sábado, septiembre 20, 2025

 

 

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INTENSAMENTE FREUDIANOS

Legado psicoanalítico en IntensaMente 2 y Producciones de Ensueño

 

Desde su estreno, IntensaMente 2 (2024. Dir. Kelsey Mann) ha generado una ola de memes y comentarios en redes sociales, muchos de ellos centrados en la fascinación de los profesionales de la salud mental por la película. Ejemplos como "Aprendí más en esta película de 2 horas que en dos años en terapia""Los psicólogos viendo IntensaMente 2 (imagen de una persona regodeándose de placer)" o "Tarea para el siguiente semestre en psicología (póster de IntensaMente 2)" reflejan no solo el impacto cultural del filme, sino también su percepción como un material casi pedagógico. Al igual que su predecesora (IntensaMente, 2015. Dir. Pete Docter y Ronnie Del Carmen), esta secuela se ha posicionado como una de esas producciones que todo psicólogo "debería ver", no solo por su exploración de conflictos psicológicos, sino porque, al tener como protagonistas a las emociones y el mundo mental, funciona como una representación accesible de procesos intrapsíquicos.

Sin embargo, más allá de su valor didáctico o entretenido, consideramos que el mayor acierto de IntensaMente 2 —especialmente desde una perspectiva psicoanalítica— radica en que, casi inadvertidamente, expone postulados básicos de la clínica freudiana. Esto no parece surgir de una rigurosa investigación con expertos en la mente humana – que suponemos fueron de perspectiva cognitiva o psicofisiológica, - sino de lo que podríamos llamar la herencia freudiana de los cineastas: una internalización de ideas psicoanalíticas difundidas culturalmente que emergen en la narrativa visual y simbólica; mostrando la íntima relación entre el psicoanálisis y la teoría del cine.

En este escrito, analizaremos cómo la película, a través de su trama y estructura, refleja conceptos como el inconsciente, la represión o la relación de la Angustia con el conflicto psíquico, y cómo esto puede revalorizar la perspectiva psicodinámica en un contexto donde la opinión pública —especialmente en redes sociales— se inclina por terapias basadas en supuestos "cientificistas" (como las denominadas intervenciones basadas en evidencia que poco a poco están siendo desplazadas por la IA). Lejos de ser una teoría obsoleta, el psicoanálisis, el legado freudiano, sigue ofreciendo herramientas pertinentes para abordar dos de las problemáticas más prevalentes en salud mental hoy en día: la depresión y la ansiedad.

 

Catarsis en Pixar: La Mente en escena

Un dibujo de un perro

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Pete Docter es un gran creyente en el lenguaje de las formas y el color, empezando por algo abstracto. Esa es la base y luego se van superponiendo todas las demás cosas. Enojo es un cuadrado. Es inamovible, es rojo. Está caliente, está en llamas. Asco, un triángulo agudo y ese verde es un tipo de verde cálido y asqueroso que podrías ver si saliera algo realmente repugnante de ti. Alegría es ese lenguaje corporal que tienes cuando ganas una carrera, una estrella que explota. La lágrima es Tristeza. Miedo es el encogimiento. En esta película, quería continuar con esa misma línea de pensamiento y agregar siluetas distintivas.

Jason Deamer (diseñador de producción). The art of Inside Out 2

Antes de adentrarnos directamente en Intensamente 2, es crucial examinar la íntima relación entre el psicoanálisis y la teoría cinematográfica. Este vínculo es particularmente relevante en la filmografía de Pixar, donde se articulan mecanismos psíquicos para generar un profundo impacto emocional. Tal como sucede en la primera entrega, Intensamente, sus películas logran transferir la construcción del mundo psíquico interno a la escena de la gran pantalla.

Para ello, proponemos un primer paso que invierte la perspectiva habitual: en lugar de un “psicoanálisis aplicado” o buscar "diagnosticar" a los personajes, se trata de estudiar cómo los cineastas —conscientes de diversas teorías psicológicas y del poder de la narrativa— construyen relatos que reflejan y dramatizan el funcionamiento mismo de la mente.

Como señala Todd McGowan (2015) en Psychoanalytic Film Theory:

“Aunque la mente del director indudablemente juega un papel en la forma de la película, el hecho de que la película atraiga y conmueva a los espectadores indica que también habla de sus propias mentes y de la estructura de la mente como tal.”[1]

No nos referimos únicamente a una sensibilidad artística hacia los procesos anímicos, sino a cómo la teoría del cine y la construcción de guiones han incorporado y adaptado conceptos del mundo de la psicología, en especial el psicoanálisis. Reconocer estos elementos permite reapropiarlos o transformarlos desde una óptica estética, enriqueciendo así la perspectiva clínica.

En Intensamente (Inside Out, 2015) se ilustra cómo el diseño de personajes animados puede materializar conceptos abstractos del mundo anímico, en este caso, las emociones humanas. Los animadores no solo otorgan figuras atractivas (eye candy) a estas entidades, sino que las dotan de complejidad narrativa (eye protein), asegurando que sus conflictos resulten identificables, familiares y reflejen contradicciones propias de la experiencia humana. Este enfoque evoca la tradición mitológica -los primeros cuenta cuentos- donde deidades y seres simbólicos encarnaban preguntas, contradicciones o dilemas de la naciente humanidad, del animal que habla.

En este sentido, resulta especialmente relevante para la clínica lo que señala K.M. Weiland (2016) en Creando arcos de personaje:

"Tu personaje pasará la mayor parte de la historia persiguiendo una meta externa relacionada con la trama (lo que él Cree Querer). Pero lo que realmente cuenta la historia, a un nivel más profundo, es su crecimiento hacia el reconocimiento y persecución de su objetivo interno (lo que Realmente Necesita)".[2]

Esta tensión entre este lo que Quiere y lo que Necesita no solo estructura el arco del personaje, sino que también reproduce el conflicto psíquico que observamos en la clínica psicoanalítica, empezando con la noción básica del Inconsciente, la que crea la diferencia entre lo que consciente demanda o pide el sujeto y el deseo inconsciente que lo habita. Es particularmente significativo en historias dirigidas al público familiar, donde se exploran temas como el crecimiento infantil y la función parental.

El "viaje dual del héroe"[3] —donde los objetivos externos sirven como vehículo para una transformación interna— encuentra un paralelo en el proceso analítico, donde el paciente debe transitar desde sus síntomas hacia el reconocimiento de su deseo en conflicto.

