Better Man: La historia de Robbie Williams
Sobre la épica del héroe celebridad
“Is
there anybody going to listen to my story, all about the girl who came to
stay?”
El
BioPic Musical: Memorias, Maduración y la música de la época
Para comenzar, resaltemos el carácter único
de lo que una película como “Better Man: la historia de Robbie Williams” nos
presenta, al considerar que se enmarca en un subgénero híbrido al encontramos
ante una biopic -una película biográfica- pero musical.
Por un lado, encontramos el género musical,
que no necesariamente gira en torno a la vida de una celebridad. Ejemplos
clásicos como Chicago, Grease o El
violinista en el tejado ilustran cómo el musical puede prescindir de
la figura de una estrella para centrarse en su carácter operístico y narrativo.
A diferencia de las películas que incluyen números
musicales aislados, el género musical utiliza la música —ya
sea compuesta originalmente para el filme o recuperada de canciones populares—
como un recurso narrativo central. A través de ella, desarrolla los
temas que la película explora, vinculando las historias personales de sus
personajes con conflictos sociales más amplios. Así, el musical no solo refleja
las vivencias individuales, sino que las entrelaza con una crítica a la
identidad colectiva o ideológica de una época, destacando su carácter
intrínsecamente social.
Un caso singular dentro de este género es “A
través del Universo” (Across the Universe, 2007), dirigida por
Julie Taymor. La película relata la historia de Jude, un joven británico que
viaja a Estados Unidos durante los años 60, donde vive un romance y se sumerge
en el clima revolucionario de la juventud de esa década. Sin embargo, su peculiaridad
radica en que utiliza como hilo conductor las canciones de The Beatles,
aunque sin presentar al cuarteto de Liverpool ni hacer referencia a ellos en su
universo. Este enfoque convierte a Across the Universe en un
ejemplo excepcional: la música de The Beatles no solo impulsa la trama del
protagonista —sus dilemas amorosos y su búsqueda de identidad—, sino que
también encarna los cambios históricos y culturales de los
años 60 y 70. Las canciones, reinterpretadas en clave dramática, funcionan como
metáforas de la contracultura, la guerra de Vietnam, la liberación sexual y
otros movimientos sociales, cuyos ecos resuenan en la actualidad.
Esta reinterpretación dramática —El recurso
musical— adquiere su potencia de la fuerza del mito y la poesía, que otorgan a
las letras de las canciones un carácter polisémico. La dualidad entre lo íntimo
y lo político se manifiesta con crudeza: 'I Want You', aparentemente una
canción de amor erótico, se transforma en propaganda militar para reclutar
soldados en Vietnam; mientras que 'Dear Prudence', cuya letra invita a
disfrutar la vida, deviene un llamado a romper con la apatía y sumarse a las
protestas antibélicas. Estos dos ejemplos ilustran cómo el espectáculo
subvierte el significado original de las canciones, exponiendo su capacidad
para operar en registros aparentemente opuestos o simplemente reafirmando por
las feministas de la segunda ola en letra de Carol Hanisch "Lo personal es
político".
Dentro del género mayor de la película biográfica,
nos encontramos con la categorización que John Truby propone en “The
Anatomy of Genres: How Story Forms Explain the Way the World Works”: Las "Memorias" y
las "Historias de maduración" (coming of age). En este
marco, destacan aquellas narrativas que construyen una épica personal o
incluso un mito individual, especialmente cuando se trata de
relatos no ficticios.
Este enfoque resulta pertinente para analizar lo
que la película sobre Robbie Williams nos enseña desde la forma creativa con lo
que aborda su tema, mostrado desde su título Better Man (o Un
mejor hombre) y la propuesta de representar a Williams como un chimpancé
antropomórfico digital, la posibilidad de una doble lectura
- Ser Un Mejor Hombre como
coming of age donde
vemos el viaje de Williams hacia la madurez, un proceso de superación de
sus "demonios" personales (adicciones, inseguridades) y de
crecimiento emocional. Esta lectura se refuerza con una de las premisas
clave del filme: "al volverte famoso, quedas atrapado en esa
edad", lo que sugiere que la celebridad congela en su evolución
personal. El mono digital muestra su condición poco evolucionada.
