sábado, mayo 07, 2011



“¡Que chistoso que lo menciones!”:
La melodía chistosa y su relación con el inconsciente

“Opino que haber situado el trabajo del chiste en el sistema de lo inconsciente se vuelve mucho más valioso para nosotros, desde que nos encamina a entender el hecho de que las técnicas a que el chiste va adherido no sean por otra parte de su exclusivo patrimonio.” Sigmund Freud, “El chiste y su relación con lo inconsciente”.
 “I give everything I have for a little piece of mind” John Lennon, “I’m so tired”.

Hace tiempo una analizante resaltaba una herramienta que había traído a su análisis, darle importancia de análisis a una tonada de alguna canción que trajera en ese día. Tal era su importancia que juguetonamente –con un dejo de ironía- la llamaba “la canción que traes en la cabeza y su relación con el inconsciente”. Tal ha sido de interés para su análisis que le comenté que tomaría su frase y escribiría algo ya que tales ocurrencias son vitales, son el aliento, de la clínica psicoanalítica.

¿Por qué asalta en cierto momento una canción, su tonada o letra? Y sobre todo ¿cuál es su relación con el inconsciente? Obviamente, el título “… y su relación con el icc” hace relación con el título “El chiste y su relación con lo inconsciente”. ¿Habrá algo ahí que nos ilumine con esta musical  y chistosa ocurrencia?

Para llegar a ese texto consideramos necesario pasar primero por el segundo movimiento de esa trilogía canónica de invención del psicoanálisis que inicia con “Interpretación de los sueños” y  sigue con el que citaremos “Psicopatología de la vida cotidiana”:

Cuando desdeñamos una parte de nuestras operaciones psíquicas por considerar que es imposible esclarecerlas mediante representaciones-meta, estamos desconociendo el alcance del determinismo en la vida anímica…  Y desde hace más tiempo, yo sé que lo mismo es cierto para las ocurrencias de números o de nombres… Elucidaré primero con brevedad un ejemplo de nombre de pila arbitrariamente escogido, y luego analizaré con más detalle un ejemplo análogo de un número «arrojado sin pensar».

Tomamos este ejemplo de Freud ya que consideramos que la canción aparece “arrojada sin pensar”, simplemente se impone como ocurrencia en la vigilia, a diferencia del sueño que nos “agarra dormidos”:

Mientras preparo para su publicación «el historial clínico de una de mis pacientes me pongo a considerar el nombre de pila que debo darle en el trabajo. Aparentemente tengo un amplio margen de elección; es cierto que algunos nombres quedan excluidos de antemano: en primer lugar, el nombre auténtico; luego, los de integrantes de mi propia familia, pues ello me resultaría chocante, y acaso otros nombres femeninos de sonido particularmente raro; pero, por lo demás, no tendría por qué desconcertarme en la elección del nombre. Uno esperaría -y de hecho yo lo espero- contar con un cúmulo de nombres femeninos. En lugar de ello afloró uno solo, y ninguno más: el nombre «Dora». Me pregunto por su determinismo. Y bien, ¿quién más se llama Dora? Quisiera rechazar, por increíble, la primera ocurrencia; ella reza que así se -llama la niñera de mi hermana. Pero poseo tanta disciplina o tanta práctica para el análisis que retengo la ocurrencia y sigo devanando ese hilo. Enseguida se me ocurre un pequeño episodio de la tarde anterior, que proporciona el determinismo buscado. Sobre la mesa de comedor de mí hermana vi una carta con el sobrescrito: «Para la señorita Rosa W.». Asombrado, pregunto quién se llama así, y me entero de que la supuesta Dora en verdad se llama Rosa, y debió resignar su nombre al emplearse en la casa porque también mi hermana puede considerarse aludida por la interpelación de «Rosa». Dije conmiserativamente: « ¡Pobre gente, ni siquiera su nombre puede conservar! ». Según ahora me acuerdo, callé entonces por un momento y me puse a pensar en toda clase de cosas serias que se perdían en lo oscuro, pero que ahora podría hacer conscientes con facilidad. Y cuando al día siguiente buscaba un nombre para una persona que no podía conservar el suyo, no se me ocurrió otro que el de «Dora». La exclusividad de este nombre descansa aquí en un sólido enlace de contenido, pues en la historia de mi paciente un influjo decisivo -también para el derrotero de la cura-provino de la persona de servicio en casa ajena, una gobernanta.[1]
La ocurrencia de Freud está unida y resalta la representación/significante “Gobernanta” aunque también “Rosa Freud”, la pequeña hermana a quien Sigmund se dirige en un tono por demás condescendiente, casi como lo fue con su paciente lo que provocó que se fragmentara el análisis. Freud trae la “balada” Dora para referirse al historial del caso, brindando el análisis de la palabra-ocurrencia un nuevo reconocimiento de Eso que habla y hace caso.

