroe-mesías subversivo. Esta puesta en escena - radical en su
estética industrial y contemporánea - traslada el conflicto político-religioso
original al lenguaje visual del movimiento Occupy Wall Street (con
pancartas que traen los apóstoles donde se lee “El Pueblo por encima del
Dinero” o “Roma Miente”) y las revueltas del siglo XXI, enfatizando la
dimensión revolucionaria que Webber y Rice plasmaron en su partitura en 1971.
Resaltamos la caracterización de Jesús como líder
contracultural con un atuendo que nos recuerda más al Che Guevara que a las
togas clásicas y el “No sé cómo amarlo” de María Magdalena ofrece una
interpretación donde el afecto hacia Jesús se muestra como solidaridad
militante y temor ante seguir la Causa, más que devoción mística o amor
prohibido.
La escenografía refuerza el discurso subversivo: Las
barricadas de metal transforman el templo en una zona de resistencia,
actualizando la subversión del mensaje cristiano original. Esta producción
actualiza los arquetipos de poder mediante una iconografía contemporánea:
Caifás y el Sanedrín aparecen como banqueros de élite en trajes de alta
costura (cuyo escudo reza “Super Omnes”: "por encima de todos”), encarnando la
alianza entre poder religioso y capital financiero. Su supremacismo racial
(acentuado por la dirección) sugiere una lectura crítica del sionismo político
- no como identidad judía, sino como sistema de exclusión. Herodes se
transforma en presentador de reality show, reduciendo lo espiritual a
espectáculo. Esta elección evidencia la complicidad entre instituciones
eclesiásticas y medios de entretenimiento masivo - los "padres de la
iglesia mediática" que vacían de contenido revolucionario el mensaje originario.
Pilatos opera en un centro de detención que evoca Guantánamo, completando
la tríada de poder: Imperio (EEUU en declive), Capital (banqueros) y Medios (tv
evangelizadores y reality shows). El Jesús juzgado como "terrorista"
en este dispositivo adquiere el estatus de disidente político, de "zurdo
de mierda”; él y sus apóstoles son una turba de manifestantes #los12,
enfatizando el potencial revolucionario que las autoridades religiosas y
romanas buscaban silenciar.
Como señala Michael Billington en The Guardian:
"Esta producción no teme mostrar a un Jesús genuinamente peligroso para
el sistema - algo que muchas adaptaciones eclesiásticas siguen
domesticando". Sin embrago, el héroe-mesías subversivo puede
quedar atorado en la cruz de ser solo una Superestrella como canta Judas desde
el más allá.
“¡Atrás
Satanás!”
Pasolini estructura en dos pasajes cruciales el llamado a
la aventura del héroe-mesías subversivo. El primero -y más insidioso-
revela la tentación suprema: la rebeldía sin riesgo, la subversión
domesticada. Jesús, consciente de su inevitable aniquilación al desafiar los
poderes instituidos, enfrenta en Pedro ("Cuídate, no lo hagas") el
canto de sirenas que acecha a todo proyecto transformador. ¿No encarna esta
advertencia bienintencionada precisamente la tibieza de la centroizquierda
política, el arte complaciente o el deseo negociado que siempre termina en
traición?
La réplica de Jesús -"¡Quítate de mí vista,
Satanás!" (Mateo 16:23)- es más dura que su enfrentamiento en el
desierto. Aquí no hay demonio con cuernos, sino el amor temeroso de un
discípulo que, como el hijo dubitativo de la parábola (Mateo 21:28-32), vacila
ante el abismo de lo real. Esta es la auténtica tentación: no porque Jesús
busque el martirio narcisista (como mero espectáculo de sufrimiento), sino
porque debe rechazar incluso el afecto que lo invita a claudicar.
El héroe-mesías subversivo sabe que aceptar su misión implica
dejar de pertenecerse - esa renuncia radical es lo que incendia los
corazones de quienes lo siguen. Pedro, aún incapaz de "caminar sobre las
aguas" de la fe plena (Mateo 14:29-31), de "abrazar la vida fuera de la seguridad de la barca" (Recalcati), encarna el miedo que paraliza ante
el salto revolucionario. Pasolini nos muestra así el dilema esencial: la
verdadera traición no viene del odio declarado, sino del amor que pide
prudencia cuando el mundo exige fuego.