- Ser Un Mejor hombre que los demás. La presión social por ser
mejor —un mandato que resuena con el superyó del
rendimiento en la cultura actual—. Aquí, Better Man habla
de la exigencia de perfección que la fama impone, donde el artista es
constantemente medido, juzgado y atrapado como un mono de cilindrero del
cual goza insaciablemente la industria del espectáculo, como bien
desarrolla Guillermo del Toro en su versión de Pinocho donde ese
mono/marioneta son los niños explotados del espectáculo, la Iglesia y la
Guerra.
Come on hold my hand, I wanna contact the living
El llamado del Héroe, ser (amado) como los dioses
Better Man se distingue de las biografías musicales convencionales al funcionar menos como un relato cronológico y más como un musical conceptual. La película explora audazmente la dualidad —lo íntimo versus lo público— a través de recursos fantásticos (como el chimpancé digital) y una narrativa no lineal donde las canciones no siguen el orden de su aparición en la vida de Williams, sino que se reinterpretan para revelar capas simbólicas y donde no se trata de buscar un actor que represente fielmente en imagen a Williams sino una figura claramente fantástica que muestre lo que es en Williams más que él mismo.
Un ejemplo paradigmático del recurso lúdico de la doble lectura es "Feel", presentada como el primer gran momento musical: mientras la letra parece aludir a la búsqueda de amor romántico ("Ven y toma mi mano / quiero tener contacto con la vida"), en el contexto fílmico se resignifica como el grito de abandono de un niño de 12 años cuyo padre lo deja para perseguir su sueño artístico. La letra de "Feel" adquiere así una lectura adicional: "Hay un hueco en mi alma / puedes verlo en mi rostro" refleja la herida del abandono paterno que Williams intentará llenar con la fama, tras internalizar el mensaje de su padre: "Solo eres alguien si eres famoso". Sin embargo, esa herida no solo genera sufrimiento, sino que se sublima en un deseo artístico. La bravata (showing off), entendida como síntoma de protección ante la carencia paterna, se transforma aquí en un acto creativo: la celebridad como personaje travieso que oscila entre la búsqueda de reconocimiento ("que el padre se sienta orgulloso") y la auténtica sublimación a través del arte, la cual será la travesía que atravesará el héroe celebridad.
El
primer umbral de la Diosa Fama
Vayamos al siguiente momento clave de este viaje del héroe celebridad musical: la transición de Robbie Williams a la Fama como miembro de Take That!. Este pasaje -que catapultó al joven de 16 años de completo desconocido a rebelde de la boy band más famosa de los 90- se representa mediante un plano secuencia musical que sincroniza su ascenso con "Rock DJ", éxito global que marcó su carrera independiente.
La secuencia
logra algo más sutil que una simple doble lectura: al descontextualizar la
canción (originalmente pensada para antros), fuerza al espectador a reparar en
su letra y realmente escucharla. Paradójicamente, este himno bailable sobre
seducción en la pista de baile adquiere nuevas resonancias cuando se contrasta
con el fenómeno similar en The Beatles: mientras Lennon plasma en
"Help!" -a
ritmo frenético- su angustia ante la fama repentina (Help me get my feet
back on the ground, Won't you please, please help me), McCartney procesa la
misma nostalgia de forma melancólica en "Yesterday" (Yesterday. Love was
such an easy game to play. Now I need a place to hide away. I believe in
yesterday) Williams, en cambio, enmascara su vulnerabilidad tras la fachada
del rockstar.
