Memorias bipolares:
¿Qué he hecho?
Darian Leader
The Guardian, viernes 26 de abril 2013 07:30 BST
Vivimos en tiempos
bipolares. Sin embargo, las memorias de depresión maníaca de Stephen Fry y
otros sugieren que en el nuevo diagnóstico, tratado con medicamentos, corren el
riesgo de ignorar los detalles cruciales de la condición de cada paciente.
Si el período de posguerra fue llamada la "edad de la angustia"
y los años 80 y 90 la "era antidepresivo", ahora vivimos en tiempos
bipolares. Un diagnóstico que era aplicado a menos del 1% de la población ha
aumentado de manera dramática, con casi el 25% de los estadounidenses y
alrededor de 5% de las personas en el Reino Unido se estiman que sufren de
alguna forma de la bipolaridad.
Celebridades como Catherine Zeta-Jones, Adam Ant y Demi
Lovato hablan de sus condiciones bipolares, además de Memorias autobiográficas y
libros de autoayuda inundan el mercado. Tanto el agente de la CIA Carrie
Mathison en la serie Homeland y el ex-profesor
Pat Solitano en la película Silver
Linings Playbook (Los juegos del destino) se presentan como bipolares, e
incluso recibe una mención en Scooby Doo.
A medida que la vieja categoría de Maniaco-Depresivo fue eclipsada por el nuevo diagnóstico Bipolar,
este último genera cada vez más variaciones y subtipos: bipolar 1 fue seguido
por bipolar 2, 2.5, 3, 3.5, y así sucesivamente. Una reducción de los criterios
del diagnóstico y un énfasis cada vez mayor en las fluctuaciones del estado de
ánimo hace que cada vez más personas pueden caer en la brújula bipolar.
Pero los recientes debates que se centran en factores
cuantitativos, como el número de días que una persona debe estar excitado (maníaco)
o decaído (deprimido) para calificar como bipolar, pierde el punto importante.
Las primeras investigaciones involucraban escuchar lo que el paciente tenía que
decir. Hubo un intento de ir más allá de los vaivenes de los cambios de humor y
el comportamiento superficial para encontrar los motivos latentes de la
depresión maníaca y para investigar sus diferencias con respecto a otras
categorías diagnósticas.
Como muchas corrientes de la psiquiatría más influyente
fomentan un desenfoque irresponsable de estas categorías, son los escritores de
relatos de primera mano, los que nos traen de vuelta al proyecto original de la
exploración de la experiencia individual. En lugar de comprar el laberinto en
expansión de los diagnósticos de la bipolaridad, tenemos que volver a la vieja
categoría de la depresión maníaca y aprender lo que está realmente en juego. Las
Memorias de Andy Behrman, Terri Cheney, Stephen Fry, Kay Redfield Jamison,
Lizzie Simon y otros, plantean un serio desafío a la pereza en los diagnósticos
de hoy en día, además de invitarnos a repensar el fenómeno de la depresión
maníaca.
El análisis que necesitamos tiene que moverse de los Journals médicos hacia los testimonios
que encontramos con más y más frecuencia en nuestras librerías. Tomemos la Manía.
Una persona maníaca puede gastar grandes sumas de dinero en ropa, vivienda,
obras de arte u objetos que luego miran con curiosidad. Fortunas pueden verse
mermados en lo que parecen para otros como idiosincrasias, excentricidades.
¿Por qué la persona ha comprado esas cosas específicas? Y ¿por qué han creado
una deuda ante los ojos de familiares y amigos? Reducir la manía a una
aberración puramente bioquímica o preguntar sólo por el tiempo que la juerga
duró no nos va a ayudar aquí. Estos “deschogues” son a menudo tachados de alborotos
egoístas y narcisistas que no muestran respeto por los que tienen que pagar la
factura después. Sin embargo, cuanto más escuchamos relatos de lo que ha
sucedido, más nos damos cuenta de que a menudo el altruismo está en juego.
