miércoles, mayo 13, 2009

El Rayo McQueen: un competidor en busca de entrenador

La película de Disney/Pixar “Cars” pertenece a esas películas infantiles donde muchos niños parecen no cansarse de verla una y otra vez. Esto para los padres les provoca varias incógnitas entre ellas ¿Por qué la ven de nuevo si ya se la saben de memoria? ¿Por qué los niños ante ciertas cosas no se hartan? No solo no se hartan sino que incluyen a los padres y demás adultos en la experiencia. Toda una serie de fenómenos se hacen presentes. Relatar una escena en especial, pedirle a un adulto que lo acompañe a ver la historia, hacer preguntas sobre lo que va a pasar aun y cuando ya lo saben y, de las más importantes, vivir la historia desde la identificación y asignación de personajes “Yo soy el Rayo McQueen y ¿tú quién eres?” Para los analistas, eso que se repite incesantemente cumple una función, por decirlo en palabras tradicionales, eso es un síntoma. Más que solo malestar, el concepto de síntoma desde el psicoanálisis nos remite a un intento de solución, de elaboración. Desde el célebre libro “Psicoanálisis de los cuentos de hadas” del psicoanalista B. Bettelheim se sabe que la función de las historias infantiles es permitirle a los pequeños elaborar, a través del arte, respuestas desde la fantasía para temas emocionales o de maduración psicológica por los que están pasando.

Lo anterior nos lleva a una pregunta con respecto a la manufactura ¿Cómo nacen estas historias para niños si son adultos quienes las elaboran? Es ahí donde encontramos el interés de Freud por la creación artística. Tomemos en particular y reconozcamos el valor de esa experiencia.


Según John Lasseter (Creador y director en jefe de Pixar), la inspiración para realizar la película Cars vino de una experiencia muy íntima:


“Cars es una historia muy personal para mí. No solo está inspirada por mi amor a los autos, no solo está inspirada por mi papá, que era gerente de una concesionaria Chevrolet, sino también está inspirada por algo que me pasó en mi vida. Dirigí Toy Story, Bugs y Toy Story 2. Cuando terminé Toy Story 2 era 1999. Habían pasado 9 años. Habíamos tenido cuatro hijos y mi esposa me dijo: “John, te hemos apoyado para que hagas todas estas películas y en la construcción de Pixar y todo eso, pero ten cuidado. Porque un día vas a despertar y tus hijos habrán partido a la universidad y te habrás perdido de todo. Así que me tomé el verano libre. Nos compramos una casa rodante usada y quería alejarme del sistema interestatal y viajar por el país. ¿Y saben qué pasó? Nos unimos mucho como familia. Me cambió la vida. Regresé sabiendo sobre qué quería que fuera la película: es un personaje que descubre lo que yo descubrí, que el viaje de la vida es una recompensa. Y comencé a pensar. Debe ser sobre un auto de carreras. Lo único que importa es ganar. Tener ese campeonato. Éste es el personaje perfecto, que de pronto es forzado a bajar la velocidad.” Tomado del Documental “La inspiración de Cars” que se incluye en el DVD “Cars” (2006) de Disney/Pixar.


La anécdota del cineasta responsable del éxito de las películas de Pixar nos muestra que parte importante del porqué de ese éxito es seguir la regla fundamental en el arte “para ser universal hay que ser profundamente particular”. La anécdota también nos enseña una nueva forma de leer/interpretar la historia de Cars. Podemos darle un giro a la historia, giro que, de alguna manera, siempre estuvo ahí. La historia del Rayo McQueen se revela como la de un joven/niño que aprende sobre la vida, que aprende a ser hombre, pero se basa en la anécdota de un hombre que aprende a ser padre.

Volvamos con los expertos y estudiemos la experiencia escuchada a un pequeño de 5 años que relatamos al inicio. El niño se acerca a su madre y le dice “Mamá, Yo soy el Rayo McQueen, tú eres Sally y papá es… Mate”. Lo primero que se resalta es el carácter protagónico del niño, él es el Rayo McQueen. Entonces bien ¿Qué tiene el Rayo McQueen que queda tan bien para identificarse con él? Como protagonista, como héroe de la historia, McQueen es a quién el destino le tiene preparada una serie de pruebas que vencer, lo que para Bettelhiem es el problema subjetivo que el niño tiene que afrontar y superar, la lección de vida que requiere aprender.

La prueba del destino del Rayo McQueen proviene de la forma como se relaciona con su hacer, en este caso, las competencias de autos. McQueen es un auto de carreras novato, arrogante y orgulloso, solo piensa en ganar la copa Pistón. Sus frases de aliento lo delatan “Concéntrate. Velocidad. Yo soy la velocidad. Un ganador, 42 perdedores, devoro perdedores en el desayuno”. Su arrogancia es tal que no tiene equipo de apoyo, ni jefe de ingenieros, es decir, entrenador o maestro. Es éste el tema principal. Pensamos en un niño que siempre quiere ganar pero no sabe jugar, lo que lo hace un mal jugador, tanto cuando gana como cuando pierde. Las consecuencias es que no tiene amigos y puede sufrir accidentes (hacerse daño) con tal de ganar.