En Better
Man, la escena en la que Robbie Williams canta No quiero "rockear"
DJ, pero me hace sentir tan bien / ¿Cuándo va a parar, DJ? Porque me estás
manteniendo despierto toda la noche encapsula la contradicción
inherente a su temprana fama. La letra, aparentemente festiva, revela una
tensión entre el placer y el exceso: es el encuentro temprano del héroe celebridad
con la Diosa Fama, diosa embriagadora que seduce con fiestas sin fin,
reconocimiento y adrenalina, pero también una fuerza que consume, que no da
tregua.
Williams,
integrado a Take That! con solo 16 años —mientras sus compañeros
superaban los 20 y tenían más experiencia—, encarna la vulnerabilidad del
adolescente lanzado a un mundo adulto de presiones y excesos. Su historia
resuena hoy más que nunca: en la era de las redes sociales, niños y jóvenes
alcanzan notoriedad pública de manera abrupta, exponiendo sus cuerpos, sus
relaciones y sus inseguridades transformándolos en objetos de consumo que monetizan
("Si no puedes conseguir una chica, pero tu mejor amigo puede, es hora
de mover tu cuerpo"). La película no solo retrata los brillos del
estrellato, sino su coste anímico: la fama como una rueda que no se detiene,
incluso cuando el desgaste es evidente.
La canción
funciona así como un microcosmos de su trayectoria: la euforia inicial choca
con la pregunta ¿cuándo va a parar?, anticipando los desafíos que
Williams enfrentaría más tarde. La dirección acentúa esta dualidad con planos
que oscilan entre la energía del escenario y la soledad detrás de bambalinas,
recordando que, en el mundo del espectáculo, la fiesta y el vacío suelen ser la
misma cosa.
Encontramos un
eco perturbador en canciones contemporáneas como "Denial is a
River" de la rapera Doechii. Ambas letras, aunque separadas por
décadas, exponen la misma paradoja: la fama es una droga de efecto inmediato
que seduce con éxito y validación, pero que termina por vaciar a quien la
consume.
Doechii lo
describe con crudeza autobiográfica: "Disco de platino por aquí,
disco viral por allá / Estoy haciendo mucho dinero, estoy por toda la red / Me
muevo tan rápido que no tengo tiempo de procesarlo". Como Williams
—quien pasó de adolescente anónimo a estrella global en meses—, la rapera
retrata el vértigo de pasar de crear contenido en TikTok a ser devorada por la
industria. La ironía es brutal: "Ahora hago música para TikTok y
digo: ¿qué carajos? Necesito una limpieza, una desintoxicación… pero los
gráficos y las estadísticas nos necesitan". La máquina exige más,
incluso cuando el costo es el bienestar.
El paralelismo
es evidente. Williams cantaba "¿Cuándo va a parar, DJ?" en
los 90, mientras Doechii confiesa: "La mierda [droga y excesos]
funciona, se siente bien / Y mi autoestima está en su punto más bajo".
Ambos artistas, en distintas épocas, chocan contra la misma pared: la fama
precoz no da espacio para crecer, solo para rendir. La película muestra a un
Williams adolescente rodeado de adultos que normalizan el exceso; Doechii, en
cambio, vive en una era donde las redes multiplican la presión —el cuerpo, la
imagen, la productividad— hasta lo inhumano.
Because I'm scum, and I'm your son, I come undone
El
rompimiento y la autodestrucción
El
desmoronamiento definitivo llega con Come Undone —canción que
no por casualidad evoca la idea de desbaratarse, de perder el control—. Esta
pieza musical acompaña el punto de quiebre en la historia: la expulsión de
Williams de Take That, marcada por sus comportamientos erráticos y adicciones,
pero también el inicio de una caída aún más profunda. La película retrata esta
dualidad: el colapso de la banda (un fenómeno colectivo) y el hundimiento
personal de Robbie (una tragedia íntima).
En secuencias
visualmente poderosas, vemos a Williams acelerar un coche hasta estrellarse,
casi ahogarse en un mar revuelto mientras es perseguido por fans que oscilan
entre la devoción y el odio —símbolo perfecto de su relación con la fama: un
amor que asfixia, una libertad que se parece al naufragio—. Aquí resurge el
leitmotiv de la película: "Porque soy basura y porque soy tu hijo,
me deshago, me destruyo". La línea no solo refleja su autopercepción,
sino la contradicción de quien sabe que su dolor es espectáculo.