El
Evangelio según Recalcati
La lectura que Massimo Recalcati propone en El
complejo de Telémaco -particularmente su análisis de la herencia como
"conquista de la subjetividad"- ofrece una clave radical para
reinterpretar el imperativo evangélico: "Si no os hacéis como niños, no
entraréis en el Reino de los Cielos" (Mateo 18:3). Para
Recalcati, ser heredero no implica una mera repetición filial, sino
un movimiento paradójico. La apertura infantil es ser humilde y dejarse afectar por el Otro, no es gratuito que el revolucionario sea
tildado constantemente de ingenuo por creer en la Verdad del deseo. Pero un
corte siempre es necesario como dirá Recalcati: "Lo familiar nunca
agota la vida; la vida requiere la separación". La verdadera herencia
exige traicionar lo heredado para recrearlo. Este doble gesto define la
subjetividad auténtica: recibir la tradición (como el niño recibe el
lenguaje) pero inventando una nueva manera de habitarla. Jesús,
como héroe-mesías subversivo, no glorifica la infantilización pasiva,
sino esa capacidad infantil de creer.
“La
piedra que han desechado”
A diferencia de otras versiones de la Pasión, Pasolini no
se limita a mostrar la palabra de Jesús dirigida a los discípulos y al pueblo
en un tono solemne y místico, sino que enfatiza su confrontación directa, el
llamado a la solidaridad fraterna y, en especial, la denuncia contra las
autoridades establecidas. En una escena crucial (Mateo 21:23-32),
Jesús reprocha a los líderes religiosos su ceguera ante la verdad encarnada en
Juan el Bautista, evidenciada en su respuesta correcta a la parábola del hombre
con dos hijos. Sin embargo, su crítica más contundente apunta al desprecio de estas
autoridades eclesiásticas e intelectuales hacia el pueblo: "Los
publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del Reino de
Dios" (Mateo 21:31).
Pasolini contrasta visualmente este enfrentamiento: por
un lado, los jerarcas religiosos, y por el otro, Jesús rodeado de sus apóstoles
y el pueblo que lo recibió con ramos, acompañado de niños pobres que celebran
su llegada. Mediante primeros planos de rostros campesinos y obreros, el
director subraya que ellos son los receptores privilegiados del mensaje
evangélico. En esta secuencia, el héroe-mesías subversivo revela el núcleo de
su reproche: "La piedra que desecharon los constructores ha
llegado a ser la piedra angular" (Salmo 118:22). Así,
expone que el poder de las élites religiosas depende precisamente de aquellos a
quienes marginan. Más adelante, Jesús denuncia repetidamente la hipocresía
institucional y advierte al pueblo sobre sus líderes, cuestionando con fuerza su
autoridad simbólica.
El
Evangelio según Mesías de Netflix
Pasolini, al ceñirse estrictamente al Evangelio de Mateo,
no aborda explícitamente una crítica al poder imperial romano —el colonizador
de Judea—, aunque la ejecución de Jesús por decisión de Poncio Pilato deja
claro quién ostentaba el monopolio de la violencia: Roma, como única autoridad
con poder para dictar sentencias de muerte sobre las poblaciones colonizadas.
Sin embargo, la historia de este héroe-mesías subversivo
exige una reimaginación actualizada. Un ejemplo polémico es la serie Mesías (creada
por Michael Petroni, Netflix, 2020), cuya segunda temporada fue cancelada tras
presiones de varios gobiernos. La trama sigue a un enigmático hombre que emerge
en Medio Oriente tras una tormenta milagrosa que aniquila a fuerzas del ISIS,
atrayendo a miles de seguidores palestinos e iraníes que lo proclaman Al-Masih (el
Mesías). Cuando lidera una marcha de refugiados hacia Cisjordania, su
influencia se vuelve una amenaza para Israel y, por extensión, para Estados
Unidos, que ordena su investigación conjunta entre la CIA y el Mossad.
La narrativa, al igual que los evangelios, no se centra
en el Mesías mismo, sino en quienes lo atestiguan: una agente de la CIA
escéptica (Eva), un atormentado operativo judío del Mossad (Aviram) empeñado en eliminarlo y un dubitativo pastor
evangélico latino de Texas (Félix) que, tras dudar, se convierte en su principal discípulo
al llegar a EE.UU. En un diálogo clave, Eva interroga a Al-Masih,
advirtiéndole sobre el peligro de los líderes fanáticos que devienen
terroristas:
"Se aferran tanto a un ideal que distorsionan la
realidad. Se convierten en la encarnación de ese ideal y eso los hace sentirse
especiales. Pero en el fondo, solo quieren que todo se detenga. Extrañan ser
humanos, pero creen que no hay alternativa. Se aíslan hasta que no les queda
más remedio que saltar al precipicio. Mi trabajo es atraparlos antes de que lo
hagan".