El nudo de la historia viene cuando es “forzado a bajar la velocidad”. Ahí entra Sally, una chica de la que se enamora Rayo pero que lo detiene y que, como lo sabemos después, pasó por lo mismo hasta que conoció el pueblo donde ahora vive. En la ocurrencia del niño que relatábamos, es fácil imaginar que Mamá es Sally como aquella que es el primer amor. El extra que nos da la película es que Sally es la que hace que Rayo se quede en el pueblo, se detenga y así se introduzca en el escenario otros personajes.

Tal vez lo que no queda tan claro es la identificación del padre como la camioneta vieja Mate. Siguiendo con nuestra propuesta inicial, lo que la experiencia de Lasseter marca, es que No se trataba de que solo se quedara en el pueblo, sino que cumpliera su meta, la verdadera moraleja en la vida “No es el destino, es el viaje” o “No es la meta, es la carrera”. De ahí que Mate se une tanto a Sally como al Doc como eso que tiene que elaborar, como en el momento que Mate lo “sonsaca” (según el “Lexicón del noreste de México” de Ricardo Elizondo, literalmente significa “sacar del camino del orden”) como un buen amigo a “jugar” en el pueblo, de ahí que funcione perfecto la bonita metáfora de la camioneta grua, como eso que lo jala

Desde el psicoanálisis, cuando se habla de la Madre y del Padre siempre es necesario aclarar que nos referimos más a funciones que a personas. Consideramos a Sally ejerciendo la función materna en sentido de permitir al niño (Rayo) detenerse de inicio y salirse de la pista en la que transita hasta lo básico, el amor a su pueblo. Sin embargo, no sirve de nada que solo se detuviera la fuerza, sino que empezara a disfrutar este “tiempo fuera”. Cuando se hablan actualmente de una declinación de la función paterna, pareciera que solo atañe a los papás y no a las mamás. La historia de Cars muestra que algo de la función materna es lo que de inicio está alterado, cuando reparamos en el hecho de lo simbólico de la Ruta 66, la llamada “Carretera Madre” (The mother road). Si la historia fuera de un nadador que se ofusca por no ganar la medalla de oro, el primer paso sería que volviera a encontrar el gusto por el agua, volver a la “madre agua”.

Posteriormente entra la nueva función, la paterna, que no solo permite o detiene sino que alterna la ley. En nuestro símil automovilístico de Cars, la función materna será esa carretera, ese camino que impulsa y motiva (el amor de la madre como lo que empuja) donde el niño la obedece por lo que es. Mientras que la función paterna es la negociación, el alternador o el semáforo que posee un programa de tiempo (arbitrariedad simbólica) que solo funciona si el auto lo respeta, donde el niño lo ama por lo que no-es, sino, lo que representa. De lo anterior rescatamos que los cuidadores alternan la función materna y paterna para el hijo.

Recapitulando. El Rayo McQueen, para ganar la carrera, tiene que aprender a ser un buen corredor. ¿Cómo lo logra finalmente? Aquí entra en escena otro personaje, el juez y médico del pueblo, Doc Hudson. Vemos en él la tradicional figura paterna de otros cuentos. Primero solo esta desinteresado e impone una ley. Las primeras discusiones entre El Rayo y Doc asemejan los problemas actuales de los niños berrinchudos con las figuras de autoridad, llámese padre, maestro, analista, etc. El cambio se genera cuando el Doc decide ayudar a Rayo, dándole tips y recordando sus momentos de gloria, lo que nos lleva a la verdadera lección de la historia, para ser padre es necesario no renegar de nuestros propios padres sino aprender de la experiencia.

El gran final de Cars empieza con una escena similar a la del inicio pero ahora el Rayo está transformado. Antes de la carrera ya no solo está pensando en sus clásicas frases de motivación (“Un ganador, 42…”) sino que se “desconcentra” recordando a sus amigos. Al momento de la carrera ahora tiene un equipo, un entrenador y un amor que lo espera en casa. El momento decisivo se da cuando en la vuelta final su rival principal, su doble que refleja los vicios que tenía, en un arranque de ira por frustración, causa un terrible accidente al otro competidor Rey, el auto leyenda de respeto. El Rayo al verlo frena antes de cruzar la meta, renunciando al primer puesto y dejando que su rival gane. Se devuelve a empujar al Rey y se da este diálogo:

“El Rey: ¿Qué haces muchacho?
Rayo: Creo que el Rey debe terminar su última carrera.
El Rey: Acabas de renunciar a la Copa Pistón.
Rayo: ¿Sabe? Un viejo auto de carreras gruñón me dijo una cosa. Sólo es un copa vacía.”