Más tarde,
confesará: "No tengo miedo de morir, solo que no quiero... Si dejo
de mentir, te decepcionaré. Me deshago, me destrozo". Estas palabras
destilan la esencia de su conflicto: la máscara del showman que
oculta una vulnerabilidad tan grande que, si se revelara, podría hacerlo
desaparecer. Better Man expone así el núcleo trágico de su
historia: Williams no teme a la muerte, sino a dejar de fingir —porque detrás
del personaje hiperbólico, cree que no queda nada digno de amor—
She is the (number) One
El
encuentro con el amor y el obstáculo de la fama
She’s the
One —una de las baladas más icónicas de Robbie Williams— funciona
en Better Man como el encuentro con el amor en la figura de
Nicole Appleton, integrante de la famosa girl band “All Saints”. Williams
se encuentra en la transición entre la ruptura de Take That! Y su lanzamiento
como solista y el encuentro con el amor lo abraza, pero enfrenta sus heridas. La
relación con Nicole está condenada desde el inicio por las reglas no escritas
de la fama: ella enfrenta la presión de interrumpir un embarazo para mantener
su lugar en la industria; él, incapaz de separar el amor del éxito, se derrumba
cuando Nicole alcanza un número uno antes que él. "She
is the One" pero le reclama tener un number One.
El diálogo más crudo de la película estalla en este punto:
Nicole Appleton: ¡Ah sí, emborracharte con tus colegas!
Robbie Williams: Bueno, al menos saben cómo escribir un
número uno de verdad.
Nicole Appleton: Más que tú. Garabateando letras en tu
cuadernito, pero eres demasiado cobarde para enseñárselas a nadie.
Robbie Williams: ¡Vaya, un número uno y ahora da consejos!
No te pedí que mintieras a tus amigos, porque ¿adivina qué? ¡Me importa una
chingada lo que piensen!
Nicole Appleton: Te importa un chingo lo que piensa TODO
el mundo, Rob. Es lo único que te importa.
Aquí, Better
Man deja al descubierto la paradoja central de Williams: Nicole es la
única persona que lo conoce lo suficiente para herirlo con la verdad ("eres
cobarde"), pero esa misma intimidad lo aterroriza. Prefiere sabotear
el amor antes que enfrentar su vulnerabilidad.
La ruptura
entre Robbie Williams y Nicole Appleton en Better Man resuena
con inquietante similitud a la escena clave de La La Land (2016)
donde Mia (Emma Stone) y Sebastian (Ryan Gosling) discuten su relación durante
una cena. En ambas historias, el conflicto central no es el amor, sino la
incapacidad de reconciliar el éxito personal con el miedo a perder al otro.
En La
La Land, Sebastian justifica su participación en una banda de jazz-pop —un
género que desprecia— como un acto de amor: "Esto es lo que tu
quería que hiciera”. “ya es hora de madurar”. Mia, sin embargo, le responde
con crudeza: "Este no es tu sueño". La película de Damien
Chazelle expone una verdad incómoda: el sacrificio no es altruismo,
sino un mecanismo de defensa. Sebastian no teme perder a Mia; teme asumir
que su sueño del jazz podría fracasar sin excusas. Al renunciar a
él "por amor", convierte a Mia en chivo expiatorio de su
propia cobardía.
MIA: ¿Te gusta la música que estás
tocando?
SEBASTIAN: No sé qué importa eso.
MIA: Importa si vas a renunciar a tu sueño
para estar de gira durante años...
SEBASTIAN: Total... ya es hora de madurar.
¿Sabes? Esto es lo que hago ahora. Si tenías un problema, deberías haberlo
dicho antes, antes de que firmara el contrato.
MIA: Tenías un sueño al que te aferrabas,
que—
SEBASTIAN: ¡Esto ES el sueño!