Quizá quien más claramente ha divulgado la incorporación de recursos psicológicos a la construcción de personajes y narrativas dramáticas es John Yorke en su seminal obra Into the Woods: How Stories Work and Why We Tell Them (2013). Con respecto a la diferencia entre esta demanda consciente (Quiero) y el deseo inconsciente (Necesito), y el proceso de confrontación que implica la odisea de los personajes, aporta lo siguiente:

¿Qué son Instagram y Tik Tok sino pantallas de cómo queremos ser vistos? ¿Qué representan el historial de tu feed más que recordatorios crueles de quiénes en el fondo querríamos ser? El deseo de un personaje es una aspiración superficial y consciente por aquello que cree necesitar para proyectarse ante el mundo: una imagen calculada de cómo desea ser percibido. Para el Rayo McQueen es la Copa Pistón, porque esos triunfos reforzarían su imagen pública… No temen perder por el fracaso en sí, sino porque revelaría su vulnerabilidad, su lado oculto. Irónicamente, aquello que más les aterra es justo lo que los completaría. Así, el antagonista que enfrentan —el "monstruo" que deben vencer— encarna precisamente lo que les falta. Los personajes bien construidos tienen una fachada, compuesta por rasgos que ellos consideran ventajosos pero que, en realidad, los destruirán. Rayo McQueen se complace en ser visto como arrogante e indiferente... A la inversa, los rasgos que el personaje percibe como debilidades —si es que los reconoce— se convierten en su redención. El altruismo de McQueen -su deseo de tener amigos más que admiradores- salva su alma[4].

Yorke resalta que existe una profunda conexión entre la estructura narrativa y el proceso psicológico de crecimiento emocional: "La historia coincide con la teoría psicológica: los personajes son llevados en un viaje para reconocer y asimilar los traumas de su pasado. Al confrontar y llegar a un acuerdo con la causa de sus traumas, finalmente pueden seguir adelante". Esa estrategia de recuperar, reconocer y asimilar (¿recordar, repetir, reelaborar?) el pasado es la función misma de la narración, la función terapéutica de contarnos historias. Yorke llega a realizar una apropiación del concepto psicoanalítico de mecanismos de defensa, reformulándolos como dispositivos dramáticos: "Los mecanismos de defensa son las máscaras que los personajes usan para esconder su interior; son la parte del personaje que conocemos cuando nos unimos por primera vez a la historia, la parte que - si el arquetipo es correcto - se desprenderá".

Finalmente, una de las aportaciones más reconocidas de la dramaturgia y la estética al ámbito clínico, y que resulta imprescindible para comprender los famosos "finales Pixar", es el concepto de catarsis (del griego κάθαρσις, "purificación" o "purga"). Este término encuentra sus raíces en la Poética de Aristóteles (c. 335 a.C.), donde se describe cómo la tragedia griega —mediante la compasión (éleos) y el terror (phobos)— inducía en el espectador una poderosa liberación emocional, equilibrando las pasiones a través de su expresión controlada (Aristóteles, 2001). El concepto trascendió el ámbito artístico para incorporarse al psicoanálisis y la psicología contemporánea cuando Josef Breuer y Sigmund Freud lo retomaron. En su texto proto-analítico de 1895, Estudios sobre la histeria, utilizaron el término para proponer un método psicoterapéutico, el catártico, buscando que el paciente reaccione emocionalmente a una serie de recuerdos que antes no vivieron tal descarga.


 

 Disculpe los inconvenientes, la pubertad es complicada

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“No tienes que ser perfecta para amarte a ti misma" ese es el tema de nuestra película, y Riley dista de sentirse perfecta en nuestra historia... son los primeros años de la adolescencia y cada vez que te ves en el espejo, parece que tu cuerpo tiene un nuevo grano rojo qué ofrecerte en el lugar más visible posible.”
Jason Dreamer. Diseño de producción.

 

Vayamos al interior de IntensaMente 2 apoyándonos de inicio con Roberto Daniels y su crítica para el portal Rogerebert.com

 “La secuela comienza con una Alegría (Amy Poehler) optimista convencida de haber perfeccionado un sistema infalible… clasifica las esferas que guardan los peores recuerdos de Riley en un reino distante llamado "el fondo de la mente", mientras deposita sus mejores momentos en un lago subterráneo… formando las creencias fundamentales de la adolescente. "Soy una buena persona", repite Riley a menudo… El guion lanza a Riley contra el obstáculo más obvio: la pubertad. Una alarma nocturna anuncia su llegada, junto a nuevas emociones: Vergüenza (Paul Walter Hauser), Aburrimiento (Adèle Exarchopoulos), Envidia (Ayo Edebiri) y Ansiedad (Maya Hawke). Al descubrir que sus amigas irán a otra preparatoria, Ansiedad decide "rediseñar" por completo a Riley para impresionar a Val: arroja su identidad actual al fondo de la mente y exilia a Alegría y las demás emociones originales. La misión de Alegría será recuperar el "yo" auténtico de Riley antes de que Ansiedad la paralice.”[5]

Parte del éxito y encanto de IntensaMente 2 radica en la inclusión de Ansiedad como una nueva emoción central. Si en la primera película el eje narrativo giraba en torno a la pregunta "¿Para qué sirve la Tristeza?"[6] —una interrogante que reflejaba tanto la curiosidad infantil como las preocupaciones parentales que encarna la protagonista de ambas historias, Alegría, en esta secuela el cuestionamiento se traslada a la Ansiedad: ¿Qué es la Ansiedad y cuál es su función?

La película no solo ofrece una representación visual accesible de lo que experimenta una persona durante una crisis de ansiedad - algo con lo que muchos espectadores se identificaron—, sino que también propone una reflexión más cercana a lo que nos enseña la experiencia clínica psicoanalítica: antes de intentar reprimir o controlar la ansiedad mediante ejercicios de respiración o acciones motrices (estrategias comúnmente recomendadas en terapias promovidas por las aseguradoras y libros de autoayuda), es crucial escuchar su mensaje.

Como se menciona en la reseña citada, la estrategia de Alegría para manejar los recuerdos dolorosos de Riley —enviarlos al "fondo de la mente" mientras preserva aquellos que refuerzan su autoimagen ("Soy una buena persona")— evoca directamente el concepto psicoanalítico de represión[7]. Este mecanismo no implica borrar los pensamientos (representaciones), sino desplazarlos al inconsciente mediante un esfuerzo activo (muchas veces con un consciente “no quiero pensar en eso”) para evitar su emergencia, tal como Alegría intenta proteger a Riley de pensamientos que amenazan su autopercepción positiva.