Así llegamos a la moraleja de la historia que decíamos más arriba “No es el destino, es el viaje”[1], pero para lograr eso es necesario saber que se puede renunciar a muchas cosas con tal de lo más importante. Esta moraleja viene como anillo al dedo en estos tiempos donde se habla de las formas de la paternidad y la educación de los niños. Este final nos recuerda a la solución de otra película de Pixar, Los Increíbles, donde la forma como el hiperactivo Dash soluciona su dilema de competir mostrando sus poderes y ser un fanfarrón o no practicar deportes y sentirse frustrado y aislado, la solución viene por parte de los padres que le permiten hacer carreras pero le recomiendan llegar en segundo lugar, es decir, compite pero lo importante es el jugar no solo llegar primero, el uso simbólico de cuidar su “identidad secreta” como “código del héroe”. Sin embargo, la verdadera moraleja solo puede ser trasmitida si recordamos que surge de la experiencia de un hombre que ve dificultades con su rol como padre. Amable lector, ¿cuál es entonces la moraleja para los padres? ¿Tendremos que leerla con otra película de Pixar como Buscando a Nemo? El padre lucha contra el “mar entero” para encontrar a su hijo solo para permitirle irse y decirle “¡Adiós!”.




[1] “In Seminar XVII, The Other Side of Psycho-Analysis, in contrast, jouissance is of the order of an invasion. This has everything to do with his new understanding of the relationship between the real part in the jouissance and the Symbolic. Lacan puts forward an original relationship between jouissance and the signifier. He even goes so far as to consider that the very origin of the signifier has to be looked for precisely in the marking processes of the enjoyment by the Other. In reverse perspective, the subject has to use the signifier to rediscover the jouissance – yet this necessarily results in a failure and the getting stuck on the road toward it. Lacan will argue that this failure is necessary. It is the road itself that is the aim of the living.” Paul Verhaeghe in “New studies of old villains. A radical reconsideration of the Oedipus complex”. (2009). Other Press.

sábado, mayo 02, 2009


El virus de los mails de influencia


“la definición más elemental de ideología es probablemente la tan conocida frase de El capital de Marx: “Sie wissen das nicht, aber sie tun es” – “Ellos no lo saben, pero lo hacen”. El concepto mismo de ideología implica una especie de naïveté básica y constitutiva: el falso reconocimiento de sus propios presupuestos, de sus propias condiciones efectivas, una distancia, una divergencia entre la llamada realidad social y nuestra representación distorsionada, nuestra falsa conciencia de ella.” Slavoj Žižek. El sublime objeto de la ideología.


Una pregunta ronda mi mente ¿Usar o no usar cubre-bocas? De alguna manera cuando decido usarlos no dejo de verme desde las alturas superyóicas dicendo “¿A poco te crees que es cierto lo de la influenza porcina o gripe tipo A H1N1?” Lo ha llamado poderosamente la atención estos días de encierro y vacaciones obligadas (que no son vacaciones) es como la lucha es en contra de ser influenciables. Como el sentir que somos manejados como borregos y su posterior defensa hace que solo nos revolquemos en nuestro propio fango. Me refiero a las teorías de conspiración que circulan en Internet. Algo interesante son las buenas intenciones y consideraciones de los que generan estas versiones.


En una entrevista el director Guillermo del Toro “En España me hacían la pregunta ¿qué mensaje cree que quiere mandar Hollywood a todo el mundo sobre la latinidad? Le decía, ¿Ustedes creen que existe un tipo en una sala oscura con un gato en la mano diciendo “Mandemos un mensaje a la latinidad”? ¡NO! Es una locura, una vorágine que nadie controla”. Podemos agregar a lo dicho por el buen gordo Del Toro: Incluso aunque quisiera alguien mandar un mensaje, no le saldría. Creer que Obama le dijo a puerta cerrada a Calderón que ya sea mandarían la infección a México, o crearían el engaño de la infección para enriquecer las cadenas farmacéuticas y reactivar la economía es confiar demasiado en lo gobernantes, aunque sea para planes maquiavélicos. Entones quiere decir que se puede controlar verdaderamente al sector salud, a los medios, estar en contacto orquestado con otros países, etc. Es realmente creer en los Estados Unidos y que alguien sabe reactivar la economía, aunque sea para su lado.