MIA: Este no es tu sueño...
SEBASTIAN: ¿O quizá te gustaba más cuando era un
fracasado? Así te sentías mejor contigo misma.
MIA:
¿Estás
bromeando?
En Better
Man, la dinámica se repite, pero invertida. Cuando Nicole Appleton alcanza
un número uno antes que Robbie, él reacciona con sabotaje: se
emborracha y la ataca verbalmente ("Al menos ellos saben escribir
un número uno de verdad"). Detrás del resentimiento hay un
pánico idéntico al de Sebastian. Su agresión no es hacia ella, sino hacia la
parte de sí mismo que cree indigna de amor sin éxitos. Nicole, como Mia, lo
descubre: "Te importa un chingo lo que piensa todo el mundo".
She
offers me protection… Whether I'm right or wrong
La
perdida y el amor
La secuencia
de Angels marca un punto de quiebre en la historia de Robbie
Williams: la canción que lo consagró como solista se entrelaza con el dolor más
profundo. Mientras alcanza por fin el estrellato que tanto persiguió, enfrenta
la pérdida de su abuela, la figura que representó el único amor incondicional
en su vida. La película contrasta dos viajes paralelos:
- El
ascenso imparable: Las multitudes coreando "And through
it all, she offers me protection" frente a Robbie convertido
en superestrella.
- El
duelo ignorado: Las llamadas de su madre —cada vez más urgentes—
rogando que hable con su abuela enferma, mientras él elige perderse en
fiestas y el éxtasis vacío del éxito.
La letra de Angels adquiere
entonces un nuevo sentido:
- "Sé
que la vida no me quebrará / Cuando la llame, ella no me abandonará. "Amaré
a los ángeles, en cambio" ya no habla solo de un amor
romántico, sino de ese refugio familiar que Robbie dio por sentado.
La película no
idealiza el momento: muestra a un Williams atrapado entre la culpa y la
gratitud. La abuela muere, pero le deja un legado en la canción: el amor que lo
salva "a través y a pesar de todo" (incluso de sus
propios errores). Angels se convierte así en un monumento a lo
que perdió y, paradójicamente, en lo que lo mantuvo a flote: la certeza de que
alguien lo amó sin condiciones.
Better Man sugiere que tanto Something beautiful y Angels fueron
éxitos no por su melodía, sino porque Robbie logró canalizar en ella su verdad:
estar perdido en busca de un amor incondicional “Ojalá encuentres ese amor que
no te abandone, ojalá lo encuentres antes que acabe el día. No estarás perdido,
herido, cansado y solo, algo hermoso llegará a tu vida.". Y quizás, en ese
duelo público, él comenzó a sanar.
Your mind gets burned with the habits you've learned
Robbie contra el
Antihéroe
La película
multiplica a Robbie en escena mediante “dobles” que lo acechan —figuras de
otros momentos de la vida de Robbie que encarnan sus inseguridades. Esto nos
recuerda a lo presentado por Taylor Swift en su canción y video correspondiente
“Anti-Hero” ("It's me, hi, I'm the problem, it's me") donde convierte
a su doble Taylor como pop star que se le aparece para juzgar su peso y sus
relaciones al más puro estilo del Estudiante de Praga (1913), la primera
película estudiada por un psicoanalista, que trajo el ensayo “El Doble: un
estudio psicoanalítico” (1925). Williams, sin embargo, lleva la metáfora más
lejos: sus dobles son proyecciones de la fama misma —héroes falsos que
pretenden sustituirlo—. Cuando canta "Tu mente se quema con los hábitos
que has aprendido / Somos la generación que debe ser escuchada", no
solo habla a su público, sino a sus propios fantasmas. Sin embrago este no es
el momento de reconciliación del héroe celebridad, todavía lo mueve la búsqueda
de negar las heridas destruyéndolas: "Estás harto de tus profesores / No
terminarás como mamá y papá". Lucha contra sus inseguridades, pero destruyéndolas
y renegando de su propia historia que lo ha constituido. En 2003, Williams
admitió sentirse "vacío" tras Knebworth: "Gané, pero
¿qué gané?" El héroe celebridad ha matado al dragón, pero no ha alcanzado
la redención porque todavía se sostiene en el Ideal del yo de la fama. Ha
logrado llegar a ser un gran hombre, pero no uno bueno.