La respuesta de Al-Masih, serena y amorosa, desarma su postura devolviéndole su mensaje invertido: "Tú eres una acólita de la CIA. Por las noches te preguntas si valió la pena lo que hiciste por seguir su ideal. Eso es lo que adoras". De alguna manera, deja claro que trsitemente los verdaderos terroristas del mundo son los acólitos de la CIA y el Mossad.
Cabe resaltar aquí que, la modernización que vemos en “Mesías”
de Netflix, incluye personajes femeninos importantes en la historia, a
diferencia de las clásicas representaciones donde solo los señores tienen lugar
en la mesa, convirtiéndola en una fiesta de… barbas. Aquí la mirada principal
está en Eva y son importantes diversos personajes femeninos como la esposa y la
hija del pastor. Aun más, dentro de las primeras interacciones de Al-Masih con
sus seguidores se da en una reunión con los dirigentes de los que lo siguen en
el desierto. En esa reunión en petite-comité alrededor del fuego,
Al-Masih pregunta “¿Por qué no hay mujeres aquí sentadas?” Uno de los líderes
se ríe y replica “No hablarás en serio”. Al-Masih se levanta molesto y lanza una patada
al líder diciendo “Ve a buscar una mujer y dale tu asiento”. A lo que
molesto el líder se retira acusando a Al-Masih de ser “el Diablo”. En
una actualización de la última cena, es seguro que al menos la mitad de los discípulos
se identificarían como mujeres.
La serie eleva la apuesta cuando Al-Masih, ahora
predicando en territorio estadounidense bajo vigilancia de la CIA, es llevado a
un encuentro privado con el presidente Young. Este diálogo reproduce la
dinámica del interrogatorio con Eva, pero aquí el interlocutor combina dos
roles -líder del imperio estadounidense y devoto mormón-. Ante la pregunta del presidente Young ¿A
qué has venido?, el héroe-masih subversivo le formula una propuesta radical
en su simplicidad para convertirse en "el presidente de la
paz": "Retire las tropas estadounidenses... De todas
partes".
La respuesta de Young, lejos del cinismo
esperado, encapsula la trampa ideológica que ya Eva había ejemplificado:
reconoce que esas tropas, aunque "fortalecen dictadores
crueles", preservan la pax imperial al disuadir a
potencias rivales como Rusia de sus deseos expansionistas. Aquí yace la
genialidad narrativa de la serie: Young no es el capitalista cínico y grotesco
que confiesa “así mantenemos el poderío económico mediante tributos
coloniales y la industria bélica". Por el contrario, es un verdadero
creyente en el liberalismo hegemónico estadounidense. Y ese es el peligro mayor
-como bien señala el guión- pues los cínicos pueden ser brutales, pero solo los
convencidos arrastran multitudes hacia el abismo.
El mensaje final de Al-Masih no apunta a las masas, sino
a los agentes del poder -líderes políticos y operativos como Eva-: una
invitación a cuestionar su fe en el ideal imperial que corroe sus fronteras
interiores. Les revela que la verdadera amenaza no son los enemigos externos,
sino el dolor negado que su propia maquinaria inflige -a otros pueblos y, en el
fondo, a sí mismos-. “Dios ve las lágrimas que no te permites derramar”.
“No
quieran que los llamen Maestro”
“¡Ay de ustedes legisladores! Porque atan cargas pesadas
y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ellos
ni con un dedo quieren moverlas. Hacen todas sus obras para ser vistos por los
hombres… Aman los primeros asientos en los banquetes, y la silla de honor en
los Templos, y los aplausos en las plazas, y que los hombres los llamen:
Maestro. Pero ustedes no quieran que los llamen Rabí; ni Reverendo Padre, ni
Eminencia, ni Monseñor porque solo uno es su Señor y está en los Cielos; y
todos ustedes son hermanos. El que quiera ser el mayor entre ustedes, será su
siervo” (Versión de la película “Jesús de Montreal” que
actualiza las expresiones de Mateo 23:4-12).
