martes, junio 24, 2008

The Happening de M. Night Syalaman
“¿Por qué incluso continuo hablándole a la planta?”


Contrario a las muchas críticas de cine que han aparecido actualmente donde destrozan y minimizan el trabajo del director de Sexto Sentido y El protegido, comparto mi gusto con la recién estrenada “El fin de los tiempos”. Le admiro al director haber cambiado sus reglas del juego habitual que ya estaban siendo francamente cansadas, el giro de último momento y el final de la historia.

Empecemos, como ya es costumbre que esperemos cambiar pronto, por la marquesina. El título en México, El fin de los tiempos, puede ser la “causa inconsciente” de la sensación de decepción de muchos espectadores con la cinta. Aunque “El fin de los tiempos” resulta atractivo como misterio y terror al relacionarla con el Apocalipsis, el título en inglés aporta una luz diferente. “The Happening” puede ser traducida como “El evento”, “El suceso”, haciendo relación con algo que sucede, pasa, como el “What happen?” (¿Qué ocurre?, ¿Qué pasa?). Y esto lo interesante de la cinta, poder concentrarnos en lo que pasa, no en lo que no pasa, ni en el porqué pasa.

Creo que me gusta el estilo de Syamalan por su semejanza con un ídolo compartido, Alfred Hitchcock. Cuando terminé de ver “The Happening” no dejaba de acordarme de ese clásico “The Birds” (Los pájaros). La semejanza no solo reside en la fuerza de la naturaleza que ataca a los humanos sino en el hecho de que nunca se explique porqué sucede tal evento, como si se hubiera llamado “el día que atacaron los pájaros”. Al igual que con los pájaros en los célebres estudios de Wood, Traufut y Zizek sobre “Los pajarós”, la forma de vivir la cinta es con lo que sucede más que la causa o el fin. El cambio en la trama, el giro de tuerca que Syamalan nos reservaba para el fina en otras películas, en esta está constantemente pasando.

Una escena es mi favorita. El personaje principal comienza a sospechar que quienes los están atacando son las plantas. En cierto momento se refugia en una casa deshabitada. De repente, ve un helecho en una esquina de la habitación. Voltea temeroso hacia el helecho, se acerca hacia él mientras le dice, en tono de preocupación y súplica susurrante algo como “¡Esta bien! ¡No me hagas daño! ¡No sé que te hicimos pero no nos hagas daño! ¡Por favor!” Finalmente esta tan cerca que puede tocar al helecho y lo hace solo para decir en el mismo tono anterior “¡Plástico! ¡Le estaba hablando a una planta de plástico!... ¡¡Todavía le estoy hablando!!” En la sala del cine (el cine es un arte popular) no se dejó esperar la carcajada del respetable. Lo que hace gracia no es solo el paso del suspense al alivio que genere risa, sino el cómo genera el chiste visual es el que me importa. El Witz de esta escena es la frase final, no solo le habla a una planta de plástico sino que en lo que dice resalta que lo está haciendo y lo sigue haciendo. El chiste es ver lo ridículo que esta haciendo y sigue haciendo.

El otro costado de la cinta si la comparamos con, si usamos cual piedra roseta, “Los pájaros” es la interpretación de que los pájaros atacan y dejan de hacerlo por la historia de amor prohibido entre los protagonistas. Cuando la chica de los pájaros va a buscar al chico que le gusta a su pueblo al que fue a visitar a su madre es cuando comienzan a atacar las aves. También, dejan de atacar cuando la madre del chico que primero no le gusta para su hijo, la acepta como parte de la familia. Zizek es el que ha relacionado el ataque de los pájaros con la furia del superego materno, es decir, la furia de la naturaleza es el desborde de un drama intimista. Si aplicamos esto a “The happening” ¿qué nos encontramos?

Aquí la pareja protagónica sufre por algo en silencio. Ella está callada con la mirada perdida y él es gris y parco. Cuando empieza la persecución por el ataque comienzan a protegerse y encontrarse. En el transcurso del escape de la persecución se dan dos confesiones. Primero ella le confiesa que salió a tomar un café con una persona del trabajo que la sigue llamando. La reacción de él es casi de indiferencia. Más adelante en la trama, ahora es él quien tiene que hacer una confesión a ella. Le comenta que fue a una farmacia donde quien la atendía era una chica muy hermosa. Confiesa haber ido y comprar un jarabe para la tos solo para verla ya que no estaba enfermo. Los dos ríen calladamente por esta información. ¿Qué está en juego en esta “confesión” de él? ¿Será un “no te preocupes, no pasa nada”? Es ahí donde llegamos a lo angustiante, al borde de la desesperación de muchos críticos, de lo pasivos de la pareja protagónica, parece que entre ellos no pasa nada. Paradójicamente o providencialmente, el ataque cesa cuando, al ser inminente la muerte, deciden que esa muerte “la vivan” juntos; que les pase a los dos. Es en ese pequeño momento de dar la vida por estar con el otro que pueden sobrevivir a no matarse por propia mano.

Ahora llegamos al mayor acierto del director, productor y guionista. La forma del ataque. No es ningún secreto que estas historias del fin del mundo nos pueden reflejar los miedos y objetos angustiantes de la sociedad en la que vivimos. Desde el problema de la invasión extraterrestre y su relación con el comunismo y la paranoia gringa de los 50’s, hasta el virus que infecta a todo que podemos relacionar tanto con la sangre y sus epidemias como con la voracidad del mercado actual. En “the happening” el enemigo está demasiado en casa, a saber, la ecología. Hay quienes inmediatamente lo relacionan con el discurso social, el principal temor con respecto al calentamiento global y la contaminación. Hasta ahí es un manifiesto de “cuidemos nuestra flora ya que, al defenderse, nos pueden matar”. Sin embargo, la descripción de lo que pasa en pantalla nos es más interesante, las plantas no nos matan, hacen que nos matemos.

Algo sucede en los humanos que hace que su sentido de autoconservación, de rehuir de los problemas, ya no opere, primero se altera el habla, después la orientación espacial y finalmente aparece la agresión auto-inflingida. Espero que sin saber, Syalaman nos comparte los mayores problemas de corte clínico, no solo en su forma social, que encontramos actualmente. Pensemos en fenómenos como las adicciones (al trabajo, al juego, a los medicamentos, etc.), la anorexia o la auto-mutilación y estamos en el suceso. O más aún, simplemente pensemos en el incremento de suicidios en los países desarrollados, cada vez más ocurren con más frecuencia y en un espectro mayor de la población. Aquellos que se salvaban primero[1], las mujeres y los niños, ahora se están muriendo igual.

La escena final de la historia, posterior a cese del ataque es una noticia, los protagonistas van a ser papás. Podríamos decir, él protagonista, después del evento trágico se aventó a ser padre. Esto lo relacionamos con el problema de muchos que mencionan lastimeramente cosas como “¿Por qué traer hijos a este mundo donde ya hay suficientes problemas?” Tal vez porque el hacer que algo pase ya es cambiar al mundo, aunque sea un melodrama.


[1] En los países machistas y en vías de desarrollo las estadísticas con respecto al suicidio muestran una incidencia de 90% de hombres en suicidio consumado y 90% de mujeres en intentos de suicidio, dato que cambia en los países desarrollados donde cada vez más el suicidio se reparte más equitativamente con respecto al género.

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