Lord
I'm doing all I can to be a better man
Cada quien a
su gusto. "Chacun à son goût"
1. Robbie,
al borde del colapso y con una navaja a punto de cortarse las venas, ve
iluminarse en su pecho el tatuaje "Chacun à son goût" ("Cada
cual a su gusto"). Este gesto ya no representa una defensa del hedonismo
—como en su juventud—, sino un acto de soberanía existencial: "Este
soy yo". El rayo del cielo que ilumina su tatuaje de alguna manera es
el mensaje del ángel que lo ama, su abuela, que le recuerda que "Eres
suficiente".
Para la clínica del psicoanálisis, esta escena encierra una lección crucial sobre la relación con el deseo: a. Aceptación sin justificación: Reconocer sus errores (adicciones, egoísmo) sin escudarse en ellos. b. Reivindicación de la existencia: Reclamar el derecho a ser, más allá de las expectativas.
La frase, que
antes usaba con ironía provocadora, adquiere ahora un matiz trágico y
liberador: la autenticidad exige asumir la responsabilidad por el daño
causado. Ser fiel a sí mismo ya no es un eslogan, sino un pacto ético
consigo mismo y con los otros.
2. La secuencia
continua con "Mándame alguien que me ame / Necesito descansar en
brazos que me protejan del daño/ bajo la tempestad") ilustrando el
proceso de rehabilitación. Vemos a Robbie en el doloroso proceso de desintoxicación
y en el camino de la psicoterapia. A dicho proceso lo acompaña la letra: “Dame
un verano interminable/ Señor, temo al frío/Siento que envejezco/Antes de
tiempo/No seas duro con mi consciencia/Porque no es mi culpa/Sé que me
enseñaron/A culparme”. La lección clínica para el psicoanálisis es con
respecto al sufrimiento de los excesos y el vacío, poniendo especial atención
al superyó despiadado. Parecido al que está en la violencia internalizada
(homofobia, racismo, misoginia o gordofobia internalizada) del autodesprecio
siendo el objeto del exceso lo que parece compensar esa gran carencia a los
ojos del Otro, Robbie habla de los estragos en el cuerpo por ese exceso y del autodesprecio
constante.
3. El
verso "Mientras mi alma/ sana la vergüenza, / creceré /a través de
este dolor" es una reconciliación con el deseo y el movimiento de
iluminación del héroe celebridad. Williams aprende que la vergüenza no se
evade, se transforma en cuidado de sí. El clímax llega cuando canta "Señor,
hago todo lo que puedo / Por ser un hombre mejor". La película muestra
su reconciliación con Gary Barlow, su familia, mejor amigo y su pasado no como
final feliz, sino como primer paso. No celebra la redención, sino el
coraje de intentarla. La canción, al igual que Robbie, ya no busca ser
brillante: solo verdadera.
My
Way: Regrets, I've had a few
Eres uno de
los dioses
El cierre del
viaje del héroe celebridad Robbie Williams hacia la redención culmina con un
gesto cargado de simbolismo: en su especial Swings Both Ways, donde
interpreta clásicos de Frank Sinatra y Dean Martin —música que asociaba a su
padre—, invita a este a cantar My Way junto a él. La elección
de la canción no es casual: funciona como acto de perdón,
reconocimiento y autonomía. En lugar de terminar con una canción exitosa
del repertuorio del propio Williams, tiene que llegar su aventura a la reconciliación
con el padre, con lo que ha heredado de él.