Esta escena condensa la crítica pasoliniana hacia toda
institución religiosa que traiciona su vocación profética. El héroe-mesías
subversivo no busca reformar el templo sino devolver a la “Parroquia” su
sentido original grecolatino como “casa hogar del migrante” y no tanto la
jurisdicción de un sacerdote. Como
señala el teólogo James Cone (1970), en línea con la perspectiva de
Pasolini: "Dios está del lado de los oprimidos no retóricamente,
sino literalmente"[8]
De tal forma que Pasolini recuerda que los Jerarcas de la
Iglesia no siguen una ley de prohibiciones y cargas pesadas a otros sino la Ley
de la Verdad del deseo, amar la otredad.
El héroe-mesías subversivo recuerda que no hay maestros sobre la verdad
del deseo, sino que todos somos hermanos errantes. Esa es la gran lección a la
clínica del psicoanálisis como la aborda más recientemente Massimo Recalcati.
El
Evangelio según Recalcati II
Recalcati, en su aproximación psicoanalítica interpreta
las enseñanzas de Jesús como una teoría del deseo. Aunque reconoce que
este término no aparece explícitamente en los textos bíblicos, lo articula con
conceptos nucleares de los Evangelios: Causa, Gracia y Vida verdadera (o Vida
nueva). Otra relación con el deseo es la figura con la que identifica a
Jesús: El Fuego. Ya sea en el anuncio de Juan el Bautista: "Él os
bautizará con Espíritu Santo y fuego [...] será fuego que no se apaga" (Mateo
3:11-12); la declaración de Jesús en Lucas: "Fuego vine a echar en
la tierra; ¡y cómo deseo que ya esté ardiendo!" (12:49) o lo
dicho en el Evangelio de Tomás: "El que está cerca de
mí está cerca del fuego" (logion 82).
«La virginidad, la prohibición y represión de la
sexualidad, las prácticas ascéticas, el ayuno, el celibato, no son preceptos
que le preocupe imponer a quienes lo siguen. El camino del autosacrificio como
camino de santificación no encuentra respaldo en su predicación… Quiere liberar
al hombre de la idea del Padre como aquel a quien el hijo debe temer, pues su
plan represivo y normativo es impedir su libertad… El salvado es siempre aquel
que no ha cedido a la Ley de su propio deseo, aquel que ha sabido permanecer en
conformidad con esta Ley… La Ley que golpea la vida sancionando implacablemente
la ofensa, el crimen, el pecado, aniquila el deseo al interpretarlo únicamente
como una amenaza a la Ley misma. Este es el funcionamiento básico del Superyó
destacado por Freud: una Ley que constantemente reprocha al deseo su propia
existencia con una 'dureza y severidad extraordinarias' porque lo identifica
con una falta incorregible… Esto es lo que compromete a Jesús hasta el final de
sus días: a testificar que la Ley no es contraria al deseo…, La Ley se emancipa
ante todo del culto al sacrificio. Este es también un tema recurrente en la
predicación de Jesús: no es la vida la que debe someterse sacrificialmente al
poder de la Ley, sino que es el poder de la Ley el que debe servir a la vida»
Massimo Recalcati
(2022) La Ley del Deseo. Raíces bíblicas del psicoanálisis. (La
legge del Desiderio. Radici bibliche della psicoanalisi) Ed. Einaudi.
Recalcati enfatiza cómo Jesús dirige su crítica más
corrosiva contra los religiosos y la clase dominante[9] -"que
predican la Verdad, pero ignoran la verdad"-, revelando la
contradicción entre dogma y práctica. Esta línea la ampliaremos más adelante con Žižek,
otro intérprete del héroe-mesías subversivo, que también encuentra
en el cristianismo original una crítica inmanente a toda religión
institucionalizada, incluido su propio desarrollo histórico. Recalcati resalta
que el núcleo revolucionario está en reconceptualizar la Ley: no como
prohibición, tabú o dogma, sino como estructura que moviliza el deseo hacia
la transformación material. Recalcati recuerda que Freud no ve este costado
–posiblemente por la persecución que sufre por la religión en el poder de su
tiempo-. Mientras el vienés redujo la religión a "ilusión
narcótica" como Marx o "aparato ideológico del
Estado" (Althusser), Jesús -en esta lectura de Recalcati- encarna
una crítica radical a la fuga religiosa que escinde lo celestial de
lo terrestre.
