viernes, octubre 13, 2006




El mundo siniestro de Truman
Tele-historia de una vida


Por. Héctor Mendoza

El director de la película “The Truman Show” (Truman show: historia de una vida), Peter Weir menciona en el documental “How is going to end? The making of the Truman show” cuáles fueron los cambios que le hizo al guión original de Andrew Niccol. La alteración más importante fue en relación al ambiente de la ciudad/set de televisión que constituye el mundo de Truman. Mientras Niccol propuso una ciudad oscura y decadente, pensando en un sórdido Nueva York, Peter Weir comenta que prefirió una ciudad alegre y brillante que justificara que la gente viera el programa 24 horas al día. Un lugar perfecto, limpio y en orden, como salido de los catálogos de lugares de retiro o cabañas de reposo junto al mar. Sea-heaven, paraíso marino, tendría que ser un lugar de fantasía que después de buscarlo mucho la producción de la cinta lo encontró, no en un set, sino en una población que existe en una costa de los Estados Unidos donde los residentes, de posición económica holgada, de inicio no les gradaba la idea de que se filmara una película en su población prediseñada.

La propuesta de Weir resultó más efectiva por su actitud aún más siniestra. Un lugar decadente y oscuro nos llevaría a las ciudades catastróficas de la clásica ciencia ficción de los 70 de las sociedades post-apocalípticas. Weir introduce la comedia en el show de Truman lo que da por resultado mayor complicación al protagonista, además de realce al drama.

Weir reconoce lo fascinante de los guiones de Niccol que podemos definir como historias de anticipación. El show de Truman es una denuncia del “futuro de la televisión”, los reality shows. Niccol sigue con sus “visiones” en otros trabajos donde ahora esta en la silla del director, Gattacca y S1mone los cuales se colocan en el campo del “Not too distant future”.

Ya en otros lugares se ha escrito sobre las historias cuyo tema central es el cuestionamiento del mundo exterior.[1] Podríamos decir que la estructura principal de estas historias es que existe un personaje que está solo contra el mundo, y es “el único”. Recordemos los temas “clásicos” de los delirios: Persecución, grandeza, celotipia erotomaniacos. Lo interesante, es que en esos temas, el delirante se ubica en lugar especial, es el centro de todas las miradas. En este punto, podemos llamar la historia de Truman como un relato donde el protagonista genera una paranoia al sospechar de ser objeto de una persecución.

La tesis freudiana clásica con respecto a la paranoia aparece en las “Puntualizaciones psicoanalíticas sobre un caso de paranoia descrito autobiográficamente (1911)”, el conocido “Caso Schreber”. Lo expuesto ahí constantemente se reduce a una homosexualidad reprimida, por lo que, cuando se hace mención del articulo, por lo general se evade esa parte y se resalta los movimientos en las frases que llevaría a ser objeto de persecución: yo lo amo, yo no lo amo, lo odio, yo no lo odio, él me odia. Sin embargo, tomemos el elemento erótico que postula Freud presente en el delirio. En el mismo caso Schreber no se puede pasar por alto la voluptuosidad de Dios y el propio Schreber. Podemos reconocer en los delirios una trama vulgar de “me quieren coger” o “me quieren chingar”.

Volviendo al Show, Truman Burbank vive en un set de televisión que simula un pueblo costero. La persecución comienza cuando Truman empieza a sospechar de ese mundo exterior, así como de sus habitantes. Los delirios de persecución revelan su naturaleza de denuncia como en los mejores casos de historias de ciencia ficción.

La historia se podría llamar “El mundo perfecto de Truman”. Lo que se busca es aquello que es verdadero, “Reality tv”. La película comienza con el creador del programa Christof hablando de lo “cansado que todos estamos de ver lo falso de los actores”. Esta relación entre lo falso del actores y lo verdadero de los “reality shows” nos presenta la oposición entre disimulación y simulación. Mientras los actores disimulan los que son al presentarnos una ilusión y dar lugar a la fantasía, los reality shows simulan lo que no son, algo para ser visto.