Cabe destacar hasta qué punto las nociones psicoanalíticas se han integrado en el entendimiento actual de los mecanismos y procesos terapéuticos que alivian el malestar psíquico. Como señala Jonathan Shedler al abordar la pregunta frecuente que enfrentan los terapeutas de orientación psicoanalítica - "¿Eres freudiano?" -, la respuesta puede ser simultáneamente "Sí" y "No". Shedler señala:

“En un sentido básico, todos los profesionales de la salud mental son “freudianos”, ya que muchos de los conceptos de Freud han sido asimilados por la cultura general de la psicoterapia. Ahora parecen tan comunes, sensatos y obvios que la gente no reconoce que se originaron con Freud y que en su momento fueron radicales. Por ejemplo, muchas personas creen que los eventos traumáticos causan síntomas emocionales y físicos; que el cuidado en los primeros años de vida influye en el desarrollo y la vida adulta; que las personas tienen motivaciones internas contradictorias; que el abuso sexual infantil existe y tiene consecuencias devastadoras; que las dificultades emocionales pueden tratarse hablando; que a veces criticamos en otros aquello que no queremos reconocer en nosotros mismos; que es explotador y destructivo que un terapeuta tenga relaciones sexuales con un paciente; etc.[8] Estas y muchas otras ideas que ahora son parte del pensamiento psicoterapéutico son “freudianas”. En este sentido, todo psicoterapeuta contemporáneo es (¡horror!) freudiano, le guste o no.” (Shedler, 2024)[9]

Intensamente 2 aborda la dinámica de la represión (desde el marco psicodinámico) y la supresión emocional (como técnica de regulación en Terapias Cognitivo-Conductuales, TCC), retomando un patrón ya explorado en la primera película. En Intensamente, Alegría intentaba neutralizar a Tristeza, asociando la emoción con un obstáculo para el bienestar de Riley ("¿Por qué querrías que tu niña estuviera triste?"). El resultado en la narrativa fue un estado disfuncional: Riley oscilaba entre Miedo, Asco e Ira, pero incapaz de alcanzar alivio, una condición que Freud vincularía con la melancolía como "duelo inhibido", donde la falta del “trabajo del duelo” deriva en una "pérdida no reconocida" que redirige el dolor y la agresión al yo (Duelo y melancolía, 1917). Este estancamiento también evoca las etapas del duelo de Kübler-Ross (1969[10]): Riley permanece en Negación, Ira y Negociación, pero le es vedado transitar por la Depresión (etapa crucial para llegar a la Aceptación). 

En Intensamente 2, el mecanismo se vuelve más sofisticado y sistemático: Alegría clasifica y destierra recuerdos "peligrosos" a lo más recóndito de la mente, creyendo erróneamente que así preservará una identidad cohesionada. Esta acción ya no es mera supresión, sino La represión (Freud, 1915), donde el contenido amenazante es excluido de la conciencia. La trama sugiere que, al igual que en el psicoanálisis, solo la integración de lo reprimido —mediante la aceptación de los recuerdos "negativos" (inconciliables) y las emociones asociadas a ellos— permitirá a Riley alcanzar un bienestar emocional (“Donde Ello era, Yo debo devenir” -Freud. 1933).

Apoyándonos en la teoría del guion que distingue el conflicto entre lo que Quiere y lo que Necesita un personaje que mencionamos al comienzo, podemos decir que, en el caso de Alegría, su querer es claro: eliminar a Ansiedad, tal como antes intentó controlar a Tristeza. Su motivación/demanda parece legítima —proteger a Riley del malestar—, pero está basada en una premisa errónea: que ciertas emociones y recuerdos son "peligrosos" y deben eliminarse. Sin embargo, lo que Alegría necesita aprender es justo lo contrario: comprender el mensaje detrás de la Ansiedad (su función como señal) y aceptar que el desarrollo de Riley requiere integrar el conflicto, no descartar. Alegría actúa como una especie de Principio de Alegría, empeñado en mantener una imagen estable ("Soy una buena persona") mediante la represión, hasta que la crisis —la identidad inestable de Riley y los recuerdos reprimidos acumulados— fuerza su darse cuenta: Ansiedad no es un enemigo, sino una señal de conflictos no resueltos y reprimidos.

El arco de Alegría culmina cuando abandona su obsesión por el control y reconoce a Ansiedad como parte legítima de la mente de Riley. La película, así, convierte un concepto clínico en una metáfora visual accesible: la salud mental no es la ausencia de malestar, sino la capacidad de escucharlo, el legado freudiano de la cura por el habla y la asociación libre.

 

La película no solo incorpora conceptos psicoanalíticos de fondo, sino que incluso los explicita con humor. Uno de los momentos más reveladores ocurre cuando Ansiedad, al tomar el control, destierra a las emociones principales (Alegría, Tristeza, Ira y Asco) encerrándolas en un frasco, mientras Miedo grita: "¡Somos emociones reprimidas!" (“¡Bottled up emotions!” en inglés). Esta escena es una referencia directa de la represión freudiana pero también como una broma autoconsciente que reconoce su deuda teórica.

Los propios cineastas lo reconocen:

Todos mandamos cosas al fondo de nuestra mente. Cosas de las que no queremos hablar, cosas con las que queremos lidiar después, y, en ocasiones, cosas que terminan ahí como el cajón lleno de basura que tienes en tu casa. Esas cosas siempre encuentran la manera de volver, y tienes que lidiar con ellas eventualmente. Eso es lo que descubre Alegría. Tal vez mandar todos esos malos recuerdos al fondo de la mente no fue lo mejor para Riley.  John Hoffman, Supervisor de historia en Disney/Pixar The Art of Inside Out 2 (2024)

No perdamos la capacidad de asombro ante lo que Intensamente 2 logra representar con agudeza: la ansiedad no es un simple "error del sistema" que se active en exceso y deba ser corregido, ni se reduce a los eslóganes terapéuticos que la presentan como un mero "mecanismo adaptativo". Frente a un discurso mainstream —amplificado por libros de autoayuda, podcasts y marketing digital— que insiste en definirla como "miedo al miedo", "miedo al futuro" o "reacción por salir de la zona de confort", y que promueve como solución única contenerla y negarla mediante reeducación o técnicas de respiración, mindfulness o psicofármacos —sin indagar en sus raíces—, la película devuelve al debate una perspectiva clínica psicoanalítica frecuentemente desdeñada: la ansiedad como la emoción que no engaña.

 “No soy tan buena” ¿Qué hace la Ansiedad aquí?