Recalcati plantea una pregunta crucial: "¿Cuándo deciden las autoridades religiosas eliminar a Jesús?"[10]. La respuesta es reveladora: tras la resurrección de Lázaro (Juan 11:1-44). Este episodio marca un punto de inflexión, pues desenmascara el núcleo del poder religioso tradicional: el miedo a la muerte y su promesa de compensación ultraterrena. Frente a esto, Jesús propone una vida nueva aquí y ahora: "Dios no es Dios de muertos, sino de vivos" (Mateo 22:32). Su mensaje -encarnado en el imperativo "Ven”- se convierte en una Causa, en una fuerza magnética que convoca a seguirlo, a diferencia de la lógica del Antiguo Testamento donde predomina el "Vete".
“Dios
mío, ¿por qué me has abandonado?”
“Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz,
diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me
has abandonado?” (Mateo 27:46)
Pasolini
aborda el momento culminante de la crucifixión evitando cuidadosamente el
regodeo en el sufrimiento físico al estilo de La Pasión de Gibson
(2004). En su lugar, desplaza el foco hacia la Palabra como vehículo
esencial para comprender el mensaje del héroe-mesías subversivo. La cámara
capta el dolor de los allegados que presencian el suplicio, cuando súbitamente
-en un audaz giro narrativo- Pasolini recurre a un "corte a
negro" (black screen). En esta oscuridad total, resuena la voz que
recita la profecía de Isaías que Jesús citara a sus discípulos: "De
oído oirás, y no entenderás; y viendo verás, y no percibirás. Porque el corazón
de este pueblo se ha vuelto insensible..." (Mateo 13:15-17). El
silencio visual se quiebra abruptamente con el primer plano del rostro de Jesús
que clama: "¡Dios mío, ¿por qué me has
abandonado?!" (Mateo 27:46).
¿Qué logra
Pasolini con esta inserción profética en el clímax del dolor? El director
recrea el mismo dispositivo pedagógico que Jesús empleara cuando, interrogado
por sus discípulos ("¿Por qué les hablas por parábolas?" Mateo
13:10), respondiendo, citando precisamente a Isaías. ¿Es la crucifixión – más
allá del mero suplicio- la parábola suprema?
¿No es la propia palabra “Palabra” en sí misma una parábola? ¿Es posible
emplear la Palabra prescindiendo de lo parabólico del lenguaje? La genialidad
del momento en que Pasolini elimina toda imagen cortando al black screen -reduciéndonos
a la escucha pura, si es que tenemos oídos- reside precisamente en su
estructuración dialéctica: la secuencia ocurre tras la explicación
del propósito de las parábolas, pero antes de que Jesús
entregue el espíritu.
Este
montaje reproduce magistralmente el mecanismo parabólico mismo: como en una
obra dentro de la obra, la parábola del sembrador (que precede a esta escena)
no solo ilustra, sino que encarna su propia función - preparar el
terreno para que la semilla del sentido pueda germinar en quien esté dispuesto
a recibirla. En este sentido, los dogmas religiosos ensordecen, mientras
las parábolas de Jesús despiertan la escucha.
La Palabra,
aún en su expresión más desgarradora (el grito en la cruz), se revela como
parábola esencial: un llamado a vaciarse de certezas para acoger lo
radicalmente nuevo. Como la semilla del sembrador, exige tierra abierta - oídos
que sepan oír, ojos que realmente vean. "El que tenga oídos, que
oiga" (Mateo 13:9). Pasolini nos lo hace escuchar.
Si el
momento de la crucifixión y su lamento, toma el lugar de la parábola suprema,
es porque la apuesta final del héroe-mesías subversivo como maestro que enseña
sobre el deseo, es la apuesta máxima sin garantías, lo que da vida verdadera
antes de que venga la muerte. Como escribe la monja benedictina Joan Chittister
y que se volvió un grafiti popular en los 60´s en New York aunque sin la referencia
religiosa: “La pregunta fundamental para un cristiano no es si hay vida
después de la muerte, sino si hay vida antes de la muerte'".[11]
Así
reflexiona Terry Eagleton en introducción a los Evangelios sobre la muerte en
la cruz:
“Jesús también consuma la ley mediante la demostración de que el amor por él prescrito, llevado al límite, tendrá como consecuencia inevitable la muerte… Como el clásico protagonista trágico, sólo triunfa mediante el fracaso. Sólo si su desolado grito en la cruz («Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?») se toma en serio (de hecho, es una cita de las Escrituras), podría haber alguna esperanza de resurrección. (Éstas, dicho sea de paso, son las únicas palabras, de las que se suponen pronunciadas por Jesús en el Calvario, que generalmente se aceptan como históricamente probadas) … Sólo siendo un callejón sin salida pudo su muerte convertirse en un horizonte. Él parece morir desconcertado, inseguro de por qué su Padre requiere de él esta fútil acción, pero aun así fiel a él. Es porque su acción es infructuosa, un callejón sin salida y un absurdo, por lo que puede fructificar en las vidas de otros.”