Un hombre me visitó para una primera consulta en un estado
maníaco. Cuando abrí la puerta, inmediatamente me entregó un cheque, y me
informaba de que tenía que apresurarse para ver a alguien por lo que no podía
quedarse, pero este era el pago, que, como lo encontró demasiado bajo, lo había
multiplicado por 10. Nunca lo volví a ver, pero su esposa llamó por teléfono
para asegurarse de que no haya cobrado el cheque.
La actriz Vivien Leigh tenía que mantenerse lejos de las
tiendas de lujo, como Cartier y Asprey durante sus episodios, sin embargo, lo
que gastaba era en regalos para sus compañeros de reparto y equipo de filmación.
Uno de mis pacientes, zigzagueando por Londres durante un episodio maníaco,
escuchó el relato de los problemas de un conductor de taxi y, redirigiendo el
coche a su banco, e inmediatamente le dio los ahorros de su vida, "por
compasión".
Los proyectos llevados a cabo por una persona maníaca pueden
girar en torno a ayudar a los demás, corregir los errores, o algún acto de
protección. La psicóloga clínica Kay Redfield Jamison informa sobre su compra
de todos los kits para la mordedura de serpiente que pudiera conseguir, con el
objetivo de alertar al mundo sobre la proliferación de las serpientes asesinas
en el Valle de San Fernando. Ella explicaba: "Yo estaba haciendo todo lo
posible para protegerme a mí y a mis seres queridos". Y Spike Milligan fue
reconocido por tratar de proteger no sólo la vida silvestre en peligro de
extinción en el mundo, sino incluso los árboles de su vecindario.
La persona maníaca a menudo trata de motivar a la gente
hacia algún plan o proyecto, a menudo con éxito. Esto no es tanto una empresa privada
o actividad solitaria sino una aventura
más grande, más amplia, con frecuencia con un bien social como meta. Por
más egoístas que las acciones de la persona pueden parecer, existe un ideal en
el horizonte.
Jamison nos ayuda a desentrañar esto. Desde el inicio de sus
Memorias “Unquiet Mind” identifica el momento formativo de su infancia. Ella
está jugando en la calle cuando un avión en la base militar en la que vive se
sale de control directamente sobre ella. El piloto pudo haberse hecho expulsar y así salvarse a sí mismo, pero en cambio
eligió dirigir la aeronave de manera que se estrelló afuera de su patio.
Esta escena repetidamente
la perseguía, y aunque sin duda se presenta lo que podría ser interpretado como
el primer encuentro de un niño con la muerte, también introduce la noción de
sacrificio. El piloto dio su propia vida para salvar a otros, y al hacerlo,
creó una deuda. La importancia que Jamison da a esta escena le dice - uno le
debe la vida a otra persona.
Stephen Fry describe una lógica similar en “The Fry Chronicles”
cuando dice que le debe su vida al azúcar. Su abuelo era un experto en el
cultivo de la remolacha azucarera, y en la década de 1920 el gobierno británico
le invitó a pasar de Hungría a Suffolk para supervisar la producción nacional.
El traslado le salvó la vida: la familia que se quedó fue destruida por los
nazis. Fry conecta su posterior adicción a la cocaína a este apego. Una cadena que
lleva de la azúcar al dulce de cereales y dulces y luego a otro polvo blanco,
la cocaína, la cual jugará un papel importante en su vida. Los significantes
fundamentales que rigen su comportamiento se basaban en una deuda original,
vinculado a su abuelo.
La persona maníaca podría en su comportamiento estará
mostrando su percepción de estar en deuda, y el lado altruista de su episodio
maníaco puede ser un intento de cancelar la deuda. Un paciente del
psicoanalista Abraham Brill describió su exaltación maníaca en términos exactamente
de esta cancelación: "Me puse muy dichoso. Todo sentido de responsabilidad
parecía irse, y me sentí muy feliz y libre". Toda su vida se había sentido
limitado y esclavizado por las condiciones y circunstancias, sin embargo, ahora
estaba "renaciendo en otra vida", otro mundo en el que las personas
son diferentes de lo que habían sido antes.