Con motivo del aniversario del natalicio de Sigmund Freud vemos la oportunidad de hacer unos comentarios de una canción inspirada en la obra del padre del psicoanálisis. Tomamos como caso la canción “Funny you should say that” del álbum “Freudiana” (1989) de Eric Woolfson -en lo que fuera su última colaboración con “The Alan Parsons Project”-  de acuerdo con el concepto del álbum que hace es un recorrido por el museo de Freud, (y así conceptos y personajes del psicoanálisis). A pesar del tufo “intelectualoide” del álbum la creación artística se impone en ocurrencias divertidas como con justa razón aparece en el título de la canción.

La primera parte empieza con interpretaciones de sueños:

Well it's funny you should say that                     Es gracioso que lo menciones
It's a most peculiar thing
                                     Es algo muy peculiar
Yes it's funny you should say that                     
Si, es gracioso que lo menciones

And I told him of a dream                                   
Y le hablé de un sueño
Where I caught and ate a whale                             
Donde atrapa y me comía una ballena
Then I woke up feeling hungry, he said               
Desperté con mucha hambre, y él dijo
“That’s a curious tale                                           
“Es un relato curioso
For a dream contains a wish                               
Ya que un sueño contiene un deseo
In this case a giant fish                                        
En este caso un pez gigante
As the pressure you were under                          
Como esa presión estaba en usted
Might have woken you from slumber                 
Debe haberlo despertado de su somnolencia
To relieve the pangs of hunger                            
Y para calmar los retortijones de hambre
You just dreamed yourself a dish”                      
Soñó que se servía un plato”

En la traducción se pierde el juego poético de palabras (¿Habrá algo más difícil de traducir que un poema?) lo que nos lleva a la belleza de lo que trata la interpretación. El autor deja claro de forma paródica la propuesta clásica del sueño como realización de deseo inconsciente. En eso aplica un saber, una suerte de ejemplo de psicoanálisis aplicado al arte. Sin embargo, proponemos lo opuesto, la apuesta psicoanalítica, que el saber viene de las ocurrencias artísticas. ¿Qué aporta este caso en lugar de reducirlo a ejemplo? De inicio la ocurrencia artística de la estética, en este caso, el Chiste. Otra forma de ubicar lo interesante en una sesión puede ser la frase del título de la canción “Es gracioso que lo mencione”. Recuerdo la epifanía graciosa que tuvo una analizante cuando en sesión recordaba que su padre por accidente se le cae una taza que ella conservaba por ser un regalo de una amiga. En sesión recuerda su molestia y una idea “tengo que mudarme, tengo que tener mi propio espacio”. Se le dice con tonadita “Aquí se rompió una taza…” y suelta la carcajada diciendo “¡Si, eso estaba pensando!”. La interpretación le hace “justicia poética” a su discurso.