Eagleton, Terry (2012).
Jesucristo. Los evangelios. Terry Eagleton presenta a Jesucristo
(Revoluciones) Ediciones Akal.
La duda de Jesús en la cruz, como héroe-mesías subversivo,
le da toda la contundencia a su mensaje de la Verdad del deseo. Sabe que no se
trata de un mero trámite y que se curarán sus heridas estilo el Cristo-Wolverine-DeadPool
de Gibson o el León de Narnia que resucita constantemente como personaje de
videojuego. No está del todo seguro, y aún así. De ahí que, como seguiremos con
Žižek, lo que muere en la cruz es la certeza esotérica.
El
Evangelio según Žižek
Llegamos así a la lectura que Žižek hace sobre
la muerte de Jesús en la cruz. Retomando a Hegel, plantea una pregunta
radical: ¿Quién muere realmente en la cruz? No se trata de un
mero representante de Dios —como un avatar de Fortnite que
se desconecta cuando el jugador abandona la partida—, sino del Dios
trascendente mismo que perece. En ese acto de abandono ("Elí, Elí,
¿lama sabactani?", Mateo 27:46), lo divino se transforma: lo que
resurge no es un nuevo dios, sino la comunidad de creyentes como
encarnación del Espíritu Santo.
Jesús, en esta lectura, ya no es un individuo
excepcional, sino una presencia colectiva —como los esclavos rebeldes
que gritaban "¡Yo soy Espartaco!" o los primeros
cristianos que se identificaban crípticamente como "Juan el
Bautista" (Mateo 16:14)—. Su verdadera resurrección ocurre cada
vez que "dos o tres se reúnen en su nombre" (Mateo
18:20), es decir, cuando la comunidad asume su legado subversivo sin
garantías trascendentes.
De este modo, Žižek nos permite reconocer el gesto de
Pasolini como una buena nueva y una advertencia urgente que es necesario que
escuchen los católicos, los comunistas e incluso los psicoanalistas, siendo
tres instituciones que suelen sucumbir a la tentación del Ideal: ya sea si
dogmatizan la gracia, burocratizan la liberación o institucionalizan el deseo.
Como señala Žižek en El sexo y el fracaso del
absoluto: "Deberíamos insistir en que el marxismo sin cristianismo
sigue siendo excesivamente idealista, tan solo otro proyecto de liberación
humana. La paradoja estriba en que solo el vínculo con el cristianismo (con el
motivo central de la falta en el propio Otro) hace que el marxismo sea
verdaderamente materialista" (Žižek, 2020, p. 154).
Esta falta radical en el Otro —que el
cristianismo revela en el grito de abandono de la cruz (Elí, Elí...)— puede dar
cuerpo a la denuncia de la excomunión que sufrió Pasolini del Partido Comunista
Italiano y de la Iglesia por su modo de habitar el deseo de su cuerpo
reconociéndose como homosexual; además de denunciar que el psicoanálisis
termine ignorando los cuerpos abyectos (racializados, feminizados,
trans) que interpelan sus sesgos doctrinarios. Cuando el psicoanálisis olvida
que su piedra angular es la palabra sin lugar (como Jesús
excluido de Mateo 21:42), degenera en Clínica Mayor (Léase Thamy Ayouch,
Fabrice Bourlez, entre otres) un sistema de normas con sesgos heteronormativos,
coloniales y patriarcales que traicionan su núcleo subversivo.
Nuestra afinidad con el pensamiento de Žižek reside
particularmente en su uso de recursos parabólicos -especialmente significativos
para mí: el cine y los chistes. Permítanme compartir uno que resuena con la
visión de Pasolini: el chiste del propagandista que se coló en el cielo.