El paciente de Brill había sido responsabilizado de la
muerte de su hermano menor cuando era niño. Su hermana había estado tratando de
freír un huevo en la chimenea, un incendio se inició, y el niño murió en el
incendio. Su madre había culpado al paciente por no haber estado allí para
proteger a su hermano. Su manía se activa después de un accidente de trabajo en
el que su brazo había sido aplastado, posteriormente tuvo que ser amputado. Al
mirar hacia abajo el miembro flácido y los dedos mutilados tuvo una extraña
disociación. "Ese tipo está bastante destrozado", pensó. Antes de que
comenzara la manía, añadió, "Mi mente era yo y el herido era como un
hermano débil que de alguna manera yo era responsable en parte."
Esta cuestión de la deuda puede estar en el centro de la
depresión maníaca. Si hay un esfuerzo por hacer el bien, para proteger a otros
y para mantenerlos a salvo, ¿no hay también un problema de responsabilidad? Fry
debe la vida al azúcar y al abuelo que escapó de los nazis, pero ¿qué pasa con
la deuda de su abuelo a los que no pudo salvar que habían quedado atrás? Con
Jamison, el acto de sacrificio del piloto crea una deuda en los que había
salvado, uno también pudo haber planteado una pregunta sobre la responsabilidad
de una muerte más atrás en su propia historia familiar.
En un caso tras otro, nos encontramos con un dilema acerca
de la responsabilidad en el ámbito de las generaciones anteriores. A menudo es
el padre de la persona maniaco-depresiva que ha experimentado la trágica
pérdida de un hijo, un hermano o un padre, y la responsabilidad de esta muerte
sigue sin resolverse. La culpa que no puede ser aliviada por una generación
perseguirá a la siguiente.
Este sentido de deuda y responsabilidad no se puede resolver
fácilmente en la depresión maníaca. No se cristaliza ni como paranoia ("El
otro es el responsable") ni como la melancolía ("Yo soy responsable"),
oscilando lugar entre altas y bajas. Si la responsabilidad se aparta de la
manía, vuelve con una venganza en la depresión.
¿No nos ayuda esto también a explicar las curiosas
vacilaciones en el sentido de la identidad en la depresión maníaca? Una de las
preguntas más frecuentemente expresadas es si se trata de una especie de cuerpo
extraño o, de hecho, una parte intrínseca del ser. ¿Las personas realmente
pueden ser ellos mismos después de una escisión química de su manía? ¿Las altas
y bajas revelan u ocultan lo que realmente son? ¿Debería la depresión maníaca ser
vista como constitutiva o comprometida con el yo?
No saber si las manías y depresiones nos pertenecen o no
refleja la dificultad de no saber si la responsabilidad es nuestra o de alguien
más. Y ¿no es la idea más común después de un episodio maníaco "¿Qué he
hecho?"?
Es sorprendente escuchar de los sujetos maníacos lo
horrorizados que están al reconstruir lo que realmente hicieron en su manía.
Los encuentros sexuales y proposiciones con los cónyuges o parejas de los
mejores amigos parecen totalmente naturales en el momento, sólo después toman todo
su peso. La promiscuidad en la manía muestra una supresión temporal de las
barreras de la culpa que regulan las relaciones sociales. Al seducir al novio
de su mejor amiga, Terri Cheney sentía que "algo no estaba bien aquí, algo
estaba muy mal, pero lo que era, no podía recordar. Él era hermoso, yo estaba
disponible, ¿qué más importaba?" La
deuda con su amiga se borró en ese momento. En sus memorias, Patty Duke
escribió: "Cuando eres maníaco, no hay consecuencias".