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"No tienes que ser perfecta para amarte a ti misma" ese es el tema de nuestra película, y Riley dista de sentirse perfecta en nuestra historia... son los primeros años de la adolescencia y cada vez que te ves en el espejo, parece que tu cuerpo tiene un nuevo grano rojo qué ofrecerte en el lugar más visible posible.
Jason Dreamer. Diseño de producción. The Art of Inside Out 2

Vayamos ahora con el papel de Ansiedad y escuchémosla como nos invita la película, centrándonos en el clímax de la historia; la crisis de Ansiedad. Mencionamos el término Crisis de Ansiedad ya que nos parece más acorde con lo que sucede en la película si hacemos la distinción clásica entre crisis de Ansiedad y ataque de Pánico en función de su intensidad y origen. Mientras la primera surge como expresión de una ansiedad acumulada que llega a un punto decisivo (del griego κρίσις, "decisión" o "punto de quiebre"), el segundo es intempestivo y repentino, carente de un desencadenante claro, lo que justifica el término "ataque" (attaccare, "embestir") y la abrumadora experiencia del pánico ("Pan-": prefijo griego significa "todo" o "completo"). Para efectos del presente, al examinar la historia y los personajes de Intensamente 2, es posible identificar un paralelismo con la crisis de ansiedad más que con un ataque de pánico. No obstante, la película sugiere un símil conductual cuando Ansiedad —cuya inquietud constante y movimiento frenético reflejan una hiperactivación emocional— se transforma en un torbellino de pánico al intentar controlar todo simultáneamente. Esta transición evoca la idea de que la ansiedad prolongada puede escalar hacia un estado caótico, similar a cuando Enojo cual cerillo pierde la cabeza y se enciende transformándose en Furia (del latín furere, "arder") Donde la metáfora visual subraya la progresión emocional desde la acumulación hasta la explosión.

Vayamos a la escena climática. Ansiedad intentando frenéticamente hacer que Riley anote tres goles y, así garantice entrar al equipo de hockey, sea del grupo de las populares y todas la amen, se atrapa en un torbellino del que no puede salir. Alegría llega e intenta detenerla:

Alegría: ¡Ansiedad, detente! No puedes decidir quién es Riley. [Ansiedad aún no suelta el panel de control.]: ¿Ansiedad? [Una lágrima se forma en los ojos de Ansiedad]: Tienes que dejarla ir. [Ansiedad hace contacto visual con Alegría. Suelta el panel de control. Alegría agarra a Ansiedad y salta a través del tornado.]

En un giro crucial, Alegría y las demás emociones destruyen la identidad impuesta por Ansiedad —"No soy tan buena"— y la reemplazan con el antiguo mantra promovido por Alegría: "Soy buena persona". Sin embargo, el torbellino persiste y Riley sigue sumida en su crisis de ansiedad. Es entonces cuando ocurre un diálogo revelador:

Ansiedad: "Alegría, lo siento. Solo trataba de protegerla. Pero tienes razón: no podemos decidir quién es Riley"

Esta confesión permite que Alegría escuche su mensaje invertido y le cae el veinte del error de su estrategia del inicio -"conservar lo mejor y tirar el resto"- que, al igual que la de Ansiedad, era igualmente represiva; lo que revela que Ansiedad es la perfecta antagonista de Alegría al ser su doble ominoso, lo que nos recuerda la propuesta lacaniana que relaciona a la Angustia con el deseo del Otro, en este caso, la emergencia de Angustia en una Riley que no encuentra espacio en la sofocadora estrategia de cuidado parental de Alegría.

Alegría no solo encarna una función de la personalidad de Riley sino también el deseo paterno de tiempos actuales donde la exigencia de ser buenos padres, y decidir por los hijos, puede provocar más angustia que prevenirla. En un acto de genuina madurez emocional, retira la identidad fija de "Soy buena persona" y permite que emerja una nueva identidad dinámica, una amalgama de contradicciones que refleja la complejidad real de Riley:

"Soy egoísta" / "Soy amable"
"No soy tan buena" / "Soy buena persona"
"Necesito encajar… pero ser yo misma"
"Soy valiente… pero me asusto"
"El éxito es todo" / "Cometo errores"
"Soy fuerte" / "Soy débil"
"A veces necesito ayuda"

Esta identidad plural y cambiante —abrazada por todas las emociones— marca el fin de la crisis. Riley puede ahora pedir disculpas a sus amigas, reconocer su enojo y miedo ante la separación inminente, y aceptar que su identidad no requiere ser perfecta, sino auténtica.

Ansiedad:  Amo a nuestra niña. 

Alegría: ¿Cómo no amarla?... A veces, puede ser demasiado dura consigo misma. Pero cada parte de Riley la hace quien es, y amamos todo de nuestra niña. Cada parte desordenada y hermosa de ella.

Sin embargo, también podemos resaltar el componente social en la presentación de Ansiedad. Como menciona Daniels en la crítica ya citada:

“En una escena final, Riley, sin el peso de la necesidad de triunfar, experimenta una alegría pura. En su éxtasis, casi levita, moviéndose y respirando sobre el hielo con la facilidad con la que la luz brilla a través del cristal de una ventana. A través de su deleite, no podemos evitar sentir que el mensaje de aprender a vivir una actividad por amor a ella, en lugar de por prestigio social o gratificación efímera, sigue siendo necesario para todos nosotros, aunque su sonido nos suene un poco familiar.”[11]

Este aspecto social del peso del éxito, el prestigio social y la gratificación efímera nos recuerda a lo que los cineastas propusieron en los diseños iniciales de Ansiedad. Inicialmente consideraron que se presentaría una Asesora de Integración Transicional “TIA” (Transitional integration advisor) que se revelaría posteriormente como el monstruo cambia-forma Ansiedad. Desecharon la idea por otro concepto base en el guion, ninguna emoción es un monstruo, no hay emociones malas, todas cumplen una función. Esto de nuevo es afín con la escucha psicoanalítica opuesta a la psicología positivista. Mientras algunas propuestas ven a las emociones que causan malestar como algo que “debe eliminarse o, en su defecto, hacerse tolerable”, donde algo “como la depresión es un poco como un tumor canceroso: claro, podría ser útil averiguar de dónde proviene, pero es mucho más importante deshacerse de él” y “tu ansiedad es causada por tus creencias irracionales, y está en tu poder apropiarte de esas creencias y cambiarlas”, “los psicoanalistas sostienen que las cosas son mucho más complicadas. Para empezar, el dolor psicológico no debe eliminarse, sino comprenderse. Desde esta perspectiva, la depresión se parece menos a un tumor y más a un dolor punzante en el abdomen: te dice algo, y necesitas averiguar qué”[12].

El éxito de Intensamente 2 va más allá de su valor como entretenimiento: la película cumple una función psicosocial al materializar los conflictos emocionales de nuestra época, tanto para las infancias en proceso de crecimiento como para la generación de cuidadores. Al personificar mecanismos psicológicos como la función de la Ansiedad y su relación con la represión, Pixar logra algo fundamental: convertir la mente en una aventura tangible, donde lo físico (cerebro), lo psíquico (emociones y pensamientos) y lo social (identidad y exigencias) interactúan en un sistema dinámico.