“Un hábil propagandista comunista muere, va al infierno, pero convence a los guardias para que lo dejen ir al Cielo. Cuando Satanás nota su ausencia, visita a Dios para reclamar lo que le pertenece. Pero apenas Satanás comienza: "Mi Señor...", Dios lo interrumpe: "Primero: no me digas “Señor”, sino “Camarada”. Segundo: ¿Qué te pasa hablándome? ¡Yo no existo! Y Tercero: Sé breve, o me perderé la reunión del partido” Este es el Dios que la izquierda necesita hoy: un Dios que se hizo completamente hombre —un camarada entre nosotros, crucificado junto a dos marginados sociales— y que no solo "no existe", sino que además lo sabe, acepta su borradura y se transfigura por completo en el amor que une a los miembros del Espíritu Santo (el partido, el colectivo emancipador)”.
Žižek, Slavoj. (2010) Living in the End Times. London: Verso. p. 401-402.
Pasolini estaría de acuerdo con Žižek cuando afirma
que "Este es el Dios que la izquierda necesita". Nuestro
recorrido por la película de Pasolini, junto con otras reinterpretaciones
cinematográficas creativas de la Pasión de Cristo, confirman esta urgencia al
reimaginarlo como héroe-mesías subversivo. Esta representación
adquiere especial relevancia cuando observamos el resurgimiento de la violencia
racista -la máxima expresión del yugo de un ideal garante sin mancha-.
Esto nos remite al diálogo donde Jacques-Alain Miller interroga a Lacan: "¿Por
qué dice usted que el racismo tiene mucho futuro?" A lo que Lacan
responde con una advertencia profética: "Ahora, si Dios mismo recobrara
la fuerza, terminaría por Existir, porque después de todo no es impensable,
pero no presagiaría nada mejor que un retorno de su pasado, en resumidas
cuentas, bastante funesto." (Lacan, 1973, Televisión).
No necesitamos un Dios muy vivo que Exista que justifique
la violencia contra los migrantes, el exterminio de los desposeídos y el
genocidio de la limpieza étnica en lugares cristianos como Palestina. Un Dios
que Exista demasiado como para que grupos ultraconservadores justifiquen sus
atrocidades (claramente anti-cristianas) con el pretexto de defender los
valores europeos o latinos de la Iglesia. No se necesita ese Dios, sino
un Camarada en el sentido tradicional: una figura que no
existe como entidad trascendente, pero cuyo lugar vacío solo se dibuja
entre los lazos de una comunidad emancipatoria.
El
Evangelio según Pasolini “¿Del cielo, o de los hombres?”
Terminemos con otro pasaje de Jesús, ¿Qué autoriza al
héroe-mesías subversivo? Los líderes eclesiásticos preguntan -"¿Con qué
autoridad haces estas cosas?" (Mateo 21:23), lo cual suena más a un reclamo
del tipo “Igualado ¿Con permiso de quién…?”
La genialidad de la respuesta de Jesús radica en que no
apela a credenciales mesiánicas tradicionales ("Por la autoridad del Hijo
de Dios encarnado") –y no solo por el temor de ser atrapado en una
blasfemia condenatoria, ese barco ya había zarpado; además que ni Caifás ni el
resto de la “junta directiva” requiriera pruebas, al final bastó un simple “Tu
lo has dicho” (Mateo 26:65). Jesús responde haciendo una pregunta sobre la
autoridad misma ¿De dónde viene la autoridad, del cielo o de los hombres?
¿Viene de un dios que eligió o del lugar en donde te colocan los demás? Caifás
responde: “No lo sabemos”. Responder “del Cielo” los muestra como
blasfemos y “de los hombres” hipócritas que se sirven del pueblo en lugar de
servirles. De ahí que la respuesta de Jesús “es tampoco les diré”, tal
vez porque justo tampoco puede decirlo.
El héroe-mesías subversivo no puede reducirse a un
enviado de Dios "a prueba de balas"; tampoco es
omnisciente —no posee "el libro del maestro con todas las
respuestas"—. Es el Hijo del Hombre, no un superhombre. Sin embargo,
su autoridad no surge únicamente de la fe que otros depositan en él, sino que
emerge de banda de Moebiüs entre lo divino y lo humano, donde sus palabras
resuenan en el corazón de quienes lo siguen, encarnando un deseo de
transformación hacia la Vida plena.
Pasolini logra esta visión en El Evangelio según
Mateo (1964) no como teólogo, sino como cineasta y artista: al dar voz
a su inconsciente mediante los recursos fílmicos, toca la Verdad del
deseo —especialmente el deseo revolucionario encarnado en el héroe-mesías
subversivo—. La película enfrentó un doble rechazo: los católicos la repudiaron
por su marxismo, y los marxistas la acusaron de ser "un producto
religioso", mientras ambos condenaban a Pasolini por su homosexualidad.