En estado maníaco, Leigh veces iba a participar en un juego
de salón llamado "Maneras de matar a los bebés", en la que se
invitaba a sus huéspedes a hacer la mímica de formas inusuales de disponer de
un hijo no deseado. Teniendo en cuenta su propia historia - en la que no sólo
había existido un niño muerto antes de su nacimiento, sino gemelos después de
ella, que sobrevivieron durante menos de una semana - ¿Qué podría haberle
permitido actuar esas fantasías tan alegremente? ¿No era la idea de una
liberación temporal de la deuda, de la cuestión de la responsabilidad de una
muerte, que sólo la inmovilizaba cuando más tarde volvían sus fases depresivas?
Si en la manía la persona tiene la sensación de júbilo de ya
no ser juzgada, de ya no ser responsable, el juicio regresa de una manera
poderosa, explotando en depresiones. Muchos pacientes maníaco-depresivos
informan que le dan vueltas en su mente todas las cosas malas que han hecho,
incluso años antes, durante sus caídas de ánimo. Cualquier acontecimiento de la
vida de uno, por trivial o distantes, puede ser inscrito para añadir músculo a
la sentencia condenatoria.
La obra autobiográfica de escritores como Cheney y Fry muestra
cómo los ciclos aparentemente arbitrarios de la depresión maníaca no son
accidentales. Hay una dificultad cuando se trata de la integración de la historia,
como si los vínculos con su pasado no pueden ser integrados en efectos de significación. De ahí
el carácter aparentemente ahistórico de la depresión maníaca: los cambios de
humor parecen surgir de la nada.
El personal médico con poco tiempo para explorar las circunstancias exactas del episodio maníaco o la depresión puede optar por una respuesta puramente farmacéutica. La puesta a punto de medicamentos y encontrar el equilibrio adecuado de los medicamentos podría ser crucial, pero corren el riesgo de eclipsar al otro trabajo que es necesario: la contextualización cuidadosa de los cambios que la persona experimenta durante un episodio.
Si a veces los episodios pueden ser correlacionadas con las
fechas de aniversario - una depresión aparece en, digamos, el mes en que se
había perdido un ser querido muchos años antes - también pueden desencadenar en
momentos en que un elemento que no sea fácil de integrar emerge en la vida de
una persona. Esto puede ser la ira hacia un ser querido la cual no puede ser
procesada fácilmente, o un recordatorio de culpa. Hay una sensación flotante de
responsabilidad, frecuentemente por una muerte, que es convocado en esos
momentos y que no se puede captar o elaborar por completo.
¿Podría esto sugerir que la prevalencia de la llamada
bipolaridad hoy en día no sea simplemente un artefacto de la comercialización
de las nuevas categorías de diagnóstico? Vivimos en una época que le importa de
dientes para afuera la historia, ya que socava continuamente los lazos que
tenemos con el pasado. La narración de la vida humana se encuentra más o menos
ausente en las economías de los servicios de salud pública, donde los síntomas
son vistos como problemas a ser tratados a nivel local, y no como signos de que
algo anda mal en un nivel más fundamental. Si la constelación del maníaco
depresivo incluye una dificultad en la integración de una parte de su historia,
el abandono de esta dimensión de la sociedad sólo puede empeorar las cosas.
¿Es un accidente que la terapia electroconvulsiva,
considerada como la forma más extrema de todos los tratamientos para la
depresión maníaca, es esencialmente algo que funciona en la memoria humana, una
forma de acabar, de borrar con la historia? En lugar de más diagnósticos de
bipolaridad, tenemos que retornar a un
enfoque anterior, más humano, que ofrece a una persona maníaco depresiva la
oportunidad de aceptar y arreglárselas - aunque lentamente, y muy doloroso – con
su pasado.
• “Strictly Bipolar”
de Darian Leader publicado por Editorial Penguin.
2 comentarios:
Publicar un comentario