Para nosotros como clínicos herederos del pensamiento freudiano, esta narrativa es un recordatorio crucial: la clínica y el arte no son reinos separados y no aplicación de uno sobre el otro, sino diálogo. Los artistas cineastas, como compañeros de viaje, nos ofrecen metáforas que amplían nuestra capacidad de escucha como ellos han escuchado nuestras ideas a partir de la clínica. Intensamente 2, al igual que los mitos de antaño, nos invita a reflexionar sobre cómo las historias pueden ser puentes entre la teoría psicológica y la experiencia humana cotidiana, no solo que nos brinden figuras para nombrar procesos mentales sino también para reformularlos y mantenerlos vivos. En un mundo donde la salud mental es urgente, necesitamos más aliados como los cineastas de esta película: espejos que nos devuelven, con creatividad y diversión, del interior al exterior, de la mente a la escena de la pantalla, la aventura de la transformación.  

 

 

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Producciones de Ensueño

El Cine y el Sueño como manifestaciones de nuestra Intensa Mente

 

“Dentro de un análisis se saca a la luz mucho más de lo reprimido aprovechando los sueños que con ayuda de los otros métodos.”
—Freud, AE XIX, p. 119

 

La serie de Disney Pixar "Producciones de Ensueño" ("Dream Productions", 2024, Creado por: Mike Jones y Jaclyn Simon), situada en el universo de IntensaMente entre la primera y la segunda parte, traslada la exploración de la mente humana desde el centro de control de las emociones de Alegría y su pandilla hacia un nuevo territorio: el lugar donde se manufacturan los sueños. Este espacio se conceptualiza como una casa productora de cine, un ingenioso juego de palabras del título (en inglés, "Dream Productions" significa tanto "Productora de Sueños" como "Producciones Oníricas") que establece desde el inicio el paralelismo central de la narrativa: la analogía entre el proceso de creación cinematográfica y el trabajo onírico.

Manteniendo el tono amable y familiar de la franquicia, la serie adopta un formato de comedia de falso documental al estilo de "The Office", siguiendo las vicisitudes de esta peculiar casa productora. La trama se centra en la aclamada directora, Paula Persimmon, cuyo nombre sugiere una interesante ambigüedad: podría evocar la parsimonia (cautela, lentitud), una cualidad a menudo asociada con el estado adormilado o la meticulosidad de un sistema establecido, pero que ahora se ha vuelto rígido e inefectivo. Paula se encuentra en crisis creativa, los sueños que dirige son tan convencionales y conservadores que ya no impactan positivamente a Riley, sino que incluso le causan ansiedad. Esto la obliga a colaborar con un joven director de "sueños de vigilia" (daydreams), quien posee una visión artística independiente y arriesgada. Este conflicto generacional y conceptual se desarrolla en un momento crítico para la vida de Riley: su primer baile de secundaria. A estilo de nuestras Quinceañeras, el primer baile se presenta como ese ritual de transición de la niñez a la adolescencia, así como la transición entre las dos películas de IntensaMente.

Desde esta tensión narrativa, la serie dibuja un profundo tema que relaciona dos mundos aparentemente distantes: 1. El mundo del cine: ¿El objetivo es crear "películas de estudio" convencionales, seguras y casi repetitivas, o se debe apostar por un cine de autor arriesgado y personal? 2. El mundo onírico: ¿La función del sueño es simplemente evadirnos de la realidad para no pensar (como un mero entretenimiento), o, como postuló Freud, es un mecanismo para brindarnos una representación simbólica de un deseo inconsciente en conflicto y, potencialmente, una vía hacia su solución y crecimiento personal?

Desde la presentación de la serie, Alegría nos explica por qué algunos recuerdos son enviados a la casa Productora de Ensueño:

Una caricatura de una persona

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Alegría: “De noche los recuerdos van a la memoria a largo plazo, pero hay muchos que necesitan un procesamiento adicional y los enviamos a Producciones de ensueño. Sé que los sueños parecen aleatorios, pero aparentemente requieren mucho trabajo y resulta que hay una historia fascinante detrás de cómo se crean los sueños. Es la historia de una visionaria, una visionaria llamada Paula Persimmon.”

La serie encuentra su mayor resonancia psicoanalítica en el conflicto que se desprende de esta explicación sobre el funcionamiento onírico. En su propuesta lúdica de relacionar el mundo de la producción cinematográfica con el trabajo del sueño, se sugiere, desde la presentación que hace Alegría, que se necesita una elaboración adicional antes de enviarlos a la memoria a largo plazo, permitiendo así su integración a la personalidad de Riley. Aun y cuando este concepto del procesamiento de los recuerdos para mandar a largo plazo como una especie de limpieza cognitiva viene más de la psicología experimental será a partir de las soluciones creativas de representación y creación de historia dramática que la propuesta se decantará por la perspectiva psicoanalítica, como veremos más adelante. 

La representación de los recuerdos como esferas que encapsulan una vivencia teñida de una emoción —y que en casos complejos o traumáticos requieren un procesamiento adicional— nos permite reconocer en ellos una divertida metáfora de la representación (Vorstellung) freudiana. Este concepto alude a una idea o pensamiento cargado de energía psíquica, es decir, una huella mnémica catectizada, cargada, investida, como una ciudad ocupada por un ejército (pulsión y afecto). Como tal, esta representación está sujeta a las leyes del proceso primario del inconsciente, como la condensación, el desplazamiento y la simbolización, mecanismos propios de la construcción de los sueños y los síntomas.

Más aún, esta relación de mutua representación invita a un análisis bidireccional. La reflexión no se agota en utilizar el cine como mera metáfora visual de los conceptos psicoanalíticos; también permite analizar el proceso de creación cinematográfica a la luz de estos mismos conceptos. Componentes narrativos fundamentales como el símbolo, el motif (o motivo recurrente) y el tema encuentran un paralelo en los mecanismos de condensación y desplazamiento del inconsciente. Esta mirada dialéctica materializa la idea de Andréi Tarkovski de "esculpir en el tiempo", entendiendo el montaje onírico y fílmico como un dar forma a la experiencia primaria. Finalmente, enriquece el análisis la ingeniosa distinción que Guillermo del Toro realiza constantemente: la diferencia entre el "eye candy" (golosina visual, pura pulsión escópica superficial) y el "eye protein" (imágenes cargadas de significación emocional e intelectual, auténticas representaciones-catectizadas que estructuran el relato).

De este modo, la serie parte de una base freudiana fundamental, los sueños no son aleatorios, sino un proceso mental indispensable y una de las formaciones del inconsciente más importantes. Lo anterior nos lleva a otro concepto básico, el trabajo de sueño, que haya su símil en la creación artística/comercial del cine. “Producciones de Ensueño” de Pixar opera como una metáfora casi literal del aparato psíquico que Freud describe en La interpretación de los sueños (1900). Los directores, Paula y su nuevo compañero Xeni, actúan como los "dramaturgos" o tendencias psíquicas, encargados de tomar las impresiones diurnas (restos diurnos) y elaborarlas en un guion onírico mediante los recursos del lenguaje y el Trabajo del sueño.