¿Qué autorizó entonces a Pasolini a realizarla? Un deseo de
transformación. En plena crisis del marxismo tradicional —estancado en
un impasse—, el director buscaba revitalizarlo (Greene, 1990, pp. 70-71),
y esa esperanza sustenta toda la obra.
Como declaró en una entrevista con motivo de la premier
en Francia ante la polémica de los militantes de izquierda que ferozmente lo
criticaban:
"He sido fiel a mí mismo y he creado una obra
nacional-popular en sentido Gramsciano. Porque el creyente a través del cual
veo a Jesús como hijo de Dios es un humilde italiano, es el hombre histórico
sencillo italiano, y viendo el mundo a través de sus ojos me acerqué a la
concepción nacional-popular del arte en Gramsci. Para un francés, esta puede
ser una película religiosa, para un proletario italiano, no hay ambigüedad.
Jesús es un subproletario que se relaciona con los subproletarios. Existe un
vínculo histórico entre Jesús y el proletariado; no habría logrado nada si no
lo hubieran seguido los pobres. Los fariseos no lo habrían matado. Y el
proletariado habría permanecido en la oscuridad de la sordera, si no hubieran aparecido
las enseñanzas revolucionarias de Jesús”[12].
Este héroe-mesías pasoliniano invita a trascender
las doctrinas para mantener vivo el fuego de la Verdad del deseo. En
palabras del propio director:
"El verdadero marxista no debe ser un 'buen
marxista'. Su función es poner en crisis la ortodoxia y las certezas
codificadas. Su deber es romper las reglas" (Pasolini,
1975).
Esas mismas palabras incendiarias son una bella
invitación también para el Psicoanálisis.
[1]
El Evangelio según San Mateo (1964) https://www.youtube.com/watch?v=T8CCZUNf8a8
[2]
Rodríguez, F. (2022, 22 de abril). ‘El Evangelio según San Mateo’: La
revolución de Jesús, por Pasolini. MAKMA Revista de Artes Visuales y Cultura
Contemporánea. https://www.makma.net/evangelio-segun-san-mateo-pasolini/
[3]
"Existe para los
campesinos del sur de Italia, como existió para los de Palestina. Los milagros
son la explicación inocente y naïve del verdadero misterio que habita en el
hombre, del poder oculto dentro de él". Era precisamente esta "realidad
subjetiva" lo que buscaba transmitir en El Evangelio,
donde —insistía— la vida de Jesús se ve "a través de los ojos de
un creyente". Greene, N. (1990). Pier Paolo Pasolini: Cinema
as heresy. Princeton University Press.
[4]
Los últimos días
en el desierto (2015) https://tubitv.com/movies/666874/ltimos-d-as-en-el-desierto-doblado
[5]
“Uno es su consejo a uno de los aspirantes a discípulo de «dejar que los
muertos entierren a los muertos», una frase que había de impresionar a Karl
Marx.” Eagleton, Terry (2012) Jesucristo. Los evangelios. Terry Eagleton
presenta a Jesucristo (Revoluciones) Ediciones Akal.
[6]
Jesús de
Montreal (1989) https://www.youtube.com/watch?v=Hn0mFJkaSj8&t=4158s
[7]
Jesus Christ Superstar | Live
Arena O2. https://www.dailymotion.com/video/x7u1gfq
[8]
Cone, J.
(1970). A Black Theology of Liberation. Orbis Books. (p. 63).
[9]
“Fueron los saduceos, el clero y la aristocracia laica de Jerusalén los que
parecen haber puesto más empeño en lograr la caída de Jesús. Formaban parte de
la clase dirigente en mayor medida que los fariseos.” Eagleton, Terry
(2012) Jesucristo. Los evangelios. Terry Eagleton presenta a Jesucristo
(Revoluciones) Ediciones Akal.
[10] Gesù, maestro del desiderio: oltre la paura e la sicurezza – Massimo Recalcati (2021).
https://www.youtube.com/watch?v=7lWXtOmTYi0&t=3601s
[11]
Joan Chittister, La
Regla de Benito: Perspectivas para las Edades (New York: Crossroad
Press, 1992), 24.
[12]
María A. Macciocchi. “Cristo e il marxismo" L'Unità, 22 de diciembre de
1964, p. 26
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