La historia de Truman nos presenta una de las formas del concepto “almicidio” que es presentado por Daniel Paul Schreber en sus “Memorias de un enfermo de nervios”[2]. La vida de Truman, sus alegrías y sufrimientos, son explotadas por alguien más. Su mundo, lo constituye, sin saberlo él, el programa con mayor rating del mundo. Su ambiente es simulado, su vida, sus amigos y su esposa son actores que participan de este show. El creador de este show es el “tele-visionario” llamado Christof. Sería lógico pensar que Christof es como el Gran Hermano de 1984 de George Orwell, el psiquiatra Fleching de Schreber, incluso como el “malévolo” Doctor Gottleib Schreber del que nos hablan en “El asesinato del alma”. Sin embargo, en 1984 encontramos que O’Brien es un representante del partido, del Gran Hermano. Fleching es un representante del Dios atormentador, ¿Quién es el perpetra el almicidio en Truman Show? Christof es un representante del corporativo, de la cadena televisiva que busca puntos de rating, esa es la ganancia, esa es la ventaja que se toma de la vida y el alma de Truman. Pero aún más que eso, la corporación, la cadena televisiva solo le da a la audiencia, al respetable público lo que quiere. Todo por la ganancia, lo le da un giro a la frase blasfema de Schreber “La Sol/Dios es una puta”.

Si la voz del pueblo es la voz de Dios, la mirada del pueblo es la mirada de Dios. Si alguna denuncia esta presente en Truman Show es con respecto a los alcances del poder de la televisión. Aquí encontramos entre el Truman Show y 1984 una similitud, los efectos de estar siempre presente y siempre vidente. El imperio de la imagen. Muchos internos en manicomios claman desde su delirio que la televisión nos controla y que nunca tuvimos el más remoto control sobre de ella. Truman, con su alma y su vida, le da de comer a la bestia de millones de rostros representados por las ancianas con la imagen de Truman en las almohadas, la familia de japoneses, aquel que mete la tele hasta el baño, las personas del bar donde nadie conoce tu nombre, la señora y su hija que por ver su programa no escuchan el llanto de un pequeño, la pareja de guardias de un estacionamiento, etc. Todos ellos tomados por lo real de Truman, el único hombre verdadero en ese show, ya que todos los demás, usemos el lenguaje schreberiano, son hombres hechos a la ligera.

Estos personajes que son actores poseen una calidad auto-reflexiva. Los actores haciendo de actores que hacen de personajes, muy al estilo de Hamlet. Lo interesante es que en esa autorreflexión la denuncia se presenta y la verdad de la fachada nos devuelve a un lugar de origen. Esa es la parte de verdad que solo puede aparecer en el delirio auque la empresa se condene en el momento de volver a reflexionar. ¿Jacques Lacan busca detener esa reflexión auto reflexiva cuando anuncia “L'Autre de l'Autre n'existe pas”?

Para finalizar conviene hacer una pregunta final ¿qué condiciones son necesarias para estar en el mundo de Truman? ¿Qué tendría que ser posible para que semejante montaje viviera? El mundo de Truman es posible solo cuando un nuevo tipo de humano aparece en escena. El futuro del que nos hablan en Truman Show no es uno que se base en los grandes avances tecnológicos ya que los sets y las cámaras que nos muestran ya son posibles. Lo que no hay que olvidar, según nos dice Crhristof es que “todo empezó con una cámara”.


















Esta forma de tutoría es la que hace posible el Show de Truman. Truman no tiene padres sino que propiedad de una corporación que le da al público lo que pide. Una corporación que por cuestiones de rating y mantener al niño cautivo en el set, retiran al padre de la historia. Truamn es un nuevo tipo de humano que no es sino mercancía en su más pura expresión. Es parte del mobiliario aún y cuando es la estrella del show. Lo inquietante es cuando pensamos en términos actuales tales como “la familia como una empresa”. Lejos se encuentra la historia antigua de “creer a los hijos como propiedad” ya que primero son hijos. Tal pareciera que lo contrario es lo que aquí se presenta “ver a la propiedad como hijos”.

Esas visiones de Niccol y Schreber, son de tomarlas más en serio de lo que parece. Un pregunta final; en la experiencia de Schreber ¿dónde está la corporación?

Comentarios en jhmchector@hotmail.com



[1] Preferimos utilizar el término freudiano “mundo exterior” como uno de los elementos del aparato psíquico.
[2] Schreber, D.P. Memorias de un enfermo de nervios. Editorial sexto piso.