El conflicto entre el estilo tradicional de Paula y el vanguardista de Xeni —lo convencional y seguro frente a lo arriesgado y disruptivo— refleja la lucha interna entre dos instancias psíquicas. Por un lado, se encuentra la tendencia que busca proteger la estabilidad del yo, censurando y disfrazando los contenidos inquietantes (como la representación de la pérdida). Por el otro, la fuerza pulsional que pugna por expresarse, es decir, el deseo inconsciente, que constituye el núcleo de toda formación onírica.

El éxito del proceso, tanto en las películas de Producciones de Ensueño como en la teoría freudiana del sueño, reside en un equilibrio delicado: que el deseo inconsciente logre manifestarse e impactar en la vida del soñante, pero de un modo que pueda ser vivido y narrado con la distancia suficiente. El objetivo es evitar que el contenido latente sea tan abrumador que perturbe la función de descanso del sueño o se transforme en una pesadilla que inhiba su posterior elaboración en la vida consciente. De igual forma el conflicto de todo cineasta o artista, la compulsión creativa de manifestar lo que pulsiona en el artista por expresar y por el otro los recursos de organización que permiten que sea percibido y provoque conexión con el espectador, más allá del éxito comercial.

La crisis de la productora —incapaz de generar sueños “exitosos” para Riley— ilustra de manera ejemplar un conflicto psíquico en el que los mecanismos de defensa tradicionales, como la represión, la inhibición o la racionalización, resultan insuficientes. Este impasse exige una nueva "visión artística"; es decir, una elaboración onírica más audaz y genuina capaz de procesar la compleja realidad adolescente de Riley. Esta premisa corrobora la célebre sentencia de Freud (1900) de que “la interpretación de los sueños es la vía regia hacia el conocimiento de lo inconsciente en la vida anímica” (p. 597). Los sueños no son producciones azarosas, sino la expresión más íntima y significativa de nuestra vida mental; su "trama" —al igual que una película que impacta emocionalmente— encierra las claves para comprender nuestros conflictos y deseo. Así, la crisis creativa de la protagonista Paula y su arco de transformación a lo largo de los cuatro episodios ofrece valiosas lecciones para la clínica psicoanalítica, reafirmando el análisis de los sueños como una herramienta fundamental para el acceso a lo inconsciente en momentos de crisis vital.


 

 

T1.E1: Equipo soñado (dream team)

 

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Paula: “Esto sí es una fábrica de sueños, equipo. Creamos magia. Me fascina hacer estos sueños para Riley. Espero jamás cambien”

“El sueño es el cumplimiento (disfrazado) de un deseo (reprimido)”.

Freud, AE, IV. pág. 177

 

En el primer episodio conocemos el conflicto central de nuestra protagonista Paula Persimmon: su anhelo por recuperar el estatus de cineasta célebre dentro del mundo de producción de sueños de Riley. En este universo mental, el equivalente a una película exitosa es un sueño que Riley recuerde durante mucho tiempo, una producción onírica que impacte la vida de Riley y deje una huella perdurable, tal como un filme clásico que influye en la historia del cine y la cultura popular en general.

Lo más interesante radica en que la crisis creativa de Paula coincide con la crisis vital de Riley, quien, como preadolescente, se enfrenta a nuevas experiencias mientras aún experimenta una añoranza por su etapa infantil. Esta dualidad queda ejemplificada en el reencuentro de Riley con su antiguo juguete, Unicornio arcoíris, que decide llevarlo a la escuela. Paula interpreta este evento como un deseo de volver a jugar con su estrella de antaño, pero no logra advertir la capa de vergüenza o cringe que ahora suscita el objeto, revelando la complejidad ambivalente del proceso de crecimiento.

El sueño insignia de Paula fue “Adiós chupete”. En este sueño de la niñez, Riley elabora la despedida de su chupón al verlo marcharse en un tren, lo que impacta directamente en su decisión de dejarlo en la vida despierta. Esta lúdica solución posee un interés clínico para el psicoanálisis, ya que el sueño no cumple simplemente con el deseo de recuperar algo perdido, sino que representa el deseo de la pérdida misma. Transforma un objeto infantil en un objeto de deseo al permitir que la renuncia sea experimentada como una acción propia y significativa, no solo como una imposición externa. De forma clásica freudiana, no hay mejor ejemplo de maduración que enfrentarse a la perdida del objeto oral, pérdida que lo constituye justamente el proceso de crecimiento, como el tiempo y la muerte.  

El sueño, por lo tanto, se erige en la representación de un proceso psíquico de elaboración, similar a una obra artística. Así, con la sensibilidad de quien comprende los mecanismos de una buena historia, los creadores de Producciones de Ensueño operan un doble movimiento: utilizan el lenguaje cinematográfico para explicar qué es una “buena película”, una “buena historia” y, a la inversa, nos recuerdan qué es un "buen sueño" desde la clínica: una formación del inconsciente que, lejos de ser un mero espectáculo cerebral aleatorio o una sala de simulacros del futuro, es una herramienta fundamental e inherente al desarrollo psíquico, un ejercicio de elaboración de un deseo y posibilidad de transformación.

El capítulo culmina en su exploración al demostrar cómo, cuando no se logra elaborar la pérdida constitutiva del crecimiento y el psiquismo se estanca en la mera añoranza, el sueño fracasa en su función y se transforma en pesadilla. Este proceso se ilustra cuando Paula insiste en proponer un sueño donde Riley interactúa con su personaje infantil, el Unicornio arcoíris, forzando una regresión que ya no es viable; cuando ya no se puede escapar de la niñez la angustia es la señal de la búsqueda de un espacio para crecer.

La escena onírica resultante es elocuente: el Unicornio arcoíris se desploma y aplasta a una Riley desconcertada. Esta potente imagen visual puede leerse como la angustia de quedar atrapado en una relación no metabolizada con el objeto infantil. Lejos de ser una figura de consuelo, el objeto de añoranza se convierte en un objeto devorador que, al borrar la distancia simbólica necesaria para el crecimiento, aniquila la subjetividad incipiente de la preadolescente, quedando “atorada angustiosamente” (perdón por el pleonasmo).

La pesadilla se construye, así, a partir de un borramiento forzado de los límites entre el sujeto deseante y el objeto del pasado. El objeto deja de ser fuente de placer o deseo cuando “cae con todo su peso” —recuperando la etimología de la palabra pesadilla (del latín pessum, ‘hacia abajo’, y pensare, ‘pesar’ o ‘aplastar’)— sobre el soñante. Este colapso de la metáfora (ya no hay distancia para representar, el objeto es literalmente aplastante) revela el núcleo traumático de una nostalgia no elaborada, donde lo que una vez fue amado regresa como una presencia opresiva y alienante.