Al entonar juntos "Arrepentimientos,
he tenido algunos / pero muy pocos para mencionar", padre e hijo
sellan una reconciliación. El padre pide perdón y Robbie lo acepta, pero
no desde la sumisión, sino desde la comprensión: "Hice lo que
tenía que hacer / y lo cumplí sin excepción" ya no suena a
arrogacia, sino a aceptación de sus elecciones.
Cuando continúan “Sí, hubo momentos —ya lo sabes—/en que
abarqué más de lo que podía/Pero ante todo, cuando había duda/lo enfrenté, y
superé/Me mantuve firme, me erguí altivo/¡y lo hice a mi manera!”; Williams
no solo habla de su carrera, sino del deseo transmitido por su padre:
la audacia que ambos compartieron (el padre como artista frustrado, Robbie como
estrella global) y la singularidad como conquista: "Lo hice
a mi manera" ya no es un eslogan de rebeldía vacía, sino un
reconocimiento de que el deseo paterno vive en él, pero transformado.
Como analiza
el psicoanalista Massimo Recalcati, heredar no es obedecer ni destruir.
La herencia, nos dice Freud a través de Goethe, es el efecto de una reconquista de lo que ha sido, es el producto de una elección, de una asunción subjetiva de toda nuestra historia, que es, antes que nada, la historia del Otro… Pero para heredar no hay que dejarse seducir por la pérdida del ideal, ni por el horror del presente –es el caso de esta generación de hijos que no ve nada delante de sí, ni horizonte, ni Ideal–. Para heredar es necesario lo que Lacan denomina el «luto del padre» ... Cuando Freud habla de la herencia como una reconquista tiene como objetivo poner de relieve la herencia como riesgo abierto y no como consolidación de una pertenencia ya adquirida. Las raíces no sellan la identidad, sino que deben ser retomadas una y otra vez por un movimiento de errancia. Recalcati, Massimo. El complejo de Telémaco: Padres e hijos tras el ocaso del progenitor (Argumentos nº 468) (pp. 113-114). Editorial Anagrama.
My
Way: For what is a man
Soy un
artista, tal vez sea cabaret, pero de clase mundial.
Tras ese primer momento de reconciliación con
su padre - donde el reconocimiento paterno ("eres uno de los dioses")
podría haber cerrado heridas - la canción toma un giro revelador. Mientras
Williams entona las últimas estrofas, la cámara descubre entre el público a sus
alter egos, esos fantasmas de inseguridad que lo observan con mirada superyóica.
La película nos muestra entonces el verdadero encuentro final: reconciliarse
no solo con la expectativa del padre, sino a mirada internalizada que siguen
dictando qué significa "triunfar".
Williams canta
con una mezcla de vulnerabilidad y firmeza: "He amado, reído y llorado / he tenido fracasos, mi parte de derrota...
/ Y llega a retar preguntando a los dobles que lo desaprueban "¿Qué
es un hombre? ¿Qué posee en verdad? ¿Si no es a sí mismo? Entonces no tiene
nada/ Decir lo que realmente
siente, no palabras de quien se arrodilla sumiso/La historia dirá que soporté
los golpes, y lo hice a mi manera.” Ante esto eso dobles comienza a sonreír. La secuencia culmina con un
plano simbólico: el Robbie adulto mirando a su yo de 12 años - ese niño que cantaba
por puro placer con su padre, jugaba libre con su madre y aprendió de su abuela
que era amado en sus rarezas. Williams agradece a su madre por siempre estar a
su lado y a su abuela por seguirlo amando y hacer que quiera seguir siendo ese
niño que quería entretenerla.
Al final, el
héroe celebridad celebra el arte y el amor y no la fama o el éxito. Se revela
como un actor subversivo del culto al éxito al no demostrar el rendimiento sino
la pasión por crear. Y más aún, la forma singular de Robbie Wiliams demuestra
que el artista entretiene desde el juego y el humor, la única estrategia que
vence al superyó según Freud al no proteger de forma sagrada la imagen del yo
sino reconocerla como algo raro, divertido y mono.