Ahí reside la apuesta por el chiste y su relación con el inconsciente, la diversión como recurso analítico.Freud dice al respecto:

Ya antes hemos concebido como ahorro localizado uno de los resultados de la condensación, a saber, la acepción múltiple del mismo material, el juego de palabras, la homofonía, y derivamos de un ahorro así el placer que procura el chiste (inocente); luego descubrimos el propósito originario del chiste en obtener con las palabras aquella misma ganancia de placer de que se era dueño en el estadio del juego, y a la que en el curso del desarrollo intelectual le fue poniendo diques la crítica de la razón. Ahora nos hemos decidido por el supuesto de que unas condensaciones corno las que sirven a la técnica del chiste nacen de manera automática, sin propósito fijo, durante el proceso del pensar en lo inconsciente. ¿No estamos frente a dos diversas concepciones del mismo hecho, que parecen inconciliables entre sí? Creo que no; es verdad que son dos concepciones diversas y reclaman que se las acuerde una con la otra, pero no se contradicen…El pensamiento que a los fines de la formación del chiste se zambulle en lo inconsciente sólo busca allí el viejo almácigo que antaño fue el solar del juego con palabras…Y sabemos ya, además, que esto es así universalmente: el afán del chiste por ganar el antiguo placer obtenido en el disparate o en la palabra es inhibido, en un talante normal, por la objeción de la razón crítica; y en cada caso es preciso vencer esa inhibición. Pero en la manera como el trabajo del chiste resuelve esta tarea se muestra una honda diferencia entre chiste y sueño…

El triunfo del chiste es sortear “la objeción de la razón crítica”. En estos tiempos del estrés y la depresión, en tiempos de la autocensura superyóica, conviene recordar al chiste como solución. No nos referimos a la técnica de la broma como medida terapéutica (“Ríase unos minutos en la mañana”) sino a darle lugar a las divertidas “niñerías” de la ocurrencia inconsciente como lo son las canciones que irrumpen.

Lo más importante de esta primera parte de la canción, más allá del contenido de las interpretaciones soñadoras está en los accesorios, la forma de ser cantada y musicalizada. Es una canción con efectos de sonido de películas o series cómicas, de rutinas de payasos. La misma frase, “¡Qué graciosos que lo mencione!” orienta el triunfo del juego y es la importancia del error, del resbalón. El Lapsus freudiano, el “Freudian slip”, es un resbalón cómico.

Sigamos con la canción. En la segunda parte algo cambia, cantan “los pacientes de Freud”. Primero escuchamos al “hombre de los lobos”:  

But there are six white wolves                             Pero había seis lobos blancos
In the dead of the night                                        al morir la noche
On the branch of a tree                                        Sobre la rama de un árbol

And they have such big eyes                               Y tenían ojos tan grandes
And they're shining so bright                               y éstos brillaban tan radiantemente
All the better to see                                              y tanto mejor para ver.

And they have such big ears                                 Y tenían oídos tan grandes
All the better to hear                                            tanto mejor para oír
And they're listening to me                                  y estaban escuchándome.

And they have such sharp teeth                           Y tenían dientes tan afilados
All the better to eat                                              tanto mejor para comer
And they're looking at me                                    y me miraban a mí.

Lo interesante de esta segunda parte de la canción es que ahora se presenta un caso ya que lo importante no está en el contenido sino en la variación-lectura que hace Woolfson del drama del paciente. El Hombre de los Lobos, desde su “neurosis infantil”, desde la fobia, nos canta como alguien contando un cuento de misterio o una canción de cuna. Una voz amable que raya en el susurro nocturno. Su narración es del género literario del miedo fantástico como la caperucita preguntando “¿Por qué esa boca tan grande?” o la ronda infantil “¿Lobo lobito estás ahí?” Al capturar la esencia del caso, como cuando Freud buscó un pseudónimo para su paciente Ida Bauer, la canción resalta los aspectos imaginarios-visuales de la fobia: 6 lobos sentados, ojos grandes que brillan, orejas grandes y dientes afilados, todos ellos dirigidos al sujeto. Esa imagen, lleva a recordar la localización freudiana como Histeria de Angustia a la Fobia, de alguna manera, el sujeto seduce a su objeto fóbico.