 

 

T1.E2: Fuera de tu cuerpo (Out of Body)

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En el segundo episodio, la serie define su concepto de "éxito" onírico/cinematográfico. La productora Jean celebra el sueño de la anterior ayudante de Paula, Janelle al declarar: “El sueño (que dirigió Janelle) tuvo un impacto histórico: Riley pudo hablar con mamá, (le dijo que no usará ese viejo vestido para el baile). Esa es la clase de confianza que nuestros sueños deben ofrecer”. Este éxito no radica en un escape fantástico, ni en poder mandar un recuerdo a la estantería mental que le corresponde en la memoria a largo plazo o si quiera ensayar qué le diría a mamá, sino en la elaboración vía la realización de un deseo inconsciente que no había sido articulado claramente en la vigilia. Esa confianza fue gracias a que pudo de alguna forma articular visualmente su deseo.

La secuencia, filmada con recursos cinematográficos que alteran la perspectiva corporal –Riley flota sobre su cama para verse frente a un espejo donde aparece un nuevo vestido–, le permite verse a sí misma desde una "mirada otra". El deseo aquí es doble: afirmar su voluntad frente a su madre y, de manera más significativa, reconciliarse con su cuerpo en transformación durante la adolescencia. Como reelabora el término Jamieson Webster (Trastorno de conversión: escuchar al cuerpo en psicoanálisis), ya no estamos ante un sueño nostálgico, sino ante uno de conversión o transición.

Este sueño opera como un experimento mental –término que Robert Pfaller aplica a las películas de género, como la ciencia ficción y el terror–, donde la joven puede confrontar lo traumático de un nuevo cuerpo. Esta función es similar a la que Donald Winnicott explora con la noción del juego como espacio transicional para el sujeto en crecimiento. Así, tanto el sueño como el cine se erigen en espacios transicionales que facilitan la elaboración psíquica.

El recurso creativo de los cineastas permite jugar con las experiencias extracorporales oníricas, lo que remite a la clínica psicoanalítica y a su comprensión de la construcción del cuerpo y la sexualidad a través de elaboraciones como los sueños. Este mecanismo evoca el trabajo de duelo, para el cual –como apunta Darian Leader en  La Moda Negra: Duelo, Melancolía y Depresión – se requiere la construcción de un espacio artificial, un marco de fantasía, que permita cambiar de posición con respecto al objeto perdido (ejemplificado cuando un ser querido fallecido aparece en un sueño sin saber que ha muerto).

Resulta particularmente interesante que se aborde el tema del paso a la adolescencia –simbolizado en el deseo de Riley de ir al baile– mediante la potente imagen del espejo donde se imagina un nuevo vestido. Este dispositivo onírico le concede, en última instancia, la capacidad crucial de verse a sí misma y a su cuerpo transformado con otros ojos.

 

T1.E3: ¡Romance!

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El tercer episodio profundiza en esta idea de la imaginación y la transición, presentando el "Café de la Madurez" como un espacio de sofisticación en la imaginación donde Riley explora proyecciones de su futuro yo adulto o ideas “vanguardistas” como ponerse un Piercing Septum. El "éxito" de un sueño donde aparece un pretendiente imaginario de Canadá afecta la vigilia con una nueva convicción: “he decidido que quiero invitar a alguien al baile”.

Sin embargo, la trama se complica cuando, al intentar replicar este éxito, el Paula y Xeni se sabotean saturando el set de novios imaginarios y perturbando la mente de Riley hasta el punto de que empieza a caminar sonámbula. Esta secuencia es una ilustración poderosa de la angustia generada por un exceso de demandas imposibles de elaborar, como el mundo de infinitud de elecciones que atraviesan a nuestras juventudes, especial las jovencitas. Ante la presión de decidir entre a los pretendientes imaginarios, Riley termina diciendo en el sueño “He decidido que no quiero ir al baile con ninguno de ustedes. Creo que voy a ir con Bree y Grace. Voy a ir a buscarlas ahora mismo. ¿Saben qué? Solo quiero algo de espacio.”  La frase, “solo quiero algo de espacio”, es el grito del sujeto ante la invasión de una demanda sin mediación simbólica.

Resulta fascinante cómo la ficción aborda el fenómeno del sonambulismo. Dramáticamente, se articula a través de la clásica disputa de una pareja dispar—Paula y Xeni—que no ha aprendido a trabajar en equipo. Este choque generacional entre la veterana y el novato, que evoca dinámicas presentes desde El Novato (1990) hasta F1 (2025), es lo que finalmente altera el sueño y frustra sus objetivos de triunfo.

Lo que la ficción ilustra a la clínica es que algo en el sonambulismo y otras parasomnias—como los terrores nocturnos, las pesadillas o la parálisis del sueño—obstaculiza la función primordial del sueño que Freud conceptualizó como su rol protector: “En cierto sentido todos los sueños son sueños de comodidad; sirven al propósito de seguir durmiendo en lugar de despertarse. El sueño es el guardián del dormir, no su perturbador” (AE IV, p. 245)

La propuesta artística nos sugiere que, si bien en todo sueño existe un compromiso entre el deseo inconsciente —siempre experimentado como excesivo— y la censura onírica, que resulta en una realización disfrazada del deseo, en las parasomnias irrumpe un conflicto más inminente, que requiere la actuación del cuerpo como un intento de crear espacio y límite. Este se aproxima a la actuación de la condensación de múltiples fantasías característica del ataque histérico (Freud. 1908. Apreciaciones generales sobre el ataque histérico. AE IX, p. 207). La ficción aporta a esa condensación de fantasías y múltiples identificaciones la creación de un límite vía el cuerpo.


 

 

T1.E4: Una noche para recordar (A Night to Remember)

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El episodio final de la serie comienza con una conversación entre Riley y su padre:

Riley: Pues parece que ahora soy sonámbula.

Papá: ¿Será por el baile?

Riley: No lo sé. Es que, aun no tengo vestido y no quiero ir con nadie. Y la verdad, ni siquiera quiero ir.

Papá: Es tu primer baile, hija. Y Bree y Grace si van a ir, ¿verdad?

Riley: Ya sé. Pero no sé qué hacer.

Papá: Tengo una idea, qué tal si lo consultas con la almohada.

 

Resulta esclarecedor que el padre de Riley identifique de manera intuitiva su sonambulismo como un síntoma de una preocupación latente. Más significativo aún es que esta confusión no gira en torno a una acción simple, sino frente a un deseo que ella misma no logra descifrar. Es así como el mundo onírico se erige en el espacio donde ese deseo oculto puede, finalmente, esclarecerse.