El delirio supone que realmente existe Otro del Otro. Que hay un orden supremo que finalmente si controla todo, que sí tiene un plan maestro y que nada se mueve si no es parte del plan. El problema de los mails es el mismo de todo Internet, hace light, chafa, le quita su sustancia básica a las cosas y lejos de ser conspiradores o revolucionarios con nuestras críticas los mails que “descubren” el complot son meras revoluciones sin revolución. Paranoicamente hablando, el Internet con todos sus mails con teorías de conspiración son el verdadero instrumento de los poderosos, es el buzón de quejas y sugerencias que fácilmente se descarta, que realmente no tiene efecto, pero que “respeta la libertad de expresión”. Los correos son una clase de protesta con cubre-bocas.

Considerar que todo el sistema de gobierno se puso de acuerdo para esta campaña de engaño o ataque es considerar que alguien en algún lugar sabe lo que hace. Cuando se recibe el correo electrónico con esas teorías de conspiración y se trasmite como virus somos tocados por la teoría de desconfianza y al mismo tiempo por una cierta idea de certeza, alguien tiene la culpa, los otros que nos controlan y nos quieren engañar. Por otro lado, esté el concepto de “cortina de humo”, una historia inventada para que no nos demos cuenta de lo que en realidad pasa, por ejemplo el desempleo, las narco-ejecuciones, narco-campañas, etc. Sin embargo, otra vez es ser demasiados optimistas en dos aspectos. Por un lado está el efecto de no parar de hablar de eso que se supone que no debemos hablar. Tomo de ejemplo a los hombres de negro. Para todo interesado en las teorías de conspiración sobre los OVNIS sabrá de la existencia de los hombres de negro, aparentemente una fracción del gobierno destinada a evitar que se sepa la verdad sobre los OVNIS por ejemplo el extraterrestre que tienen en el área 51. La falla en esta lógica reside en que el solo hecho de saber sobre los “hombres de negro” y el “área 51” muestra que deberían de correr a todos los que trabajan en esa agencia por incompetentes ya que ya se permeó la información “ultrasecreta”. Por otro lado hagamos a pregunta incomoda ¿realmente tienen que cubrir la información sobre los narcos, los políticos o el desempleo? No solo parece ser una cortina de humo poco densa desde el momento que vemos a través de ella, tanto que la reconocemos como cortina de humo sino que en otras ocasiones no está esa cortina y la sociedad civil, aparentemente los idiotas para los que hizo esta cortina, no hace nada como quiera. Ya hemos tenido la información y hemos hablado de nuestra inconformidad, ¿Eso ha traído algún cambio? Llegamos al punto triste de considerar que el sistema, más que ser maquiavélico ya que buscaría la forma más inteligente de embaucarnos (“Ah Holmes, es un digno rival”), es totalmente cínico al dejar quejarnos y no ocultando la información sabiendo que nada cambiará. Más aún, nosotros mismo lo creemos así. ¿Qué es peor, que haya otro maldito (El sistema, el gobierno, la empresa, los OVNIS) que nos observa todo el tiempo y nos quiere dañar, o que no haya nadie que si quiera nos mande una mirada? En un contexto parecido, imaginemos el caso muy regio de la chica “bien” que va a que le lean las cartas (“Yo no creo en esas cosas pero una amiga me recomendó”) y las madame le dice “Veo que hay alguien que te desea el mal porque te tiene envidia”, ¿Cuál es el peor escenario? ¿Qué haya alguien nos envidia y sus malas vibras nos hacen mal o que tengamos a nadie que nos envidie nada, que no tengamos nada que sea digno de la envidia de alguien si quiera para que nos mande malas vibras?

Atengámonos a las versiones oficiales y al problema se hace más difícil aunque menos glamoroso como lo es la conspiración. Las medidas extremas que tomó el D. F. y el Gobierno de Federal (¡¡¡Esa si es una señal del apocalipsis PRD y PAN actuando en conjunto!!!) se basan en dos puntos, el brote surge en México y su densa población y no se contaban con los protocolos médicos para rápidamente localizar a los infectados por el virus y aislarlos. La gente se esperaba para ir a consultar hasta tener síntomas graves y no fueron atendidos de forma inmediata. El grave problema que tenemos en manos como lo dijo públicamente uno de los asesores de Calderón el doctor Juan Ramón de la Fuente es que “En México tenemos un regazo en infraestructura médica y en investigación científica”. Pensar que es un complot es hacerles un favor y pasar por alto lo obvio, las medidas fueron buenas considerando el estado de nuestras instituciones médicas y el interés de nuestro sistema por la investigación.

Démosle otra vuelta. Digamos abiertamente que son discursos delirantes y a la Freud atengamos que en el delirio el Inconsciente está expuesto con todas sus letras, para atender así ese saber que la teoría de conspiración hace perceptible. Por un lado el secreto a voces de hace mucho tiempo sobre el control de las empresas farmacéuticas, solo que apoyado en toda una ideología del biopoder. Sin embargo eso permea muchos otros aspectos que el mero consumo de medicamentos, sino la ideología de la vida saludable desde la ecología hasta los alimentos nutritivos.