viernes, septiembre 29, 2006



“La Biblia de los psicólogos”
El DSM como el discurso del Amo


Por Héctor Mendoza

El título del presente escrito es la frase con la que un amigo se refirió al DSM, siglas amistosas del “Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders”. La anécdota empieza cuando me ofrecen el mencionado manual a bajo costo a lo que contesto que no estoy interesando en adquirirlo. Mi amigo pregunta “¿Por qué no? Tu eres psicólogo clínico y el DSM es la Biblia de los psicólogos”. Esa frase me pareció graciosa pero he confesar que fue hasta unos cuantos días atrás que se me permitió reconocer el saber de ese chiste a través de las reflexiones del psicoanalista Paul Verhaeghe en su libro “On Being normal and other disorders: A manual for clinical psychodiagnostics” (2004).

Verhaeghe llama a uno de los temas del segundo capítulo del libro, “Los DSM-diagnósticos: El nuevo Amo anónimo[1]” abordando de manera implacable y fina las razones del arraigo del uso del DSM en los psicodiagnósticos actualmente. Nos permitimos la traducción de este largo fragmento.

“La pregunta ahora es, ¿Cuánto peso carga el DSM? Para el estudiante sin experiencia, quien con frecuencia es ignorante de la historia de nuestra profesión, el DSM (y particularmente sus descripciones de los desordenes de la personalidad), aparecen como la madre de todas las cosas. Pero en el proceso uno tiende a olvidarse del resto de la familia…

…desde un inicio, el objetivo de la llamada encomienda de la APA fue construir un sistema diagnóstico basado en observación sensata. Sin embargo, no tardó mucho para que esta encomienda descubriera lo que todo filósofo y epistemólogo pudieron prever de antemano: simplemente que su enfoque ateórico y puramente de observación no alcanzó los resultados deseados. Para decirlo de manera más concreta, las descripciones del Eje uno del DSM son insuficientes. En este punto, debemos tomar nota de la creciente importancia y éxito del Eje dos, ya que el eje de los desordenes de las personalidad es justamente un intento de dejar atrás los aspectos netamente descriptivos, y ordenar de nueva cuenta los datos de observación en categorías.

De esta forma, la introducción de los desordenes de la personalidad testifica el pensamiento claro. Esta es la buena noticia. La mala es que, debido a que el intento fue mantener un enfoque netamente descriptivo en la categorización, la transición a un verdadero enfoque estructural no fue realizada, debido a que habría presupuesto una base teórica. Incidentalmente, vale la pena preguntarse exactamente qué es un desorden de la personalidad y, por implicación, qué constituye una “personalidad”.”

Verhaeghe pone el dedo en la llaga cuando resalta la forma y las (buenas) intenciones del DSM. En lugar de analizarlo desde la perspectiva de la anti-psiquiatría, tendencia por demás atrayente por el efecto adolescente de “liberarnos de la momisa”, Verhaeghe sigue los problemas de buscar una obra que tiende a la categorización tratando de evitar estar en un campo doctrinario. El mayor problema del DSM es el buscar tomar en sus manos el fenómeno humano de una forma inhumana. Con lo anterior no nos referimos a la polarización ingenua de la humanización entendida como exceso de emotividad y victimización ya que muchos humanista caen el mismo embrollo que el DSM, a saber, pensar que el objeto que esta tomando lo hacen sin velos que los cubran y llegan al “ser verdadero”. La forma aséptica de la medicina se hace presente en el DSM.

Esa forma de acerarse objetiva y científicamente al objeto ¿No es ya un supuesto ideológico? Sin embargo, el DSM aparece como la voz de la ciencia, no se reconoce en su discurso un autor sino la psiquiatría global (aunque sabemos que solo esta representada por los E.U.A.) y así la comunidad, la gente y el pueblo experto ha hablado. El DSM es la voz de Dios.

Verhaeghe aborda este tema desde la propuesta lacaniana del discurso del Amo. Los efectos son diversos si lo comparamos con las categorías diagnósticas del psicoanálisis. Mucho se ha intentado en el mismo del psicoanálisis, sobre todo por las instituciones, borrar la huella humana de Freud en la invención del inconsciente. Si algo resalta de la obra freudiana es que se reconoce a un sujeto en la propuesta. Recordemos algo dicho por Freud en los primeros tiempos del psicoanálisis.

“El procedimiento es trabajoso e insume al médico mucho tiempo, supone un gran interés por los hechos psicológicos y, al mismo tiempo, una simpatía personal hacia los enfermos. No puedo imaginarme que yo lograra profundizar en el mecanismo psíquico de una histeria en una persona que se me antojara vulgar o desagradable, que en el trato más asiduo no fuera capaz de despertar una simpatía humana, mientras que sí puedo realizar el tratamiento de un enfermo de tabes o de reumatismo con independencia de ese agrado personal. Las condiciones que se piden a los enfermos no son menores.” (Las negritas son nuestras)[2]

La forma de trabajo médico no es compatible con la de aquel que trabaja desde el campo subjetivo, como muestra basta el botón anterior, que al decir subjetivo ya existe un supuesto doctrinario que “mancha” y simultáneamente crea e instituye al objeto.

El DSM, al dejar las cosas tan claras, no nos advierte que para dejar todo tan ordenado y sin lugar a dudas tiene que desaparecer el rasgo humano por excelencia. La “Biblia de los psicólogos” funciona porque se puede leer en cualquier parte y parece que da en todas las direcciones. Las palabras son cuidadosamente seleccionadas para no suponer teoría alguna ni malentendidos. Todo tiene lugar, hasta lo que no tiene lugar, basta recordar los atípicos.

Lo crucial a reflexionar es la fuerza que tiene el DSM en las instituciones, su nicho por excelencia. ¿No es acaso lo que esta pasando con el DSM la mejor ilustración de la globalización en el terreno de la salud mental? Tal pareciera que las discusiones teóricas se han terminado y así como ya no hay comunismo ni socialismo el mundo puede ser visto desde una sola perspectiva totalitaria y es aquella que dice incluir todas las perspectivas.

La responsabilidad de la forma de recibir al DSM es plantear una posición estúpida y tomar desde el síntoma, desde eso que alguien recibe desde algún otro. Es decir, respetar y darle lugar a la experiencia de los psiquiatras así como de las reacciones ante la demanda que se les dirige, al tiempo de advertir que esas reacciones develan la relación con respecto al amo e intenta ocultar desesperadamente la falla discursiva.

Comentarios a jhmchector@hotmail.com para continuar este artículo.

[1] La traducción al castellano es nuestra.
[2] Sobre la psicoterapia de la histeria (Freud) en “Estudios sobre la Histeria” (Breuer-Freud) (1893-95)

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