El clímax de la serie ocurre en la pesadilla que Xeni elabora para sabotear a Paula, pero que finalmente termina dirigiendo Jean. Lo que en principio podría parecer una simple metáfora cinematográfica —que un ejecutivo, y no un cineasta, asuma la dirección— se revela como una catástrofe que debe ser detenida. Riley queda atrapada en un sueño de repetición: se despierta, asiste al baile, sufre una humillación —ya sea por el vestido, el unicornio gigante o los múltiples novios imaginarios—, es devuelta a su cama y vuelve a empezar.

Esto trasciende la pesadilla común; como señala Webster al analizar el sueño de un joven paciente —que giraba alrededor de robar un auto, tirar al conductor, estrellarlo y recomenzar—, el sueño se convierte en “la locura encarnada”: una representación angustiante de lo que constituye la pulsión de muerte freudiana. Se trata de la compulsión a repetir un evento traumático que no ha sido elaborado narrativamente, un ciclo sin mediación simbólica que solo genera angustia (Freud, 1920). En el caso del paciente de Webster, quien asociaba el auto con las peleas constantes con su madre durante el trayecto a terapia, la repetición representaba el “vínculo con su madre: un enloquecedor juego masturbatorio que ambos compartían y que ninguno podía terminar”.[13]

En el caso de Riley, podemos interpretar a la tiránica productora Jean —que reprime la creatividad de los cineastas-directores de sueños— como la figura que simboliza ese mundo infantil, esa madre aparentemente “totalmente buena” que, en realidad, atrapa a Riley en una niñez interminable, no muy distinta a la lógica detrás de los polémicos live-actions de películas infantiles.

La salvación llega con una intervención que es profundamente analítica. Paula, al quitar el "filtro de distorsión de la realidad", permite que Riley vea que está en dentro de un sueño lo que le resta poder a la manipulación de la controladora Jean y los abrumadores objetos infantiles. Riley tiene un sueño lúcido: 

Riley: ¡Espera! ¡Esto es un sueño!

Paula: Hola, ¿cómo estás?

Riley: Bueno, es que, si quiero bailar, pero… la verdad odio este vestido. ¿Este sueño me dice que no debo ir al baile?

Paula: Bueno, no lo sé. Pero sí sé una cosa. Este es tu sueño.

Riley: ¡Sí! Es cierto, este mí sueño.

Paula no le dice qué hacer; en su lugar, le devuelve la agencia con la frase clave: “Es tu sueño”. Esta intervención es semejante a la interpretación analítica que, en lugar de imponer un significado sobre el sueño, abre un espacio para que el sujeto asocie, se escuche desde el sueño. Riley transforma su vestido y su experiencia en el sueño, la serie muestra el momento de elaboración y apropiación subjetiva del contenido onírico.

Resaltamos que esta dinámica, tan afín a la experiencia analítica, no necesariamente derivan de los consultores en salud mental que asesoraron a Pixar —suponemos que su aporte se limitó a la psicofisiología del sueño—. Por el contrario, esta afinidad sugiere el legado freudiano y psicoanalítico en la dramaturgia y la construcción de guiones cinematográficos. La propia protagonista, Paula, vive también un proceso de confrontación: transita de considerarse una experta en Riley a reconocer que ya no la conoce, para finalmente aprender a escucharla. Al igual que Alegría en las películas de Intensamente, Paula es una protagonista que evoluciona en su forma de cuidar a Riley, enfrentándose con su doble —Jean— quien, al igual que Ansiedad para Alegría, refleja sus excesos al buscar imponer sus propias creencias sobre la niña -recordemos que los objetos que abruman a Riley en la pesadilla final fueron los sueños propuestos por Paula-, en lugar de facilitar su desarrollo autónomo.

Por lo anterior, la serie puede ofrecer una reflexión sumamente valiosa tanto para la clínica del psicoanálisis como la creación artística cinematográfica. La voz en off de Paula pregunta en el epílogo: “¿Qué tipo de sueños deberíamos producir?... ¿Los mágicos que permiten escapar de la realidad? Sí, a veces. O podrían ser un ensayo para lo que traiga el mañana”. La idea del sueño como ensayo proviene de la psicología evolutiva, que postula su función adaptativa. No obstante, la reflexión adquiere mayor radicalidad —tanto para el psicoanálisis como para el cine— si consideramos que el sueño no es solo un ensayo, sino la manifestación misma del deseo con todas sus contradicciones y antagonismo referentes a temas como el cuerpo y la muerte, el amor y la sexualidad, la agresión y la culpa, etc. -propuesta que es más afín con la dramaturgia de la serie. Tanto los sueños como el arte —al igual que los mitos o los cuentos de hadas— son elaboraciones de aquello que constituye la subjetividad, lo cual solo puede ser abordado a través de metáforas, por ser producciones del lenguaje. En este sentido, puede afirmarse que tanto el arte como el psicoanálisis operan como curas a través de la palabra.

En última instancia, Producciones de Ensueño a partir de su formato animado ofrece una lección profunda: al igual que los cuentos de hadas, los sueños y las ficciones artísticas nos permiten confrontar nuestros propios conflictos, elaborar soluciones simbólicas y, sobre todo, escucharnos mejor. La serie nos recuerda que tanto la pantalla cinematográfica como el teatro de nuestros sueños funcionan como una pantalla para el inconsciente.



[1] Todd McGowan (2015) Psychoanalytic Film Theory and The Rules of the Game. Bloomsbury Academic

[2] Weiland, K.M. (2016). Creating Character Arcs: The Masterful Author's Guide to Uniting Story Structure. PenForge Press.

[3] Vogler, C. (2007). El viaje del escritor: Estructura mítica para escritores (3ª ed.). Michael Wiese Productions.

[4] Yorke, John (2013). Into The Woods: How Stories Work and Why We Tell Them. Penguin Books Ltd.

[7] Freud, S. (1915). La represión. Obras Completas, Vol. XIV. Amorrortu.

[8] Incluso podemos encontrarlo en expresiones de la cultura popular “Lo que te choca te checa”, “entre broma y broma la verdad se asoma”, “sin querer queriendo” o “escuchamos no juzgamos” que claramente recuerdan a los postulados freudianos más antiguos.

[9]  Shedler, J.  (Nova, 2024) That Was Then, This Is Now: An Introduction to Contemporary Psychodynamic Psychotherapy. https://jonathanshedler.com/wp-content/uploads/2024/10/J-Shedler-That-Was-Then-This-is-Now-2024-Nova.pdf

[10] Kübler-Ross, Elisabeth (1969) Sobre la muerte y el morir (p. 59). Diana México.

[13] Webster, J. (2016). Mother-pumper and the analyst’s donuts. En P. Gherovici & M. Steinkoler (Eds.), Lacan, Psychoanalysis, and Comedy (pp. 104-112). Cambridge University Press.