Más adelante otros pacientes escuchamos cantar al Hombre de las Ratas:

If I step on a line                                   Si piso sobre una línea
Something will happen                         Algo sucederá
There are rats in a jar                           Hay ratas en una jarra
Something terrible will happen            Algo terrible sucederá.

La “melodía neurótica obsesiva” se canta dando una importancia al marcar del tiempo. Las líneas que no pisa lo empujan a cantar cortando, separando, aislando las frases. Es preciso en la oración y cuadrado en la armonía. Los sonidos de fondo nos presentan el ambiente, es una marcha. Como en los himnos o cantos bélicos, ordenan el paso (de ahí que los que están en banda de guerra ensayan su instrumento marcando el paso de la marcha). El género épico/marcial puede abordar formas temas heroicos y trágicos, como la lucha contra eso terrible que va a suceder. Los elementos están en relación con evitar que ocurran sucesos a partir de ritos de contención (y su tensión en juego) de ahí que Freud relacione a la neurosis obsesiva con la religión y las supersticiones. El juego del soldadito aparece en la tonada. 

Otra voz, otro tipo de canto, se entrelaza con estas otras psiconeurosis musicales. De forma triunfal aparece en escena el magnífico delirante Presidente Schreber  

I'm going to be a mother                      Voy a ser una madre
I'm going to have a child                       Voy a tener un niño.

Tenemos el caso de “dementia paranoides” de Schreber que con voz de tenor anuncia su transformación en Madre lo que provocan que escuchemos de fondo una risas burlonas. Su voz se alza con potencia, es una melodía de “buena nueva”, el delirio como algo que irrumpe haciéndose a la fuerza un lugar negado en el discurso corriente. El efecto de dicha aparición es que “lo tiren de loco” y desate la burla del respetable “mundo exterior”, del público angustiado que solo escuchamos en esta variación melódica. Así como Lacan habla de esas tres formas de normalidad que serían la neurosis, psicosis y perversión, como propuestas filosóficas; la ocurrencia artística de esta canción nos aporta el considerar a los “cuadros psicopatológicos” más como variaciones melódicas, géneros literarios o musicales, propuestas artísticas. A la manera de un estilo que cuestiona el propio estilo  que cambia constantemente y cuya trasmisión se encuentra no solo en el contenido del discurso sino en la textura del mismo.

 Al final de la canción los tres reclaman algo del analista recibiendo así una contestación:

Tell me what they say                           Dime lo que dicen
Tell me what can they be                     Dime lo que pueden ser
Tell me what does it mean                   Dime lo que significa
Tell me what do you see                       Dime lo que ves.

Fantasia                                                Fantasía
Nothing is what it seems                      Nada es lo que parece
Fantasia                                                 Fantasía
A world that's made out of dreams     Un mundo hecho de sueños
Fantasia                                                 Fantasía
Nothing is what it seems                      Nada es lo que parece


¿Por qué la respuesta triunfal está en la Fantasía? La lección de esta producción artística apuntalada en un tema psicoanalítico es poner en relación a la Psicopatología con la Fantasía. Nos parece una lección importante tal y como lo presentaba Sigmund Freud en su conferencia dedicada a “los caminos de la formación de síntoma” donde se pregunta “¿De dónde vienen tanto la necesidad de crear tales fantasías como el material con que se construyen?”

Las pruebas proyectivas han perdido su inocencia provocadora y se han convertido en evaluaciones que buscan trastornos más que el juego del deseo para usar la hermosa frase de Françoise Dolto, o la asociación libre cuya interpretación a la letra provoca eficacia simbólica. Una canción, una tonada, una figura, una mancha, etc; pueden provocar e invitar a la interpretación siempre y cuando todavía se permita hallarles el chiste.  


[1] Sigmund Freud. “Determinismo, creencia en el azar y superstición: puntos de vista” en “Psicopatología de la vida cotidiana (Sobre el olvido, los deslices en el habla, el trastrocar las cosas confundido, la superstición y el error)”  (1901). Obras Completas de Sigmund Freud. Amorrortu Editores. Vol. VI. 



1 comentario:

Carlos dijo...
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